Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?


Recuerdo
a mi madre
y
a mi hermana
llorando.
"Ponte al teléfono,
por favor"
"No quiero"
"Pero se está
muriendo"
"¡Pues que se muera ya!"
"¡Pero es
tu padre!
!Por amor de dios!"
"¿Mi padre?
¿Y dónde coño ha estado
todo este tiempo?"

Me escondí.
Huí.
Hasta que se marchó
de nuevo,
pero esta vez
para siempre.

Padre, padre, ¿por qué me has abandonado?

En ese momento
no sabía
que al igual que hace milenios
ciertas frases
solo sirven para encadenarte
eternamente
a
una
cruz.

domingo, 6 de noviembre de 2011

COLISIÓN



(UN SUCIO HOMENAJE A LA PELÍCULA CRASH DE CRONEMBERG Y EL LIBRO DE BALLARD)




A José Manuel Vara.




José Manuel se sentó en su coche, suspiró y giró la llave del contacto. En ese momento el circuito primario es alimentado por la tensión de la batería. Con los contactos del ruptor cerrados la corriente eléctrica fluye a masa a través del arrollamiento primario de la bobina. Cuando se abren los contactos del ruptor la corriente de carga se deriva hacia el condensador que se carga absorviendo parte de la corriente eléctrica. La colocación del condensador hace que la tensión generada en el circuito primario de un sistema de encendido pueda alcanzar momentaneamente algunos centenares de voltios. La tensión pasa al distribuidor y de ahí al rotor que gira en su interior y que distrubuye la tensión a cada una de las bujías.
Se miró en el espejo retrovisor. Estaba algo nervioso, pero también esperanzado. Tenía muchas ganas de conocerla y ella había venido a verle expresamente a él desde la otra punta del país. Un viaje largo para verle sólo a él. Estaba un poco loca, bastante loca, aunque también había que contar con que seguramente habría mucho de actuación en ella para impresionar, en cualquier caso era interesante, liberal, y estaba muy buena. Estaba claro que la cosa prometía. Volvió a mirarse en el espejo retrovisor, estaba ligeramente preocupado por su aspecto. Tampoco había motivo para ello, no era una cita completamente a ciegas, ya se habían visto a través de fotos y habían conversado un par de veces por videoconferencia. Ella no estaba interesada en su aspecto, que era bastante modesto, sino en su retorcida personalidad. Era una niñita de 20 años en busca de emociones fuertes y el, que andaba más cerca ya de los 50 que de los 40 la había camelado con su erudición bizarra, sus fotos, su poesía, sus escritos... En suma, su personalidad y trasfondo. Suele pasar en chicas de esas edades, muchas buscan una figura que les atemorice pero también que puedan admirar y de la que puedan sacar algo con lo que engrandecer su personalidad, por otra parte los chicos de su edad son cada vez más idiotas... Ya podía imaginarla, frustrada, intentando mantener una conversación banal sobre algún videojuego o serie con un tipo granujiento de su circulo de amigos. Aunque según le había dicho ella no tenía muchos amigos.
La cosa había ido bastante rápido. Fue ella la que se puso en contacto con él, le mandó una serie de poemas para su fanzine, no eran malos, tampoco eran la hostia. Él le contestó que publicaría un par de ellos. Ella, emocionada, le escribió una extensa carta de agradecimiento. De eso hacía apenas dos meses. Tras ello empezaron a estar cada vez más y más en contacto manteniendo una extensa correspondencia. Hablaban de todo tipo de temas, con predilección por las zonas oscuras del alma humana, en la que ambos estaban interesados. Él la guiaba por el sendero del arte extremo recomendándole infinidad de nombres underground que la dejaban fascinada y hacían que aumentase su admiración hacia él. Los mensajes eran más largos, más profundos, y también, a la mínima ocasión, la correspondencia se ponía cada vez más caliente. El punto álgido fue cuando ella accedió una noche a abrir el Skype y realizarle un pequeño show erótico. Tenía un cuerpo de infarto, delgada y estilizada, vestía de rollo punk, con piercings y tatuajes. Realizó un caliente baile mientras se quitaba la ropa. Cada prenda que caía revelaba un cuerpo diseñado para el placer, de líneas perfectas. Una delantera elegante, firme y poderosa y una parte trasera igualmente equilibrada con el conjunto. Todo ello ensamblado con unas articulaciones perfectamente diseñadas por los mejores ingenieros celestiales. Era de las que van rápido, su sistema de seguridad seguramente sería precoz pero había que correr el riesgo para poder montarla y experimentar la plenitud dentro de tan poderosa máquina. Le miraba incitándole, ronroneando desde la pantalla como un anuncio que prometía una realidad mejor y más perfecta. José Manuel, sentado frente al ordenador, empezó a tocarse. Ella sonrió en la pantalla y comenzó a masturbarse a su vez, despacio al principio, con suavidad, pero acelerando poco a poco el ritmo de forma suave pero firme. Ambos tuvieron esa noche un orgasmo increíblemente satisfactorio y casi al unísono, una colisión perfecta.
Ahora, recordando todo eso y sabiendo lo que inevitablemente pasaría en cuestión de tiempo, sin la pantalla del ordenador de por medio que se interponía entre ellos como la luna de su coche, José Manuel empezó a sufrir una tremenda y dolorosa erección sentado en el asiento. El pene contiene dos cámaras llamadas cuerpos cavernosos, las cuales ocupan el largo del órgano. Un tejido esponjoso llena las cámaras. Los cuerpos cavernosos están rodeados por una membrana, llamada túnica albugínea. El tejido esponjoso contiene músculos lisos, tejidos fibrosos. La albugínea ayuda a atrapar la sangre en los cuerpos cavernosos y con ello sostiene la erección. Pensó en masturbarse ahí mismo, pero prefirió reservar su combustible para ella. Finalmente se puso en marcha y salió del aparcamiento con el pene rivalizando en grosor con la palanca de cambios. Encendió el equipo de música, sonaba Carlos Ann.

"...La poesía desea morirse,
adiós televisivo mundo, me voy.
Y ya no quedan ni las miradas,
en estos tiempos de...Tiempos de depravación"

Iba con un ligero retraso, aunque había sido premeditado, la técnica de hacerse esperar. Al fin y al cabo ella no tenía a dónde ir, no conocía a nadie en la ciudad y le esperaría el tiempo que hiciera falta. Había llegado hacía 10 minutos y le había mandado un mensaje: "Ya estoy en la estación! Tengo muchas ganas de verte. Te lo voy a hacer pasar bien ;)". Él, desde el sofá de su casa le había contestado: "Estoy en medio de una reunión con una editorial, intentaré tardar lo menos posible, esperame en la puerta. Un saludo" Una mentirijilla para adornar el trasfondo.
La estación estaba cerca de su casa, no tardó más de 15 minutos en llegar, en total 25 minutos tarde, lo suficiente para crear impaciencia sin resultar grosero. La reconoció perfectamente y atrajo su atención tocando la bocina, ella también lo reconoció, sonrió, se acercó corriendo al coche y entró decidida en su interior. Se sentó, la dureza de su prieto culito rivalizaba con el tapizado de cuero de los asientos.
-Lo siento tía, estaba reunido – Dijo José Manuel excusándose.
-Sí, lo sé, recibí tu mensaje, no pasa nada. ¡Joder, qué ganas tenía de verte!
-Yo también.
-¿Un par de besos no?
-Claro, jajaja.
Se acercaron y se besaron en las mejillas, la palanca de cambios, erecta entre los dos asientos, dificultó ligeramente está acción.
-Bueno, ¿a dónde quieres ir?
-¿Vives lejos?
-No, a 15 minutos.
-Quiero ir a tu casa, tengo ganas de hacerte un baile como el de aquella vez.
-Jajajaja, vas rápido. Está bien, me gusta.
Los cuerpos cavernosos de José Manuel comenzaron a llenarse nuevamente de sangre.
-Lo sé, sé perfectamente lo que te gusta -Sonrió ella pícaramente -Pero da un rodeo.
-¿Un rodeo?
-Sí, dices que vives cerca, quiero ir a tu casa, pero no enseguida, me apetece estar en el coche un rato, podemos hablar.
-Bien, si quieres eso...¿Te enseño la ciudad?
-La verdad es que me da un poco igual, todas las ciudades son idénticas, no me interesan.
-¿Entonces?
-Date una vuelta por la autopista.
-¿Por la autopista?
-Sí, me relaja, charlamos un poco y vamos hacia tu casa.
-Está bien.
Se adentraron en la autopista. El tráfico era fluído, el funcionamiento de coches y personas normal. Admisión. Compresión. Explosión. Escape.
-¿Recuerdas la conversación que tuvimos sobre la peli "Crash" de Cronenberg? -Dijo ella encendiéndose un cigarro, el humo pasa entonces a través de los bronquios atacando su revestimiento, la nicotina aumenta la presión sanguínea. Los gases de combustión pasan por el colector del tubo de escape y salen al exterior por el dispositivo de evacuación.
-Sí, claro, qué peliculón, me encanta el rollo de la búsqueda del placer a través del peligro y la belleza en la deformidad, el nuevo ser resultante de la unión del hombre y la máquina -Dijo mirando las piernas de ella, completamente alejadas de la deformidad.
-La parte fundamental es la de sentirse vivo en situaciones cercanas a la muerte. Es curioso el instinto de supervivencia en el ser humano, que sea algo esencial y arraigado pero a la vez te atraiga la destrucción y la sensación de peligro -Contestó ella sin apartar la vista de la carretera.
-Bueno, eso no les pasa a todos, la gente por norma general es feliz y está segura en la comodidad y la ausencia de peligros.
-La gente, por norma general es banal. Quieren la comodidad, pero están muertas, muertas emocionalmente, son una cáscara. Esa idea la utilizan también en "El club de la lucha" ¿recuerdas la escena en el coche?
-Claro.
-"El tocar fondo no es un seminario, no es un retiro de fin de semana"
-Sí, también es una grán película.
-Ya, pero yo no quiero conformarme con ver películas, necesito sentir los extremos.
-¿Quieres que pillemos algo de droga?
-¡Que se jodan las drogas! Quiero sentirlo, quiero ir más allá, explorar los límites, todo o nada, ¿no lo recuerdas? ¿Vas a echarte atrás?
-No sé a qué te refieres.
La autopista seguía su monótono camino, con sus luces y señales en los bordes desfilando en monótona sinfonía. Los coches circulando. Un ballet de hierro y asfalto por el que se deslizan personas y sueños escapando eternamente hacia lugares inciertos.
Ella se giró y observó su cara brevemente, luego dirigió de nuevo la vista a la hipnotizante serenidad de la autopista.
-Claro, ya se te ha olvidado todo lo que hablamos ¿verdad? Sólo me decías lo que quería oír para meterte en mis bragas...
-No, no sé a qué te refieres. Vamos a ver, ¿de qué hablas? "Crash" "El club de la lucha" qué quieres, ¿tener un accidente de coche? ¿Te excita eso o qué?
-No me excita, no lo sé, me atrae, sólo quiero sentirme viva.
-Estás loca.
-Claro, siempre te lo dije, pensaba que tu también lo estabas...
-Yo estaba de broma.
-¡Pues yo no!
Ella de un salto agarró el volante, el coche se zarandeó hacia los lados, otro coche pasó a su lado a punto de colisionar con ellos.
-¡Qué coño haces zorra!
-Salvarte la vida.
Ella apoyó todo su cuerpo contra el volante y lo dirigió hacia un lateral, José Manuel vió que en esa postura no podía hacerse de nuevo con el volante, se zarandeaban como una pequeña barca en la tempestad, los coches pitaban furiosos al pasar a su lado. Ella terminó de inclinar todo su cuerpo sobre el de José Manuel que reaccionó al fin y pisó el freno, el pedal transmitió la fuerza al sistema hidráulico mientras la respiración acelerada hacía que los niveles de dióxido de carbono en sangre bajásen. A pesar de haber reducido la velocidad bastante no pudieron evitar darse un pequeño golpe contra la valla de protección y quedar encayados en el arcén. Los coches pasaban a su lado pitando, pero ninguno se detenía. José Manuel estaba en shock, con las manos temblorosas y resoplando. Ella reía histéricamente.
-¡Hija de puta! ¡Maldita hija de puta! ¡Estás loca!
-No deberías haber frenado.
-¡Mierda! ¡Joder!
-Bah, no ha pasado nada, no exageres.
-Estás como una cabra. Mira esta mierda, me has jodido el capó.
-Bah, algun faro como mucho, no ha pasado nada, una capita de pintura y a correr, ¿tienes seguro no? Entonces que le jodan ¿a que te sientes más vivo?
-¡Que te den por culo!
-Sí, por favor... Esto me ha excitado mucho...
-Mierda, verdaderamente estás loca.
-¿Tú no estás excitado?
-No, creo que no.
Ella se acercó a el y colocó su mano sobre su pantalón, le bajó la bragueta y empezó a acariciarle la polla por encima del calzoncillo. Estaba flácida y mustia, asustada.
-Venga tío, relájate, ¿no es maravilloso estar vivo?
No supo que contestar, ella tampoco esperaba ninguna respuesta. Le bajó el calzoncillo, aquello empezaba a crecer tímidamente, se agachó y se la metió en la boca, empezó a succionar. José Manuel inclinó la cabeza contra el asiento y emitió un gemido, las luces de los coches al pasar por la autopista le iluminaban de forma intermitente. La agarró del pelo para dirigir la carrera, pretendiendo tener el control de esa máquina desbocada. Ella notaba como su polla crecía más y aumentó la marcha, buscó a ciegas con la otra mano la palanca de cambiós y empezó a acariciarla como si se tratase de otra polla, una polla dura, fría y metálica. José Manuel empezó a pensar en todo lo sucedido, sólo llevaba con ella unos minutos y ya le había llevado en una montaña rusa de sensaciones, pensaba ser para ella una especie de sabio gurú que la aleccionase en todos los ámbitos, en cambio estaba siendo totalmente dominado por esta pequeña y descarada niña. Nada de ésto estaba previsto, se la habían dado con queso, pensó que podría llegar a enamorarse.
Su polla estaba dura y a punto de explotar en su boca, los conductos deferentes comenzaban a contraerse para expulsar los espermatozoides a traves del epidídimo, el esperma comenzó a pasar a través de los dutos eyaculatorios mezclándose con los fluidos de las vesículas seminales, la próstata y las glándulas bulbouretrales, formando el semen, para finalmente ser expulsado en violentos espásmos a través de la uretra en la boca de ella, que comenzó a tragárselo. El emitió un profundo gemido y empujó la cabeza de ella para darle hasta su última gota de combustible, abrió los ojos para verlo y en ese momento una luz proveniente de la parte posterior del coche le cegó.
Lo que pasó a continuación se situó fuera del tiempo ordináriamente entendido. La luz vino acompañada de un ruido ensordecedor y una fuerza extraña que elevaba y hacía girar el coche. Los sonidos de cristales y hierros retorciéndose se mezclaban con la percepción de su propio cuerpo desgarrándose y retorciéndose a su vez, no sentía dolor, solo una enorme sorpresa por la sensación repentina de todo ello, notaba sus huesos desencajándose, astillándose, y los órganos siendo atravesados por extraños objetos. Luego la oscuridad.



Se le aclaró la vista y comenzó a oír de nuevo, no sabía dónde estaba, pero notaba que estaba en un objeto en movimiento, podía oir una sirena y voces que hablaban.
-¿Cómo está ella?
-Muy inestable, no lo va a conseguir.
-¿Seguro?
-Joder, mírala, está destrozada.
Ambos se encontraban en una ambulancia que les llevaba a toda prisa por la autopista. El choque había sido brutal. Consiguieron sacarles del amasijo de hierros pero el estado de ella presentaba diversas y fatales amputaciones además de multitud de hemorragias internas. Estaba sentenciada. Los dos enfermeros de la ambulancia lo comentaban.
-Ni de coña, ésta no llega.
-¿Y él?
-También está muy jodido, pero puede que salga, o a lo mejor no, no lo sé.
-Aunque salga menuda vida le espera.
-Ya te digo, la amputación del pene ha sido total, mira, no ha quedado ni rastro.
-Yo creo que les hacemos un favor.
-Totalmente.
-¿Apago la sirena?
-Sí, pero no podemos tardar demasiado, métete en esa zona de descanso.
-¿Tienes la cámara?
-Claro.
José Manuel escuchaba todo esto como en un sueño, no podía contestar, no era dueño de su cuerpo, ni siquiera sentía ningún contacto con él, sólo el suave movimiento de la ambulancia meciéndo su cabeza. Percibió cómo la ambulancia se detenía en un sitio silencioso, escuchó cómo el conductor se bajaba de su asiento y entraba en la parte posterior de la ambulancia, junto a él.
-Venga tío, rápido.
Una cara masculina vestida de blanco lo observaba desde lo alto.
-Mira, este cabrón está consciente.
-¿Tú crees?
-Tiene los ojos abiertos.
-Seguro que está como en un sueño.
-Grábale.
Otra cara se aproximó a el con una cámara de video y empezó a grabarle.
-Saluda idiota, una sonrisita para la cámara, jajaja.
El enfermero acercaba y alejaba la cámara de su rostro mientras reía y se burlaba de el.
-¿No dices nada, qué pasa, se te ha comido la polla el coche?
-Pobrecito eunuco, ha tenido que ser una mamada increible, yo también quiero morir así.
-Bueno venga, aligera, si tardamos demasiado sospecharán.
El primer enfermero salió de su campo de visión, el segundo, que manejaba la cámara de video se giró y comenzó a grabar en otra dirección.
-Estoy listo joder.
-Venga, dale su merecido a esa puta.
-Joder, a esta tía no hay por donde cogerla, me está poniendo perdido de sangre.
-Madre mía, qué carnicería.
-Puff, está destrozada, no se si esto es el culo o el coño.
-¿Acaso importa?
-Jajaja, la verdad es que no, en fin, se la meto por aquí.
-Dios, esto es increible, vamos fóllatela, ¡fóllatela!
-Un último polvo antes de morir pequeña.
José Manuel no podía ver nada, sólo el techo blanco blanco de la ambulancia y el tipo con la cámara apuntando fuera de su encuadre, no sabía que pasaba en el interior, a su lado, pero notaba un ligero movimiento de la furgoneta.
-¿Has oído eso?
-Sí, ¿qué ha sido?
-Supongo que algún hueso roto.
-Grábalo bien, me voy a correr en breve.
-Sí, lo tengo todo, date prisa.
-Joder, estoy a punto, me voy a correr.
-Espera espera, hazlo sobre la cara de este.
-Jajaja, muy bueno tío, allá voy.
José Manuel pudo ver al primer enfermero colocándose sobre él, tenía la polla fuera y comenzó a eyacular sobre él mientras gemía poderosamente, expulsando un potente chorro de sangre y semen que se extendía sobre su cara moribunda.
-¡Toma hijo de puta!
-Venga, dale, dale, bendice a este cabrón antes de su viaje.
-Joder, mira que cuadro, parece arte moderno.
-Jajaja, ha quedado genial, toma, coge la cámara, estoy que no puedo más.
El segundo enfermero cedió la cámara al primero que comenzó a grabar nuevamente hacia un lugar que José Manuel no podía ver.
-Oye, creo que esta zorra se ha muerto ya.
-Da igual, métesela.
-Ese polvo la ha matado del todo, eres un crack.
-Ya sabes, para hacer las cosas a medias...Venga, dale, que nos estamos enrollando.
-¿Me tienes?
-Perfecto.
-Joder, que asco, ¿esto es mierda?
-Te estás follando a un cadaver, no me vengas ahora con delicadezas.
-Sí, joder, puedo sentirle el puto esternón, esto es fabuloso.
-Jajajaja.
-Mira como se desprende eso, wow.
-¿Verdad que te gusta puta retorcida?
-¿Me dices a mi o a ella?
-Esto ya es poco más que un torso.
-Vamos acaba.
-Yo me corro dentro tío.
-No jodas.
-Sí, sí, me corro dentro, ugggñññ...
-¡Vamos, vamos, llénala!
-¡Joder, esto es la puta hostia!
-Vale, lo he grabado todo, hay que darse prisa.
-Como siempre ¿no? Murieron de camino.
-Bueno, en el caso de ésta es cierto, trae la inyección para ayudar a este panoli.
La cara del primer enfermero se acercó a la de José Manuel, pudo mirarle a los ojos.
-Bueno amigo, ya nos veremos en el infierno, dulces sueños.
José Manuel empezó a notar que todo le abandonaba, su tímida respiración comenzó a ralentizarse, se le cerraron los ojos. La velada había acabado, fin de trayecto, ahora se encaminaba por otra autopista, extraña y sin luz. Antes de morir pudo escuchar por última vez la voz de aquellos dos enfermeros, su voz se alejaba cada vez más, como un vehículo que se pierde en la oscuridad de la noche en busca del camino a casa.
-¿A estado bien eh?
-Yo creo que de los mejores.
-Te quiero.
-Yo también te quiero cariño.







NOTA: Este relato fue la respuesta a una petición de colaboración por parte de José Manuel Vara para el ciberfanzine ATROCITY. Podéis leer el relato tal cual fue publicado, junto con un excelente poema de Vara al respecto, en este enlace: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com/2011/11/crashtology-carlos-salcedo-odklas-2.html
Recomiendo vivamente visitar dicho blog ya que está plagado de buen material y buenos nombres a descubrir.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

2 L♥VE POEMS




LA MÁS GUAPA DEL LOCAL



Era otra de esas
noches
que llegaba a su
fin.

Ahí estaba yo,
con los bolsillos cada vez más
vacíos.
Y el alma cada vez más
vacía.
En uno de los últimos locales
llenos
de vacío.

No era el único,
claro que no.
Vasos de colores,
tercios de cerveza,
cigarros a medias,
sosteniendo a personas
a medias.

Y todos embobados
mirando al mismo lado
con la cola pegada a la tripa.
Mirándola,
a ella.

Su manera de moverse,
de contonearse,
su oscura melena 
como un látigo.
Su rojo vestido
como una hoguera.
Qué hermoso debe ser
dominarlo todo
y prenderle
fuego.

Y, ¿lo adivináis?
ella me miraba,
a mí.
Y yo me hacía el tonto,
no estaba para bromas,
no a esas horas.
Pero se acercaba
más.
Y sonreía
más.
Hasta que estuvo a escasos
centímetros
y no pude
evitarlo.

Cogí su cintura,
ella rió
y se dio la vuelta.
Besé su cuello 
mientras se
contoneaba.

Yo era el tuerto,
el puto cabrón,
el elegido,
esta vez.
Y todos me odiaban,
otra vez.

Era majestuosa,
sus labios,
sus manos,
su respiración
con la mía.
Nos largamos de allí.
Y fuera
el amanecer
brillaba
más.

"Ya es tarde, me tengo que ir"
sentenció.
"Déjame acompañarte
a casa"
imploré.
"Mejor que
no"
"Dame al menos
tu teléfono"
"Mejor que
no"
La miré extrañado, 
ya lo sabía.
"Tienes novio,
¿verdad?"
No contestó,
excepto por los ojos.
"Tengo que irme,
me alegro de haberte
conocido"
"Yo también
me alegro"

Y se fue.

Para continuar con su vida
de engaños.
Hacia el.
Hacia si.

Bien.
Salúdale de mi parte.

Zorra.


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CONSOLIDACIÓN.


(dedicado a Paula G. F. Con verdadero amor)


Había perdido
A los colegas
En la niebla beoda
del sábado.

Me apoyé en la barra
Oteando el horizonte,
Rodeado de gente extraña,
Resignado.

Entonces ella vino.
“¿Hey, tu eres Carlos no?
El que escribe relatos”
Nunca me había pasado,
Parecía una trampa,
No sabía si decir
si
o
no
Pero asumí mi culpa
y confesé.

Hablamos de chorradas,
bebimos,
y
me llevó a su bonita casa
del centro.

Allí,
borracho,
Tuve que concentrarme
para cumplir las expectativas
sexuales,
Y lo logré.

Era joven,
y me hacía sentir joven
entre sus piernas.

Me corrí 
entre espasmos
buscando sus ojos
como un niño perdido
luego me fui de allí.

Le di mi cuerpo y mi alma.

Ella

Me dio

Este gripazo.

Fiebre
Sudores
Alucinaciones
Pesadillas
Dolor de huesos
Tragar cristales

Disculpen,
tengo que ir al baño
a escupir.




martes, 25 de octubre de 2011

MALOS TIEMPOS









1.



Todo se desmorona. Todo va mal. Estoy tumbado en la cama de mi habitación de alquiler, no he pagado la mensualidad y no se cómo voy a hacerlo. No tengo tabaco. Ni drogas. Me queda medio litro de cerveza marca emdbrau. Me acompañan los cascos vacíos de diversas botellas. Su tristeza y la mía se hermanan. La tristeza de un casco vacío, testigo mudo de un momento mejor. También me acompaña el ruido de la calle y el ruido de la vida y padecimientos de los habitantes del resto de habitaciones, que principalmente se reduce a sonidos provenientes de televisores o radios coronados con algún suspiro ocasional. Yo, afortunadamente, no tengo tele. Tampoco tengo nada de comer. Eso sí, tengo varios libros tirados por los suelos. Una biografía de Wittgenstein y Popper, las meditaciones de Marco Aurelio, el último Vinalia Trippers, a tumba abierta de Oriól Romaní en edición fotocopiada, uno de relatos y poemas de Bukowski, la cámara de niebla de Xen Rabanal, también está Tom Wolfe por ahí tirado. Alimento para el espíritu no me falta, más o menos digerible, ¿pero quién le explica a mi impaciente estómago que ruge furioso este desequilibrio entre mente y cuerpo? Quizá pueda intentar comerme el de Tom Wolfe, creo que ciertos insectos se alimentan del papel, la comida enlatada de perros y gatos también contiene un cierto porcentaje de celulosa, me parece recordar que un 0.7%, no hay que pasar por alto la fuente energética de ese grueso tomo, 460 deliciosas páginas, quizá con mayonesa....Aunque de la celulosa no se puede extraer energía ahora que lo pienso, solo es útil como digestivo, volvemos a necesitar algo que digerir, es una calle sin salida.
Escribo esto con la esperanza de sortear la locura y el suicidio durante un rato, un día más, no se muy bien por qué. Intento no darme por vencido, pero es bastante difícil.
El tema está así ahí fuera: Las calles se llenan de mendigos. El paro aumenta cada día en una sociedad hundida en una profunda crisis económica. La gente sueña con conseguir un curro de esclavo mientras los bancos se llevan todas las ayudas económicas en un vano intento de perpetuar un sistema inviable que agoniza. Estamos sembrando las semillas de un futuro de dolor, pobreza y desigualdad en una tierra presente cada vez más árida. Revueltas, protestas, frustración, dolor, todo ello forma parte de los indignados. El pasotismo, la autocomplacencia, la indiferencia y el egoísmo forman parte de los beneficiados. Mientras, la policía carga contra los ciudadanos. La gente se sumerge en su estupidez. Sus culos engordan frente a la televisión mientras sucios reptiles les recortan los derechos y libertades en oscuros despachos al amparo de la noche. Ya todo el mundo sabe lo que es un E.R.E. Nos aguarda el desastre nuclear, o el climatológico, la ley de la selva, cabezas cortadas, miembros amputados, latas de conserva, hogueras a lo lejos que presagian amenazas. No es una situación irreversible, el futuro depende de nosotros, de nuestra capacidad de lucha, hay una mínima esperanza, siempre la hay, pero, lo siento, no tengo ninguna fe en el ser humano, soy schopenhaueriano. El puto Mad Max se aproxima irrefrenable mientras moscas se posan en los ojos de niños con vientres hinchados y niñas sorben esperma de viejos en yates de Marbella. Yo estoy en medio de toda esta mierda sin saber cómo ni por qué.
Era un técnico de laboratorio respetado y aposentado. También era cocainómano. Ahora ya no hay nada de eso. Hace casi tres años que no trabajo, para bien o para mal, y es un misterio y un milagro cómo sigo aquí escribiendo esto. El principal motivo es que no me llega la pasta para comprar una pistola y no veo claro lo de arrojarme al vacío ya que vivo en un primero. Opto por tirarme un pedo solitario y triste que huele a vacío en lugar de a alimentos digeridos. Nada que digerir. Un callejón sin salida.
Hace unos días me dieron tres gatitos recién nacidos, su madre murió al darlos a luz. Tuvo seis, sacrificaron a tres y el veterinario me dio a los otros tres para que intentase sacarlos adelante advirtiéndome de que era una tarea casi imposible. Las probabilidades de éxito eran prácticamente nulas. La mortalidad en gatitos huérfanos ronda el 70%, quizá más. No obstante decidí intentarlo, al fin y al cabo, en mis delirios, me creo capaz de todo. Les compré una leche especial a base de proteínas lácteas y aceite de pescado, similar a los batidos de los culturistas, el pack incluía un biberón y dos tetillas, cogí todo y lo llevé a casa de mi chica. Su casa era más acogedora que mi cuartucho de alquiler y sus padres estaban de vacaciones así que era la opción más lógica. Había que darles de mamar cada dos o tres horas y hacerles mear y cagar pasándoles un algodón húmedo por el culo y dándoles masajes, imitando los lametones que debería darles su madre. Resumiendo, había que imitar una vida que sigue su curso de forma normal, crear un sucedáneo de normalidad, engañar.
Jodidas bolitas de pelo inocentes. Seguimos los pasos al pie de la letra, tuvimos éxito y nos emocionamos cuando empezaron a mamar del biberón, pero a los pocos días se nos murió el primero, uno blanco con un mechón rubio. Fue un día triste, muy triste. Fuimos a enterrarlo a la orilla del río, en un sitio bastante bonito, rodeado de vegetación, un pequeño oasis en medio de la urbe, mucho más hermoso del sitio donde acabaremos todos nosotros. Mi chica y yo lloramos como unos cabrones ese día. No podía dejar de pensar en su triste y breve vida, venir al mundo huérfano para acabar muriendo a los pocos días sin siquiera haber llegado a abrir los ojos, con un biberón en lugar del pecho de una madre y una botella de agua caliente en lugar del calor del cuerpo de una madre ¿qué sentido tenía algo así? ¿Qué clase de mierda de vida es ésa? ¿Y ésta?
Los otros dos evolucionaron mejor. Resultaron ser un macho y una hembra preciosos. Cuando al fin abrieron los ojos fue un momento muy emocionante, también empezaron a desarrollar cada uno su propia personalidad. Nos llenaba ver todo el proceso. La hembra era temeraria, un poco tonta, ansiosa y muy pesada, sobretodo a la hora de comer y cagar. El macho era tranquilo, callado, inteligente y con el porte de un aristócrata. A mi chica y a mí nos vino que te cagas tenerlos ya que no atravesábamos nuestro mejor momento, últimamente discutíamos mucho más que antes, por multitud de chorradas, estábamos tensos y paranoicos y el cuidado de los cachorros marcaba una tregua y nos hacía tranquilizarnos y enternecernos, supongo que activaba algunos de nuestros ancestrales instintos paternofiliales. Nos metimos en una rutina sencilla y feliz, cuidar a los gatitos, saquear la nevera de sus padres, fumar maría, dormir juntos... Una rutina plena, sencilla y agradecida...Casi olvidé mi situación metido en aquella burbuja, ya no me acordaba de mi nevera con eco y el ruido de los pedos y eructos de las habitaciones colindantes. Pero, ay, nada dura eternamente. Los padres de mi chica volvieron de sus vacaciones y los gatos y yo tuvimos que salir de allí escopetados antes de que nos vieran, huimos como fugitivos en mitad de la noche. Me los traje al cuartucho. Ellos no hacían mucha vida más allá de su pequeña cuna así que no se quejaron del desorden y la suciedad, sus necesidades me mantenían ocupado y su presencia me hacía compañía en las frías noches de lectura y meditaciones pesimistas, tenían ya veinte días, estaban gordos y hermosos, lo habíamos logrado, habíamos sorteado a la estadística.
Estaba tumbado en la cama jugueteando con ellos, mi chica había quedado con unas amigas para tomar algo y hablar de sus cosas. La gatita hembra no estaba con el animo habitual, se encontraba mucho más apagada, como ya he dicho era un animal muy inquieto, ahora en cambio estaba acurrucada y apática, estaba claro que algo no marchaba bien, quizá una ligera indigestión, no tenía ganas de comer y tampoco había logrado hacerla cagar, además se quejaba sonoramente cada vez que lo intentaba, un quejido extraño, triste, de derrota, de mal rollo. Cogí su pequeño cuerpo peludo de pocos gramos y lo coloqué sobre mi pecho para darle calor, agarré su cabecita e hice que me mirara fijamente.
-Oye tía, ni se te ocurra morirte, ¿me oyes? Estoy aquí contigo. Ya verás, te buscaré un bonito hogar, serás feliz. Te lo prometo. Cazarás mariposas, vendrán gatos a verte al jardín.
Su mirada era una mezcla de ternura y cansancio, emitió un suspiro y se acurrucó sobre mi pecho. No estaba bien e iba empeorando por momentos, emitía quejidos que te helaban la sangre, yo no sabía que hacer, llamé a mi chica.
-¡Hey!
-Oye tía, la gatita está mal, está empeorando, no sé que hacer, me estoy poniendo muy nervioso.
-Bah, seguro que no es nada.
-No sé, no me gusta, está jodida, en serio.
-Tranquilo, mira, vente, estoy aquí con estas, nos tomamos unas cervezas y te da un poco el aire que lo necesitas y luego ya veremos.
-No sé, no quiero dejarla sola, empeora por momentos.
En ese momento la gatita emitió un quejido estremecedor.
-Joder sí, ya la oigo.
-Ven aquí tía, que se nos muere.
-Vale, vale, tranquilízate, ahora voy para allá.
Colgué y continué acariciando al gato y poniéndome cada vez más nervioso. Llevaba unos días en mi cuartucho, fumando, bebiendo, sin poder dormir, dándole vueltas y más vueltas a mis problemas, todo eso no ayudaba a mi estabilidad mental, lo que menos necesitaba era que les pasase algo a los gatitos. Eran un asidero, un reto que había que superar para no sentir que mi vida era un gran vacío. Puede parecer que exagero, pero así era, no era solo el evidente cariño que les había cogido, era mucho más, una metáfora de algo mucho más grande. No hace falta que te diagnostiquen cáncer de colon para hundirte, son las mierdas del día a día, la nula esperanza, el futuro incierto, la sospecha del fracaso inminente e infinito. Y cuando estás al borde pierdes la perspectiva, pierdes el equilibrio, de ahí lo de desequilibrado. Tienes que agarrarte a pequeñas cosas que te hagan olvidar el atroz todo. La cordura necesita cimientos, asideros. En el caminar a través de la derrota lo más habitual es beber para olvidar, siempre ha sido la opción más divertida, aunque lógicamente buscar el equilibrio en la ebriedad es un contrasentido, un error típico que carece de importancia no obstante una vez sumergido en el acto en sí. Si crees tener algún talento también te agarras a eso, es más sano y consecuente. ¿Recuerdas lo que he puesto al final del primer párrafo? Son pequeños asideros para sortear la quizá inevitable locura. “Si, no tengo futuro y mi pasado es una mierda, toda una vida de frustraciones y pesares a mis espaldas. Me dieron consejos útiles, pero me creía muy listo. Ahora estoy aquí, tirado, sin un duro, en la miseria corporal y espiritual. Sí, es cierto, pero, ¡hey! He salvado a unos gatitos de la muerte. ¡Jódete!” Son pequeñas cosas como ésta, intentar hacer algo bien, intentar burlar un destino cruel y oscuro. Las pequeñas cosas son las que te salvan de la muerte, también son las que te pueden arrojar al abismo, ya lo dijo Bukowski en un poema llamado El cordón del zapato:

“...No son las cosas importantes las que
llevan a un hombre al
manicomio. Está preparado para la muerte o para
el asesinato, el incesto, el robo, el incendio,
la inundación.
No, es la serie continua de pequeñas tragedias
lo que lleva a un hombre al
manicomio...
no es la muerte de su amor
sino el cordón del zapato que se rompe
cuando tiene prisa...”

Finalmente llegó mi chica y me sacó un poco de toda esta espiral descendente.
-Hey, ¿qué tal cariño? He venido lo más rápido que he podido.
-Mal, muy mal, estoy mal, estamos mal. Tía, ¿tienes tabaco?
-Claro, toma. ¿Dónde está la gatita?
-Ahí.
-A ver...
La examinó pacientemente, la acarició.
-¿Cómo la ves?
-No sé, está mal, se nota, pero bueno, puede que solo sea una indigestión.
-No sé, puede.
-Joder Carlos, tú también tienes muy mala cara.
-Creo que me estoy volviendo loco al fin.
-Siempre has estado loco.
-Sí, pero me refiero a la parte que ya no es divertida.
-Deberías haberte venido, ¿cuánto llevas encerrado en este cuarto?
-Ya, pero no tengo ni un pavo.
-Joder, tranquilo, un par de cervezas te las puedo pagar yo, necesitas que te de el aire.
-Te lo agradezco, pero no soporto que mi chica de 20 años tenga que pagarme las cervezas.
-No digas gilipolleces anda, estás pasando por muchas cosas y aquí encerrado solo no vas a llegar a ninguna parte, solo a amargarte.
-De todas formas paso de moverme con el gato así.
-Lo podemos llevar al veterinario.
-¿A esta hora?
-Alguno habrá de urgencia.
-Joder, ¿tú sabes lo que cuesta eso?
-Y dale, Carlos, no te preocupes, yo lo pago.
-De eso nada. Mira, esperamos a mañana y la llevamos a primera hora al veterinario de mi hermana, el que me los dio, y así no me cobra.
-Como quieras.
-Joder, deberías haber venido antes, parece que te la suda.
-¡Oye, no la pagues conmigo eh! Tranquilito.
-Mierda, tienes razón, lo siento, estoy paranoico.
-Venga, cálmate, estoy aquí.
Me acarició el pelo y ambos, la gatita y yo, nos acurrucamos en su regazo. Por un instante las tinieblas se alejaron, ella podía hacer estas cosas. Era la mejor. La única. Acabamos durmiéndonos junto a ella.


Me pude haber despertado antes, pero no lo hice.


Cuando finalmente me levanté de la cama fui a ver a la gatita. Estaba muy débil, no había mejorado en absoluto, puede que incluso hubiese empeorado algo. Nos vestimos para ir al veterinario. Muy probablemente su estado de debilidad se debiera a que prácticamente no había comido en todo un día así que antes de irnos preparé un biberón. Cogí a la gatita en mi mano, era como un trapo, no tenía apenas fuerza. Intenté hacerla comer, no quería, apartaba la cara y se quejaba, la leche le caía por la cara.
-Venga tía, tienes que comer para ponerte bien.
Se resistía. Lo hice a la fuerza y conseguí introducir un poco de leche en su boca. Se la tragó y me miró fijamente. Su mirada era tristísima. Mientras me miraba emitió un profundo quejido y se murió. Ahí, en mi mano. Lo ví claramente, cómo se apagaba.
-Mierda, no.
-¿Qué pasa?- Preguntó mi chica mientras se vestía.
-Se nos ha muerto.
Dejé a la gata en la cama. Empecé a ver borroso. Me giré y pegué un puñetazo de rabia sobre lo primero que me encontré, que resultó ser el armario.
-¡Eh Carlos, creo que todavía está viva, la noto respirar!
-¿Seguro?
-¡Sí, venga, vámonos rápido!
Salimos del cuarto, nos montamos en el coche y fuimos a toda prisa al veterinario. Pasamos sin esperar pero ya llevábamos un cadáver. El veterinario sólo lo confirmó.
-Lo siento, ya os dijimos que con gatitos huérfanos es muy difícil sacarlos adelante.
-Pero si hasta ayer estaba bien.
-Pero con los gatitos es de un día para otro. Si queréis podemos encargarnos del cuerpo.
-No, gracias, iremos a enterrarlo.
-Como queráis.
Y allí nos fuimos, otra vez rumbo al río. Íbamos callados, sollozando, con la gata envuelta en una camiseta. Hacía un bonito día, la gente paseaba por los alrededores disfrutando de la mañana y el sol, con sus parejas, con sus mascotas, haciendo deporte, ajenos, lejos.
-Mierda, nunca pensé que haríamos este camino otra vez -Dijo mi chica.
-Yo tampoco, parecía fuera de peligro ya.
-Era tan bonita... Tenía pensado quedármela.
Se echó a llorar.
Nos adentramos en el borde del río y buscamos el lugar en el que habíamos enterrado al primero. Llevábamos un cuchillo para hacer el agujero y me puse a cavar deprisa, rabioso y frustrado, acuchillando a la madre tierra, a toda la naturaleza. Cuando estuvo hecho el agujero la metimos allí y la cubrimos para siempre. Se me empezaron a caer las lágrimas. Mientras mi chica buscaba una flor que poner encima de la tumba yo elevé mi vista al cielo.
-Tú, maldito hijo de puta, algún día me las pagarás, me las pagarás todas juntas, te lo prometo.
Dudo que me oyese, tampoco creo que lea esto.
Nos sentamos a fumar un cigarro, el sonido del agua nos arropaba. Yo, inevitablemente, pensaba en la muerte. La muerte de un animal, o de una persona, eran todas iguales, absurdas. ¿Por qué unos sobreviven y otros no? En este caso no había razones. Sin llegar a demostrar capacidad de adaptación alguna. Era una lotería. La jodida lotería de la vida. Absurda, sin razones, sin explicación. No había sentido ni causa. El caos, o el orden superior e indescifrable, lo mismo me da. Es el motor primordial. El marco. No conviene olvidarlo. La aparente fría crueldad de la muerte no es más que la sombra silenciosa bajo nuestros pies. Todos nos creemos eternos, perdemos el tiempo porque estamos convencidos de que nos queda una vida larga y plena, experiencias fascinantes por vivir, gente a la que conocer y amar, cosas que descubrir. Vivimos en una dulce mentira y nos acomodamos. Todo puede acabar bruscamente ahora mismo. Sin sentido. Sin causa. Sin explicación. Quizás no llegues a acabar de leer este relato, ¿a que no lo has pensado? Claro que no, te crees que te queda mucho por leer, mucho por vivir. Quizá no sea así amigo. Tu tiempo se acaba, nadie girará el reloj de arena cuando caiga el último grano. ¿Qué vas a hacer con tu insignificante puñado de arena? Una explosión de gas causada por el idiota del piso de abajo te lo puede arrebatar todo en unos minutos. O el tipo completamente derrotado porque tiene un pene pero nada que hacer con el, ningún sitio donde meterlo, y sale a la calle armado con una escopeta y la esperanza de no marcharse solo, no esta vez. O la señora que no ve el paso de cebra. O el fanático que se inmola en el metro para ir a un lugar mejor, casualmente lleno de vírgenes complacientes. O, simplemente, tu corazón que no aguanta ya más y decide pararse sin preguntar. Piensa en ello, a cada instante le toca a alguien, ¿por qué no ibas a ser tú? No eres mejor, ni más listo, y, aunque lo fueras, eso no importa una puta mierda. ¿Cómo quieres que te encuentre la muerte? ¿Fichando a las siete o abrazando a tu chica? ¿Fumándote un peta en el parque o viendo la tele? ¿En un centro comercial o viendo el amanecer? ¿Masturbándote o limpiando las cortinas? Yo por suerte lo tengo claro.

Por cierto, el tercer gatito está sano y precioso, es la monda.




2.




La tumbé sobre la mesa y me arrodillé. Genuflexioné. Me disponía a orar. Me disponía a beber el cáliz sagrado de la santa copa. Los rayos del sol me iluminaban bendiciendo mi frente. Era observado y bendecido por la divinidad. Su respiración acelerada como banda sonora a la eucaristía. Saqué la lengua y empecé a comerle el coño. Suavemente, con delicadeza, despacio. Respondía a mi llamada desesperada brindándome su néctar, derramándose por mis labios. No pudo evitar agarrarme de la cabeza, intentando dirigir mi boca. Aceleré el ritmo para no perder mi posición de poder. Cerraba los ojos y me recreaba en mi labor mientras ella gemía desesperada en su desbocado viaje hacia el placer, perdiendo las riendas y deseando la colisión.
-Métemela, por favor.
-Aún no.
Continué sorbiendo desesperado, abrazando a través de mi lengua toda su existencia, intentando llevarla lejos. Me levanté con la barba chorreando y me bajé los calzoncillos. Mi polla estaba dura como un garrote, enloquecida como un animal acorralado. Miré a ambas. Ella estaba completamente a mi merced, tumbada sobre la mesa. Me puse en posición y la penetré. Su coño me abrazó y besó satisfecho, noté la agonía de su impaciencia mientras me abría paso. Ella gritó y me abrazó con el resto de su cuerpo. Era estupendo estar allí dentro, formar parte de ella. El mundo giraba alrededor nuestro, en ese momento eramos el eje del universo. Quería correrme e inundarla de esperma, que manara dentro de ella y su calor le llegase hasta el alma. Me concentré para no hacerlo y poder seguir penetrándola un poco más.
-¡Oh Dios, joder, joder!
-¿Te gusta verdad?
-Me encanta.
-Dilo.
-Me encanta que me folles.
-¿Notas como la tengo?
-Está durísima.
-Mira como entra toda.
-¡Sí joder, no pares!
-No pienso hacerlo.
Estaba estupenda sobre la mesa, me encantaba follar ahí, estando yo de pie, abrazado por sus piernas, con las manos sobre sus tetas. La besé mientras empujaba hasta todo lo que daba de sí mi polla, introduciendo hasta el último milímetro mientras la miraba a los ojos. Gimió. La tuve que sacar deprisa para no correrme. La agarré de la cintura y la dí la vuelta sobre la mesa. Me relamí observando su espalda y su culo y volví a penetrarla. En esta postura me costaba algo menos aguantar, con cada embestida la mesa golpeaba en la ventana. Era de día y podía ver a la gente paseando mientras yo follaba. Tenía un instituto justo en frente y veía a los chavales corriendo por el pasillo. La gente caminando, los coches, todos perdidos de un lado para otro como insectos, todos jodidos pero yo jodiendo. Al menos esto no me lo podían quitar. Una señora miró hacia mi ventana incrédula por lo que veía. Estuve tentado de saludar. Cuando se dio cuenta que verdaderamente lo que veía era lo que estaba pensando bajó la mirada y continuó su camino. Yo continué el mío. Volví a girarla sobre la mesa. Estaba sudorosa y exhausta pero no le concedí clemencia y volví a metérsela. Aceleré el ritmo mientras observaba su cara convulsionarse. La gente seguía caminando ajena, más lejos que nunca.
-¡Dios, me voy a correr!
-Venga, córrete tía y me correré contigo.
-¡Me voy a correr!
Cuando sentí su orgasmo me corrí yo también, expulsando mi esperma plenamente, como si lo hiciera sobre la tierra misma como un poderoso dios. Me corrí sobre las calles y las plazas, sobre el instituto, sobre la parada de taxis, sobre la señora y su marido, me corrí sobre todos vosotros.
Luego nos fundimos en un abrazo y noté todo el cansancio, mi corazón desbocado llamando sobre mi pecho como un vecino cabreado por el ruido de una fiesta. Podría morir allí mismo, y lo intenté.
-¿Te ha gustado?
-Claro.
Estuvimos así unos minutos, disfrutando de nuestra plenitud, luego tuvimos que volver aquí y vestirnos. Ella miraba por la ventana mientras se vestía.
-Que canteo, ¿crees que nos habrá visto alguien?
-Seguro, yo he cazado a una señora que se ha enterado.
-¿En serio?
-Claro, seguramente nos habrán visto desde el instituto también.
-Jajajaja.
-Que les jodan a todos.
-Te quiero.
-Y yo a tí, tía, y yo a tí.
-Bueno, me largo que he quedado para comer con mi madre.
-Venga, pues ya nos vemos luego.
Después de que se fuera me tumbé en la cama y me quedé mirando al techo, la vida se veía de otra forma tras follar, todo era ligeramente mejor, más tranquilo. El poder de un buen polvo con una buena chica, todos deberían tenerlo, sería una sociedad más feliz, amable y realizada. Rebusqué un cigarro por la habitación, encontré uno encima de la mesita, me lo fumé tranquilamente mientras olisqueaba mi mano que aún olía a coño fresco. Cuando se me acabó el cigarro volví a esnifar el aroma de mi mano para coger fuerzas y me puse en marcha.
En la calle el sol iluminaba las penurias de la humanidad. Puse rumbo a la biblioteca municipal para ojear la sección de empleo del periódico. Era una tarea deprimente, un bucle de desesperación, no obstante seguía haciéndolo porque nunca sabes cuando sonará la flauta pero no podía quitarme el barniz del escepticismo que se adhería a mi como una apestosa costra. La cosa estaba jodida, bien jodida. Nuestro sistema daba sus últimos suspiros. Eran tres años ya de una crisis económica brutal, escuchabas historias de familias que sobrevivían a duras penas, echando mano de los menguantes ahorros, agotando los subsidios y ayudas, acudiendo a los amigos o la mendicidad. Una de cada tres familias caminaban en los límites de la pobreza, perdían sus casas a manos de los bancos sin escrúpulos, gente sin posibilidad de ahorro, viviendo al día, un gasto inesperado suponía la ruina y la desesperación. Ninguno de mis amigos curraba, la gente se veía de vuelta en casa de los padres con treinta y tantos años. El alcoholismo y los suicidios aumentaban. Un panorama desolador, pre apocalíptico.
La sección de empleo del periódico se había convertido en la sección de oferta de cursos y estafas varias. Ya me conocía todos los anuncios de memoria: “Gane 2500 euros trabajando cómodamente desde su casa” “Próxima convocatoria de plazas para correos, guarda forestal, hospitales, oportunidad única” la misma mierda día tras día. De repente ví algo nuevo, “Se necesita personal para fábricas, cadena de montaje, no necesaria experiencia, varios puestos” Parecía real, no era una puta academia. Yo ya había estado en fábricas, desperdicié toneladas de tiempo en ellas, era un puto infierno, reducía tu vida a la de una insignificante pieza del engranaje, la transmutación en tuerca. Pero era lo que había, la gente se mataba por un curro así. Al menos contaba con experiencia en el sector y era algo de dinero para seguir malviviendo. Me apunté el número. Ojeé el resto del periódico, era deprimente, pero entre toda la información sobre crisis, muertos y corrupción encontré una noticia que me sacó una sonrisa: “Epi y Blas ya no son pareja. Los creadores de 'Barrio Sésamo' desmienten en facebook la homosexualidad de sus personajes a los que tildan de “amigos” EFE Los Angeles” En fin, todos sabemos que no es cierto, pero bueno.
Ya en el exterior de la biblioteca aspiré hondo, desenfundé mi móvil y marqué el número del curro con la esperanza de transformarme en tuerca una vez más.
-¿Sí?
-Buenas, llamaba por...
-¿Está interesado en el trabajo ofertado para fábricas?
-Err...Sí.
-Tiene que llamar al número 902183765, referencia 3355.
-¿Peroo...?
La tipa al otro lado me colgó antes de que pudiera balbucear. Ahí estaba el truco, un puto 902. Lo pensé durante un rato, sabía perfectamente de que iba la cosa, no obstante llamé ansiando el dulce sonido de la flauta travesera, me contestó una voz pre grabada.
-El coste de esta llamada es de 1.57 euros por minuto desde teléfono ordinario y de 2.18 desde teléfono móvil, permanezca a la escucha e introduzca el número de referencia cuando sea indicado.
Acto seguido comenzó a sonar una melodía de ascensor. Confirmado el hecho de que se estaban riendo en mi puta cara colgué furioso. Nada más colgar me llegó un mensaje. “El saldo de su tarjeta es inferior a dos euros, si necesita un anticipo de saldo llame al 2233”
Necesitaba un cigarro, ¿me lo darían en el 2233?
Volví a mi cuartucho furioso, sorteando mendigos y gente sin cara. Había gente aprovechándose de la desesperación de los pobres diablos, de los parados desesperados, podía oír sus risas, podía oler sus puros humeantes. ¿A qué esperábamos para afilar los cuchillos y prender las antorchas? ¿A QUÉ COJONES ESTÁBAMOS ESPERANDO?
Al acercarme al portal ví que la casera estaba en la puerta, nuestras miradas se cruzaron antes de que pudiese reaccionar y darme la vuelta, me habían cazado, no había vuelta atrás, me acerqué disimulando.
-Buenos días.
-Hombre Carlos, he estado llamándole.
-¿En serio?
-Sí, va atrasado en el pago de la habitación.
-Sí, verá, ahora mismo no tengo el dinero, pero estoy pendiente de una cosilla.
-¿Cuándo podrá pagarme?
-El lunes, el lunes sin falta.
-No es la primera vez.
-Sí, pero ya sabe, son malos tiempos.
-Sí, la verdad es que está el país que da pena, pero comprenderá que yo también tengo facturas que pagar.
-No se preocupe, el lunes le pago.
-Eso espero.
-Bueno, si me disculpa...- Intenté sortearla sin éxito.
-Una cosita más.
-Dígame.
-Vera, esto es un poco embarazoso.
-¿Sí?
-He recibido quejas.
-¿Quejas?
-Sí, del director del instituto.
-No entiendo.
-Por lo visto le han visto en actitud, como decirlo..., bueno, le han visto con una mujer, en la ventana.
-No me diga.
-Sí, y por lo visto es algo habitual. Yo comprendo que cada uno hace su vida, y que tiene necesidades, pero entienda que ahí estudian niños y, claro, no es agradable de ver, si usted tiene compañía sería conveniente que eche las cortinas.
-Ya entiendo...
-Dicen que si continúa así podrían denunciarle por exhibicionismo.
-No creo que sea posible, estoy en mi habitación.
-Sí, pero no me conviene crearme mala fama con la comunidad, usted lo comprende ¿verdad?
-Por supuesto, intentaré ser más cuidadoso.
-Se lo agradezco.
-Bueno, si me disculpa...- Intenté sortearla sin éxito.
-Una cosita más.
-Dígame.
-Respecto a los ruidos.
-¿Ruidos?
-Sí, se han quejado de las otras habitaciones de que viene gente a verle, traen botellas y causan molestias a los otros inquilinos.
-Bueno, tengo que hacer vida social.
-Sí, lo entiendo, pero es que eso ocurre entre diario y hay gente que madruga y necesita dormir.
-Está bien, tendré más cuidado. ¿Algo más?
-No, eso es todo, entonces tiene pensado pagar la mensualidad el lunes ¿no?
-Sí, el lunes.
-El lunes pues.
-El lunes.
-Bien, intente no posponerlo.
-Se lo prometo, el lunes.
-El lunes.
“¿Qué día será hoy?” Pensaba mientras subía las escaleras.
Ya en mi cubil empecé a pensar, a pensar en las pequeñas cosas. Las paredes se me echaban encima. Nada de beber, nada de comer, nada de fumar. Me olisqueé la mano, la fragancia vaginal aún estaba ahí, me alimenté de ello. Me acerqué a la ventana y miré a la calle. Los putos insectos deambulando perdidos, a pie y en coche. Miré hacia el instituto, había un par de chicas en una de las ventanas, me lanzaron un beso y empezaron a reírse, yo las saludé con la mano. Desengañémonos, seguro que ningún chaval se había quejado, las sesiones de porno en mi ventana eran lo mejor del día para ellos, mirar hacia mi ventana los sacaba de su aburrimiento escolar. Eran los putos profes carcas y envidiosos los que no podían aguantarlo. Jodidos insectos y roedores. Maldita sociedad de mierda. ¿Por qué el ser humano nunca se lo curra? En toda la historia de la evolución no habíamos aprendido absolutamente nada, ni una maldita cosa. Así es el ser humano, así ha sido siempre. A la avaricia se le suma la torpeza, ambas son inherentes al ser humano, y ambas son incompatibles. El buscar el amor verdadero pero también follárselas a todas. Eramos muy torpes.
Me giré, los cascos vacíos me miraban fijamente. Las paredes se estrechaban. Decidí salir de nuevo.
Gente por la calle, en todas partes, y, no obstante me sentía solo. Las pequeñas cosas. Sentía frustración, rabia, odio. Si este es el juego juguemos. La camaradería de los derrotados había desaparecido. Estaba rabioso. Quería esparcir el mal y el dolor a mi paso, no quería que fuese solo mío, ¿no se supone que hay que compartir? Quería arrojarlo desde cada uno de los desbordados poros de mi piel a la cara de cada ser a mi paso. Frustración, rabia, odio. Hacía mías las palabras del gran Mike Tyson: “Da igual lo que yo diga, a vosotros no os importa, porque solo os importa el dinero. Por eso, de vez en cuando, os doy una patada en el puto culo y os pisoteo, os hago algún tipo de daño, porque os merecéis sentir el dolor, parte del dolor que yo siento. Me gustaría que tuvierais hijos para partirles la puta cabeza y romperles los testículos, para que sintieseis mi dolor, porque eso es lo que siento cada día al levantarme.”




3.




Volvemos al río. Por suerte esta vez no iba para enterrar a ningún gato, simplemente vagaba por ahí sin rumbo concreto, bebiendo la melancolía del inicio del otoño. Ahora oscurece antes, empieza a hacer frío, ya no hay tanta gente paseando con los perros ni haciendo footing. Me siento más acompañado ahora que hay menos gente, no me gusta la gente en general, y raras veces en particular, siempre ha sido así. Algunas personas se alimentan de otras, son los que necesitan pasar la tarde en el centro comercial. Ruidos, luces, voces, todo ello les relaja ya que con tantos reclamos sensoriales evitan replegarse sobre sí mismos, evitan reflexionar. La reflexión en soledad suele ser compañera de la depresión y claro, nadie quiere sentirse mal. Creo que es un error, la soledad es un bien escaso en nuestro tiempo porque obliga a pensar, y pensar te hace rebelde y combativo, te hace difícil de controlar, es más cómodo que estemos todos juntitos paseando entre electrodomésticos, consumiendo sin cuestionarnos las cosas. La soledad y la reflexión a priori no te hacen feliz, pero el consumismo y las aglomeraciones desde luego tampoco, es un callejón sin salida, no lleva a ninguna parte como bien sabrán quienes estén metidos en ese círculo. Los medios te manipulan para que creas desear cosas que se acaban transformando en objetos inútiles una vez conseguidos y son reemplazados por otros hasta el inevitable y vacío final. Se supone que existe un estado de plenitud y está relacionado con el vacío, o eso dicen ciertos místicos, no conozco ningún profeta que se iluminase en un burguer o en medio de una tienda de ropa. Esos sitios solo son granjas de contención dirigidas por las corporaciones alienadoras, los que manejan el cotarro, les ha llevado tiempo, pero parece que ha resultado eficaz. De vez en cuando la gente parece despertar, en situaciones al límite como la actual. Uno se entusiasma pero resultan ser espejismos, es simplemente cambiar un sistema por otro que tras el entusiasmo inicial se volvería a revelar erróneo. Cuando vuelves de una manifestación sintiendo la embriaguez de la lucha y la camaradería enciendes la tele y te das cuenta de la inutilidad de todo ello, percibes que nada cambiará, todo se derrumba. El afán de dominación y poder están demasiado arraigados en el ser humano, en lo más profundo de su ser y no solo en el ser humano. La lucha por la existencia es el motor del universo, da igual como lo adjetives, es la “cosa en sí”. La diferencia para el ser humano la marca la inteligencia, la suerte, a veces el entorno, de ello depende estar en un extremo o en otro, ideales como la justicia están muy por debajo de este magma primigenio e inalterable. En el fondo cualquier tipo de lucha a cualquier nivel se reduce a un ansia de dominación. Quizá como dicen los místicos la salida esté en la negación, salir de la rueda, quedarte sentado en la orilla de un río viendo el movimiento de las aguas hasta que mueras de hambre, hasta que te desintegres en la nada, la negación de la voluntad que diría el tío Arthur. Es la única lucha posible y aun así es absurda por su muy probable condición de mera rabieta existencial. No hay salida. ¿A qué se reduciría pues la vida? ¿Por qué cosas o estados merece la pena luchar? Si es que merece la pena hacerlo por algo. Yo no tengo ni idea y no me importa, son conceptos que están en mí y a la vez por encima de mí, son pasatiempos mientras sigo muriendo. Lo único cierto, mi fecha de caducidad, como la de un yogur.
Soy un yogur.
Los místicos proponen la negación, la disolución, o si lo quieres más optimistamente expuesto la conexión con la plenitud. El rollo taoísta de la gota de agua que se disuelve en el mar. Pero, si esa disolución llegara de un modo u otro con la muerte, ¿qué diferencia hay en buscarla premeditadamente o simplemente dejar que venga? Bueno, ahí ya entraría el rollo de la reencarnación, y no hablo de ello, por supuesto, de un modo meramente corporal o de consciencia sino en toda la amplitud de la existencia. Si llegas a la nulidad por la vía de la iluminación sales de la rueda de la reencarnación, eso es lo que dicen. La cosa entonces se complica y hay que recurrir a la figura del alma como unidad valiosa con posibilidad de escape, como una capsula que escapa de una nave a punto de colisionar, la cuestión es ¿para ir a dónde? Volvemos al absurdo. Volvemos al río.
La cuestión es que me hice un porro y me lo fumé escuchando el correr del agua. Es relajante, un sonido inalterable en la infinitud del tiempo, el rumor del habla de los dioses, creo que Tolkien decía algo así en el Silmarillion, pero a lo mejor me lo estoy inventando, no he vuelto a leerlo desde que era pequeño gracias a dios. Luego volví a ver en el agua el ansia de dominación inherente a la existencia. El agua atraviesa el terreno, perfora hasta las piedras en su lucha por llegar al mar y disolverse, volvemos a lo mismo. Me estoy rayando.
Tiré la colilla al agua deseando que encontrase el mar, la plenitud cósmica de la colilla, o lo que fuese, la tiré y me largué a casa de mi piva antes de que me acabase arrojando yo también al río.
Sus padres se habían vuelto a largar unos días. Otra vez intimidad y nevera llena, pero no podía disfrutarlo, se notaba la tensión en el ambiente. Habíamos discutido por la mañana, además yo estaba dándole vueltas a lo que acabo de escribir y mi estado era de un pesimismo máximo. Intentamos follar pero no cuajó, mi voluntad de vivir era escasa, quizás estaba alcanzando el zen mediante la negación de las pasiones, pero no lo creo porque el caso es que estaba cabreado, mucho, conmigo y con el mundo.
-¿Qué te pasa cariño?
-Todo es inútil.
-Joder, ya estamos.
-No se tía, estoy de bajón, me resulta difícil abstraerme del vacío y el absurdo de toda la existencia.
-¿Por qué no te relajas?
-Porque es inútil, todo es inútil.
-Ya veo. ¿También lo nuestro lo es?
-Todo lo es.
-Joder, entonces no se qué estamos haciendo.
-Pasar el tiempo supongo.
-¿Eso es lo que haces conmigo, pasar el tiempo?
-Como tú.
-Yo puedo pasar el tiempo de muchas formas, si estoy contigo es porque te quiero.
-No me vengas con esas.
Me dí cuenta que la estaba cagando, pero en mi nihilismo me la sudaba todo.
-Carlos.
-Dime.
-Eres un gilipollas.
-¿Por?
-¿Cómo que por? Vas y me sueltas esta perla, mira tío, si estás conmigo sólo para pasar el rato búscate otra, yo no voy a estar aquí dándolo todo por alguien que no cree en esto.
-¿En esto?
-Sí.
-¿Y qué es esto?
-¡Una relación joder! El estar aquí por algo, un cariño, una necesidad, querer estar con la otra persona porque la consideras especial, ¡yo qué coño sé! Pero desde luego no por “pasar el rato”
-Sí tía, todo eso es muy bonito, pero inútil, es ley de vida, la puta mierda de siempre, discutiremos cada vez más, follaremos cada vez menos y nos mandaremos a la mierda tarde o temprano, siempre ha sido así, me encantaría ser optimista, me encantaría vivir en una peli de Walt Disney, pero te hablo de lo que conozco, no me puedes echar la bronca por ser sincero, tarde o temprano todo acabará, mientras tanto pasamos el rato.
-Desde luego va a acabar pronto con esa actitud.
Se levantó furiosa y comenzó a vestirse. Muy bien Carlos, ya has tenido que arrojar tu mierda sobre ella. La verdad es que soy un capullo integral, al fin y al cabo qué sé yo de nada.
-Hey tía, lo siento, es lo que pienso.
-¡Que te jodan!
-¿Dónde vas?
-No sé, a la cocina, a comer algo.
-¿Quieres que me marche?
-Haz lo que quieras Carlos.
Salió de la habitación. Yo me quedé ahí, tumbado desnudo en la cama, vacío y patético, con mis huevecillos arrugados e inútiles, con todas mis estupendas teorías pesimistas. Lejos de la iluminación.
Suspiré y entoné el Ohm. No resultó. Me miré el pene, pobrecillo. Me levanté y comencé a cubrir mis vergüenzas. Lejos de la iluminación.
Salí de la habitación y fui a la cocina, allí estaba ella, pelando patatas. No me miró cuando entré, me acerqué por detrás y le puse las manos sobre los hombros, ella no dejó de pelar patatas.
-Oye tía lo siento, soy un capullo, perdoname.
-Qué más da, todo es inútil.
-Venga, trato de arreglarlo.
-¿En serio piensas así?
-No me hagas caso, yo que sé, yo no se nada joder, sólo desvarío.
-No lo creo.
-Mira, lo que he dicho es cierto, pero también es cierto que no he conocido a nadie como tú, yo que sé lo que va a pasar.
-Pero no confías en ello.
-No sé, a veces, estoy rayado, tengo un mal día, no me hagas caso.
-Ya.
-Lo siento.
-Ya.
-¿Vas a hacer patatas fritas?
-Sí.
-Qué bien.
-Ya.
-Venga joder, anímate.
-No pasa nada.
Suspiré. Recurrí al Ohm. Lejos, muy lejos de la iluminación.
-¿Quieres que te ayude?
-No hace falta.
-Bueno, voy al salón.
Me escabullí de la espesa tensión rumbo al sofá de sus padres y me arrojé derrotado sobre él. Estuve un rato pensando en qué hacía allí, dónde podía ir, qué objetivo, qué hacer, dónde podría estar la maldita salida. Estuve un buen rato meditándolo. No llegué a nada, por supuesto, pero seguía intentándolo cuando ella entró por la puerta y se tumbó a mi lado. Apoyó la cabeza en mi hombro y me cogió la mano. ¡Qué loca estaba! ¿Cómo podía nadie buscar apoyo en alguien como yo? No tenía nada que ofrecer, estaba condenado.
-Carlos.
-Dime Paula.
-Mira, sé lo que dices, sé lo que te preocupa, pero si tengo algo claro es que te quiero, te quiero mucho, y dudo que quiera estar con nadie nunca más.
-Joder tía, eso es precioso.

Nos abrazamos.
Nos abrazamos.
Las pequeñas cosas son las que pueden hundirte,
el cordón del zapato.
Pero también hay otras,
éstas,
a veces.
Una frase.
Un abrazo.
Nos abrazamos.
No todo tiene por qué salir mal,
aférrate a ellas,
aférrate a ellas,
a esto,
a este abrazo,
fuera del tiempo y el espacio,
cerca de la plenitud,
cerca de la iluminación.

Entonces, de repente, se separó de mí, me apartó, su cara se convulsionó en una horrible mueca.
-¿Qué te pasa?
-¡Las patatas!
-¿Qué?
-¡El aceite!
Se levantó de un salto y salió corriendo, yo no entendía nada pero la seguí, ví cómo se adentraba en el pasillo.
-¡FUEGO! ¡FUEGO!
Corrí tras ella, el pasillo estaba lleno de humo, la cocina iluminada de rojos y naranjas danzando alocados, era la antesala del infierno, una enorme llama se elevaba hacia el cielo, riendo, calor intenso, confusión.
-¡Dios!
-¡Dame un extintor tía, rápido!
-¡No tenemos!
Abrí el grifo y eché agua en un plato.
-¡Qué haces, no eches agua, agua no!
-¡¿Y qué hago tía?!
-¡No sé!
-¡Joder, trae una toalla, rápido!
Se fue corriendo, yo miraba la enorme llama que salía de la sartén y empezaba a devorar el mueble de encima que crepitaba confuso, el humo me envolvía, era absurdo, de coña, no estaba pasando. Ella volvió con toallas, cogí una y la eché sobre la sartén, empezó a arder. Cogí otra, me acerqué más, la tiré encima, una enorme llama intentó lamer mi cara, falló por poco, pero retrocedí un poco acojonado, la llama menguaba pero el humo era más intenso. Mi chica se acercó con otra toalla, iba a tirarla.
-No tía, no te acerques, trae.
La arrojé encima. La llama desapareció al fín, o eso parecía. Me acerqué y retiré la sartén de la vitro, arrojamos agua sobre los muebles de madera que estaban sobre la cocina, el humo aumentaba pero no parecía haber fuego. Abrí la ventana y me retiré tapándome la cara, mi chica estaba paralizada mirándolo todo sin creerlo. Me puse tras ella.
-Mis padres me matan...Mis padres me matan -Decía.
Me senté en una silla y miré, ¿qué otra cosa podía hacer? Los muebles quemados, las paredes negras, mi chica alucinada.
-Mis padres me matan...




Las pequeñas cosas. Gatos que mueren. La ausencia de trabajo, o el exceso de trabajo. Cocinas que arden. Timos telefónicos. Neveras vacías. La casera a fin de mes. El cordón del zapato que se rompe cuando tienes prisa.
¿De dónde vendría el siguiente golpe? Me la suda, ya nos conocemos. Puedo encajar ese golpe y todos los que vengan. Soy un encajador. A cada puñetazo responderé con una sonrisa desdentada y demente. La sangre cayendo al suelo en espesas gotas. Mis venas abandonando mi cuerpo e incrustándose en la tierra como las raíces de un viejo y cansado árbol. Las lágrimas escapando en busca del mar. La luz al final del túnel es la llama en lo recóndito de mi alma. Son malos tiempos. Pero no lo olvides destino, este combate es mío. Nos vemos en el fin del mundo, doblando la esquina.

lunes, 5 de septiembre de 2011

MIERDA






Ante todo, la mierda prevalecerá.
Trevor Kusuhara.





Trevor se limpió la cara con la manga de su camiseta. Hacía ya varias semanas que había pasado y la mayor parte del tiempo lo llevaba bien. Era lo que tenía que pasar, lo mejor para todos. No obstante era inevitable levantarse algún día más débil y sensiblero.
Hoy era un día de esos.
No pudo evitar acordarse de todo ello y una cosa llevó a la otra, se metió en el bucle de la desesperación y ya no pudo salir de él. La bola de nieve siguió rodando colina abajo y, bueno, el caso es que se le acabó cayendo la lagrimilla y ahora se sentía como una puta mierda.
Miró a su alrededor. Una casa vacía puede ser una inexpugnable fortaleza o una solitaria prisión según el estado de animo. Todo le parecía silencioso y vacío, el blanco de las paredes, la mesita, el sofá. Paquetes de tabaco vacíos. Litros de cerveza vacíos. Cajones vacíos. Bolsillos vacíos. Espacios vacíos. Personas vacías. Le gustaba dárselas de duro. Lo era. Pero lo exageraba un poco más a la hora de escribir su poesía. Por muy duro que fuese también había días de estos, más melancólicos y frágiles. Le pasaba a todo el mundo. Raul Nuñez también era un llorón a veces. En su novela “La rubia del bar” hay momentos bastante lloricas. Y en David González. Y en Vicente Muñoz Álvarez hay lloriqueos. Y en Trevor Kusuhara. Joder, hasta en Bukowski los hay. Es como el titulo de la autobiografía de Klaus Kinski “Yo necesito amor” El rollo de siempre, sí. Al fin y al cabo todas las aguas fecales acaban desembocando en el mismo mar. Ya lo dijeron los Beatles “All you need is looove...Tí...Torirorí” En fin. Pensó en que le vendría bien tener un gato. Una pequeña bola de pelo que se alegrase al verle, que ronroneara mientras le abría una lata de comida y se abría otra para él. Que le diese un amor sencillo y sincero. También necesitaba cambiar de camello. Esta marihuana le ponía triste y paranoico. Se levantó del sofá y fue al baño a lavarse la cara. Se miró al espejo. Una nariz. Dos orejas. Tenía los ojos enrojecidos de las lágrimas y la fumada, sobretodo por la fumada. Abrió el grifo y arrojó agua sobre todo aquello. Se secó la cara y volvió a mirarse en el espejo. Se vio igual que antes. Necesitaba afeitarse. Lo había dejado pasar y ahora tenía todo ese pelo negro y duro como clavos. No bastaría con la cuchilla, estaba demasiado largo ya, habría que cortarlo primero con las tijeritas. Giró la cara hacia un lado, luego al otro. Se miró en el espejo. Demasiado trabajo. Dio la espalda a su reflejo y salió de allí.
En la calle todo como siempre. A nadie le importaba nadie una vez más. El sol seguía saliendo y poniéndose. Y algún día, se supone que dentro de millones de años, pero algún día, acabaría explotando. Mientras tanto la gente seguía sacando al perro y comprando palmeras de chocolate. Había toda una sociedad, agitación política, guerras en países lejanos y toda esa mierda, también había niñitas rubias de piel de melocotón y coñitos prietos. ¿Qué podría significar? Seguramente nada.
Instintivamente acabó en el portal de Velpister, y, como ya estaba allí, llamó al timbre.
-¿¡Quién coño es!?
-Velpister abre.
-¿¡Quién coño es!?
-Trevor.
-Joder, sube.
Velpister le abrió la puerta en calzoncillos y albornoz. Velpister también escribía, principalmente relatos y alguna reseña, también componía música electrónica y pinchaba de vez en cuando en algún que otro garito, también curraba en una empresa de limpieza, también necesitaba afeitarse, bueno, Velpister hacía muchas cosas, como ahora veréis.
-Coño Trevor, ¿qué tal cabrón?
-Aquí.
-Joder, hacía por lo menos tres semanas que no te veía.
-He estado de reflexión.
-Pasa pasa.
Trevor entró. La casa apestaba a marihuana.
-Estaba dándole a la pipa de agua, ¿te hace?
-¿Es de la marihuana paranoica?
-Sí.
-Me pone triste.
-A mí me pone triste no fumarla.
-Bueno, ¡qué coño!
-¡Di que sí joder!
Velpister vivía en una casa que había heredado de su abuela, era pequeña, de una sola habitación, pero acogedora. Velpister vivía allí solo rodeado de mierda, miraras donde miraras encontrabas montículos informes de revistas, cedés, vinilos, libros, cajas, botellas, cuencos, papeles, muñequitos, mecheros, un biberón, toallas, cables, cubiertos, bolígrafos... Siempre era interesante mirar a tu alrededor. Tomaron asiento en el desvencijado sillón. Para poder sentarse Trevor tuvo que apartar un puñado de revistas.
-¿Dónde te dejo esto?
-Bah, en cualquier parte. Toma, fuma.
Trevor aspiró, la pipa de agua comenzó a burbujear furiosa, una calada que se incrustó en sus pulmones.
-Bueno Trevor, ¿qué te cuentas?
-Pues nada, ya te digo, he estado en casa, no he salido ni nada, no tengo ni un duro, solo me quedan tres meses de paro así que ahorrando, fumado, bebiendo litros, he escrito un par de poemas, normalitos. Hoy más jodido de la cabeza, triste, agobiado, por eso he salido un rato, necesitaba aire, ver a alguien.
-¿Estás jodido por la movida?
-Sí, ya sabes.
-Bueno, tranqui, es normal, ya lo superarás.
-Sí, si es lo mejor, pero hoy me ha afectado un poco más, ya sabes.
-Sí, un día de esos.
-Un día de esos.
-Bah, pues yo estoy que me salgo.
-¿En serio?
-Ya te digo, estoy de racha, mecido por todo tipo de musas, estoy escribiendo un relatazo alucinante, lo mejor que he escrito, ya lo leerás, trata de un tío que tiene que deshacerse del cadáver de su hermana.
-Qué bonito.
-Mogollón de reflexión, un monólogo interior, me está quedando largo, ya lo leerás.
-Sí, a ver.
-Y ya casi he terminado también un tema nuevo, luego te lo pongo.
-Vaya.
-Y bueno, lo mejor de todo, flipas, vas a flipar en colores.
-¿El qué? ¿Qué pasa?
-Tengo otra.
-No.
-Sí.
-Venga ya, ¿otra?
-Sí.
-¿De quién?
-Ni te lo imaginas..
-¿De quién?
-Ni te lo imaginas. La mejor. La más grande del lote de momento.
-¿De quién?
-Ven que te la enseño.
-No se si quiero verla.
-Que sí joder.
Velpister se levantó de un salto, la cara le brillaba bañada por el sol de la tarde, el albornoz ondeaba al viento.
-Venga coño ven a verla.
Trevor dio otra calada y se levantó lentamente mientras exhalaba el humo.
-Está bien, me voy a arrepentir, pero veámosla.
Velpister se frotó las manos y atravesó el salón al trote, tras el Trevor le seguía tropezando con varias cosas en su camino. Giraron por el pasillo y entraron en la cocina. Ambos se detuvieron frente al frigorífico.
-Disponte a flipar.
Velpister, con una amplia sonrisa en el rostro, abrió la puerta del frigorífico, la luz de su interior le rodeó como un aura divina, se dirigió al estante del medio, en el había medio paquete de pan de molde, tres latas de foiegras, un cuarto de pechugas de pollo y varios tarros de cristal. Cogió uno de los tarros, lo sacó del frigorífico y lo alzó sobre su cabeza con expresión extasiada.
-Helo aquí.
Ambos miraron atónitos el tarro de cristal, la luz lo iluminaba, casi se podían oír los cánticos. En su interior. Una enorme mierda humana. Marrón oscura. Una plasta. Un excremento. Un cerote. Ahí, en el tarro de cristal. Flotando despreocupado e inerte en un liquido transparente. Velpister lo contemplaba lleno de orgullo, Trevor con una mueca de asco, el cerote los miraba indiferente.
-Joder Velpister, qué asco.
-Asco no, es hermoso.
-¿Y de quién es?
-George Clooney
-¡Venga ya!
-De George Clooney.
-¿Pero cómo?
-Como siempre. Resulta que el cabrón está rodando una peli aquí, llevan dos semanas, no se cuanto va a estar, y mi empresa es la que lleva lo de la limpieza, me aseguré de que me tocara la limpieza de las caravanas y, bueno, aquí está.
Y sin duda, ahí estaba, flotando en el tarro de cristal.
-Joder. -Exclamó Trevor.
-Y también está Nicole Kidman, lo que pasa es que la zona de su caravana no la llevo yo, pero tengo que conseguir llegar hasta ahí, algo tengo que hacer, ¡no puedo dejar pasar esa oportunidad! ¡Una cagada de Nicole Kidman sería la hostia! La colección ya adquiriría otro nivel... ¡Estrellas de Hollywood! Ya tengo la de David Bisbal, la de Elsa Pataky, la de Bunbury, la de Vargas Llosa y ahora tú, mi pequeña.
Velpister pegó la cara al tarro que contenía la cagada de George Clooney y lo meció, acurrucándolo.
-Velpister tío, necesitas ayuda.
-¿Es que no ves el potencial de esto? ¡Es el autógrafo definitivo! Hay gente que me dará mucha pasta por esto, vi que vendieron un mechón de Elvis por una millonada, ¡y esto es mejor! Más íntimo, es el interior mismo de tu ídolo. Su ser más profundo.
-¿Tú crees que alguien te dará algo por una cagada de Mario Vargas Llosa?
-Hay gente para todo, y sino me la quedo yo, las estoy cogiendo cariño.
-¿Y cómo piensas venderlas?
-Por Internet.
-¿Y cómo vas a probar que son de sus dueños? ¿Tienes pruebas? Quiero decir, venga tío, yo se que estás loco, pero otra persona que no te conozca....Esa mierda podría ser mía.
-Crearé un blog contando toda la historia, las fechas y lugares, con todo lujo de detalles.
-En serio, estás como una puta cabra.
-Un visionario es lo que soy. Ven, ahora voy a enseñarte mi tema nuevo.
Velpister devolvió cuidadosamente el tarro con la mierda de George Clooney al frigorífico, junto al resto de cagadas ilustres, todos los cerotes juntos, el de George, el de Elsa, el de Mario, el de David y el de Enrique, todos juntitos y marrones, con sus curiosas formas y tonalidad, al lado del pan de molde, el foiegras y las pechugas.
Atravesaron el desorden y llegaron al ordenador. Velpister puso su tema nuevo, era una música completamente absurda, una especie de techno-pop sin pies ni cabeza, era horrible, cacofónica. Velpister gesticulaba alocadamente y Trevor fingía que le gustaba. Continuaron fumando y hablando de la salvación de la literatura y, por ende, del mundo, que inevitablemente caía sobre sus cansados hombros una vez más.
Al cabo de un par de horas Trevor decidió que era momento de marcharse.
-Bueno tío, ya nos vemos.
-¿Saldrás este finde?
-Quién sabe.
-Bueno Trevor, pues nos vemos.
-Nos vemos, cuida de tus pequeños.
-Lo haré.
Trevor volvió de nuevo a la calle, la gente seguía paseando al perro y comprando crema para los hongos de los pies.
Entró en un supermercado, se compró una litrona y un pack de tres pastelillos de chocolate. Tuvo que esperar en la caja, pero no le importó porque la cajera era una belleza, una estupenda morena de enormes pechos, Trevor la observó. Cómo manipulaba los productos de los otros clientes, su sonrisa al dar el cambio, el movimiento de su melena. Comenzó a empalmarse. Llegó su turno. Pagó. Sonrió. Y se fue.
Otra vez en casa saludó a su soledad. Se arrojó sobre el sofá, abrió el litro de cerveza y el paquete de bollos y comenzó a nutrirse. Seguidamente se hizo un porro y cogió un libro de Xen Rabanal “La cámara de niebla”. Xen estaba como una cabra, su escritura te exigía el máximo esfuerzo y atención para introducirte en su niebla de imágenes desoladas... Trevor tenía en la cabeza la imagen de la cajera y no podía dejarse envolver por la niebla, no paraba de pensar en esos pechos, esa melena negra... Cerró el libro y meditó. Evaluó el estado de su erección. Finalmente se incorporó y fue al cajón de su mesita, lo abrió y sacó una vagina en lata. Un coño de plástico dentro de una lata de refresco. Era un artefacto que compró en un sex shop porque le pareció gracioso y que luego acabó convirtiéndose en un poderoso aliado contra la adversidad. Se bajó los pantalones y los calzoncillos. Pensó en la melena de la cajera. Casi podía olerla. Puso un poco de saliva en el coño de plástico y comenzó a follarse a la lata. Las primeras despacio, mientras se imaginaba acariciándola el pelo. Luego fue aumentando el ritmo, ya se imaginaba que se la estaba follando, cada vez la embestía con más fuerza, ahora por detrás. Se corrió. Tras ello se sintió un poco ridículo, no obstante era ligeramente mejor que la mano. Desmontó la lata y fue a limpiarla al baño. Abrió el agua caliente y comenzó a limpiar la pieza de látex. Desde que tenía uso de razón todo había sido una grán broma, se preguntó si algún día cambiarían las cosas a mejor, sólo un poco.
Se miró en el espejo. Dos orejas. Una nariz.
Tal vez sacase un poema de todo esto, uno bueno, o uno normalillo. O quizá fuese el momento de dejarlo... No, era lo único que tenía.
Necesitaba un gatito.
En su mente sonaba una canción.
All you need is looove...Tí...Torirorí....
All you need is looove...Tí...Torirorí....
All you need is love...love..
Love is all you need...
Love is all you need...


C'mon everybody....