Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

lunes, 11 de junio de 2018

CRÍTICA: JONATHAN DAVIS - BLACK LABYRINTH (2018)





Diez años le ha costado al carismático frontman de Korn perpetrar su debut en solitario. Tiempo más que de sobra para meditar y planificar su propuesta con calma. La gran incógnita respecto a este disco estaba en ver si Jonathan tiraría por terrenos conocidos, dando quizás una vuelta de tuerca a los sonidos que le han encumbrado al estrellato con su banda principal, o si por el contrario se dedicaría a ofrecer algo totalmente distinto a lo que es su estilo habitual.
Tras darle unas cuantas escuchas a este Black Labyrinth queda claro que ha optado por la primera opción. De esta forma, todos los recursos que ha desplegado a lo largo de la dilatada carrera de Korn siguen presentes en este trabajo: su peculiar timbre de voz, su manera de abordar las melodías y armonías, sus balbuceos, gritos y susurros marca de la casa... todo está aquí y resulta perfectamente reconocible. Desde un punto de vista vocal ha decidido permanecer en terrenos conocidos y no explorar ningún tipo de registro que no hubiésemos escuchado ya en sus anteriores trabajos con la influyente banda de Bakersfield. No es arriesgado decir que un buen puñado de los temas de este disco podrían haber entrado perfectamente en alguno de los discos de Korn sin desentonar demasiado, al menos en alguno de sus lanzamientos más experimentales como fueron por ejemplo The Path of Totality (2011) o Untitled (2007). De hecho parece ser que gran parte de las ideas que dan forma a este lanzamiento provienen de la época de Untitled, y efectivamente se puede apreciar una atmósfera parecida a la que tenía aquel disco.
No obstante, a pesar de lo dicho, tampoco sería justo calificar Black Labyrinth como un mero refrito de su trabajo con Korn, al menos en lo que a instrumentación y arreglos se refiere, ya que se aprecia un espíritu más amplio y arriesgado. Jonathan, al no tener que rendir cuentas ante nadie, da rienda suelta a sus conocida afición por la música electrónica, los instrumentos étnicos y el ambient, incorporando pasajes que habrían desentonado un poco en el concepto y el sonido establecido por su banda principal, y que quizás habrían desagradado a algunos fans de esta.
El tema con el que se abre el disco, titulado Underneath My Skin, es un buen resumen de lo que decimos, y sirve como declaración de intenciones del álbum. El sonido de guitarra plagado de efectos, la producción general y el tono de Jonathan recuerdan inmediatamente a Korn, pero la elección de las notas y las melodías, sin duda más desenfadadas y luminosas a lo que es habitual en Korn, nos hace darnos cuenta de que estamos ante algo ligeramente distinto. Esto es aún más patente en el siguiente tema, Final Days, composición notable que muestra unas claras influencias de trip hop y ambient, introduciendo sonidos procedentes de instrumentos tribales y exóticos, algo que volveremos a encontrar en otros pasajes del disco como Basic Needs, que cuenta con un interludio con un delicioso sabor árabe, o también en la estupenda Gender, uno de los temas más inspirados del disco, que coquetea de manera excelente con sonidos exóticos y psicodélicos. Por supuesto hay algunos trallazos como Everyone, esta sí puro Korn, o Your God, otro tema notable que cuenta con una base rítmica precisa y marchosa y una inspirada parte central. También encontramos en Black Labyrinth momentos más intimistas, relajados y ambientales, como la oscura Medicate, con pinceladas a lo Nine Inch Nails, o la accesible y melódica What It Is que se encarga de cerrar el álbum.
Los textos por su parte también continúan en la estela de lo visto con Korn y siguen siendo retorcidos, oscuros y melancólicos, como era de esperar en un personaje tan torturado como Jonathan Davis.
Nos encontramos ante un trabajo llamativo, bastante entretenido y variado. Con buenas ideas y algunos desarrollos interesantes. Pero por desgracia todos estos ingredientes no terminan de cristalizar en temas especialmente pegadizos o memorables. Estamos ante una buena colección de canciones pero que no dejan un excesivo poso en el oyente. El disco resulta un poco inconexo en líneas generales, y también se ve algo lastrado por su larga duración. Un par de temas menos sin duda habrían dado como resultado un trabajo algo más dinámico.
Se aprecia el esfuerzo de Jonathan por alejarse un poco del concepto sonoro de su banda principal, más pesado y oscuro, pero tampoco se aleja tanto a lo ya visto anteriormente en sus múltiples discos y, como ya apuntamos, este alejamiento concierne solo al plano instrumental, ya que vocalmente sigue tirando de los mismo trucos y recursos de siempre, por lo que tampoco podemos decir que estemos ante un álbum especialmente sorprendente.
Finalmente podríamos concluir que Black Labyrinth es un disco curioso y claramente disfrutable, sobre todo si eres fan de la magnífica y peculiar voz de Jonathan Davis, pero por desgracia no se trata de un disco especialmente memorable ni particularmente revolucionario dentro de la carrera de este inquieto artista.



Texto escrito originalmente para la web musical Diablorock:
https://diablorock.com/2018/06/08/jonathan-davis-black-labyrinth-2018/

lunes, 4 de junio de 2018

CRÍTICA: GHOST - PREQUELLE (2018)






Por fin hemos podido disfrutar de uno de los discos más esperados de este año: lo nuevo de Ghost, una de las bandas de moda y con mayor proyección de futuro ahora mismo. Se trata del cuarto trabajo de la banda, el primero tras la destitución de los antiguos Nameless Ghouls y el primero sin contar con el misterio del anonimato, estando ya confirmado totalmente que el músico sueco Tobias Forge era quien ha estado detrás de todo esto desde el principio.
Los dos singles de adelanto, Rats y Dance Macabre, me pusieron en estado de alerta. Y ahora, una vez escuchado el disco completo varias veces, se confirman mis temores y sospechas, tanto las buenas como las malas. Las buenas: que Tobias Forge es un genio. Las malas: que no me ha terminado de convencer por donde ha tirado con su proyecto.
No hay duda de que nos encontramos ante un trabajo muy inteligente y cuidado, repleto de grandes momentos, pero no he podido evitar que me dejase una sensación agridulce.
E
l comienzo, con la inquietante intro Ashes, y los temas Rats y Faith es totalmente abrumador e intachable. Un comienzo poderoso, que recuerda a los Ghost que ya conocemos y amamos, pero que a la vez abre nuevas vías en su sonido. Un comienzo que te sitúa en la cima. Pero por desgracia luego la cosa se va desinflando ligeramente. El tercer tema, See the Light, no está mal, pero carece de una personalidad definida y pasa un poco desapercibido. Miasma, el primero de los dos temas instrumentales con los que cuenta Prequelle, es bastante notable. Se trata de un tema épico que va creciendo en intensidad gracias a unos teclados fabulosos con toques progresivos, y a unas guitarras que rellenan sin abrumar (con guiño al Beat It de Michael Jackson incluido) para estallar finalmente en un solo se saxo que nos demuestra que cualquier ingrediente musical puede entrar en el cóctel de Ghost perfectamente. Sin duda es uno de los grandes momentos del disco. El viaje continúa con Dance Macabre, segundo single y uno de los temas más polémicos por su clara tendencia hacia el AOR más comercial y accesible. No desentona dentro del conjunto como curiosidad, pero sin duda será el primer tema que haga torcer el gesto de sus viejos fans. Pro Memoria es una balada marca de la casa. Un auténtico temazo, con una orquestación y un pegadizo estribillo que son una auténtica delicia. Tras este tema sería el momento ideal para meter otro trallazo con riffs pesados en la onda de Faith, pero por contra nos encontramos con Witch Image, otro tema popero y accesible que, al igual que pasaba con See the Light, carece de la personalidad y sello de Ghost. Es un tema resultón y pegadizo, que duda cabe, pero podría estar firmado por cualquier otra banda del montón y tiene un cierto tufillo a relleno. Helvetesfonser es la segunda instrumental del álbum, un tema precioso y evocador, con toques progresivos y sutiles cambios de tonalidad, que recupera melodías de Pro Memoria, siendo una continuación espiritual de este en sus primeros compases, pasando luego a transitar por distintos terrenos y acabando con un desarrollo acústico de sabor medieval que puede recordar a cosas como Blackmore's Night e incluso Blind Guardian. Es sin duda un gran tema y de los que más crecen con las escuchas, lo malo es que dos pasajes instrumentales en un disco tan corto como este me parece un movimiento arriesgado y que baja algún punto al total, creo que este tema se habría redondeado mejor con algunas líneas vocales. Y así, en un suspiro, llegamos al final con Life Eternal, otro tema suave y melancólico, muy bueno en su desarrollo, con unas líneas de voz exquisitas, pero que se queda un poco a medio camino en su misión de proporcionar un cierre épico a Prequelle.
Hasta aquí llega el nuevo trabajo de Tobias. Un disco que se hace corto y deja con ganas de más, algo bueno sin duda, pero que también deja una sensación de que podría haber sido aún más redondo con algún pequeño cambio y añadido.
L
a versión deluxe palía un poco esos problemas, incluyendo dos temas más al conjunto. Se trata de las versiones It's a Sin de Pet Shop Boys y Avalanche de Leonard Cohen. Ambas versiones muy correctas. La primera es un temazo, al igual que lo era su versión original, a la que no dan demasiadas vueltas y dejan prácticamente igual. Por su parte el tema de Cohen resulta un cierre fabuloso, con un tramo final que nos recuerda ligeramente a los antiguos Ghost de los que todos nos enamoramos.
Estamos ante un trabajo que va de cabeza y descaradamente hacia el mainstream, y aunque eso sería algo a criticar en otras bandas funciona perfectamente para Ghost, debido a su carácter teatral y abierto. Resulta difícil criticar semejante cantidad de temazos, perfectamente compuestos y grabados, por mucho que tiren evidentemente hacia un terreno más comercial.
La producción, la mezcla, las composiciones... Todo es exquisito, sublime y está lleno de matices. Tobias entrega un producto accesible pero también ambicioso y cuidado. Es alucinante ver como tira de recursos compositivos propios de autores de bandas sonoras, repitiendo melodías a lo largo de todo disco (la melodía de Spoksonat suena al final de Ashes y Rats, el coro final de Faith es el estribillo de Life Eternal, el estribillo de Pro Memoria se revisa al comienzo de Halvetesfonser...), todos estos detalles, aunque pasen desapercibidos al principio, se te meten en el inconsciente y confieren una unidad al trabajo propia de una obra conceptual, algo a lo que también ayudan unos textos inquietantes, centrados todos ellos en la cercanía de la muerte inevitable.
Pero no todo van a ser piropos y alabanzas para este
Prequelle. En el disco faltan riffs memorables, falta oscuridad, falta el toque malvado y perverso que lucían en sus discos anteriores y que han hecho que Ghost estén donde están. Con un par de temas más cañeros y directos en lugar de See the Light, Witch Image o incluso Dance Macabre, me tendrían arrodillado y cabizbajo besando el anillo del cardenal Copia. Desgraciadamente no es el caso. Y aunque es innegable que nos encontramos ante uno de los discos del año, para mi se queda a medias. Esa falta de riffs y oscuridad pesan mucho, más aún sabiendo que Tobias podría hacerlo de sobra, por lo que creo que se ha equivocado un poco en ese aspecto.
Aunque algunos viejos fans puedan tener la misma sensación agridulce que un servidor es innegable que
Prequelle va a hacer que Ghost sigan creciendo. Tobias está haciendo su música como Tarantino hace su cine, cogiendo influencias dispares de todas partes, proporcionando incontables y sugerentes guiños para el melómano y envolviéndolo todo con su peculiar toque personal para dar lugar a algo maravilloso. Como no rendirse ante algo así, tan genial y necesario.
¡Larga vida a Ghost!





Una versión recortada de este texto forma parte de la crítica coral del álbum publicada por la web musical Diablorock, disponible en este enlace:
http://diablorock.com/2018/06/04/ghost-critica-prequelle-redaccion/