Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

viernes, 24 de mayo de 2019

CRÓNICA SWR BARROSELAS METALFEST 2019





Por tercer año consecutivo nos tocó hacer acopio de rosarios, agua bendita y demás elementos religiosos de protección y preparar el petate para ponernos en marcha dirección Portugal, con la misión de sobrevivir a uno de los festivales más veteranos y salvajes de la península, el SWR Barroselas Metalfest, que este año celebraba su 22 edición.
Para quien no tenga referencias de este festival diremos que es una de una de las propuestas más auténticas y exclusivas que se pueden disfrutar dentro del campo del metal extremo, experimental y de vanguardia. Se trata de un festival pequeño y familiar, donde prima la comodidad en el recinto y el buen rollo entre los asistentes y sirve como inmejorable pistoletazo de salida a la temporada festivalera. Durante tres días el pequeño pueblo de Barroselas se transforma en centro neurálgico del paganismo, gracias a un cartel confeccionado con un gusto exquisito. Este siempre es uno de los puntos fuertes del festival, el cartel, donde predominan bandas de culto, otras en alza y propuestas extrañas difíciles de ver. Muchas veces se ha preguntado a la organización como, siendo un festival ya asentado y veterano, no prueba a apostar por nombres más mainstream para intentar dar un salto en popularidad. La respuesta por parte de los organizadores siempre ha sido la misma: «Eso no va a pasar», la intención siempre ha sido conservar su identidad y espíritu de festival pequeño y exclusivo. Personalmente aplaudo esta claridad de ideas e integridad, y que no tengan en mente meterse en la lucha encarnizada por conseguir la exclusividad más rimbombante que les proporcione visibilidad y visitas. Este festival va a lo suyo y consigue mantenerse tranquilo y solitario en su parcela, ganándose un publico fiel que sabe perfectamente lo que esperar y que repite año tras año. El gusto musical de la organización es intachable en su campo y, aunque al ver el cartel la mitad de los nombres ni te suenen, sabes perfectamente que vas a descubrir cosas y volver a casa con varios nombres en la libreta sobre los que indagar posteriormente, y ese es uno de los puntos clave de un festival de música, que abra los oídos a su público y les descubra nuevas experiencias. Puede echar para atrás en un primer momento una apuesta tan marcada por lo extremo y extraño, pero os aseguro que, una vez inmerso en la burbuja del festival, uno se mimetiza totalmente con el entorno, y no son pocos los que acaban sufriendo una revelación, volviendo cambiados a sus hogares y escuchando bandas que jamás imaginarían ya que antes no eran capaces de entenderlas.
El festival se celebra todos los años en un polideportivo a las afueras del pueblo de Barroselas, en el que se habilitan diversas carpas para las actuaciones. Al ser bajo techo se aseguran de protegerse de las posibles inclemencias del tiempo y, lo que es más importante, se crea la sensación de asistir a conciertos en sala, algo imprescindible para crear la atmósfera adecuada. Personalmente no concibo ver a bandas como Imperial Triumphant o Venenum bajo el sol y la claridad de la tarde. Por suerte en Barroselas siempre es de noche, una noche eterna que arropa y hermana a músicos y público. Por su parte la acampada se sitúa en una zona boscosa pegada al recinto, lo que hace que las distancias sean nulas, añadiendo así un extra de comodidad.
Como novedad este año hemos visto la desaparición de la moneda del festival. Las compras esta vez se realizaban cargando dinero en la pulsera oficial. Con este cambio sin duda se ahorra en medios y se apuesta por la comodidad, aunque según las manías de cada uno es mejor o peor de esta forma. Personalmente me resulta más difícil controlar el gasto con este sistema, especialmente al ir ya mamado. Vendría a ser como la diferencia de salir de fiesta con dinero en el bolsillo o tirar de tarjeta de crédito, todo un peligro para algunos. Las actuaciones se desarrollan en tres escenarios, uno gratuito y de libre acceso y otros dos solo accesibles a quienes tuvieran la pulsera. Evidentemente había que pasar un control a la entrada de estos escenarios, pero me sorprendió este año que también hubiese un control a la salida, algo que no ocurría en pasadas ediciones y que veo totalmente innecesario, debido a ello al salir de las actuaciones principales del día se vivió algún pequeño embotellamiento totalmente evitable. Pero como ya hemos dicho este festival no está en absoluto masificado (sin contar con cifras oficiales calculo que la asistencia rondaría en torno a dos mil personas por jornada), así que tampoco resultaba dramático esperar un par de minutos para salir, no obstante como digo lo veo innecesario y evitable.
Los horarios siempre se siguen de forma escrupulosa, y el final de la actuación en un escenario marcaba el inicio inmediato de otra descarga en otro escenario, planificados sin ningún solape, de esta forma quien quisiera podía ver todas las actuaciones del día perfectamente. Otro punto que siempre ha destacado en este festival ha sido el buen sonido en todos los escenarios. Por desgracia este año no ha sido así, y el sonido del escenario Dungeon resultó bastante irregular durante los tres días, creando una bola de sonido bastante poco definida en alguna de las propuestas más extremas, una lástima y un impedimento para disfrutar plenamente de las actuaciones.
Pasemos ya al repaso de los conciertos que pude ver. Lamentablemente mi integridad física y mental me imposibilitó ver a todas las bandas del cartel, no obstante os invitamos a que completéis esta crónica con vuestra experiencia del evento en la sección de comentarios.




DIA 1


Tras montar debidamente la que sería mi base de operaciones y aprovisionarme de comida y alcohol en el supermercado más cercano, me dirigí a la inauguración del escenario Dungeon con los brasileños Woslom, que practicando un thrash veloz de la vieja escuela consiguieron desperezar a los primeros asistentes, a pesar de contar con un sonido algo deficiente y emborronado, que como ya comentamos sería la tónica durante todo el festival en ese escenario.
Tras ellos se abrían las actuaciones en el escenario principal, bautizado con el nombre Abyss, a cargo de Analepsy. El sonido en este escenario era bastante más claro, y la banda portuguesa pudo descargar sin impedimentos su death brutal perfectamente ejecutado. No tuvieron piedad con el público y les arrojaron una buena ristra de temas caóticos y densos para que se hicieran una idea de lo que les esperaba los próximos días. El único punto negativo fueron los excesivos parones entre temas, que restaron dinamismo a una actuación por lo demás bastante correcta.
Morte Incandescente ocuparon su lugar seguidamente en el escenario Dungeon para darnos una ración de black metal clásico. El sonido desde el principio fue bastante deficiente, carente de contundencia y con una batería que se comía todo el espectro sonoro. Estos problemas se fueron solucionando ligeramente con el trascurrir de los temas, pero la sensación era que no terminaban de despegar. El trío portugués puso de su parte, pero desgraciadamente su actuación quedó totalmente deslucida por el sonido.
De vuelta al escenario grande para el inicio de los platos fuertes, y de que forma, con una actuación de notable alto por parte de los alemanes Venenum. Esta banda asienta los cimientos de su sonido en el black metal, pero casi inmediatamente te das cuenta de que son bastante más que eso. En su sonido apreciamos todo tipo de influencias: black, death, thrash, doom, psicodelia... por lo que los temas resultan dinámicos, sorprendentes e interesantes para el oyente. Los pasajes densos, psicodélicos y atmosféricos se mezclaban a la perfección con los arranques de violencia más extrema, creando unas dinámicas interesantes que hacían que no decayese la atención. El sonido, sin ser malo, tampoco fue espectacular. Al bajo le faltaba potencia y a las guitarras definición. Sin duda habrían ganado puntos con un mejor sonido que permitiese apreciar todos los detalles de su música. El concierto fue de menos a más, mejorando en sonido y creciendo en intensidad, y acabó por todo lo alto con un clímax totalmente hipnótico. Una muy buena banda, con buenos músicos y temas ambiciosos. Quizás se los veía algo desconectados del público que no era fan, pero ofrecieron sin duda uno de los mejores conciertos del día.
Otra agradable sorpresa nos llevamos también con los italianos Grime. El trío subió al escenario y descargó su sludge denso, monstruoso, pesado y ultra grave, sacado sin duda de las peores pesadillas, donde destacaba la voz totalmente agónica de su cantante, voz que parecía surgir del rincón más oscuro del pantano más inhóspito. A pesar de que su propuesta resultó algo repetitiva se consiguieron ganar al público, pasando a ser una de las sorpresas de la jornada.



A las diez de la noche hicieron su aparición los americanos Midnight, banda muy esperada a la vista de la reacción del público y la cantidad de gente que lucía sus camisetas. No defraudaron en absoluto con su show desenfadado y dinámico de black n' roll con toques punk. La banda estaba totalmente motivada, derrochando actitud, cercanía y carisma. El sonido acompañó, resultando compacto y lujurioso y haciendo que las primeras filas se desbocaran totalmente. Con la gente en estado de locura se marcaron un show muy destacable que sin duda dejó a los fans de la banda con una sonrisa de oreja a oreja.



Los siguientes en subirse al escenario grande fueron los también muy esperados The Black Dahlia Murder. La banda estadounidense no decepcionó en absoluto, saliendo a comerse el escenario desde el minuto uno, moviéndose y animando al personal y recibiendo, como era de esperar, alocados mosh y circle pit entre las primeras filas. El sonido fue notable, seguramente el mejor del día, con las guitarras quizás demasiado altas como única pega. Basaron el setlist en su último trabajo, Nightbringers, editado hace ya año y medio, pero también hubo espacio para clásicos como Unhallowed o What a Horrible Night to Have a Curse. Aunque toda la banda estuvo perfecta no puedo dejar de destacar a su solista, Brandon Ellis, que dio una lección impresionante de técnica y pulcritud. Un show de 12, sin descanso ni piedad y con una ejecución perfecta para el que fue seguramente el mejor concierto del día.



Tras la lección de tablas y técnica desplegada por The Black Dahlia Murder tocaba moverse de escenario para algo distinto y más desenfadado por parte de Skull Fist. Su propuesta se alejaba un poco de la tónica del festival con su mezcla de hard rock y NWOBHM, y sirvió perfectamente para cambiar un poco el chip y pasar un buen rato. El sonido al comienzo fue desastroso, la mezcla estaba totalmente descompensada y una de las guitarras directamente ni se oía, pero eso no amedrentó ni a la banda ni a sus fans que ya desde el primer tema, Ride the Beast, de clara influencia Crüe, se dejó llevar y disfruto de un show por lo demás bastante dinámico.
Otro esperado momento llegaba en el escenario grande con el mítico dúo Godflesh. Personalmente tenía muchas ganas de ver a esta banda de culto, que ha sido una gran influencia dentro del metal moderno, pero por desgracia tengo que admitir que presencié un show bastante decepcionante. La excesivamente austera puesta en escena, el sonido mediocre y la nula comunicación con la gente amuermaron a un público que ya acusaba el cansancio tras una dura jornada. Por supuesto hubo temazos como Post self o Like Rats, pero excepto algún ultra fan en las primeras filas la tónica general entre el público era el aburrimiento. Vale que las baterías fuesen programadas pero, ¿en serio tenía que ser el propio Justin, con su mac al lado del escenario, quien las disparase? ¿De verdad no tenían un pipa por ahí para hacer eso y evitar los incómodos parones entre temas? Detalles como este y la ya mencionada nula interacción con el público hicieron que aquello se asemejase más a un ensayo que a un concierto propiamente dicho. Como decimos una decepción y una lástima.



Por suerte el mal sabor de boca nos lo quitó, pasadas ya las tres de la mañana y en el escenario gratuito, el bueno de Sette Sujidade con su proyecto Scuru Fitchadu. Con su extraña mezcla de punk, electrónica y música tradicional africana, puso a bailar a toda la gente de la carpa mientras él y su compañera se movían alocados y realizaban danzas tribales. Originales y tremendamente vistosos, a ratos parecían ser una extraña versión lusa de Die Antwoord. Un muy buen show, enérgico y llamativo, en el que incluso tuvieron un momento para recordar al llorado Keith Flint, realizando una versión de Firestarter que, aunque regulera, resultó bastante emotiva. Inmejorable forma de acabar la jornada y alejarse rumbo al bar, o al bosque, según gustos del consumidor.






DIA 2

La tónica climatológica este año fue el buen tiempo, por lo que el día amaneció caluroso y despejado. Ideal para sumergirse de nuevo en la noche eterna de las carpas y torturarse con otra ración de metal extremo durante horas en el que fue, casi con total seguridad, el mejor día del festival.
La cosa empezó de forma prometedora en el escenario Dungeon con Vacivus. Los ingleses descargaron un show de death metal enérgico y solvente. El sonido en este escenario no mejoró respecto a la jornada anterior, y volvió a suponer un lastre a una actuación que intentaron suplir a base de derrochar energía su intimidante cantante y su estupendo batería. Comenzaron la actuación con retraso, lo que supuso el primer solape entre escenarios principales que recuerdo en los tres años que llevo acudiendo al festi. Y la banda con la que se solaparon durante el tramo final eran los portugueses Namek, que practicaban un grindcore abrasador. Tampoco tuvieron suerte con el sonido, pero aún así consiguieron desperezar ligeramente a un público que aún estaba algo convaleciente del día anterior. De vuelta a Dungeon para ver a Barshasketh, que descargaron un poco de black metal de la vieja escuela, directo y sin muchas complicaciones. Me resultaron algo planos y aburridos, aunque no se puede decir que lo hiciesen mal.
La cosa se empezó a animar de verdad con Demilich. La veterana banda de culto, con tendencia a separarse y volverse a juntar, se materializaba en Barroselas para arrojar su death metal técnico y enrevesado. Los músicos exudaba profesionalidad y tablas mientras ejecutaban a la perfección sus temas veloces y complejos casi sin esfuerzo y, aunque no eran los tipos más carismáticos y comunicativos del mundo, dieron toda una lección de saber hacer y saber estar. Como no podía ser de otra forma el setlist se basó en su clásico de culto y único larga duración editado, Nespithe (1993), pero también hubo espacio para alguna rareza en forma de vieja demo. En definitiva un concierto notable, con buen sonido y ejecución intachable.
Dopelord asaltaron seguidamente el escenario Dungeon con su doom hipnótico, denso y pesado, de temática ocultista y fumeta. Gozaron de muy buen sonido, algo novedoso y de agradecer en este escenario, y triunfaron ante un público totalmente receptivo a su propuesta. Y es que es difícil no caer rendido ante temas tan bien planteados como Children of Haze, con las estupendas armonías vocales que son capaces de crear al contar con dos cantantes en la banda, algo que les hace destacar entre otras bandas del estilo, o Preacher Electrick, con el grupo creando una atmósfera totalmente pantanosa, ideal para cabecear lento. Un buen show que dejó aturdidos y satisfechos a los presentes.
Y llegaba otro de los platos fuertes del festival de la mano de Benediction. Los veteranos death metaleros estaban celebrando sus treinta años de carrera y lo hicieron por todo lo alto, con un setlist demoledor basado en toda su discografía. El público abarrotó la carpa y se entregó en cuerpo y alma a la brutalidad desde el primer tema, mecidos por una banda en plena forma que sonó como una apisonadora, algo muy destacable al ser el primer concierto que daban este año. Y es que muy jodido tienes que estar para no dejarte contagiar de la energía de temas como They Must die Screaming, The Dreams you Dread o Jumping at Shadows. La banda sonó poderosa y sólida, con el vocalista Dave Hunt derrochando energía y carisma y disfrutando totalmente a pesar de haber anunciado su salida de la banda tras esta gira. Para los numerosos fans alocados que llenaron el escenario principal fue una ocasión inmejorable de despedir a Dave y de disfrutar de una banda clave dentro del death metal.



Y llegó el momento más esperado por el que escribe estas líneas. Llevo tiempo enamorado de los 
neoyorquinos Imperial Triumphant, una banda terrorífica que firmaron uno de los mejores discos del año pasado, y tenía muchas ganas de ver cómo se lo montaban en el que era su primer periplo europeo. Subieron al escenario en la oscuridad, con sus peculiares atuendos y mientras sonaba la intro de su disco Vile Luxury, y ya desde ese momento se apreciaba una atmósfera de angustia y mal rollo en la carpa, sensaciones que se acrecentaron desde el primer acorde y durante toda la actuación. Era toda una experiencia mirar alrededor, a la cara de la gente, y encontrarte con rostros totalmente desencajados, que no sabían bien cómo tomarse la que sin duda era la propuesta más extrema de todo el festival, que ya es decir. La banda, lastrada por el sonido irregular propio del escenario Dungeon, dio una lección sobre como manejar el caos y la pesadumbre, abriendo las puertas del infierno y contagiando desesperación a los pobres asistentes con su mezcla del black más denso y opresivo que se pueda concebir junto a pinceladas de jazz vanguardista. A ratos aquello, más que un concierto de música, parecía una terrible alucinación sacada del libro tibetano de los muertos. Tocaron casi al completo el disco Vile Luxury y, aunque parezca que su música es totalmente caótica, clavaron cada nota tan cual está en el disco. Toda una experiencia ver a esta gente y para mí, sin duda, el mejor bolo del festival.



Salimos totalmente conmocionados en dirección al escenario principal para disfrutar de Saint Vitus. Tenía mucha curiosidad por ver a esta banda veterana y totalmente legendaria dentro del doom metal. También albergaba mis dudas al respecto de su posible estado de forma, dudas que se disiparon totalmente en cuanto sonó el primer riff de Dark World, a la que subieron ligeramente el tempo. Tras esta llegó la tremenda White Magic/Black Magic, también acelerada, y para entonces ya solo quedaba dejarse llevar. ¡Menudo derroche de carisma y oficio el de los abuelos! A pesar de ser los más veteranos (celebrando 40 putos años de carrera) consiguieron crear una atmósfera bastante más oscura que otras propuestas a priori mucho más extremas. Tuvieron un sonido sobresaliente, en el que cada pieza encajaba a la perfección: los riffs crujientes de Dave Chandler, el excelente trabajo de Henry Vazquez a la batería y Pat Bruders al bajo, dando forma a una sección rítmica sólida como un elefante, y la omnipresente y ondulante voz de Scott Reagers, de nuevo en la banda tras 24 años. Presentaron temas de su inminente nuevo álbum, como Remains, que sonó poderoso e hipnótico, junto a grandes clásicos como Saint Vitus o War is our Destiny, rubricando un show impecable. Más tarde incluso se pudo ver a algunos miembros de la banda disfrutando del festival junto al resto del público. Joder, yo de mayor quiero ser como estos tíos.



Cerraron las actuaciones en el escenario Dungeon los alemanes Ascension, que trajeron de nuevo la turbación con su black metal ocultista, de ritmos infernales y turbia puesta en escena. Muy burros y oscuros, ofrecieron un buen show a pesar del nuevamente irregular sonido.
Aún quedaban tres actuaciones bastante salvajes para acabar el día pero, sinceramente, tras una jornada demoledora y con algunos excesos en el cuerpo, yo ya no sabía muy bien dónde estaba ni lo que estaba haciendo.





DIA 3


Llegaba bastante machacado al último día de festival, por lo que demoré un poco mi entrada al recinto, lloriqueando como un tierno infante. Tras recuperar algo de fuerzas a base de atún enlatado y un whisky lamentable me planté, con la escasa entereza que me era posible reunir, ante el escenario principal para ver a Martelo Negro. Fue una inmejorable forma de irse desperezando. Con un buen batería, un cantante carismático y una mezcla de black/thrash contundente y sin demasiadas complicaciones, los Martelo realizaron un show interesante y dinámico ante un pequeño atajo de agradecidos valientes.



Seguidamente en Dungeon tocaron Rakta. El trío brasileño era sin duda una de las propuestas más experimentales del día. Con una cantante/teclista hipnótica, que parecía hallarse constantemente en trance, desplegaron su noise ambiental ideado para flotar junto al aroma a marihuana que envolvía la totalidad de la carpa. Me resultaron bastante interesantes, pero se vieron muy lastrados por el deficiente sonido. Y es que, más con una propuesta de este tipo, plagada de efectos y ecos, el sonido ha de ser cristalino para que puedas entrar en la burbuja de forma satisfactoria. Una auténtica lástima ya que, lo que lográbamos apreciar, tenía muy buena pinta.



Los madrileños Wormed realizaron, sin duda, una de las actuaciones más enérgicas del día. Comandados por un cantante de voz bella y melodiosa destrozaron al personal con su death/grindcore espacial, técnico y bizarro, oscuro y caótico como el interior de un agujero negro. Un bolazo dirigido a los más desquiciados del recinto, a los que consiguieron abducir sin problemas. Una lástima que el sonido de la guitarra quedara eclipsado por la aplastante y sobresaliente base rítmica. A pesar de ese detalle la banda demostró que pueden ser igual de locos y extremos, si no más, que cualquier formación internacional.



Wormed dejaron el escenario calentito para recibir a otra de las bandas más esperadas por el público de Barroselas, los legendarios Vomitory. Tras haberse separado en 2013, la banda regresaba reformada para celebrar su treinta aniversario dando un recital demoledor, destinado a reivindicar su estatus dentro de los mejores del género. Con una carpa a reventar y un sonido, esta vez sí, intachable, dieron una muestra de técnica y tablas. Comenzaron por todo lo alto con The Voyage y no bajaron de intensidad ni un segundo en toda la hora que tuvieron disponible y que utilizaron sabiamente para dar un buen repaso a su discografía al completo.



Posteriormente, en el escenario Dungeon, nos encontramos con otra propuesta extraña, la de los brasileños Deafkids. Con muchos problemas de sonido, sobre todo al comienzo de la actuación, salvaron los muebles lanzando un extraño punk noise experimental con grandes ritmos de batería. Al igual que había pasado anteriormente con sus compatriotas Rakta, el mal sonido fue el mayor lastre para disfrutar de una actuación por lo demás interesante, enérgica y solvente.
Uno de los platos fuertes llegaba con los suecos Craft en el escenario principal. Había ganas de disfrutar con su black metal tradicional y misántropo. El sonido, aunque algo bajo, estaba bien ecualizado, permitiendo disfrutar de sus riffs crujientes y satánicos. El problema fue la actitud de la banda, especialmente de su cantante Nox, al que se veía aburrido y distante, como si sufriese una brutal resaca y quisiera largarse cuanto antes del escenario. Esta actitud se contagió entre la banda y el público y el concierto, aunque correcto, no terminó de despegar y acabó haciéndose cansino. Una pequeña decepción y un concierto bastante flojo viniendo de una banda que firmó uno de los grandes discos del género el año pasado.
Este sabor agridulce nos lo quitó de golpe el concierto de Nervosa. Solo les hicieron falta dos temas para que la totalidad del público se percatase de que estaba asistiendo a la mejor descarga de la jornada, y es que la energía desplegada desde el comienzo por estas tres chicas, y en especial por su bajista y cantante Fernanda Lira, estaba a otro nivel. Toda la actitud que le faltó a Craft la entregaron con creces Nervosa, saliendo decididas a comerse el escenario. Lo consiguieron de forma inmediata y arrasaron al público a base de brutalidad, técnica, carisma y temazos como Intolerance Means War, Raise your Fist o Into Moshpit. Me esperaba un buen show, y aún con esa mentalidad me sorprendieron gratamente, en especial la tremenda pegada a la batería de Luana Dametto y el carisma a raudales de Fernanda, que no paro de moverse, gesticular y animar a un público enloquecido y totalmente a sus pies.



Llegábamos ya al triste final, y para cerrar el escenario grande de una forma para nada solemne nos esperaba la peculiar fiesta de Serrabulho, en la que el espectáculo estaba tanto en el escenario como entre el público. Grindcore, disfraces, congas gigantes, bakalao, batukadas, música tradicional, confeti, espuma... Toda una fiesta de dementes para olvidar el cansancio con la mejor de las sonrisas. Locura y diversión a raudales que, a fin de cuentas, era para lo que habíamos ido hasta allí.



Todavía quedaba la traca final, con la descarga en el escenario gratuito de las bandas Pulmonary Fibrosis y Purulent Spermcanal que, como imaginaréis por sus nombres, practicaban una música tranquila y melodiosa plagada de baladas. Por mi parte me retiré hacia el bosque, totalmente derrotado, buscando refugio en la zona de acampada, donde mantuve profundos debates filosóficos sobre la vida y el amor junto a tipejos en evidente estado de ebriedad hasta el amanecer.
Y así concluía otro estupendo fin de semana en el averno de Barroselas. Tres días plagados de buenos momentos, con actuaciones para recordar y el único punto negro del irregular sonido en el escenario Dungeon. Un festival, como dijimos al principio, especial, cómodo y entrañable. Sin duda el año que viene volveremos, y os aconsejamos apuntaros.



Bonus Track:
Un año más el festival se retransmitió vía streaming para disfrute de quienes no pudieron acudir a la cita. A continuación os dejamos un vídeo con algunas de las actuaciones. Podéis encontrar el resto de conciertos principales en el canal de youtube de SWR inc – sonic events.

Dopelord + Benediction (con problemas de emisión) + Imperial Triumphant + Saint Vitus + Ascension + Purulent Spermcanal.


  
Este texto se escribió originalmente para la web musical Diablorock:
https://diablorock.com/2019/05/16/cronica-swr-barroselas-metalfest-2019/

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