And with dust in throat I crave
Only knowledge will I save
To the game you stay a slave
Rover, wanderer
Nomad, vagabond
Call me what you will
Metallica “Wherever I may roam”
A Emilio y Sergio.
Una gran bandera nazi ocupaba una
de las paredes, encima de la cama, presidiendo la habitación de
manera imponente. A su lado, en la pared contigua, había otra
bandera ligeramente más pequeña, la pre constitucional. El aguilucho
miraba a su derecha, evitándome. Yo no era lo suficientemente digno
para dedicarme su mirada. “Una grande y libre”. Daría lo que
fuera por ser yo uno grande y libre y no tener un ojete que limpiar
todas las mañanas y poder correr por infinitos prados color turquesa
mientras mis extremidades se ajan y caen.
Había más parafernalia de ese
tipo por toda la habitación, banderitas, colgantes, incluso un
pequeño retrato de Adolf.
-¿Qué coño es todo esto?
-Nada, es de mi compañero de
piso, se le pira un poco la pinza.
-Ya veo.
-Bah, no es mala gente.
-A mi no me cae mal, pero la
verdad es que esto asusta un poco.
-Ya, bueno, es más una pose que
otra cosa. Venga, te enseño el resto de la casa.
Salimos del extraño santuario
dejando al espíritu de Adolf pensando en sus cosas, seguramente
cavilando en por qué salió mal. Fernando continuó enseñándome su
casa. Le había hecho un lavado de cara y la verdad es que le había
quedado bastante bien. La última vez que la vi se caía a pedazos,
ahora hasta parecía un hogar confortable. Hay que ver lo que hace
una buena mano de pintura, colores cálidos y algo de orden y
limpieza, lo que siempre dicen nuestras madres pero nos cuesta tanto
creer.
Tras ver toda la casa volvimos al
salón. Allí estaba Johnny, el compañero de piso de Fernando, el
del santuario nazi. Estaba con un amigo suyo que tenía cara de
idiota, ambos mantenían una acalorada conversación rodeados por una
espesa niebla producto del humo de la marihuana que fumaban
incesantemente. Nos sentamos junto a ellos, alguien me pasó un
canuto.
-Sí, y encima entró y vino
enfainado hacia mi, ¿pero quién coño se habrá creído que es? El
y su amiguita, como si no nos conociéramos, como si no me
conocieran -gruñía Johnny.
-Qué capullos -sentenció el
colega.
-Pues si tienen cojones que vengan
a por mi, les tengo un regalito por si asoman la nariz por la puerta.
Al decir esto Johnny se agachó y
rebuscó en un cajón, sacó una pistola, me miró fijamente y me
apuntó con ella a la cara.
Nunca me habían apuntado con un
arma. ¿Estaría cargada? ¿Sería este mi final? La situación era
lo bastante absurda e inesperada como para desembocar en mi muerte,
era algo que tenía una lógica aplastante, la lógica del caos, todo
puede acabar en cualquier momento, de la manera más tonta. La
sensación no es ni temor ni resignación, sino la constatación de
lo evidente, de la fragilidad de todo, un golpe de realidad. Vivimos
como en un permanente sueño, lo vemos todo excepto a nosotros mismos
y eso nos crea una sensación de etérea inmortalidad, pero el caso
es que vas una mañana camino del curro, puteado, conduciendo medio
dormido y, de repente, por un descuido, te sales de la carretera y te
precipitas por un barranco y caes pensando: “Vaya, de modo que era
así.” Y hasta resulta en cierto modo gracioso, la gran broma final
antes de la prueba definitiva.
-Mierda, ¿eso es de verdad? -dije
dando una calada al porro y aparentando serenidad.
-Ya te digo -nos miramos un breve
instante, luego dejó de apuntarme y se puso a observar el arma
ensimismado-, me ha costado una pasta, pero a ver quién es el listo
que me vacila ahora.
-Bien, bien -respondí.
El ambiente se estaba volviendo
extraño y opresivo. La ingesta descontrolada de marihuana paranoica
y las armas de fuego no son una combinación que provoque relax, así
que decidí no alargar en exceso mi estancia con aquellos colgados.
Me dirigí a Fernando.
-Bueno tronco, ¿me das lo mío?
He quedado, tengo que hacer unas cosillas -mentí.
-Sí claro. Johnny, deja de hacer
el tonto con la pipa, guarda eso y acércame la tanita.
Fernando cogió un tarro de
cristal repleto de marihuana y pesó una pequeñísima parte que
metió en una bolsita de plástico y me tendió.
-Guay, ¿y lo otro? -dije.
-Verás, tenemos que hablar de
eso, ya no voy a tener más.
-No jodas.
-Si tío, tuve un problema con el
último cargamento, se me fue la pinza y acabé en el hospital, paso
ya de esa mierda, no quiero ni verla, cuanto más lejos mejor.
-Joder, vaya putada, o sea, te
entiendo, ya sabes que yo también tuve problemillas con la zarpa,
pero me jodes, pasado mañana es el festi.
-Ya, lo siento, pero tú me
entiendes, ¿verdad? Estoy jodido, no puedo tener cosas de esas cerca
porque acabo cayendo y cuando empiezo no puedo parar, a partir de
ahora ya solo voy a tener maría, nada de coca, ni de speed, ni de M.
-Te entiendo. Y te apoyo. Hay que
tener mucho cuidado con esta mierda, te descuidas un poco y ya te
tiene atrapado por las pelotas, a mi me costó salir, pero...
¡cabrón! Me podías haber avisado para buscar por otro lado.
-Bueno, bueno, relájate tío. A
ver, ¿cuanto querías?
-Un pollo de M.
-El Johnny te lo consigue ¿verdad?
-Claro tío, así pillo un par
para mi -Contestó Johnny, despreocupado, ya sin el arma en las
manos.
“Perfecto, voy a poner mi
diversión tóxica en manos de un nazi suicida y demente. Me siento
mucho más tranquilo ahora”. Pensé, no obstante dije: -Claro, sin
problema, me fío de Johnny. Ahora si me disculpáis tengo que
ultimar los detalles.
-Vale tronco. Nos vemos.
Salí de allí en un estado de
tensión, no solo por lo del arma, me preocupaba especialmente no
tener las drogas en el bolsillo. No hay nada que me ponga más
nervioso que acudir a un gran festival de música sin un mínimo
cargamento de drogas. Ya me pasó el año anterior y estuve tenso y
de mal humor durante todo el viaje de ida, luego, evidentemente, una
vez allí empezaron a caer las sustancias del cielo, al fin y al cabo
vas a un festival de metal con otros 80,000 colgados. Pero saber eso
no me tranquilizaba en ese momento, me gusta tener ese aspecto bajo
control e ir con mi cargamento previamente, luego, una vez allí, que
sea lo que dios quiera. Respeto a la gente que acude a estos eventos
sobrios, seguramente recuerden más detalles con posteridad,
sobre todo los fallos, detalles de producción, de sonido, de
organización, pero en mi caso se trata de desconectar, de
transportarme mediante varios vehículos, no solo el musical. Si
quiero no perder detalle de las actuaciones lo mejor que puedo hacer
es comprarme el DVD, yo prefiero ir de otro rollo, ver más allá de
lo evidente con los ojos entornados, llorosos y soñadores. El caso
es que para mi ir sin drogas era prácticamente como ir sin la
entrada.
“¡Mierda! Siempre igual, como
el año pasado. Lo sabía, ¡lo sabía! Voy a ir con los putos
bolsillos vacíos ¿Por qué cojones no aprenderé? ¿Por qué
siempre lo dejo para el puto último día? ¡Maldita sea!” Me
mortificaba de esta forma mientras recorría las calles cavilando,
entonces mi teléfono comenzó a vibrar, miré la pantalla. Era La
Rata. La Rata es un colega que tenía pensado acompañarme al
festival, le llamábamos así por un personaje de videojuego que
siempre elegía. Sabía lo que iba a decirme y no era el momento en
mi estado de tensión, no obstante descolgué.
-Hey Rata, ¿qué tal?
-Mal, muy mal, ya estoy histérico,
¿has conseguido una tienda de campaña?
-No, no he visto a mi vecino.
-¡No jodas! Joder, que yo me piro
en cinco horas, ¿dónde voy a dormir?
-No sé, ahora lo llamo otra vez, pero no
sé si está currando o no. Dependemos de la suerte, esto nos pasa
por dejarlo todo para última hora.
-¡Te dije que se la pidieras la
semana pasada!
-Ya, pero también me dijiste que
te la iba a dejar el Adrián.
-Pero te dije que se la pidieras
de todas formas porque el Adrián no es de fiar, de hecho llevo
llamándole todo el día y lo tiene apagado. ¡Joder! Encima que me
voy antes para coger sitio me va a tocar dormir a la intemperie.
-Tranquilo, todo se solucionará
de una forma u otra.
-¡Joder, parece que te la suda!
-No me la suda, pero, ¿qué
quieres que te diga? Ahora mismo yo también estoy liado, he tenido
problemas para pillar y estoy de los nervios, te dije que comprásemos
una joder, por siete pavos cada uno nos habríamos dejado de
historias.
-No tengo siete pavos para una
tienda de campaña, soy pobre.
-Seguro que te has dejado más
este finde en cerveza.
-Esa no es la cuestión, lo que
pasa es que pasas de moverte.
-¿Que paso de moverme? ¡Joder!
También es mi problema tío, yo también tengo que dormir ahí.
-Pues no veo que te afecte
demasiado.
-Mira Rata, me estás poniendo de
los nervios y bastante tengo ya.
-¡Yo también estoy de los
nervios!
-Mira, ¡que te den por culo!
¡déjame en paz!
-Bravo, muy bien, estupendo, yo
flipo contigo...
Le colgué el teléfono. Estaba
harto. Todo a última hora. Todo mal. Sin tienda de campaña para
acampar. Sin drogas recreativas. El tiempo corría, yo estaba cada
vez más tenso y cabreado y se me estaban quitando las ganas de ir a
ninguna parte. ¡A la mierda Metallica! ¡A la mierda La Rata! ¡A la
mierda las drogas! Debería quedarme en casa, amargado, bebiendo
cerveza, quizá escribiendo algún poema... Sí, eso es lo que debería
hacer. ¡A la mierda todo!
VIERNES 25 DE MAYO. GETAFE. DÍA
1. TEMPERATURA 30,8.
BANDAS DESTACADAS: CORROSION OF
CONFORMITY, SONATA ARTICA, LIMP BIZKIT, KYUSS LIVES!, THE OFFSPRING,
PARADISE LOST, SOUNDGARDEN, MACHINE HEAD.
Pero el caso es que dos días
después estaba en Getafe, a las puertas del festival. Al final
Johnny me trajo el pollo de M y no solo conseguimos una tienda de
campaña sino dos. Siempre igual, gastando odio de forma gratuita,
estresados de forma gratuita, desperdiciando estados de ánimo. En
este tipo de cosas al final todo acaba saliendo bien de una forma u
otra. El ser humano vive así, en un estado de completa tensión
innecesaria, y no debería. Todo es sencillo, todo sigue una senda
que simplemente hay que recorrer con atención. A veces parece que
todo se va a derrumbar pero si es algo deseado y merecido de forma
auténtica acaba saliendo, no como lo planeaste, por supuesto, pero
acaba saliendo.
El viaje en autobús fue tranquilo
hasta llegar a Madrid, una vez allí nos arropó un terrible atasco,
de la misma forma en que te arropa la lluvia al llegar a Galicia,
pero con mucho menos romanticismo.
Madrid. La gran urbe en la que
había vivido tantos años. Como alguien que no recuerdo dijo una
vez: “Madrid es el paraíso, si consigues soportarlo”. Yo al
final no lo soporté más. Hacía mucho que no volvía y me sentía
ligeramente emocionado con mi reencuentro con la ciudad, no obstante
tras una hora de atasco y luego, al bajar del autobús, la compañía
de las mareas humanas, el transporte bajo tierra, la peste propia de
la aglomeración, la polución, el calor del asfalto y el hedor a
estrés, industria, depresión y culo me recordaron la razón por la
que me marché y por la que no tenía ningunas ganas de regresar.
Cuando llegué al recinto, situado
en el sur de Madrid, a las afueras de Getafe, ya se respiraba el
ambiente propio del acontecimiento. Cientos de personas ilusionadas,
luciendo las camisetas de sus grupos favoritos, cargando con pesadas
mochilas, tiendas de campaña, carritos de la compra llenos de
alcohol, olor a porro en el ambiente... El clima acompañaba, quizás
demasiado caluroso, pero en estos casos mejor calor que lluvia. Había
que recorrer unos cuantos metros hasta la entrada de la zona de
acampada, y lo hacíamos en satánica procesión. En este camino, a
las afueras del recinto, se situaban los puestos de venta
clandestinos, regentados en su mayoría por sudamericanos, que
ofrecían camisetas no oficiales, pulseras y demás parafernalia.
También, por supuesto, bebida a “precios populares”, es decir,
“solo” cuatro veces más caro de lo que costaban realmente en
cualquier supermercado, pero aún así más asequibles que en el
recinto oficial.
Ya en la zona de acampada no me
costó localizar a los colegas. La zona de acampada, al contrario que
otros años, era una gran explanada sin ni siquiera un triste árbol
con el que refugiarse de la crueldad del astro rey, lo bueno es que
estaba más cerca del recinto de conciertos que otros años.
Por suerte los colegas habían
cogido buen sitio, cerca de la entrada, así que arrojé la mochila
en la tienda y después de los inevitables intercambios de
emocionados saludos y abrazos me encaminé con Emilio, uno de mis
fieles escuderos, a cambiar la entrada por la pulsera que te daba
acceso al recinto de conciertos. Nos llevó un buen rato hacerlo.
Aquí fue donde tuvimos el primer encontronazo con los fallos de
organización. Había que canjear la entrada por una pulsera en unos
puestos habilitados para tal labor y tras ponernos la pulsera nos
indicaron que había que salir por el lado opuesto al que habíamos
entrado, el problema es que una vez allí ¡no había ningún tipo de
salida! Volvimos sobre nuestros pasos.
-¿Dónde vais? -nos dijo un tipo
de seguridad.
-A salir de aquí.
-Por aquí no es, esta es la
entrada, la salida está al otro lado.
-Allí no hay nada.
-La salida es por allí
-sentenció.
Volvimos otra vez sobre nuestros
pasos, quizás se nos había pasado la puerta en cuestión. Pero al
hallarnos de nuevo en el lugar indicado vimos que no, no había
ninguna puerta, ningún tipo de salida, nada, solo una valla tapada
con una lona. La gente se arremolinaba confusa en torno nuestro.
Pregunté a un tipo.
-¿La salida es por aquí?
-Eso me han dicho.
-¡Pero aquí no hay nada!
-Ya.
-¿Entonces?
-Yo que sé.
Volvimos, otra vez, sobre nuestros
pasos hasta el tipo de seguridad de la entrada.
-La salida no es por aquí, esto
es la entrada.
-Ya nos lo has dicho antes, pero
es que allí no hay ninguna salida.
-Pues por aquí no se puede salir.
La situación era absurda y
surrealista, la gente a nuestro alrededor se impacientaba y cabreaba,
comenzamos a increpar al segurata.
-¿Os creéis que somos ovejas o
qué?
-No puedo dejaros pasar, tengo
instrucciones precisas, esto es la entrada, la salida está al otro
lado.
-¡Pero al otro lado no hay
ninguna puerta!
-¡A la mierda, me estoy rayando!
-dijo Emilio mientras saltaba una pequeña valla. Le seguí y el
resto de gente detrás, el segurata no intento detenernos, habría
sido inútil, y por fin conseguimos salir de aquella trampa mortal.
Mientras tanto, en el recinto de
conciertos éstos ya habían dado comienzo, el festival se abría a
las 17:20 con el grupo Six Hour
Sundown, la nueva banda de la guapa Lauren Harris, hija del
bajista de Iron Maiden, y
aunque no habría estado de más verla contonearse Emilio y yo
todavía teníamos que ir a realizar la compra básica de
supervivencia al supermercado. Este se encontraba a unos 30 minutos
andando, una distancia razonable. Mi situación económica es
paupérrima, ni siquiera habría podido ir al festival si no fuera
porque mi chica (bendita sea) me regaló la entrada así que tenía
que controlar mucho los gastos, por ello en el supermercado solo
compré lo necesario e imprescindible para sobrevivir un par de días,
esto es: una botella de ron y 35 latas de cerveza, nada de alimento.
Tras una pequeña espera debida a
que una amiga había sufrido un golpe de calor, espera que Emilio y
yo amenizamos fumando porros bajo el sol de forma temeraria, volvimos a la zona de
acampada y allí, tranquilamente, comenzamos el ritual de
emborracharnos.
Alegres, despreocupados, rodeados
de gente, con dos jornadas de conciertos y fiesta por delante las
cervezas y las risas empezaron a caer, luego las copas, y, tras
sopesar pros y contras con Emilio durante, aproximadamente, minuto y
medio, también nos decidimos por empezar a darle a la droga.
Mientras tanto me perdía a Corrosion
of Conformity en el escenario grande.
A las 19:00 La Rata comenzó a
impacientarse ya que veinte minutos después estaba prevista la
actuación de Sonata Artica.
Es un grupo que en disco ya me parece mediocre y la única vez que
los había visto en directo mi opinión de ellos solo empeoró, así
que preferí quedarme de risas entre las tiendas de campaña tomando
cervezas y chupándome el dedo impregnado de M.
Un grupo que sí tenía ganas de
ver era Limp Bizkit. Esta banda me gustó mucho cuando tuvieron su
gran momento, allá por 1999. Recuerdo fliparlo (como el resto de chavales aquel año) con su segundo disco
Significant Other. No obstante nunca llegué a verles en ese
momento. Desde entonces muchas cosas han cambiado y si bien mi
predisposición ahora era más de curiosidad que otra cosa sí que
tenía ilusión por ver de una vez por todas a su guitarrista, Wes
Borland, al que considero uno de los guitarristas más capaces y
originales del llamado numetal. No solo posee una técnica
superior a la media de los guitarristas de este estilo sino que
también posee un agudo sentido del espectáculo y el humor y suele salir a
escena con estrafalarios disfraces. El problema es que nadie de mi
grupo de amistades tenía ganas de verlos. Por suerte encontré la
figura del cómplice en una chica de la pandilla y allá nos fuimos a
disfrutar de la actuación. Tras el inevitable paseo desde la zona de
acampada y el paso de los controles pertinentes accedí por primera
vez al área de conciertos propiamente dicha, ésta estaba situada en un complejo
militar asfaltado, lo que solucionaba los problemas de polvo y barro
de los que tanto se ha quejado la gente en las anteriores ediciones
del Sonisphere.
El recinto, de forma rectangular,
albergaba en un extremo el escenario principal con otro más pequeño
en el otro extremo y una carpa en la parte central, diversas barras
de comida y bebida y en la parte más alejada los puestos de
merchandising. Nos apresuramos ya que Limp
Bizkit ya estaban saliendo a escena. La gente los acogía con
una actitud ligeramente fría ya que no era uno de los grupos más
esperados del festival precisamente así que no nos costó demasiado
abrirnos paso hasta las primeras filas, allí nos encontramos con lo
que, a mi modo de ver, era uno de los grandes puntos negros de este
festival: el black circle. El black circle es una
novedad de esta edición y la primera vez que he visto algo así en
un festival de música, y llevo varios a mis espaldas, una zona
reservada y delimitada por vallas en frente del escenario para gente
que había comprado entradas más caras que las entradas normales.
Eso garantiza, a quién pueda pagarlo, un sitio preferente en primera
fila sin molestias ni esperas. Una auténtica segregación entre
ricos y pobres propiamente dicha.
Lo malo es que la mayor parte de
la gente que había pagado por el black circle lo había hecho
con la intención de no perderse detalle de las actuaciones de los
cabezas de cartel, Metallica
y Soundgarden, y en la
mayoría del resto de actuaciones todo ese espacio se veía bastante
vacío dando una sensación de ridículo bochornoso y bastante triste
ya que los pobres y desheredados como yo se veían obligados a
agolparse muchos metros atrás. Se vio en la cara y actitud de las
bandas bastante disconformidad con esta política clasista, por no
mencionar el cabreo del público en general.
Los Limp
Bizkit arrancaron con Break stuff, Hot
dog y My generation, poniendo a sus fans a
saltar como locos, aunque la manía de su líder Fred
Durst de soltar interminables parrafadas entre temas hizo que
el ritmo del concierto fuese terriblemente irregular. El sonido
tampoco fue bueno del todo. Por lo visto era el primer concierto sin
su dj, pero yo ni me enteré de esto, mi vista estaba fija en Wes,
que estuvo impecable. Su disfraz no fue de los más afortunados que
le he visto, no obstante daba el toque de personalidad propio. Mucha
gente tiene opiniones encontradas al respecto de este tipo de
recursos escénicos, yo soy fan de ellos, está claro que lo
importante es la música, pero cosas de este tipo en directo te hacen
disfrutar enormemente, al menos a mi, y está claro que grupos como
Slipknot o Kiss
no habrían recibido tanta atención, al menos en sus inicios, sin
sus pintas estrafalarias.
El M
pegaba fuerte en mi cerebro. Muy fuerte. No recuerdo que cantidad me
había metido, pero la cosa pegaba y estaba bastante puesto a estas
alturas así que disfruté de los clásicos de la banda saltando y
coreando como un perro drogado. Mi acompañante, aunque sobria,
también parecía estar disfrutando mucho de la actuación, que pasó
en un santiamén. Tras Take a look around y My way
sonó el tema que les puso en el punto de mira cuando no eran nadie,
la versión del tema de George
Michael Faith. En este tema pidieron que las chicas se
subieran con ellos al escenario, algunas lo hicieron, una
incluso se despojó del sujetador con la consecuente algarabía del
personal. A pesar de mi insistencia no conseguí que mi compañera de
concierto se subiera al escenario. Seguramente habría disfrutado,
pero supongo que le pudo la vergüenza, no obstante se lo estaba
pasando pipa, hasta que llegó el momento fatídico. De repente se
giró y me miró con cara de preocupación.
-¡Me han robado la cartera!
-dijo.
-Venga ya.
-Que sí, que sí ¡Me han robado
la cartera!
-Mírate bien, seguro que la
tienes por ahí.
-Que no. Estaba en el bolso, tengo
el bolso abierto, alguien me la ha robado.
-¿Estás segura?
-Sí joder, yo estoy sobria, la
tenía aquí, ya no está.
-Oh, mierda.
Nos pusimos a buscarla por el
suelo mientras sonaba el último tema de los Bizkit,
Rollin'. No tuvimos éxito, y este hecho empaño bastante la
actuación ya que la alegría se transformó en rabia, el ambiente se
oscureció y mi tremendo pedo festivo se precipitó hacia la
paranoia. Me sentía en parte culpable por lo ocurrido ya que en la
euforia de mi cogorza fui yo el que insistió en estar lo más cerca
posible del escenario, donde la juerga era mayor pero también era
mayor el anonimato para un carterista y más sencillo su trabajo ante
el tumulto y los empujones. Vi varias carteras desaparecer a mi
alrededor durante el festival, sobre todo durante el concierto de
Metallica, por lo visto algún
hijoputa hizo el Agosto. En fin. Espero y confío que el karma se lo
devuelva tarde o temprano.
Tras la actuación de Limp
Bizkit todo es un poco confuso, yo ya estaba volando sin alas
a causa de las sustancias ingeridas y me perdí entre la multitud.
Acabé juntándome con un par de tipos de las Islas Canarias,
bastante majos ellos, de los que ya no me separé en toda la velada.
Estuvieron invitándome a bebida cada dos por tres, algo de agradecer
ya que el precio en el interior del recinto era prohibitivo. Yo a cambio les invitaba a M. Nunca
lo habían probado y acabaron los dos bastante perjudicados,
perjudicados y contentos, todo sea dicho.
No recuerdo haber visto a Kyuss
lives! Pero sí vi a The
Offspring.
The
Offspring es un grupo que nunca me ha gustado, pero aún así
es imposible no conocer muchos de sus clásicos como Americana,
Pretty fly, The kids aren't allright
o Self steem, con la que cerraron el show. Su sonido fue bueno
dentro de lo que cabe y su actitud cercana, eso mezclado con el
alcohol, el M, y los nuevos amigos canarios convirtió aquello en una
auténtica fiesta.
Tras el desparrame que había sido
The Offspring, nos tomamos un
descanso durante Paradise Lost,
a los que vimos de lejos y de los cuales no recuerdo absolutamente
nada. Sí que recuerdo haber visto cómo los servicios sanitarios se
llevaban a un tío en camilla, pasaron a mi lado y el chico estaba
con los ojos completamente en blanco, parecía muerto ¿sobreviviría?
Espero que sí.
Otro de los problemas que se
vivieron en el Sonisphere fue
la imposibilidad de comunicarse por el móvil, no sé si debido a la
sobrecarga en la red o a que, al estar el recinto situado junto a una
base militar, había algún tipo de inhibidores. El caso es que
siempre que llamabas, drogado, paranoico, desesperado y demente, a
los colegas, era imposible dar con ellos, y si por acción de la
gracia divina conseguías señal, el ruido de la gente y los
conciertos transformaba la conversación en un absurdo total.
Estábamos sentados, los canarios
y yo, en una zona con césped, alejados de los escenarios,
disfrutando de nuestro pedo, flipándolo bastante, con los ojos
entornados y la mandíbula luchando contra sí misma.
-Joder, que suerte hemos tenido de
encontrarte, eres un tío genial, genial -no paraban de decir.
-Joder, gracias, vosotros también.
Mira, estaba solo y ahora estáis aquí, invitándome a beber, joder,
gracias.
-Nada nada, te lo mereces, eres
cojonudo.
-Vosotros sí que sois cojonudos,
joder, os estáis gastando una pasta, yo es que he venido arruinado,
la puta crisis.
-No te preocupes, nosotros
curramos, el dinero no es problema, tu nos estás dando mierda de esa
que, joder, yo no había estado tan a gusto en mi vida.
-Vaya, me alegro mucho tío
-abrazos varios.
-Vamos a por más bebida joder
-dijo uno de ellos.
-¿No habíamos ido ya? -repuse.
-¿A dónde?
-A por bebida.
-¿En serio?
-Claro, venimos de allí, esos
minis son nuestros.
-¡No jodas!
-Claro.
-Pues pásate un trago.
-Claro, espera, voy a echarle un
poquito de vitaminas.
El pedo del M, para quién no esté
familiarizado con la sustancia en cuestión, viene a ser como la
borrachera definitiva, sientes esa confusión y bienestar, pero el
bienestar se multiplica por mil haciendo que, por alguna razón, te
sientas terriblemente feliz con todo lo que te rodea y en comunión
con las gentes, la vida y el cosmos, por eso la necesitaba en un
sitio como aquel, todo era tan sencillo... premisas básicas:
diversión, pasión, y el conocimiento derivado de la pasión...
porque todo es conocimiento, es la premisa de la vida, la búsqueda
sin la que el ser humano nunca hallará la salida, es la clave, la
llave. El conocimiento... el conocimiento adquirido a través de las
experiencias, porque el conocimiento no solo se adquiere de la
enseñanza y el estudio, eso solo es una parte, importante también,
pero una parte, nada más... hay más tipos de conocimiento, uno
innombrable, intangible, innumerable, más allá de la conciencia,
que una vez adquirido se adhiere y te acompaña como una capa más de
piel, aunque no estés seguro de haberlo tratado, ya que es
intratable. Lo puedes sacar del arte, el arte verdadero, el que se
guía por la premisa y llega a ser lo que debe ser, conocimiento,
porque el arte ha de ser conocimiento, debe obligarte a viajar a
sitios que modifiquen tu experiencia... todo en la vida se basa en
buscar capas que vas añadiendo a tu ser... algunas te las dan, o te
obligan a cogerlas, la frustración, la pena, el sufrimiento... otras
tienes que cogerlas tú. Algo como estar aquí, drogado, con
desconocidos, compartiendo una noche, sintiendo, forzando los
sentidos para trascenderlos y darte cuenta de que no todo se enmarca
en los límites que creías, eso es una forma de conocimiento, una
más... otro arma... otro bastón... otro recurso... para encarar la
prueba... el momento definitivo...
Los festivales de la música que
me apasionan son diversión, desparrame, pero también momentos de
exploración. Intento tomarme las drogas y vivir el momento no solo
desde un punto de vista de diversión despreocupada sino también
desde un punto de vista de ritual chamánico. Esa es la gran
diferencia y el sentido responsable de la ingesta drogadicta. Por
supuesto también puedes caer en el mero vicio y la adicción, y yo
caigo infinidad de veces, no todo es tan sencillo, todo tiene sus
reversos. Un buen uso de las drogas es necesario para avanzar en las
vías del conocimiento. No quiero hacer una apología gratuita sobre
las drogas. Entiendo que otras personas adquieran las experiencias y
el conocimiento que me brindan las drogas por vías más sanas, tales
como el senderismo o el punto de cruz. Las drogas no son una broma,
son peligrosas cuando caes en el vicio, y es muy fácil caer en él.
No obstante y parafraseando al gran Hunter S. Thompson “no
recomiendo el uso de las drogas, el alcohol, la violencia y la
locura. Pero a mí me han funcionado”
Lo bueno del M, al menos para mí,
es que reducía considerablemente los momentos de angustia. Tenías
esas visiones de claridad pero te ahorrabas mucha paranoia. Había
momentos de angustia, claro, como cuando robaron la cartera a mi
amiga en Limp Bizkit, o
cuando vi al tipo medio muerto en la camilla, pero no todo resultaba
tan terrible como otras veces, con otras drogas. Recuerdo en el
Sonisphere de 2010, yo estaba hasta el culo de pastillas y me dio un
bajón terrible antes de Slayer,
las visiones fantasmagóricas se arremolinaban ante mí, las caras se
transformaban en amenazas. Angustia. Miedo. Debía huir. Y así lo
hice. Me encaminé yo solo hacia la zona de acampada, intentando
evitar las miradas de los depredadores, con el mundo girando
desbocado. Cuando casi había llegado a la salida de la zona de
conciertos vi a dos tipos que estaban entrando en ese momento. Eramos
la cara y la cruz. Yo: con bajón de drogas, tembloroso y asustado,
buscando la salida y el refugio. Ellos: dos tipos ilusionados
entrando en el recinto al fin, deseosos de buenos momentos y fiesta.
Atravesaron la puerta.
-Hey tío, ya estamos aquí, ¡ya
estamos aquí! -dijo uno de ellos.
-¡Ya estamos aquí! -dijo el
otro.
-¡¡¡YA ESTAMOS AQUÍ!!! -gritó
el primero mientras, de un salto, se subía en la espalda de su
compañero, eufórico, abrazándole por detrás. En ese momento les
falló el equilibrio y cayeron al suelo, delante mío. El tipo de
delante cayó de cara. Oí perfectamente el sonido de algo que se
rompía. Su compañero lo levantó rápidamente, al hacerlo pude ver
que su cara estaba cubierta de sangre, manaba de él como de una
fuente. Se había roto la nariz y un par de dientes, sangraba,
temblaba, lloraba, moqueaba, cubierto de incredulidad, dolor y
sangre. Su compañero, responsable de la caída de ambos, estaba
ileso, excepto por la terrible culpa, limpiaba a su compañero
mientras se deshacía en disculpas y era devorado por el
remordimiento. Todo se había torcido para ellos, todo había acabado
antes de empezar, en un instante. Y yo estaba viendo eso delante mío,
con bajón de pastillas, una de las visiones más horribles que he
sufrido. Esa cara deformada y ensangrentada, la terrible culpa, el
completo y drástico cambio de estado en tan solo un segundo, la
terrible fragilidad de todo. Todo ello se introdujo en mi psique
intoxicada, alimentó mi creciente paranoia y me degolló como una
terrible pesadilla. Eché a correr hacia la zona de acampada, me metí
en la tienda jadeando y me cerré por dentro. Buscaba manchas de
sangre en mi ropa en un estado de demencia paranoica. Finalmente me
acurruqué en posición fetal a temblar mientras el espacio de la
tienda cambiaba de forma y tamaño.
Y fuera estaban tocando
Slayer.
Por suerte esta vez con el M no
tuve momentos de tanta angustia como ese, el pedo discurría feliz y
despreocupado, con mis nuevos colegas los canarios.
-Oye tío -le dije a uno de ellos
-, ¿me dejas tu móvil para mandar un mensaje a mi chica? Es que
ando sin saldo.
-Claro que sí, y que sepas que si
algún día venís a Las Canarias tenéis alojamiento en mi casa, tú y tu chica, en serio.
-Gracias colega.
-Gracias a ti.
-No, gracias a ti.
Me dejó el móvil. Mandar un
mensaje con ese pedo en un teléfono táctil era una tarea hercúlea,
la visión estaba desviada y era como meter un dedo en un vaso con agua,
siempre acababa pulsando la tecla superior a la deseada, y borrar el
error era ya una tarea increíblemente compleja, alejada a años luz
de mis capacidades intelectuales y motoras.
Mientras me debatía con el
teléfono y perdía, de la masa de gente surgieron el Emilio y La
Rata como por arte de magia.
-¡Hostia Carlos tío!
-¡Joder!
-¡¡¡¡WAAAAAAAAAAA!!!
Nos abrazamos. Nos habíamos
encontrado en mitad de la gente sin siquiera buscarnos. Pude ver en
sus pupilas que también llevaban lo suyo. Les presenté a los
canarios y pusimos rumbo a Soundgarden,
que estaban a punto de comenzar.
Soundgarden
eran uno de los reclamos del festival, la banda grande del primer
día. No eran uno de mis grupos de cabecera, pero disfruté mucho en
su momento del disco Superunknown y Chris Cornell siempre ha
sido uno de mis cantantes favoritos así que los vimos, eso sí,
desde una distancia tranquila y prudencial. El sonido era muy malo,
pero lo peor fue la actitud de la banda, apáticos, poco
comunicativos, daba la impresión de ser un mero trámite. Son
profesionales y bordaron los temas, pero no había ni un atisbo de
pasión, no había alma, ni drogados hasta las cejas como estábamos
podíamos percibir esa comunicación. Estaban en la oficina haciendo
su trabajo, con ganas de fichar e irse a su casa con la paga. Fue un
concierto plano, gris, decepcionante. La actitud del grunge se
caracteriza por huir de la grandilocuencia de las estrellas del rock,
pero aquello se pasaba de autocomplaciente. No pretendo que Kim
Thayil se disfrace de prostituta extraterrestre como Wes Borland,
pero si estás ahí arriba y han venido miles de fans a verte has de
transmitir cierta fortaleza y pasión. Nada de eso se vivía ahí.
Sí, se disfrutó de los clásicos, yo personalmente canté el black
hole sun, pero poco tardamos en ir a las barras y ver
el concierto sin prestarle demasiada atención. El concierto encima,
para desgracia de su fans, fue bastante corto.
Otra decepción inesperada llegó
con Machine Head, era el
principal reclamo del primer día para mi y para la mayoría de mis
colegas. La gente estaba predispuesta, cantando y haciendo mosh.
Pero el sonido de la banda fue horrible y el setlist
muy poco acertado dejándose clásicos como Davidian en el
tintero. He visto unas cuantas veces a Machine
Head, y aunque para mi percepción existe la maldición de que
siempre que les he visto he llevado unas tajadas monumentales, y ésta
no era excepción, sí que me pareció una de las actuaciones más
flojas que había visto de ellos. La Rata, fan de la banda y algo más
cuerdo que yo en ese momento no pudo por más que ratificarlo (qué bien queda este verbo en este contexto).
Acabados los conciertos nos
dirigimos a la carpa, allí pinchaba Rafa Basa, que es un habitual de
todos los festivales de metal del país y del que no puedes esperar
otra cosa que bandas clásicas. Se pasó poniendo temas de Metallica
pero bueno, estábamos hasta arriba y todo daba igual, las
conversaciones, viajando sin rumbo a causa del M y el alcohol, ya no
tenían ningún hilo conductor posible. Miré al Emilio. Estaba
completamente volado.
-Pues vaya mierda Machine
Head, la verdad es que me esperaba más, ¿qué te han
parecido? -le pregunté.
-Sí, yo creo que dormiré en casa
de mi primo para estar descansado -me contestó sonriente.
-...
-¿No me has preguntado eso
verdad?
-No tío.
-Joder, perdona, es que, ya sabes,
no me entero, voy pedo, perdona anda.
-Déjalo, si yo estoy igual, te
entiendo.
-De puta madre tío.
-De puta madre.
Acabó amaneciendo, terrible
momento. Veías el estado de la gente a tu alrededor e intuías el
tuyo, el pedo era escandaloso y agotador y aún quedaba un segundo
día, que encima se presentaba mucho más exigente que el anterior.
Me arrastré como pude hasta la tienda y me tumbé. Todo daba
vueltas. Me entraron unas ganas horribles de mear, y aunque luché
con todas mis fuerzas por evitarlo tuve que incorporarme y salir de
la tienda. El sol saludaba chistoso, yo luchaba por apagarlo, pero
aún no había llegado tan lejos con mis poderes paranormales.
“Mear y volver a la tienda
cuanto antes. Es sencillo, hazlo, hazlo rápido, no mires a tu
alrededor”
Me alejé hasta el arbusto más
cercano y eché una larga y complaciente meada, me la sacudí y al
girarme: el horror, la angustia. ¿Cuál de todas esas hijas de puta
era mi tienda? Eran todas iguales, como una manada de amenazadoras
tortugas, ¿había ido en linea recta? ¿De qué color era la mía?
¿Verde? ¿Verde? ¿Verde como aquella? Me aproximé, abrí la
cremallera y metí la cabeza en su interior, vi una cara, no era yo,
tampoco era La Rata, no era nuestra tienda. Saqué la cabeza de su
interior, me incorporé, miré a mi alrededor... ¡Maldita sea, eran
todas iguales! No podía estar lejos, no podía estarlo, ¿sería
está? Metí la cabeza.
-¡Eh! ¡¿Qué cojones haces?!
-Lo siento, me he confundido.
-¡Gilipollas!
Dios mío no, ahora no, ¿por qué
ahora? Estaba tan terriblemente cansado... Sopesé la opción de
dormir ahí, en el suelo, en mitad de la manada de tiendas, pero
estaría demasiado al descubierto, desprotegido contra las agresiones
de todo tipo, a merced de los depredadores. Continué buscando. Metí
la cabeza en otro par de extrañas dimensiones paralelas antes de dar
con la mía. Mi tienda al fin. Tras lo que parecía haber sido una
terrible eternidad la encontré, justo a tiempo para evitar el
suicidio o la masacre de inocentes. Nunca me alegré tanto de ver
aquella mochila, faltó poco para que me echase a llorar. Me tumbé y
cerré los ojos, había acabado el primer día del Sonisphere. Había
sobrevivido.
SÁBADO 26. GETAFE. DÍA 2.
TEMPERATURA 25.0
BANDAS DESTACADAS: MASTODON,
CHILDREN OF BODOM, WITHIN TEMPTATION, GHOST, SLAYER, METALLICA,
GOJIRA, FEAR FACTORY, CLUTCH.
No
pude dormir mucho a causa del calor. Sin sombra, de día, metido en
una tienda de campaña de plástico, la sensación era cercana a la
de estar metido en un microondas. Medité un rato mientras las
espesas gotas de sudor recorrían mi frente. Sabía que había un
festival ahí fuera, oía voces y risas, pero no estaba seguro de
estar en condiciones de enfrentarme a él, aún no, me faltaba
descanso. Intenté volver a dormirme. Sin éxito. Finalmente respiré
hondo y salí al exterior. La Rata ya estaba despierto.
-Hey tío,
buenos días, ¿qué tal? -me preguntó.
-Joder...
Mal. Creo que todavía estoy pedo, no he dormido nada.
-Yo tampoco.
-¿Qué hay
de desayunar?
-Tabaco.
-Maldita sea,
esto es una pesadilla.
Me senté a
su lado debajo de un toldo que alguien había traído y que daba un
poco de tregua frente al molesto sol imperante en el cielo y me
dispuse a tomar un energético y nutritivo desayuno consistente en
cerveza caliente marca Skol,
tabaco y un sándwich de cinta de lomo que llevaba desde el día
anterior en la mochila y que había perdido por completo su forma
cuadrangular. Sorbí la cerveza y roí el sándwich, este último fue
todo el alimento sólido que ingerí durante la totalidad del
festival.
Estaba
resacoso y cansado, apático. Me recluí en mi pequeña parcela de
realidad viendo el comportamiento de la gente sin participar
activamente en el devenir del mundo, en un estado de completa
intrascendencia, mientras los minutos resbalaban por el borde de mi
lata de cerveza Skol a la que solo le faltaban los fideos para ser
una sopa de cocido.
En uno de
esos momentos apareció un tipo, estaba desnudo, tapando a duras
penas sus partes con una pequeña toalla de baño. Se refugió del
sol bajo nuestro toldo. Me pregunté si alguien lo conocía, estaba
visiblemente confuso. Uno del grupo se dirigió a él.
-Hey tío,
¿qué tal?
-Mal, muy
mal, he perdido mi tienda, ¿os importa que me quede aquí un
momento?
-Claro que
no, ¿qué te ha pasado?
-Nada, he ido
a ducharme para que se me pasase un poco el pedo y he salido de la
ducha mucho peor, ahora estoy aquí, medio en pelotas, y no tengo la
más ligera idea de dónde está mi tienda.
-Vaya, qué
putada.
-Joder, si lo
sé no me ducho, ha sido peor.
-Pero bueno,
¿sabes más o menos en que zona estás?
-Joder, creía
que sí, pero esto es todo igual.
-¿De qué
color era tu tienda?
-No tengo ni
idea.
-¿Algún
punto de referencia?
-Estaba cerca
de otra tienda que tenía una bandera pirata.
Miramos a
nuestro alrededor. Desde nuestra posición veíamos ondear al menos
una docena de banderas piratas en otras tantas tiendas de campaña.
-Estás
jodido tío -Sentenció alguien.
-Mierda,
llevo una hora dando vueltas, esto es una puta mierda, y con todo el
zumbido. ¿Tenéis un cigarro?
-Claro, ten
-El tipo se lo encendió y meditó durante un par de minutos.
-En fin,
seguiré con mi búsqueda -dijo resignado.
-Suerte
tronco.
-Gracias.
Lo vi
alejarse entre la multitud, de vez en cuando se paraba y miraba a su
alrededor completamente perdido. Pobrecillo, sabía exactamente la
angustia que estaba sintiendo, la misma paranoia que se había
instalado en mí la noche antes y que por lo visto había continuado
saltando de persona en persona desde entonces. Opté por empezar a
drogarme nuevamente.
El concierto
de Mastodon estaba programado
para las 18:20. Conseguí contactar con un viejo amigo de Madrid,
Ernesto.
Ernesto ha
sido un gran amigo durante varios años, un auténtico compañero en
la lucha, hemos pasado por mil cosas juntos y nuestra relación es de
aprecio y respeto total. Un suceso imprescindible para que tengamos
la relación que tenemos es el hecho de que Ernesto era también el
guitarrista rítmico en la que fue mi última banda, Fine.
Algunos de los mejores recuerdos que conservo son de los ensayos de
Fine. Estábamos todo el día
metidos en el local de ensayo, poniéndonos pedo y componiendo sin
parar. Yo estaba convencido de que llegaríamos a algo, completamente
convencido. Teníamos calidad, mucha calidad. Nuestros temas eran muy
buenos. También teníamos personalidad, y ganas. Por desgracia nos
dimos por vencidos. Perdimos a nuestro batería y no llegamos a
encontrar un sustituto, también surgieron tensiones entre el bajista
y el resto de nosotros, todo ello alimentado por la ingesta incesante
de drogas y el estado paranoico subsiguiente hizo que en un momento
de tremenda tensión mandásemos a la mierda todo el proyecto.
Llevo desde
entonces torturándome por esa decisión fatal. Perdí el tren, dejé
pasar la oportunidad más clara de que mi sueño de formar una banda
importante se hiciese realidad.
No hay que
dejarse vencer ante la adversidad, nunca jamás, la gloria solo se
cosecha con constancia y sacrificio, esta vida de mierda nunca te
dejará conseguir nada por la vía fácil, hay multitud de cosas que
saldrán mal en tu viaje, pero tienes que aguantar si verdaderamente
crees en lo que estás haciendo, seguir adelante, navegando
incansable contra la tormenta hasta que esta se calme y te deposite
en la isla más cercana. Nosotros nos dejamos vencer y abandonamos el
barco al verlo zozobrar y perdimos nuestra oportunidad. No tengo
ninguna duda de que si hubiésemos seguido unidos quizás en este
momento estaríamos disfrutando del festival desde el otro extremo
del escenario. Pero nos rendimos. Abandonamos. Y tendré que cargar
con eso por siempre y aguantar el dolor de la cicatriz de Fine
hasta el fin de los tiempos. El recordatorio de que no fui capaz de
seguir hasta el final y luchar por aquello en lo que creía.
Una de las
mayores influencias que teníamos en Fine
eran Mastodon, uno de los
grupos más interesantes del metal actual. Han tenido una carrera
impecable, superándose en cada disco sin hacer concesiones a modas
ni edulcorando su complejo sonido, un grupo auténtico, con fe en sí
mismos, que han sido constantes y poco a poco pero con paso firme han
conseguido situarse a la vanguardia del género. Venían presentando
The Hunter, su última obra, un disco más accesible
por el que algunos los han acusado de intentar comercializarse, nada
más lejos de la realidad en mi opinión. Si bien el disco es más
ligero que los anteriores eso solo responde a un afán de exploración
y a una enorme capacidad de reinvención por parte del grupo. Los
temas son más cortos y directos, pero siguen teniendo el sabor
propio de los de Atlanta.
Simplemente están explorando nuevas vías, el paso más lógico tras
su anterior disco, Crack the skye, más denso y
conceptual. Por hacer un símil con el cabeza de cartel The
Hunter sería a Mastodon
lo que el Black Album para Metallica.
Ernesto y yo
estuvimos dándole bien al M antes de la actuación, era uno de
nuestros grupos más esperados y queríamos recibirles en el estado
tóxico idóneo.
Ya metidos en
el concierto decir que este fue impecable pero con algunos fallos. El
sonido fue bueno pero no brillante. Además Mastodon
nunca han sabido mantener en directo el nivel que muestran en
estudio, sobre todo en el apartado vocal, y si bien han mejorado con
los años sigue siendo su talón de Aquiles en directo. Tampoco es
que sean la banda más comunicativa con el público del mundo y se
limitan a tocar los temas uno tras otro sin descanso, les falta un
poco de personalidad en ese aspecto. La hora programada tampoco les
hizo ninguna justicia. Mastodon
son ya una banda lo suficientemente grande y respetada para ocupar un
lugar mejor en el horario y esa hora, con el sol, el calor y un
público todavía despertándose resacoso no hizo que su actuación
levantara demasiadas pasiones, aunque para la hora que era
consiguieron congregar a bastante gente ante el escenario principal.
Venían a presentar su nuevo disco y lo hicieron con dos cojones y a
lo grande ya que lo tocaron casi íntegro, dejándose solo dos temas
que cambiaron por un par de clásicos, Crystal Skull y
el obligado Blood & Thunder para acabar su
actuación. Quizás alguien que los viese por primera vez hubiese
preferido otro setlist
enfocado más a hacer un recorrido por todos sus discos pero yo,
personalmente, disfruté como un enano con los temazos de The
Hunter, especialmente el que da nombre al disco y otras obras
de arte como Black Tongue, con el que abrieron, o esa
montaña rusa que son Blasteroid y Octopus has
no friends por nombrar un par. Un gran golpe de
confianza para con su reciente disco y una gozada para los fans que
ya les hemos visto unas cuantas veces. Una de las actuaciones más
grandes del festival a la que solamente le faltó un mejor sonido y
un horario más acorde para ser perfecta. Ernesto y yo, con un pedo
notable, disfrutamos muchísimo de su actuación, a pesar de que
estoy seguro de que él, igual que yo, tenía la sombra de la culpa
por el abandono de Fine
revoloteando sobre su cabeza. Una lástima. Pero nosotros así lo
quisimos, para bien o para mal (me da que para mal).
Tras en
concierto me sentía agotado y bastante pedo. Me tumbé, derrotado,
en el suelo. Ernesto había quedado con unos amigos y me pidió que
le esperase donde estaba. Antes de marcharse me pidió otro tiento de
M para amenizar el viaje, se lo di y le esperé tumbado. No volví a
verle. Me habría encantado ver Metallica
con él, pero el destino no lo quiso, espero que lo disfrutara y le
deseo lo mejor con su nuevo proyecto musical, pero tanto él como yo
sabemos que jugamos mal nuestras cartas con Fine.
La cagamos. ¿Verdad hermano? Bueno, siempre nos quedarán los
Mastodon.
Me tiré un
buen rato tumbado en la hierba mirando al cielo, disfrutando de mi
pedo. Tenía un tiempo de descanso durante los conciertos de Children
of Bodom y Within Temptation ya que no tenía intención de
ver a ninguno de los dos. Children
nunca me han gustado mucho y encima la única vez que los vi
me pareció que en directo dejaban mucho que desear. Within
Temptation tampoco me van, pero, por contra, la única vez que
los vi me sorprendieron gratamente, no obstante me los perdí a los
dos esta vez. Fui a dar un paseo por los puestos de merchandising.
Había todo lo que se puede esperar, camisetas oficiales de todos los
grupos, todo tipo de complementos, discos, posters, etc, etc... Todo
a precios prohibitivos. Compré unos colgantes de recuerdo para mi
chica, para el Emilio y para la Rata y me alejé hacia la tienda de
campaña para beber un poco y drogarme más.
Emilio no
había acampado la primera noche ya que se había ido a dormir a casa
de su primo y ambos llegaron justo a tiempo para irnos al escenario 2
a ver a Ghost.
No conocía
de nada a Ghost, pero cuando
se anunció que tocaban en el festival me hice con su único disco
Opus Eponymous para ver qué rollo llevaban. Lo que
escuché me sorprendió gratamente, un metal de la vieja escuela con
influencias de Black Sabbath y King
Diamond realizado con un gusto inusual, temas sencillos y
directos que entran a la primera y una producción con sabor añejo.
Escuché bastante el disco y me entraron muchas ganas de verlos en
directo así que era una de las bandas que no me quería perder bajo
ningún concepto, a pesar de ello me costó un poco poner a la gente
en movimiento y llegamos cuando el concierto ya había comenzado así
que muy a mi pesar me perdí un par de temas. Ghost
disfrutaron de uno de los mejores sonidos del festival, todo sonaba
exactamente igual que en el disco y la ejecución fue impecable. Son
una banda que también han tirado de una imagen peculiar para crear
misterio y expectación. Su cantante y frontman
responde al nombre de Papa Emeritus
y el resto de la banda comparten el apelativo de Nameless
Ghouls, salen ataviados con una parafernalia de influencia
religiosa como si fuesen una especie de monjes satánicos y enfocando
el directo como si de una misa oscura se tratase. Es una banda que se
considera satánica y todas las letras de sus canciones tratan sobre
temas ocultistas, pero de una forma muy inocente, incluso infantil,
lo que hace adivinar que todo es una mera pose para crear algo de
polémica e intentar destacar un poco dentro de la incesante marea de
nuevos grupos que te abordan constantemente. Dicho de otro modo, son
una banda inteligente que han sabido cuidarse un trasfondo que
acompañe a su música para sobresalir entre la masa, y vistos los
resultados la jugada les está saliendo redonda ya que pese a ser un
grupo nuevo y semidesconocido ya se están creando una solida base de
fans entre los que me incluyo.
Pero toda esa
meditada imagen e iconografía sería inútil si no dieran la talla
en directo. Como ya he dicho me gusta que un grupo se curre una
imagen y una filosofía propias que les confiera una identidad pero
si la música no está a la altura no hay nada que hacer. Por suerte
los Ghost no son solo
disfraces y letras sobre Satán y el 666. En su único disco todos
los temas rayan un gran nivel compositivo, con un gusto exquisito,
sin hacer vacíos alardes de virtuosismo innecesario, con un buen
sentido de la melodía y el ritmo y combinando partes descaradamente
comerciales con otras más oscuras y progresivas sin que ninguna se
superponga sobre la otra. Tocaron íntegramente su único disco
variando el orden de las canciones y dieron un show contundente sin
ningún tipo de fallo. Y es que es imposible no disfrutar en directo
de temas como Con clavi con dio,
Elizabeth o Ritual que tienen todo para acabar siendo
auténticos clásicos. Papa Emeritus
derrocha carisma por los cuatro costados y la banda es un combo de
músicos experimentados que funcionan como un reloj de precisión.
Personalmente me emocioné bastante con su tema instrumental Genesis,
uno de mis preferidos, que gracias también a la cogorza que llevaba
encima, todo sea dicho, me transportó a su particular universo de
brujas y poderes ocultos como cuando de pequeño me quedaba embobado
viendo viejas películas de monstruos de serie B y cómics de terror
en blanco y negro tipo historias de la cripta.
Una auténtica
gozaba de banda que estoy convencido darán bastante que hablar en el
futuro si mantienen el nivel mostrado en su primer disco y no la
cagan. No quiero ni pensar lo que podrán dar de sí sus conciertos
cuando adquieran más popularidad y puedan permitirse montajes más
complejos. Uno de los mejores conciertos del festival que estoy
seguro que sorprendió a más de un despistado. Ojito con los Ghost.
Y sin
descanso nos fuimos corriendo al escenario principal justo a tiempo
para ver salir a Slayer. Aquí
la cosa ya se estaba poniendo seria con una aglomeración de gente
bastante importante, la gente ya estaba cogiendo sitio para Metallica
y avanzar posiciones era una tarea bastante complicada, no obstante
un tipo experimentado en festivales ha de conocer todas las técnicas
de avance. Estábamos bastante lejos del escenario y parecía que
avanzar iba a ser complicado, me giré hacia mi escuadrón, que en
ese momento estaba formado por Emilio, su primo y un colega alemán
fanático de Metallica que
había conocido ese día, repartí un poco de M para todos y les
trasmití el protocolo a seguir.
-Bien
chavales, estamos a tomar por culo, no sé vosotros pero yo para verlo
desde aquí me quedo en casa y me compro el DVD. Nuestro objetivo es
claro: llegar lo más cerca posible del escenario. ¿Estáis de
acuerdo? -Ebrio asentimiento general -Bien. Para conseguir nuestro
objetivo disponemos de un abanico de técnicas. De momento vamos a
emplear la TÉCNICA DEL REPTIL. Esto es, poco a poco, como alimañas,
vamos a ir avanzando por lo huecos. La actitud de la gente será
hostil, pero no os amedrentéis ante la adversidad, si resulta
imposible avanzar buscaremos nuevas vías a través de los miembros
más débiles de la manada. ¿Entendido? -ebrio asentimiento general
-Bien. ¡En marcha!
Poco a poco
me fui deslizando por los huecos que iba encontrando dirigiendo a mi
escuadrón. Lo básico era aprovechar pequeños huecos, hacer presión
sobre los grupos de chicas y pardillos y sobre todo unirse a los
diversos escuadrones que también buscaban el avance. No era
sencillo, la gente no es tonta y no quiere perder su sitio formando a
veces auténticos muros impenetrables, pero una cucaracha
experimentada sabe por donde deslizarse. El calor y el agobio eran
bastante grandes y estábamos muy pedo, pero aún así conseguimos
avanzar unos cuantos tramos. Me giré hacia mi tropa.
-Muy bien
muchachos, poco a poco nos vamos acercando. Ahora estad atentos,
pasamos a la TECNICA DEL TUMULTO. Slayer
ya llevan un buen rato tocando, dentro de poco vendrá la traca de
grandes clásicos, en ese momento la gente se volverá loca, se
pondrán a saltar y hacer mosh,
ese es el momento que tenemos que aprovechar para avanzar, no tengáis
piedad, empujad con violencia si es preciso, solo dispondremos de
unos instantes y son vitales. ¿Entendido? -ebrio asentimiento
general.
Poco después
sonaron las primeras notas de Raining blood y como
preveía aquello se transformó en una matanza, la gente saltaba, se
empujaba, algunos huían hacia atrás asustados. Nosotros
aprovechábamos para agachar la cabeza y cargar cual búfalos
drogados avanzando posiciones. Aquello era la guerra y con Slayer
como melodía militar nos sumergimos entre las mareas humanas y
avalanchas para conseguir nuestro objetivo. Veías caras de auténtico
pánico entre alguna gente del público, especialmente chicas y personas
poco experimentadas en estos trámites festivaleros que pensaban que
se había desatado el armageddon
e iban a morir aplastadas quedándose indefensas ante el miedo.
Conseguimos avanzar bastante antes de que la gente se relajase un
poco y volviese a hacer vacío y aposentarse impidiendo el avance. En
ese momento una chica entre el público se desmayó y cundió un
pequeño caos para elevarla y sacarla de allí sana y salva, me giré
hacia mi escuadrón.
-¡Rápido,
la TECNICA DE LA COYUNTURA!
-¿Qué? ¿Qué
es eso?
-¡Mierda,
seguidme!
Aproveché el tumulto derivado del
desmayo para avanzar un poco más. Por suerte cuando pasan cosas de
ese tipo la gente reacciona bien, si alguien se cae todo el mundo se
aparta, lo levantan, se preocupan por él, a pesar del caos, las
drogas, los empujones y las avalanchas es muy raro que alguien muera
en eventos de este tipo. La técnica de la coyuntura es una técnica
egoísta que consiste en aprovechar este tipo de contratiempos para
avanzar un par de posiciones más.
Slayer
tenían planeado despedirse a lo grande, con Angel of
death, y cuando empezaron a escupir el tema nuevamente se
desató el caos y la violencia.
-¡Venga chicos! ¡Técnica del
tumulto! ¡¡AHORA!!
Esta fase final del concierto fue
la que nos permitió avanzar más posiciones y para cuando Slayer
cerraron su concierto en los bises con South of Heaven
y War Ensemble ya estábamos en una posición bastante
envidiable. No he comentado gran cosa de Slayer.
En fin, no es uno de mis grupos favoritos ya que, aunque respeto su
leyenda me parecen bastante planos. Los he visto en multitud de
ocasiones y si bien no sorprenden tampoco defraudan y uno sabe a lo
que se expone con Slayer,
velocidad y violencia, y eso fue lo que dieron al público del
Sonisphere. Como dato curioso
decir que Jeff Hanneman, uno
de los guitarristas fundadores de la banda, no se encontraba esa
noche en el escenario, tuvo que ser sustituido por el guitarrista de
Exodus, Gary Holt, tras
sufrir la picadura de una araña extremadamente venenosa, no quiero
ni imaginarme lo que unos tipos como Slayer
hacen en su tiempo libre.
Ya estábamos llegando al momento
cumbre. Para amenizar la espera en el escenario 2 tocaron Enter
Shikari. Me habría gustado verlos ya que aunque no sigo su
música pude verlos hace unos años en el Resurrection
Fest y me parecieron un grupo bastante loco y divertido. En
aquella ocasión uno de los guitarristas llegó incluso a romper su
guitarra por la mitad tras intentar una extraña pirueta mortal. No
dudo de que hicieron un buen concierto pero bastante nos había
costado conseguir una buena posición en Metallica
y no había forma humana de moverse de allí y conseguir regresar al
mismo punto.
La noche ya había caído. Se
palpaba la tensión en el ambiente. Cometimos el terrible error de no
llevar ninguna botella de agua con nosotros y el calor y las drogas
estaban haciendo la espera bastante agónica. Reparé en un tipo que
me miraba fijamente desde unas filas más adelante, su rostro estaba
distorsionado. Me quedé mirándole también. No estaba seguro de lo
que estaba viendo, parecía más bien un delirio producto de las
drogas. No podía ser él. No podía ser. Supongo que el pensaba lo
mismo ya que nos mirábamos embobados. Finalmente reaccionó y se
aproximó a mi con el rostro desencajado, no era una alucinación,
era él.
-¡¡Tíos, La Rata, La Rata está
ahí!!
-¡¡No puede ser!!
Pero sí, era él. Llegó hasta
nosotros y nos abrazamos como locos, la alegría era enorme. Es
importante remarcar lo alucinante del suceso. Ahí dentro estábamos
54,000 personas apretujadas como células cancerígenas, gran parte
de esas personas en un evidente estado de embriaguez, y ahí, en
medio de esa masa humana informe, nos encontramos con el colega
perdido. Es algo que no me entra en la cabeza como mera casualidad.
Las casualidades no existen, y de esta índole menos aún. Supongo
que responde a algún tipo de conexión mental, de sexto sentido que
no hemos aprendido a utilizar del todo aún. Como cuando estás tan
borracho que no ves ni por donde caminas pero aún así llegas a tu
casa por el camino más corto y seguro. No puedo dejar de darle
vueltas a este tipo de cosas ya que de aprender a controlarlas y
percibirlas claramente daría un gran paso para entender el mundo y
sus fuerzas ocultas.
Pasaban los minutos y Metallica
se retrasaban. Yo pensaba en las fuerzas ocultas de la
realidad y en cómo poder llegar a controlarlas, también pensaba en
si me estaba metiendo demasiado M y en si no me daría un chungo
entre el agobio, el calor, la sed y el pedo. Un tipo a mi lado se
dirigió a mí.
-Metallica
están muertos -sentenció.
-Pues el caso es que vas a verlos
en un momento -le dije.
-Bah, ya no son lo que eran.
-¿Los has visto alguna vez?
-pregunté.
-No, no es de mis bandas
favoritas.
-Pues vas a flipar chaval.
-Eso si salen algún día.
En ese momento empezó a sonar por
los altavoces el tema de AC/DC It's
a long way to the top (if you wanna rock n' roll) El tema
que siempre ponen Metallica
antes de comenzar su actuación. Me dirigí al tipo de al lado.
-Salen después de este tema.
-Venga ya.
-Hazme caso. ¿Quieres apostar
algo?
-Vale, si no salen después de
este tema te vienes conmigo a ver Evanescence
a primera fila en pelotas.
-Hecho. ¿y si gano yo? -pregunté.
-No sé.
-Si gano yo te vienes conmigo a
ver Evanescence a primera fila en pelotas.
-Jajajaja. Me caes bien.
Me giré hacia mi escuadrón.
-Bueno chicos, ha llegado la hora,
después de este tema salen Metallica,
todo se volverá un poco caótico, intentad no perderos y disfrutad
del concierto. Me alegro de estar aquí con vosotros colegas.
Los colegas. Los putos colegas.
Miré la cara del Emilio y de La Rata, pude percibir su emoción, su
ilusión. Ninguno de los dos había visto a Metallica.
Para mi el factor sorpresa ya no existe, me he enfrentado con los de
San Francisco en 8 ocasiones y sabía lo que me esperaba. Pero ellos
no. Y sabía que iban a flipar y que este momento quedaría grabado
en su mente para siempre como un momento inmensamente feliz. Y yo iba
a estar allí también, en ese recuerdo, y era genial formar parte de
ello. Sería algo que quedase siempre por encima de toda la mierda.
Sin ir más lejos hoy he discutido con uno de ellos y algo se ha roto
por el camino. Pero el momento previo a Metallica
siempre estará ahí. Un momento mágico, sincero, puro,
limpio. Una pandilla de colegas, drogados en mitad de la noche, a
punto de ver a uno de los grupos más míticos de la historia de la
música. En ese momento no había nada de lo que preocuparse, no
había crisis, ni paro, ni movidas, ni falta de confianza, ni
malentendidos, ni avaricia, ni egoísmo. Todo era terriblemente
sencillo. Ojalá siempre todo fuera tan sencillo. Me metí otro
poquito de M y las luces se apagaron.
Se encendieron las pantallas
laterales dando paso a la banda sonora de la película El bueno, el
feo y el malo acompañadas por un extracto de la película. La gente
levantó sus brazos y empezó a cantar la melodía. Ya había
comenzado.
Tras la intro apareció Lars
Ulrich sobre su batería saludando al público ante la ovación
general y tras golpear su batería el resto de miembros saltaron al
escenario tocando los primeros acordes de Hit the
lights. Inmejorable tema para empezar y con un gran
significado. En 1981 un chaval llamado James Hetfield contestaba a un
anuncio del periódico puesto por otro chaval que buscaba gente para
formar una banda de Heavy Metal. Lo que se encontró fue a un tipejo
danes, delgado y feo, que hablaba sin cesar. Cuando ese chico, que
decía saber tocar la batería, se sentó tras su batería de juguete
para demostrarlo resultó que no tenía la más mínima idea. James
estaba convencido de que Lars era un soñador que jamás llegaría ni
siquiera a tocar decentemente, así que se dispuso a marcharse de la
casa de ese loco para no volver jamás. Pero Lars tenía un as en la
manga. Un colega suyo quería montar una discográfica independiente
y tenía pensado sacar un disco recopilatorio con las bandas
underground más interesantes de la zona. Y al ser su amigo le
prometió a Lars un hueco en el disco si montaba una banda. Así que
Lars tenía un hueco en un disco recopilatorio pero no tenía ninguna
banda y a pesar de no saber casi tocar estaba convencido de poder
formar la banda de metal más importante del mundo. Con su típica
berborrea consiguió comerle la olla al tímido James y juntos
compusieron un tema para ese recopilatorio. El primer tema de
Metallica, Hit the
lights. Treinta y un años más tarde ahí estaban tocándola
para mí. Junto a otros 54,000 colegas. Como la banda de metal más
importante de la historia. Y todo ello sin que Lars haya aprendido tocar bien la
batería.
Tras ese inicio otro estandarte,
Master of puppets. Se abrieron las puertas del infierno y la
gente ya se volvió loca del todo. Utilizamos la técnica del tumulto
para avanzar otro poco pero ya estábamos en una buena posición y
nos quedamos allí. Toda le gente cantaba al unísono no solo las
letras de las canciones, sino también ciertos riffs y melodías que
son ya la banda sonora de al menos un par de generaciones. Se sentía
la magia y la energía de todas esas emociones. Sonaron a
continuación The shortest straw y de nuevo la locura con For
whom the bell tolls. Un tema terriblemente sencillo a nivel
compositivo pero transformado ya en clásico absoluto del metal y que
hizo saltar y vibrar a todos y cada uno de los presentes. Si
prestabas atención durante este tema podías sentir el espíritu del
fallecido bajista Cliff Burton paseándose por entre el público en
busca de un peta de maría. Miraba a mi alrededor y solo veía
sonrisas y caras desencajadas. Gente extraña me abrazaba y
zarandeaba. El montaje de Metallica
era increíble, como cabría esperar de una banda tan tremendamente
grande. Un escenario enorme con varias rampas y niveles, con una
pantalla gigante ocupando toda la parte trasera del escenario a parte
de las dos laterales. Un sonido perfecto y un juego de luces
asombroso muy superior al de cualquier otra banda del festival y solo
comparable al de otros mitos como Kiss
o AC/DC.
Recuperaron el Snake pit,
un foso en mitad del escenario para la gente del club de fans que
seguro tuvieron que flipar al ver a sus ídolos tan cerca. Siguieron
con un tema algo menos conocido, Hell and back, del e.p.
Beyond Magnetic, que
relajó un poco la locura general del público. Tras este tema se
apagaron las luces y pusieron un vídeo introductorio a lo que sería
la interpretación íntegra del legendario Black album,
su disco más popular y el motivo de la presente gira ya que están
celebrando el 20 aniversario de su lanzamiento (aunque en realidad el
20 aniversario fue el año pasado). El vídeo en cuestión me resultó
muy emotivo. Tuve la suerte de comenzar mi andadura en la música
cuando tenía 12 años, en ese momento lo más popular era el Black
Album de Metallica y los
Use your illusion de Guns
n' Roses. Descubrí la música con esos dos discos y temas
como Enter Sandman o You could be
mine sonaban por todas partes. En el vídeo se mostraban
imágenes de la época, sacadas en su mayor parte del documental A
year and a half in the life of Metallica, documental que vi hasta
la saciedad en su momento en mi desvencijado vídeo vhs. No podía
evitar transportarme a esa época y verme de pequeño, perdedor y
granujiento. Queriendo ser Kirk Hammett y pensando que tenía que
hacerme con una guitarra eléctrica y formar una banda aún más
grande que Metallica, y ser
alguien, hacer algo importante y conseguir la mirada de todas esas
chicas que no me hacían ni puto caso en clase. La guitarra la
conseguí un par de años más tarde tras darle mucho la brasa a mi
madre. Formé alguna banda. Las chicas llegaron. Pero nunca conseguí
alcanzar ese sueño, y nunca lo conseguiré, y, a veces, parece que
todo lo demás no importa y todo ha sido un puto fracaso. Es tan duro
cuando te das cuenta que tu sueño más sincero nunca se hará
realidad. ¿De qué depende? ¿Por qué no nací 17 años antes en
San Francisco y contesté a ese anuncio? Metallica
nunca han sido los mejores músicos de su generación, pero dieron
con la fórmula en el momento justo, y estoy convencido que sin saber
siquiera cómo. Pero por cada Metallica
hay millones de otras bandas con la misma o más ilusión y con el
mismo o más talento pero que nunca llegarán a nada. ¿De
qué cojones depende? Es terriblemente frustrante saber los hechos y
no conocer el por qué.
Todo el recorrido al álbum negro
fue un viaje de pura nostalgia, ¿cuántas veces habré oído ese
maldito disco? Me lo sé de memoria, ya no necesito oírlo nunca más.
Si me apetece escuchar alguna canción puedo oírla con la misma
calidad que en el CD simplemente cerrando los ojos, está
completamente interiorizado. Toda esa energía y recuerdos afloraban
descontroladas alimentadas por las drogas y la música en un viaje
alucinante.
Metallica
optaron, en una decisión que me pareció acertadísima, por tocar
los temas en sentido inverso, comenzando por The struggle
within y acabando por Enter sandman. Así aprovechaban
el entusiasmo inicial para arrojar los temas más oscuros y acabar
con los más icónicos en una gran jugada que confirió al concierto
un ritmo trepidante. Decir que me sorprendió gratamente el estado de
forma de los jinetes. James Hetfield estaba muy dinámico,
rejuvenecido, clavando cada tema y llevando todo el peso de la banda,
quizás ligeramente menos comunicativo que en otras ocasiones pero
con su enorme carisma intacto. Ulrich por contra está envejecido,
pero no cometió excesivos fallos para lo que suele ser él. Me
sorprendió muchísimo Kirk Hammett, había escuchado los conciertos
del 30 aniversario de la banda que dieron en San Francisco hace unos
meses y me resultó muy triste comprobar lo mucho que había bajado
su técnica, no podía sino entristecerme por algunos fallos
garrafales que se apreciaban en la grabación por parte del que fue
durante muchos años mi ídolo y modelo a seguir, me esperaba lo peor
en este concierto, pero el tío estuvo impecable. Trujillo por su
parte también cumplió dignamente, pero la sombra de Newsted es
demasiado alargada, y más en esta gira de conmemoración del disco
negro.
Todos los temas sonaron poderosos y el
montaje escénico puso la guinda al pastel, con esa tremenda pantalla
en la que, a parte de las imágenes del concierto, se mezclaban a
veces diversos montajes para acompañar la música y crear la
atmósfera idónea. No hace falta decir que los momentos más
emocionantes se produjeron con los temas más míticos. Nothing
else matters con todo el público cantando abrazados. The
unforgiven en la que vi a Emilio en estado de trance o Enter
Sandman donde tiraron algo de pirotecnia y que fue quizás la más
coreada durante la cual te daba igual haber oído el tema tantas
veces como para odiarlo y te limitabas a subirte en los hombros de la
persona más cercana para saltar aún más alto. Tras ese tema se
apagaron las luces y se produjo un silencio tenso. ¿Se habría
acabado ya? ¡Para nada! Lo mejor estaba por llegar. Battery,
con unas impresionantes torres de fuego y el público totalmente
enloquecido.
One con el habitual despliegue de pirotecnia y un
juego de luces increíble a base de lasers que casi me provocan un
ataque epiléptico.
y el fin de fiesta con Seek and
destroy. Ovación general y saludos de la banda a la que se
veía satisfecha con el público.
Y se acabó.
Todo había pasado tan deprisa...
Parecía increíble que hubiesen tocado dos horas. Todo el bajón
sobrevino de repente, como si te despertasen de un sueño. Volví a
mirar a mi fiel escuadrón y lo veía contento pero derrotado.
Necesitábamos agua con urgencia para esquivar la muerte.
Estábamos, literalmente,
naufragando en un mar de cabezas. Era imposible saber dónde estaba
la salida, y necesitábamos salir con urgencia ya que la paranoia y
la claustrofobia empezaban a crecer descontroladas alimentadas por el
bajón del final del concierto y las drogas. La Rata se irguió
presto a dirigir el barco a la deriva.
-Tranquilos tíos. Yo sé por
donde se sale. Es por allí -dijo visiblemente convencido. El
problema es que no nos lo estaba diciendo a nosotros sino a dos tipos
que tenía al lado, nosotros estábamos detrás de él. Íbamos a
dejarnos guiar por una persona que ni siquiera se daba cuenta de que
a quien hablaba no era a sus colegas sino a unos desconocidos. No
tardamos en estar en sitios horribles. De repente nos encontramos en
un área que no había visto antes. Una especie de chill out gigante,
con pequeñas lámparas, cojines, sofás y colchones y toda la gente
tirada por allí. El suelo era horriblemente irregular y no conseguía
enfocar la vista por lo que no paraba de tropezarme con gente tirada
en el suelo a la que tenía que pedir perdón con cada paso que daba,
me sentía como Raoul Duke en medio de un casino de Las Vegas, puesto
hasta los ojos, con luces esotéricas amenazándome y extrañas
figuras por todas partes.
-¡Mierda! Estamos en un puto
salón gigante. ¡Que alguien me saque de aquí! -grité desesperado.
-Es por aquí, lo sé -dijo La
Rata a alguien que no era yo. Emilio y los otros luchaban por
sobrevivir en medio de este escenario dantesco. Estábamos en el
octavo círculo infernal, el reservado a los asistentes a un festival
de metal, condenados a vagar eternamente por un mar de cuerpos
metiéndonos M sin parar en una noche eterna.
Por increíble que parezca
conseguimos salir vivos de allí. Mientras salíamos por la puerta
rumbo a la zona de acampada podía ver como
Gojira comenzaban su actuación en el escenario 2. Adoro a
Gojira y me jodió muchísimo
no quedarme a ver su actuación, pero estaba más preocupado por
conservar algo de cordura y llegar a la tienda a tiempo para no morir
deshidratado. Una auténtica lástima.
Estuvimos un buen rato en la zona
de acampada, en estado de trance, asimilando lo que acabábamos de
ver. Emilio y La Rata estaban exultantes, no paraban de decir lo
asombroso que había sido. No hay nada como la primera vez de algo
asombroso. El primer polvo. El primer pedo. El primer concierto de
Metallica. Yo también había
salido encantado. Había sido uno de los mejores conciertos que he
visto de ellos, con unos buenos colegas arropándome y el pedo ideal
para la ocasión. El primer concierto importante al que fui fue de
Metallica, en el '96,
teloneados por Soundgarden y
Corrosion of conformity, curiosamente todos estaban en este
festival, sería una buena forma de cerrar el círculo si los mayas
tenían razón, que espero que sí, y este era mi último festival de
música. Putos Metallica. Qué grandes han sido. Qué grandes son. Aproveché el momento de shock
para darles a Emilio y La Rata los colgantes que les había comprado.
Eran unos colgantes con forma de ataúd y el logotipo de Metallica y
quedaron encantados con el presente, acto seguido continuamos
bebiendo. Ya lejos del alcance de la deshidratación optamos por
beber ron con un toquecito especial. Estuvimos mucho tiempo de relax
esotérico en las tiendas, el tiempo no era ya una medida lógica,
pareció que no habíamos perdido mucho tiempo allí, pero el caso es
que para cuando volvimos al recinto ya habían
acabado Gojira y Evanescence (no cumplí mi apuesta). Y solo
alcanzamos a ver un tema de Clutch antes de que también
acabaran su actuación. ¿Cuánto tiempo habíamos estado en las
tiendas? ¿y haciendo qué? Fue otro concierto que me jodió
especialmente perderme ya que eran algo único en el festival, el
pequeño bastión de rock en medio de un cartel mayoritariamente
metálico. Por lo que me contó la gente su actuación fue flipante
con lo que me arrepentí aún más de no haberles visto.
El festival lo cerraron Fear
Factory a altas horas de la madrugada. Ofrecieron un show muy
decente, pero el cansancio ya se hacía notar de una manera bastante
clara en la gente.
Tras ellos fuimos a quemar los
últimos cartuchos a la carpa. Todo el mundo estaba ya en un estado
bastante tóxico. Los conciertos acabaron más tarde que el día
anterior y eso hizo que el tiempo en la carpa fuese menor y nos
pillara el amanecer un poco desprevenidos. Y vaya amanecer. Este sí
que fue verdaderamente horrible. Con el cansancio y la desilusión de
saber que era el fin definitivo todo se tornó mucho más siniestro.
La cara de la gente era una horrible mueca de desesperación y
angustia, completamente deformes por el abuso de las drogas. Había
gente que daba auténtico miedo. Recuerdo un tipo en particular,
descamisado, con una mirada y un aura de psicópata total, si alguien
le hubiese dado un arma atómica en ese momento no dudo que habría
acabado con todos nosotros en medio de una gran risa demente, podía
sentirlo, y era horrible. Se veían también más actitudes violentas
a esta hora. Pude ver a un tipo de seguridad intentando estrangular a
un pobre chaval que estaba borracho e indefenso. Todo era triste con
la llegada del sol ya que exponía nuestras vergüenzas sin el amparo
de la noche. Se notaba un bajón general, una energía negativa que
se te metía bajo la piel. La gran derrota. Todo lleno de basura. El
fin de fiesta. La resaca. La perspectiva de un tortuoso camino de
regreso a casa. No todo iba a ser diversión inocua y romántica
comunión con la música y los elementos. Todo tiene un reverso.
Ahora llegaba el despertar para saber que ya había pasado ese breve
momento y la cruel realidad del día a día estaba esperándote ahí
fuera, con el cuchillo afilado y la sed de sangre.
A las 7 en punto se apagó la
música y nos echaron de allí como a perros. Emilio se largó a
dormir a casa de su primo y yo me fui junto a La Rata a la zona de
acampada donde los más madrugadores ya estaban recogiendo y
largándose.
Teníamos una amiga que se iba a
las dos de la tarde, eran las 8 y estábamos demasiado pedo para
plantearnos la absurda idea de intentar dormir así que optamos por
continuar drogándonos y bebiendo hasta esa hora.
La Rata tenía speed
y, a pesar de que no me gusta mucho el speed,
le pedí que se dibujase unas lineas para amenizar la espera y dar el
definitivo toque de gracia a nuestro estado de decadencia total.
Comenzó a buscarse en los bolsillos, en los calzoncillos, en los
calcetines... Sin éxito. Se puso frenético.
-¡He perdido el speed!
-Mírate bien Rata, seguro que lo
tienes por ahí.
-Te digo que no, no está, lo he
perdido.
No era la primera vez que surgía
ese estado de confusión, en una paranoia muy común entre los
drogatas, el creer que has perdido las cosas para luego ver que las
tenías en la mano. Miraba su cara descompuesta y babeante y no podía
dejar de pensar que se estaba haciendo un lío y que tendría el
material oculto en algún bolsillo o, peor aún, que me estaba
mintiendo para guardárselo para él solo. Desconfianza.
-El rollo de siempre. Mírate bien
joder, seguro que lo tienes por ahí.
-Te digo que no tío. No está.
Parecía cierto. Se levantó y
empezó a buscarlo por los alrededores. Quizás era verdad y lo había
perdido. Me extrañaba mucho, pero entraba dentro de lo posible.
-Mierda. Piénsalo bien, ¿cuándo
fue la última vez que nos metimos?
-En el baño, ¿no te acuerdas?
Casi lo pierdes ahí.
Era verdad. Me lo dejó para hacer
unas rayas dentro de un retrete mientras volvíamos a la tienda y yo
lo dejé olvidado encima de la taza, pero se dio cuenta y lo cogió
antes de que nos fuéramos.
-Sí, ya me acuerdo, pero lo
cogiste, ¿dónde lo guardaste?
-En este bolsillo. Y ya no está,
se me habrá caído de camino.
-¡Maldita sea! Joder. Tú sigue
buscándote, yo voy a ir hasta el baño a ver si aparece.
Me levanté y emprendí el camino
hacia el baño bastante cabreado, ya me había obsesionado con el
speed y sabía que lo necesitábamos para sobrevivir al terrible
amanecer, sin él estábamos perdidos. A mi me quedaba todavía un
poco de M pero no me apetecía metérmelo, estaba saturado, en cambio
el speed, a pesar de sus defectos, podría darnos el toque que
necesitábamos para afrontar el largo y jodido camino de vuelta a
casa con una mínima entereza. Caminaba mirando al suelo,
escudriñando por entre la mierda, con la gente despertándose a mi
alrededor y recogiendo sus cosas. Si se le había caído no iba a
aparecer nunca entre toda la basura de la zona de acampada, era como
buscar una aguja en un pajar. Pero no había caminado más que un par
de metros cuando vi la bolsita tirada en el suelo. No me lo podía
creer, ese golpe de suerte no era nada habitual en mi vida, me agaché
y la cogí. Sí, allí estaba, sano y salvo. Era muy extraño, las
cosas nunca eran tan sencillas. Volví corriendo hacia La Rata.
-¡Lo tengo! ¡Lo tengo!
-¡No jodas!
-Sí tío, estaba ahí delante,
tirado en el suelo.
-Joder que potra.
-Vamos a ponernos una pero ya.
Nos metimos dentro de la tienda de
campaña y empezamos a preparar la movida, pero cuando iba a abrir la
bolsita con la droga me di cuenta de que algo no cuadraba. Estaba
demasiado bien cerrada, como si estuviese por estrenar.
-Oye, esto está muy bien cerrado
¿no crees? -pregunté.
-Y yo que sé.
-No tío, está demasiado bien
cerrada para el pedo que llevamos, mira.
-Qué más da, ábrelo de una puta
vez.
Lo abrí y me unté un poco el
dedo para apreciar la calidad, evidentemente había algo raro.
-Esto es coca tío.
-Venga ya.
-Si tío, no es tu
speed, esto es coca, no es muy buena pero es coca.
-Pues nada,
pa' dentro.
No
era gran cosa, pero al precio que nos había salido nos la metimos
gustosos. Luego continuamos dándole a la bebida caliente que nos
quedaba. El speed perdido acabó apareciendo bajo un cartón de vino
vacío. La droga nos perseguía, no merecía la pena resistirse a los
designios del destino. Fuimos viendo como la zona de acampada se iba
vaciando poco a poco a la vez que nuestra cabeza se iba vaciando de
neuronas poco a poco.
Todo se desmontaba y acababa. El
cansancio se imponía sobre la ilusión. Esta utópica isla de
diversión volvía a transformarse en el triste polígono industrial
que había sido siempre. Concordamos en que había sido demasiado
corto. Meses de espera, ilusión y preparativos para luego ni
enterarte en medio del huracán etílico-musical que tras su paso
solo había dejado víctimas y escombros.
Cuando recogimos y salimos de allí
empezó el peregrinaje y el volver a mezclarse en el metro con la
gente normal, ajena a todo lo que habíamos pasado, que solo tenía
ojos para juzgar nuestras caras descompuestas y nuestro olor a
descomposición. Me salto todo el camino de vuelta porque fue
demasiado horrible, baste decir que no conseguimos billete de autobús
hasta las cinco de la tarde con todo lo que supone ese tiempo de
vagar en estado alucinatorio por la estación como víctimas de un
holocausto, supongo que podéis imaginaros lo horrible del asunto.
Me despedí de La Rata con un
abrazo. Íbamos a ciudades distintas. Me monté en el autobús y
comencé a dejar, nuevamente, a la ciudad de Madrid tras de mi. Podía
sentir cómo el tipo que estaba sentado a mi lado se revolvía en su
asiento ante la peste que fluía de mis ropas. Ésta era la peor
parte, el bajón, pero ni que decir tiene que había merecido la
pena. Liadas así son imprescindibles. Sumergirte en un mundo onírico
y olvidarte de todo durante un par de días, con el único y claro
objetivo de divertirte un poco con algo que te apasiona, dejándote
llevar, dejándote caer, era algo esencial en una realidad tan
frágil. Si el autobús en el que viajaba se caía por un barranco
habría sido uno de los que recibiesen lo inevitable con una sonrisa,
porque, al menos, intenté llenarme de un poco de vida antes de
partir, apasionarme con algo e intentar alcanzar los extremos, tanto
para bien como para mal.
Me levanté, abandoné mi asiento
intentando pasar mi apestoso culo lo más cerca posible de la cara
del capullo que tenía al lado y me encaminé al baño a prepararme
un tirito. Iba a ser un largo camino de vuelta al agujero.
Estás de la puta olla, pero he disfrutado bastante la crónica. Hasta me han dado ganas de escribir la mía del Leyendas que fue el finde pasado... pero creo que no.
ResponderEliminargracias tío... escríbela, antes de que la olvides...
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