Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

martes, 23 de diciembre de 2014

POEMA CURSI (II)








Despierta.


La bendición de la inconsciencia
se desvanece...

Vuelves a estar aquí.
Recoge los pedazos,
si puedes.

Me giro.

Tu lado de la cama
es un desierto
hostil
a mi lado.
Ya nada puede vivir
ahí.

Me levanto.

Me tambaleo
entre escombros.

La resaca
la paranoia
la tristeza

Golpean.

¿Qué pasó anoche?

Billetes
por el suelo
arrugados tirados despreciados
su lugar.
Bolsitas sospechosas
de agonía.

Recuerdo poco,
algún flash,
el portero del garito:
“¡No vuelvas por aquí
nunca más!”

Sustituí una amante
por otra.
La de ahora es despiadada,
te arrastra por callejones
y te besa nariz
y cerebro
mientras te empuja al abismo.

No hay destino,
solo errores.
Nunca un eco
fue tan triste.

Duelen los recuerdos,
lo que nos perdimos,
pero “no supimos hacerlo mejor,
y la vida siempre cambia.
No se puede
volver atrás.”

Me tambaleo.

Hay restos
sobre el libro de Gabi
tarjeta y turulo al lado,
prestos.
Volvemos a mirarnos de nuevo.

Tú y yo.

¡Volvemos a mirarnos de nuevo!

Me dejó:

Una herida abierta
que no desinfecta
ni el más fuerte alcohol.

Un vacío inmenso
que se va llenando
con dolor.

Un alma a la deriva
en el mar infecto
de los vicios.

Y un consejo:



Cuídate.



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