Dream
Theater son, por trayectoria y méritos, una de las bandas más
importantes en la historia del metal progresivo. Creo que eso es algo
totalmente indiscutible a estas alturas. Pero antes de encarar la
reseña de su nuevo disco, el número 14 en su ya abultada
trayectoria, considero muy importante y revelador hablar un poco del
contexto en el que han creado esta nueva obra.
Su
anterior disco, The
Atonishing, fue
publicado hace ya tres años. No dudamos que en aquella obra la banda
puso mucha ilusión y medios pero, desgraciadamente, para muchos
supuso un gran fiasco. Intentaron hacer una obra demasiado ambiciosa
y pecaron precisamente de exceso de ambición, dando como resultado
un trabajo aburrido, demasiado recargado y que destilaba una
grandilocuencia y pomposidad que llegaba incluso a resultar
sonrojante en muchos momentos.
El disco, como era de esperar, fue machacado en líneas
generales tanto por la crítica como por el público. Sin duda esto
debió ser un duro golpe en el orgullo de la banda que, tras la
decepción inicial, seguramente hizo examen de conciencia y llegó a
la conclusión de que su propia leyenda quizás se les había subido
demasiado a la cabeza. De esta forma encararon la creación de su
siguiente disco de una forma totalmente distinta y mucho más
inocente. Huyendo de enrevesadas tramas y planes preconcebidos
tomaron la decisión, de forma acertada, de encerrarse en el estudio
para pasarlo bien haciendo lo que mejor saben, enfocándose
simplemente en sacar un puñado de temas de alta calidad sin más
pretensiones.
Y
les ha salido bien. El disco rebosa frescura y sencillez, teniendo en
cuenta lo que la palabra sencillez significa para una banda como
Dream Theater, claro. Se aprecia perfectamente que los diez cortes
que conforman Distance
Over Time han
surgido de distendidas jam session de la banda en el estudio, y que
no se han comido mucho la cabeza para unir temas y conceptos dentro
de alguna extraña maraña teoricofilosoficomusical. Esa actitud
desenfadada se aprecia y degusta a las mil maravillas por el oyente
que solo busca disfrutar de un buen puñado de temas de una
grandísima banda de metal progresivo.
También,
por todo lo expuesto, estamos ante un disco que no va a ser, ni de
lejos, considerado entre las obras maestras de la banda. Pero,
sinceramente, tras el tostón de The
Atonishing, muchos
nos damos por bastante satisfechos con esto, y volvemos a tener fe en
una banda que nos ha dado, y puede seguir dando, muy buenos momentos.
Centrándonos en el contenido poco que añadir. Diez temas muy
directos y disfrutables, con su buena ración de solos, cambios de
ritmo y florituras de elevado nivel técnico como cabría esperar.
Diez temas variados y dinámicos, que por su carencia de pretensiones
quizás no te vuelen la cabeza, pero que tampoco resultan cansinos ni
extenuantes.
Como suele ser habitual el que parece dirigir el cotarro aquí
es Petrucci, que no en vano ejerce también de productor. Todos los
temas se asientan firmemente en los riffs del barbudo, riffs que
sorprenden por su tremenda pegada y groove, y que dejan fácilmente
en pañales a muchas ideas de otras bandas de géneros a priori más
agresivos. Mike Mangini también está impecable a la batería y
goza, por fin, de un sonido en la producción que le hace justicia,
por lo que se puede considerar fácilmente como su mejor trabajo
desde que entró en la banda. Como ya he comentado los temas siguen
estructuras sencillas (para los estándares de Dream Theater),
despegando con riffs iniciales de Petrucci, la consabida estrofa y
estribillo, y una parte central muy trabajada, que es donde se
encuentran los pasajes más virtuosos. Los duelos Petrucci/Ruddess
como era de esperar resultan estratosféricos, y el pegamento de
Myung no flojea ni un segundo. La banda suena compacta y profesional,
gustándose y disfrutando de lo que hace mientras dejan correr la
inspiración, tirando de todos sus recursos, experiencia e
influencias.
Hay
temas más redondos que otros, claro, pero todos están en un muy
buen nivel. Personalmente los que más me han llamado la atención
han sido Paralyzed,
directo
y muy cañero. Barstool
Warrior, con
unas dinámicas que son puro Theater. Room
137, en
el que despliegan un groove tremendo y que cuenta con unos deliciosos
escarceos por el blues rock de alto octanaje. También At
Wit's End, en
donde Petrucci brilla especialmente, demostrado (por si quedaba
alguna duda), por qué es uno de los mejores guitarristas de su
generación. Destaco también Pale
Blue Dot, quizás
el tema más enrevesado y ambicioso del disco, todo un viajecito de 8
minutos de duración. Estas son mis elecciones, que bien podrían
haber sido otras, ya que como digo todos los temas están a un nivel
parecido, sin destacar especialmente ninguno para bien ni para mal
dentro del conjunto.
En
definitiva este Distance
Over Time es
un muy buen disco: enérgico, desenfadado, directo, dinámico y
disfrutable. No será un disco mítico, pero sí es un trabajo
bastante digno dentro del catálogo de Dream Theater, que cuenta con
todas sus señas de identidad y que puede servir perfectamente como
puerta de entrada para aquellos que estén descubriendo ahora a la
banda. Reconciliará totalmente a los fans desencantados tras su
anterior tropiezo, y seguramente les suponga nuevos adeptos a la
causa. Es por tanto una escucha totalmente recomendable.
Este texto se escribió originalmente para la web Diablorock:
https://diablorock.com/2019/03/12/critica-dream-theater-distance-over-time-2019/
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