Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

lunes, 30 de julio de 2018

CRÓNICA RESURRECTION FEST 2018 (SEGUNDA PARTE)






VIERNES 13

Tras una primera jornada matadora afrontaba el segundo round sin apenas horas de sueño en el marcador. Parece que el sentimiento de cansancio y resaca era la tónica dominante entre los sufridos asistentes, porque cuando atravesé las puertas del recinto, a las tres de la tarde y bajo un sol acusador, el panorama resultaba bastante desangelado. En mi peregrinaje hacia el Main Stage pasé por delante del Ritual en el que el grupo cántabro Pandemia estaban terminando de dar un show de puro thrash metal añejo bastante solvente. El problema es que lo hacían ante un público muy escaso. Y el ambiente no mejoró demasiado cuando Virgen saltaron al escenario principal. Esta situación me hizo pensar si no se estaría pecando de exceso en el número de bandas en el cartel. El movimiento el segundo día de un festival por regla general empieza más tarde debido a las brutales resacas provocadas por el entusiasmo y la impaciencia de la primera jornada, y programar tantas bandas a unas horas que se presuponen de baja afluencia quizás sea un error organizativo. Es una lástima que bandas emergentes, para las cuales tocar en un gran festival como el Resu es todo un acontecimiento, tengan que llevarse el chasco de tocar para «cuatro gatos», aparte de que supone un gasto innecesario de medios. Dejando esta reflexión y volviendo a Virgen comentar que la banda hizo todo lo posible para animar a los pocos congregados con su harcore crust. Se sumo el hecho de que la organización había adelantado su actuación por problemas logísticos que comentaremos más adelante, lo que también revirtió negativamente en la entrada. Sin amedrentarse un pelo el frontman de la banda le puso especial entusiasmo, llegando incluso a bajar a cantar entre el público para contagiarlos con su energía y generar algo de movimiento. No hay duda que pusieron todo su empeño para levantar la actuación como unos profesionales a pesar del escaso público y de un sonido que, como ya comentamos en la jornada anterior, fue muy irregular en el escenario grande.
Seguidamente actuaron en el escenario Ritual los gallegos Barbarian Prophecies. Me llamó poderosamente la atención el tremendo chorro de voz que se gastaba su menuda cantante, algo bastante vistoso y que destacaba en mitad de una formación que destiló un death metal algo genérico pero sin lugar a dudas bien interpretado. Se les vio un poco tímidos, pero supieron aprovechar los escasos treinta minutos concedidos mostrando su propuesta de forma cruda y sin interrupciones arropados por un sonido bastante correcto.
La gran sorpresa llegó a continuación con Rise to Fall. La banda de Bilbao lo dio todo en la que era la última actuación de su actual gira, y sin duda se notó que querían cerrar esta etapa de su carrera por todo lo alto. Para empezar gozaron de un sonido increíblemente bueno, que parecía sacado directamente de un CD y por el que habrían matado muchas bandas del escenario Main. Por su parte la banda funcionó como una unidad totalmente compacta, que destilaba profesionalidad y entrega a raudales. Practicando un metalcore melódico y técnico, de estribillos pegadizos y coreables, y con un pequeño toque de electrónica, pusieron del revés a una audiencia que por suerte a esa hora ya era bastante más nutrida. Aunque no soy el mayor fan de su música me fue imposible no contagiarme de su energía y al tercer tema ya estaba cabeceando como un loco. Sin duda un notable alto el bolo de los bilbainos, a la altura de cualquier banda internacional puntera en su género. Nos recordaron que en un par de meses saldrá su nuevo trabajo, el cuarto en la historia de la banda, al que sin duda habrá que echar un ojo, así como seguir de cerca la trayectoria del grupo, ya que quedó claro que por profesionalidad y entrega estamos ante una banda que merece ser aupada hacia nuevos niveles.



Rise of the Northstar eran una de las bandas más esperadas por muchos de los asistentes al festival, lo que se hizo evidente en una buena congregación de público y mucho movimiento en las primeras filas a pesar de un sonido bastante desastroso. Sin duda los fans del grupo estaban disfrutando de lo lindo, pero personalmente no conseguí meterme en la onda de los franceses. Su concierto me estaba pareciendo simplemente correcto y los temas interpretados me resultaban algo planos, condicionado especialmente por el despliegue anterior de Rise to Fall. Tampoco me resultó especialmente atractiva su puesta en escena, influida por el anime japonés, por todo ello decidí retirarme a reponer fuerzas para lo que se me venía encima.



Hemos comentado anteriormente que hubo unos pequeños problemas logísticos al comienzo de la jornada, al parecer relacionados con el montaje escénico de Megadeth y Scorpions. Esto obligó a la organización a adelantar todas las actuaciones del escenario grande una hora. La organización se preocupó de anunciarlo desde por la mañana en las redes sociales así como a través de las pantallas del recinto, pero no hay duda que mucha gente, quizás menos proclive a estar pendiente del móvil durante un festival, no se enteró de los cambios. Es muy difícil poder hacer llegar la información a todo el mundo ante percances de última hora como este. La organización hizo lo que pudo, aunque quizás pudiesen haber hecho un poco más (anuncio por megafonía en la zona de acampada, más información en los alrededores del recinto). El caso es que para mucha gente, menos acostumbrada a sesiones maratonianas, la jornada empezaba con Megadeth, y fue una auténtica lástima que muchos de sus fans se perdiesen parte de la actuación de la banda, o incluso la totalidad de la misma en los casos más dramáticos. Inevitables problemas de última hora que por desgracia deslucieron la jornada para algunos.
En cuanto a la mítica banda liderada por Dave Mustaine mencionar que en principio fue un poco bajón que tocasen tan temprano dada su relevancia. La hora y el sol apalancaron un poco el ambiente. Respecto al sonido, siguiendo la tónica del escenario grande, fue bastante irregular, especialmente en el apartado guitarrístico. Los que ya hemos visto varias veces a Megadeth en directo sabemos que sus actuaciones suelen ser «sota, caballo y rey», con muy pocas sorpresas tanto en el apartado escénico como de selección de temas, por lo tanto lo que suele distinguir unas actuaciones de otras es el estado de forma y entrega de su alma Dave Mustaine. Teniendo esto en cuenta podemos afirmar que los asistentes al Resu estuvieron de suerte. Dave, a pesar de que arrastra desde hace años problemas en el cuello y las manos que minan su movilidad y entrega, se mostró con ganas y en un estado de voz ligeramente mejor al visto en otras ocasiones recientes. También comentar que la actual encarnación de Megadeth se encuentra entre las mejores de su historia. Mustaine siempre se ha caracterizado por rodearse de grandes músicos, pero el aumento de empaque y carisma que se ha visto los últimos años con la entrada del fabuloso solista Kiko Loureiro, así como del batería Dirk Verbeuren, el mejor que han tenido en muchos años, se nota bastante. Como decimos pocas sorpresas en un set list donde no faltaron sus grandes clásicos como Hangar 18, con la que comenzaron la actuación, She-Wolf, Symphony of Destruction, Peace Sells o Holy Wars. Ante semejante ristra de piedras angulares del thrash el público no pudo permanecer indiferente, coreando y desfasando en cada tema de los americanos. Sorprendió la inclusión de The Conjouring, temazo de la primera época apartado durante mucho tiempo del directo. Sin ningún tipo de explicación acortaron su set unos minutos y abandonaron el escenario habiendo realizado una descarga bastante solvente que no decepcionó a sus seguidores. Con esta actuación ponían fin a su gira Dystopia, que les ha tenido dando vueltas por el mundo durante dos años, prometiendo Mustaine que la siguiente vez que los viésemos sería ya con nuevo disco bajo el brazo.



El siguiente plato en el menú también era de los fuertes. Los americanos Suffocation arrasaron el escenario Ritual con un auténtico recital de death rompe vertebras de altura. Se había rumoreado la presencia del cantante original Frank Mullen, algo que finalmente no se llevó a cabo, pero que no deslució en absoluto una actuación totalmente demoledora. Su sustituto, Rick Meyers, se gana el puesto cada noche derrochando energía, perfectamente respaldado por una banda de una pericia fuera de dudas en la que destaca el carismático Terrance Hobbs a la guitarra y la presencia escénica de Derek Boyer con su peculiar pose al bajo. La banda exprimió totalmente su escaso tiempo de actuación, disfrutando de sí mismos mientras lanzaban temazos como Effigy of the Forgotten o Infecting the Crypts, y al igual que está pasando en todas las fechas de su amplio periplo europeo dejaron a la audiencia totalmente exhausta y satisfecha.




Con Leprous llegaba el momento álgido de la jornada para los aficionados al metal progresivo. La banda noruega, que ha cimentado una sólida base de fans a golpe de discazos, realizó un show totalmente intachable, provocando el delirio entre sus fieles así como el asombro entre los curiosos. El sonido, al igual que había pasado con Rise to Fall, parecía directamente sacado de un compact disc, resultando potente a la vez que cristalino, y permitiendo disfrutar de todos los matices de sus excelentes composiciones. Basaron gran parte del repertorio en su último y excelente trabajo Malina, aunque también dejaron espacio para un par de clásicos, como el tremendo Foe o The Price. El estado vocal de Einar Solberg resultó particularmente asombroso. Por desgracia sufrieron uno de los momentos más feos del festival cuando la organización decidió cortarles el sonido tan solo un par de minutos antes de que acabasen su último tema, Slave. Es cierto que se habían pasado de hora y estas cosas van por contrato, pero teniendo en cuenta que era el último tema y solo quedaban un par de minutos se podía haber hecho la vista gorda perfectamente. Como decimos un detalle muy feo y una falta de respeto tremenda hacia la banda que no nos imaginábamos ver en un Resu. Por supuesto la banda, a pesar del corte de sonido, continuó interpretando el tema hasta el final ante una tremenda ovación de un público indignado que estaba disfrutando de una actuación impecable. Quitando este punto negro se puede afirmar que Leprous fueron otro de los grandes triunfadores de la segunda jornada.



Y llegaba el momento de Scorpions, quizás el cabeza de cartel más polémico en la historia del festival. De primeras muchas críticas quedaron acalladas ante el hecho de un recinto completamente abarrotado. Las tablas de Scorpions a estas alturas están fuera de toda duda y parecía claro que, a no ser que surgiesen contratiempos inesperados, la banda ofrecería un gran show ante un ambiente propicio. Y así fue, con la banda en un buen estado de forma, una espectacular puesta en escena y una ristra de temas míticos en la historia del heavy metal. Arrancaron con Going Out With a Bang y Make it Real, y desde el primer momento llamó la atención la espectacular iluminación y puesta en escena que traían, que sin duda fue la culpable de los desbarajustes horarios de la jornada. También era la primera vez que el escenario grande sonaba como debería sonar siempre: alto y claro. Con The Zoo y Coast to Coast quedó demostrado el buen estado de forma de la banda, con Matthias Jabs y Rudolf Schenker cargando hacia adelante y Klaus Meine bastante correcto a la voz, aunque demasiado estático en el escenario. La incorporación de Mickey Dee, el legendario batería de Motorhead, también se notaba bastante, sumando carisma y empaque al conjunto. Me sorprendió gratamente la respuesta del público, cantando al unísono, vitoreando y pasándoselo en grande. Viendo la respuesta de la gente parece que, después de todo, la elección de Scorpions para encabezar el segundo día no fue tan mala como vaticinaban algunos. Y es que temas como Wind of Change, Big City Nights, Still Loving You o Rock you Like a Hurricane, que ya pertenecen al imaginario colectivo de la gente que amamos la buena música, son una apuesta sobre seguro, por lo que gente de todas las edades (aunque bien es cierto que con predominio de maduritos) y pelajes se dejaron llevar para disfrutar de un show emotivo. Evidentemente no estamos en los 80 y la edad pesa, hubo algún parón, finales alargados y cambios de tempo que minaron ligeramente el ritmo del concierto, pero no creo que en pleno 2018 se pueda exigir mucho más a una banda tan veterana como Scorpions, que incluso tuvieron el detalle de lanzar un recuerdo al añorado Lemmy Kilmister interpretando Overkill. Buen show y nada que objetar a estos cabezas de cartel.




Al igual que ocurrió el día anterior con At The Gates los ingleses Paradise Lost sufrieron el tumulto ocasionado tras el final de los cabezas, pero aún así consiguieron cuajar una buena actuación de doom y gothic. Presentaron algunos temas de su nuevo disco Medusa, pero como no podía ser de otra forma las mayores ovaciones las recibieron por los temas de su legendario Draconian Times. Un show sobrio y profesional que se hizo bastante corto.
Era hora de cerrar el escenario grande, y los encargados para hacerlo fueron los veteranos thrasher de Albacete Angelus Apatrida, un grupo muy querido y ya tradicional en la que era su sexta actuación en el festival gallego. Angelus Apatrida no es que hayan inventado la rueda, e incluso para el profano sus temas pueden llegar a sonar algo repetitivos, pero está claro que lo que hacen lo hacen como nadie, y por eso son actualmente una de las bandas de metal más importantes del país. Con la novedad de Adrián, de la banda In Mute, a la batería sustituyendo al convaleciente Victor Varela (al que por supuesto desde aquí deseamos una pronta recuperación), descargaron un set list directo a la yugular, con espacio para temas nuevos de su reciente trabajo Cabaret de la Guillotine, así como temas míticos de la banda. Mencionar el impresionante y multitudinario circle pit que consiguieron montar con Give'em War, así como el delicioso trabajo de David con la guitarra solista, el tipo disfrazado de pulpo y la buena comunión entre la banda y un público que, seguramente, firmaría por tenerlos todos los años sobre el escenario del Resu.
De esta forma se cerraban las actuaciones principales. Para aquellos que aún no estuviesen muertos les esperaba el tributo a Metallica en la carpa. La banda, bajo el nombre de Seek'em All, no me terminó de convencer con su interpretación meramente correcta de los temas más manidos de los de San Francisco, no obstante cumplieron el cometido de terminar de exprimir a los asistentes y mandarlos calentitos a la cama o a donde quiera que les llevasen sus pasos tras la que seguramente fue la jornada más brutal del festival.


SABADO 14


Y casi sin descanso llegábamos a la jornada final del festival. Y aquellos a quienes no les gustase el viraje del Resurrection Fest de pequeño festival underground a parque temático del rock sin duda estarían rabiosos, ya que el tercer día fue aquel en el que se apreció más cantidad de gente disfrazada (y no nos referimos unicamente al mítico maquillaje facial de Kiss) así como la jornada con más niños pequeños acompañados por sus padres. Por otra parte también fue el único de los tres días en que se consiguió el ansiado sold out.
Las agradables sorpresas empezaron pronto en esta jornada final con la descarga de Purpura en el escenario Desert Stage. Tras este nombre tan poco atrayente se escondía un estupendo dúo valenciano de post-metal experimental en la línea de bandas como Bell Witch, destilando una música atmosférica, oscura y envolvente. La labor de Manuel Martinez me pareció prodigiosa, creando capas y capas con su bajo de 6 cuerdas a base de loops y efectos mientras su compañero, Adriá Puchalt a la batería marcaba perfectamente el tempo y propiciaba el marco ideal para su propuesta. Una banda para apuntar en la libreta y descubrir con más calma en casa.
No regresé al recinto hasta bien entrada la tarde para disfrutar del show de Tremonti. Una actuación que fue de menos a más, tanto en intensidad como en respuesta del público, consiguiendo desperezar poco a poco a los asistentes. El ex Alter Bridge venía presentando su reciente nuevo disco, titulado A Dying Machine, del que tocó un par de temas junto a varios clásicos de su discografía. Su metal inofensivo y coreable, interpretado con profesionalidad y acompañado de un buen sonido, dejó bastante satisfecho a un público que se acabó metiendo de lleno en el terreno del gran compositor, que demostró sus buenas dotes a la voz junto a su conocida pericia guitarrística.



En las antípodas del sonido Tremonti acudían al Ritual Stage los finlandeses Rotten Sound, directamente salidos del infierno y sin tiempo para tonterías escupieron un set de puro grindcore death sin contemplaciones. Una descarga rápida y furiosa, caótica e hiperviolenta, sin parones, ni charlas ni vistosos alardes técnicos, con la única misión de noquear lo antes posible como si se tratase de un crochet de Mike Tyson directo al pómulo. Cumplieron su misión de sobra, y hasta el más apagado entre la audiencia se tuvo que rendir ante el despliegue de la banda para acabar cabeceando como un poseso.
Un atronador sonido de sirenas nos hacía presagiar alguna desgracia, por el contrario marcaba el pistoletazo de salida a uno de los shows más movidos y desenfadados de esta jornada final. Frank Carter y su banda, The Rattlesnakes, se subían al escenario principal con la única intención de ponerlo patas arriba. La banda, con una trayectoria increíblemente corta, se metió al público en el bolsillo con un despliegue de energía sin igual. Por supuesto la gran culpa de ello la tuvo su estupendo frontman, todo un desquiciado que no paraba de animar, correr y saltar mientras iban cayendo los temas de sus dos únicos discos publicados. Pogos alocados, crowndsurfing, gente arrodillada, de todo se vivió en un show en el que Frank, pasado de actitud y carisma, manejaba al público totalmente a su antojo. No me gustó especialmente su propuesta musical, pero hay que reconocer que aquello se transformó en una auténtica fiesta a la que todos nos vimos arrastrados.



Y ahora es cuando viene lo complicado. Igorrr. Un grupo raro. Muy raro. Una banda de culto. Una propuesta extraña, extravagante, y desde luego no apta para todos los públicos. Con Igorrr sucede que te puedes encontrar a un puñado de personas que los consideran una de las mayores genialidades del panorama musical actual, pero también a muchísimas más que consideran que la banda es una puta mierda. Me voy a mojar y, aún a riesgo de resultar polémico y a sabiendas de que mucha gente se va a echar las manos a la cabeza, mi veredicto es el siguiente: Igorrr dieron el mejor concierto de todo el festival. Y lo hicieron por la tarde, sin pantallas ni pirotecnia, sin una iluminación espectacular, bajo el sol y únicamente a base de talento.
No nos engañemos, el panorama musical está muy trillado, muchas veces cuesta distinguir unas bandas de otras, algo que se intenta disimular modificando el prefijo de la etiqueta estilística en cuestión, por lo tanto propuestas que te descoloquen y emocionen tanto, a la vez que destilen calidad a raudales, no deben pasarse por alto nunca. Por supuesto también puede considerarse como un punto negativo la poca accesibilidad de su música, que mezcla absolutamente todo lo habido y por haber, y que hará muy difícil que lleguen mucho más alto en cuanto a popularidad. Tenemos a su estupenda cantante lírica, Laure le Prunenec, que ya hipnotiza en vídeos y resulta totalmente fascinante en directo, con esa preciosa voz y unas capacidades escénicas que rebasan la mera música y la acercan al teatro. Por su parte Laurent Lunoir es el contrapunto perfecto, un ser amorfo y torturado que grita y grita de forma desgarrada. Mientras tanto el batería Sylvain Bouvier, también militante en Trepalium, da una auténtica masterclass en su instrumento, y finalmente el gran cerebro, Gautier Serre, que ejerce de director del cotarro a los mandos de la nave. Aunque el elemento natural de la banda es una sala, y desde luego no bajo la luz solar, consiguieron meternos en su burbuja a los que estábamos dispuestos a ello, y de qué manera. El sonido por desgracia fue algo mejorable en el apartado de las voces, especialmente la de Laurent, al que se vio muy ajustado en su labor. El resto simplemente fue más allá de la música, puro arte. En mi opinión, para redondear la puesta en escena, la formación también debería incluir a un guitarrista. Es bien sabido que Gautier es el gran cerebro detrás de Igorrr, pero al Igual que Tobias Forge aún componiendo toda la música en Ghost no sale él solo disfrazado de Cardenal acompañado de música pregrabada, Gautier debería incluir a un guitarrista para las presentaciones en vivo, con ello ganarían en vistosidad y sin duda resultarían menos chocantes de cara a los despistados que se encuentren frente a la banda sin conocerla previamente. En la música de Igorrr hay grandes riffs y momentos guitarristícos de altura, por lo tanto de cara a las presentaciones en vivo la presencia de un buen guitarrista sería sumar un punto más. Asistimos a un show por desgracia muy breve debido al estatus del grupo, pero que espero les haya hecho ganar algún fan entre los muchos despistados. Al finalizar la actuación de los franceses mucha gente se había quedado con la sensación de «¿pero qué cojones acabo de ver?», algo totalmente comprensible, pero para los que nos subimos al barco de Igorrr hace tiempo aquello fue sin duda una velada repleta de magia.



Tras esta sorprendente actuación era el turno de uno de los platos fuertes del festival: Prophets of Rage. La superbanda formada con piezas de Rage Against the Machine, Public Enemy y Cypress Hill resulta una combinación explosiva que no puede salir mal, y menos en un ambiente festivalero. La gente saltó, bailó, ovacionó y disfrutó de lo lindo. El sonido fue estupendo, con un Tom Morello que, a pesar de estar recuperándose de un contratiempo en su mano, dio un auténtico bolazo, ejerciendo de batuta y maestro de ceremonias con su feeling y extrañas técnicas de guitarra, y una formación que, poco a poco, se va desembarazando de su enorme legado para gozar de una personalidad propia. Evidentemente tuvieron que tirar de clásicos indiscutibles de sus respectivos proyectos pasados, como Fight the Power, Bullet in the Head, Jump Around o Bulls on Parade, a los que, de forma loable, intentaron dar una pequeña vuelta de tuerca para no limitarse a una interpretación sin más. También dejaron caer unos cuantos temas originales que, aunque no recibieron la misma respuesta por parte del público, no desentonaron en el conjunto de la actuación. Como decimos otra fiesta más sobre el escenario principal que acabó, como no podía ser de otra forma, con una brutal interpretación de Killing in the Name, acompañados esta vez por el gran Frank Carter a modo de guinda. Una descarga notable que tuvo un pequeño punto negro justo al final, cuando B-Real se despidió con un sonoro «¡Muchas gracias Barcelona!» que provocó la mofa y la indignación entre los asistentes. Asumiremos que fue un pequeño desliz y nos quedaremos con la espectacular actuación y respuesta del público.



Y llegamos al fin de fiesta y otro de los momentos más polémicos del festival: la actuación de Kiss. Un concierto que, como no podía ser de otra manera, generó opiniones encontradas entre aquellos a los que les parecido un show correcto e intentaron pasarlo bien y aquellos a los que les pareció estar asistiendo a una esperpéntica verbena. Sinceramente, no sé qué esperaban algunos, más aún teniendo en cuenta que Kiss llevan haciendo el mismo show, casi punto por punto, desde hace décadas. El set list de siempre, la coreografía en Deuce, el momento Gene en Firehouse etc etc... todo eso siempre ha estado ahí y casi siempre en el mismo orden. A estas alturas todo el mundo debería sabe qué puede esperar de un concierto de Kiss. En este caso casi todos vuestros prejuicios serán ciertos y la probabilidad de disfrute del show dependerá de los ojos que los miren. La actitud y predisposición con la que uno afronta el concierto de esta veterana banda sin duda es clave para la experiencia en sí. Dicho esto apuntar que yo iba allí para divertirme, ni más ni menos. Paul Stanley hace mucho que perdió sus capacidades vocales, y es algo que desde luego no ha mejorado con el tiempo. Su labor al micrófono fue lo único que destacó negativamente dentro de un espectáculo de luz y sonido calculado al milímetro. Por suerte Paul es un profesional con muchísimas tablas e intentó compensar su bochornosa interpretación derrochando carisma, comunicándose y animando constantemente al público de todas las formas posibles, incluso chapurreando algo de español.
La respuesta del público me pareció muy fría, más aún estando frente a «the hottest band in the world». Ignoro si fue por agotamiento tras tres días de conciertos, o por llevar unas expectativas demasiado altas y darse de bruces con la realidad. Ante el lamentable estado de Paul fue Gene Simmons quien se echó la actuación al hombro. Por suerte el hombre no ha perdido su particular timbre de voz ni su carisma como The Demon. Como apuntamos el show transcurrió de la forma planeada, tuvimos ristra de clásicos del rock como Shout it out Loud, Lick It Up, I Was Made For Loving You o Black Diamond, así como los habituales recursos escénicos de la banda: el cacofónico solo de bajo de Gene Simmons escupiendo sangre, para posteriormente ser elevado hasta las alturas donde interpretaría God of Thunder, el momento tirolina sobre el público de Paul Stanley en Love Gun o el fin de fiesta total con Rock and Roll All Nite plagado de confeti y petardos. Un show correcto donde los únicos puntos verdaderamente negativos fueron la voz de Paul y la falta de ritmo en algunos momentos.
No fue ni de lejos el mejor concierto del festival, de hecho personalmente no lo situaría ni siquiera en el podio. Pero fue el concierto de Kiss, ni más ni menos.



Aún quedaba bastante tela que cortar: Alestorm, The Bronx, Exodus y Eyehategod, pero mi estado era ya tan lamentable debido a los excesos y el cansancio que no me atrevo a faltar el respeto a dichas bandas intentando hacer una crónica objetiva, por lo que doy por finalizada aquí la crónica de conciertos.


CONCLUSIÓN.


Pues otro Resu a las espaldas y un muy buen sabor de boca en el paladar. El emplazamiento del festival es fabuloso, la organización impecable, se respira un buen rollo general por parte de la gente, que va simplemente a divertirse y pasar un fin de semana para el recuerdo junto a sus familiares y amigos. Sobre las tablas se ha vivido alguna pequeña decepción, que ha quedado suplida de sobra por otras actuaciones de grandísimo nivel.
Parece ser que las cifras se han resentido ligeramente en esta edición y la asistencia ha sido algo menor que en años pasados, aun a pesar de contar con mayor presupuesto, pero tampoco hay que alarmarse porque ni mucho menos ha sido un descalabro, y ante el difícil panorama y la competencia parece que Resurrection Fest ha salvado de sobra los muebles. Está bien recordar que esto es una carrera de fondo en la que solo los más aptos sobreviven, y la gente que está detrás del festival está siguiendo una línea bastante definida, en la que prima el buen trato y la comodidad hacia el público a la par que se intenta que crezca el negocio. Siguiendo por ese camino la longevidad del festival está asegurada. Por nuestra parte esperamos impacientes su siguiente edición, que estamos seguros será nuevamente una cita obligada y un fin de semana memorable. Nuestro agradecimiento a la organización, los empleados, las bandas y el público, todo ello perfectamente coordinado para hacernos vivir una gran experiencia, la experiencia Resurrection Fest. ¡Nos vemos en el siguiente!





Fotografías de Resurrection Fest.

Este texto se escribió originalmente para la web musical Diablorock:



martes, 24 de julio de 2018

CRÓNICA RESURRECTION FEST 2018 (PRIMERA PARTE)




Llegaba por fin la cita marcada a fuego en el calendario de muchos metaleros del país, el Resurrection Fest de Viveiro, todo un clásico ya del panorama que este año celebraba su decimotercera edición. Estamos ante un festival que no ha hecho más que crecer y crecer, y que pareció alcanzar ya su cima en sus dos pasadas ediciones, con cabezas de altísimo standing como los legendarios Iron Maiden en 2016 o los espectaculares Rammstein en 2017. Precisamente hacía unos años que no me dejaba caer por este festival, concretamente desde el 2015, y tenía muchísima curiosidad por ver qué iba a encontrarme y comprobar si ese crecimiento, con todo lo bueno y lo malo que implica, modificaría demasiado la experiencia que recordaba en mi mente.
Efectivamente hay que reconocer que en este tiempo la cosa ha ido creciendo, el recinto ha ganando bastante en vistosidad y carácter, especialmente en el plano decorativo y funcional. Hace unos días Iván Mendez, coordinador del festival, declaraba en una entrevista que «intentamos que el recinto del festival sea un verdadero parque temático del rock & roll», y sin duda lo están consiguiendo. Siempre habrá voces que añoren aquel pequeño y familiar festival underground de punk y hardcore que se celebraba en el campo de fútbol hace ya bastantes años, igual que algunos añoramos la época previa a los móviles o a los he-man, pero es de sabios y de ambiciosos querer crecer y el Resu, a día de hoy, es sin duda uno de los mejores y más grandes festivales de metal de la península, y quien no se alegre de tener algo así en plena costa gallega debería hacérselo mirar.
Este año ha venido marcado también por un cartel algo atípico y que se lo ha puesto en bandeja a los haters. Se esperaban los dos cabezas más «circenses» de la historia del festival (Kiss y Ghost), así como un buque insignia del metal más clásico que casi nadie se habría imaginado en un Resu (Scorpions). Mucho se ha opinado en las redes al respecto, pero la realidad es la que es, y con la burbuja festivalera en pleno auge sin duda podemos imaginarnos que el mercado tiene que ser feroz. Ante este panorama el Resu ha intentado jugar sus cartas de la mejor manera posible para poder ofrecer un cartel que sea grande, mediático, variado y de calidad.
Ya desde primera hora del Jueves se respiraba un ambiente de ilusión ante lo que se avecinaba, y también de tranquilidad al comprobar que el clima, siempre turbulento en la zona, parecía dispuesto a dar un respiro. Muchos ya arrastraban sobre sus hombros una jornada de presentación, a la que por desgracia no acudí, donde los veteranos Ministry parecieron reinar, algo que no me sorprende en absoluto.
Los puntos de recogida de pulseras y accesos al recinto estaban muy bien organizados, evidentemente en algunas horas críticas se apreciaba algo más de movimiento y espera, pero en general el trámite resultaba siempre rápido y fluido. Lo mismo se puede decir de la densidad de gente una vez en el interior, no había excesivos agobios ni siquiera durante las bandas más grandes. El ambiente no resultaba opresivo en ningún momento, ni para moverte entre actuaciones ni en las visitas a las barras o los baños, todo ello debido a una estupenda disposición de todos los elementos. No creo que nadie tuviese que sufrir largas esperas para llevarse una buena birra fresca a los labios o para acercarse a ver a alguna de sus bandas favoritas, y eso siempre es una delicia en estos eventos donde es muy sencillo hacer las cosas mal. También mencionar que los distintos empleados del recinto, tanto en barras como en las diversas casetas, eran siempre amables y estaban informados. Pequeños detalles que acaban resultando determinantes.
Para desconectar un poco entre actuaciones se disponía de una nutrida sección de merchandising, así como diversos puestos de restauración y ocio por los que pasear, realizar compras y comer algo. Estas zonas se situaban junto a los escenarios Chaos y Desert, en la parte derecha del recinto y ligeramente alejadas del trajín de los dos escenarios principales, lo que ayudaba a evitar agobios y aglomeraciones. Quizás por poner alguna pega mencionar la falta de iluminación por las noches en ciertas áreas, algo a tener en cuenta y que debería intentar mejorarse (que la gente a altas horas de la noche suele ir ya algo pedo hombre).
Por su parte el lado izquierdo del recinto quedaba reservado para la enorme explanada que albergaba los dos escenarios principales, rodeados por más barras y baños, así como el stand de firmas y el área vip o Pandemonium. Respecto al área vip mencionar que resultaba bastante acogedora, contaba con sus propias barras de bebida, mesas, baños e incluso un tipo preparando cócteles. También se situaba por allí el agradable espacio para la prensa, que contaba con todo lo necesario para facilitar el trabajo de los medios. Ascendiendo por una rampa accedías a la famosa terraza vip, con sus tumbonas y demás y desde donde la visibilidad hacia el escenario principal era simplemente perfecta. Algunos asistentes se quejaron de que este espacio se quedó un poco pequeño en los eventos más multitudinarios como Scorpions o Kiss, por lo que no garantizaban una visión perfecta durante los mismos. Pero bueno, eso también ocurría en la pista, es algo normal ante bandas que arrastran a tantísima gente, así que menos quejas ricachones.
Mencionado brevemente el recinto y sus particularidades es el momento de empezar con los conciertos. Obviamente no he podido cubrir la totalidad del festival, ya solo mirar por encima las tablas horarias provocaba vértigo (nada menos que 100 bandas en 3 días), por lo tanto y como es habitual pido disculpas si no veis reflejada la opinión sobre alguna de vuestras bandas favoritas. Por supuesto estáis invitados a discutir y ampliar esta crónica a través de la sección de comentarios, así que no seáis tímidos y expresad vuestra opinión. Vamos al lío.




JUEVES 12


Para un servidor el festival dio el pistoletazo de salida con el combo leonés Los Montañeros de Kentucky. A pesar de la temprana hora tuvieron a su favor el realizar su descarga el primer día, ante un público impaciente y enérgico que abarrotó la carpa consiguiendo una entrada bastante notable. Sin duda la gente tenía hambre de caña y se entregó desde el primer momento, saltando, gritando y desfasando ante su propuesta de metal y hardcore directo, rápido, sincero y sin florituras que puso aquello patas arriba. El sonido acompañó totalmente, resultando potente a la vez que cristalino, así como la entrega de una formación totalmente compacta y engrasada donde destacaba la presencia y carisma de su frontman Ivo, así como el buen hacer del batería Iván. Descargaron temas de su disco debút Motosierra Style, arrasaron con lo que vieron y se fueron dejando un muy buen sabor de boca entre fieles y curiosos, una banda sin duda a tener en cuenta dentro del panorama metálico nacional.
Tras diversos trámites logísticos pude acudir a la inauguración del escenario principal por parte de la banda Dawn of the Maya. Los de Pamplona realizaron una actuación agridulce, no por la entrega de sus miembros que resultó intachable, sino por tratarse aparentemente del punto final de la banda. Dieron un recital de metal furioso basado en toda su discografía que emocionó a un público entregado a pesar del calor. El sonido fue mejorable, algo que resultaría ser la tónica en el escenario grande que, como suele ser habitual, fue el que sufrió de más altibajos durante las tres jornadas. También sufrieron algún pequeño percance técnico que solventaron con profesionalidad. Siempre es una lástima que una banda luchadora decida poner fin a su trayectoria, pero si realmente este ha sido el último concierto de Dawn of the Maya al menos consiguieron despedirse por todo lo alto, llegados a este punto solo nos queda mostrar nuestro respeto y agradecimiento a la banda por su música durante todos estos años.
Poco antes de las seis de la tarde se subían al escenario Jinjer. A esa hora ya se empezaba a notar una mayor afluencia de público, consiguiendo reunir a un buen puñado de gente y multitud de fans en las primeras filas. Al comienzo de su actuación el sonido fue algo flojo en general, particularmente en el apartado vocal, por suerte eso se fue solucionando con el caer de los primeros temas. Reconociendo de antemano que su propuesta no es precisamente de mis platos favoritos no puedo negar que con Tatiana Shmailyuk nos encontramos, sin lugar a dudas, ante una de las mejores frontwoman de la actualidad, no solo por su presencia y carisma, sino también por su increíblemente variado registro y rango vocal, con una facilidad increíble tanto para las melodías suaves y comerciales como para los guturales más salvajes. Increíble lo de esta chica, y aunque ella acaparaba casi todas las miradas sería injusto no reconocer la profesionalidad y solvencia de toda la banda, demostrando sus miembros una elevada pericia técnica, en especial el bajista Eugene, consiguiendo que sus intrincados temas de metalcore con toques djent sonasen perfectos y que el ritmo del concierto no decayese en ningún momento. Los fans salieron de la actuación flotando en una nube, y aquellos algo más escépticos como un servidor también quedaron satisfechos y sin absolutamente nada que reprochar a la formación ucraniana. Con actuaciones como esta no les va costar nada conseguir un buen puñado de nuevos fans, estoy hasta por subirme al carro.



El relevo lo recogían Nostromo en el escenario Ritual. Su música, mezcla de hardcore y grind, me resultó algo genérica, pero sin duda iban sobrados de actitud. El concierto fue de menos a más según iban arrojando sus temas cortos y tremendamente rabiosos, consiguiendo que al final el público reaccionara. El sonido fue sorprendentemente bueno teniendo en cuenta la propuesta, pero por desgracia el volumen estaba un poco bajo.
Con la llegada de Overkill venía la primera ración de thrash metal de la vieja escuela. Comenzaron con el sonido de las guitarras poco presente en la mezcla pero se subsanó rápidamente, algo de agradecer ya que la labor de Dave Linsk con la solista fue absolutamente deliciosa. También estuvo a un gran nivel el bajista D.D. Verni. En cambio Bobby Ellsworth me decepcionó ligeramente, a pesar de su carismática pose chulesca resultó excesivamente estático, y tampoco pasó de correcto en su labor con el micrófono. El público también estuvo algo tibio al principio, pero fue poco a poco emocionándose y para cuando cayó Electric Rattlesnake aquello ya era una fiesta de mosh y circle pits celebrando el thrash ochentero. Tras puñetazos como In Union we Stand o Elimination la gente ya se había sometido a la formación, desfasando de forma impresionante durante los temas y coreando con fuerza el nombre de la banda tras los mismos. La enérgica reacción sorprendió al propio grupo, y pudimos ver al batería durante algunas pausas grabando el panorama en el teléfono móvil para su archivo personal. Se despidieron, como no podía ser de otra forma, con Fuck You, y por la ovación sin duda el público quedó totalmente satisfecho.



Acudí seguidamente a la carpa Chaos para presenciar la actuación de Crystal Lake, y lo hacía como un mero espectador curioso más ya que no conocía demasiado a la banda japonesa. Decir que salí de allí totalmente sorprendido y entregado a la causa. Los de Tokyo dieron un bolazo impresionante. Divertidos, caóticos e increíblemente enérgicos fueron arrojando sus temas, mezcla de metalcore, djent y progresivo, ante una carpa abarrotada que sin dudas se quedó pequeña, algo a lo que ayudó el hecho de que no sufrieran ningún solape. La gente se acabó volviendo casi igual de loca en la pista como los músicos en el escenario y aquello fue todo un espectáculo. Estoy convencido de que cualquiera que estuviese por allí viéndolo, aunque fuese desde lejos comiéndose un bocata y sin conocer al grupo, acabó enamorado de los japoneses. Sin duda ganaron nuevos fans, y de una forma totalmente merecida. La gran sorpresa de la primera jornada.



Tras el descoloque de Crystal Lake tocaba Anti-Flag en el escenario principal, y aquí sí sabía lo que podía esperar. La banda americana acudía a saciar la sed de punk rock con su propuesta desenfadada, de temas directos y estribillos coreables y cumplieron de sobra con su público. Justin Sane resulta un frontman cercano y con carisma, arengando constantemente al público, expresando sus opiniones ideológicas y consiguiendo montar la fiesta que se exige a este tipo de música. La banda sonó compacta y profesional, algo lógico en una formación que cuenta ya con una decena de discos a sus espaldas. Circle pits, crowdsurfing y pogos sin descanso se formaban por todas partes mientras sonaban himnos como Turncoat, 1 Trillion Dollar$ o This is The End (For You My Friend). Entre medias de tanto clásico también sacaron tiempo para presentar algunas canciones de su nuevo álbum, American Fall, como American Attraction o The Criminals, que no desentonaron en absoluto. Como decimos una auténtica fiesta, en la que incluso participaron los ResuKids en su recta final. Una banda entregada a su público y un público entregado a una banda, como debe ser, y es que Anti-Flag nunca defraudan.
Y vuelta nuevamente a la carpa para ver a Stick To Your Guns. Los americanos congregaron a bastantes fans, a los que se veía con muchas ganas de la banda y a la que arroparon desde el primer momento. Personalmente su hardcore punk me resultó demasiado inofensivo, con progresiones y estribillos básicos y coreables. Algo que no parecía importar a sus seguidores, a los que se veía disfrutar bastante. Aunque me resultaran planos e inofensivos está claro que sus composiciones son increíblemente pegadizas, lo que revirtió en un ambiente muy movido y desenfadado y, a pesar de que tampoco tuvieron la mejor de las suertes con el tema del sonido (especialmente en el apartado vocal), su base de fans, compuesta por los asistentes más jóvenes del festival, salió encantada de allí.


Y llegaba por fin uno de los platos fuertes de la jornada y de los momentos más esperados entre la audiencia, la visita de Stone Sour al Resurrection Fest. La cuestión es: ¿La gente estaba tan entusiasmada por la banda, o solo por Corey? Ahora ahondaremos más en ello. En cualquier caso, en torno a las 10 y media y tras la intro de los Blues Brothers, saltaban Corey y sus secuaces al escenario interpretando Whiplash Pants, uno de los mejores temas de su último disco Hydrograd, que venían presentando. Tras este tocaron Absolute Zero, uno de sus clásicos. La respuesta del público estaba siendo tibia, y aunque la gente se fue animando poco a poco con el discurrir del concierto no podemos decir que fuese espectacular en ningún momento, incluso a pesar de la entrega de Corey Taylor, cuyo carisma, profesionalidad y tablas están fuera de toda duda y que se dedicó a animar constantemente al respetable, ya fuese bromeando, o lanzando agua y confeti. Sin duda estamos ante uno de los frontmans con más carisma y más queridos del metal, pero creo sinceramente que a Stone Sour, como banda, el escenario les quedó un poco grande. Quitando a su base de fans fieles a muchos el concierto nos resultó un poco pesado. Tampoco creo que ayudase la elección del un set list que considero pudo ser mejorable. No pretendo en absoluto faltar el respeto a la banda ni a sus fans con lo que voy a decir ya que Stone Sour son una banda de buenos músicos con algunos temas notables, pero creo sinceramente que no tendrían, ni de lejos, un estatus tan alto en el panorama musical si en sus filas no militase «el cantante de Slipknot». Por cierto, Corey Taylor se dedicó a poner ojitos a la organización luciendo camiseta del festival, ¿significará eso que ya están tramando algo para futuras ediciones? Interesante...
Tras esta pequeña decepción me dirigí al Desert Stage para presenciar a Wolves In The Throne Room, que jugando con el nombre del escenario podría decir que representaban un pequeño oasis en mitad de un cartel que este año ha flojeado mucho en el campo del Black Metal. No tuvieron suerte los americanos, que salieron al escenario en medio de problemas de sonido y dificultades técnicas en la batería. Por culpa de ello el show tardó en asentarse, y justo cuando la cosa empezó a despegar tocaba irse para poder coger sitio en Ghost, una auténtica pena largarse justo cuando aquello empezaba a sonar como una apisonadora.
El escenario principal se llenaba para uno de los momentos más esperados tanto por fans como por curiosos. Las luces se apagaban ante un público muy impaciente y comenzaba a sonar la intro Ashes, mientras de entre la niebla los Nameless Ghouls aparecían en el escenario en medio de una gran ovación. Seguidamente, con los primeros compases de Rats, hacía su aparición el nuevo líder de la iglesia de Ghost, el Cardenal Copia, y aquello ya desde el principio estaba revolucionado totalmente. Absolution, Ritual, From the Pinnacle to the Pit... Temazo tras temazo, y es que resulta increíble la capacidad de esta banda para las melodías y los temas que se te clavan en la mente como maldiciones, la prueba es la enorme cantidad de gente que coreaba los temas letra por letra de principio a fin. Por desgracia la calidad del sonido no estaba siendo todo lo buena que debería, algo que se fue subsanando poco a poco con el caer de los temas pero sin llegar a ser totalmente satisfactoria en ningún momento. También, por otra parte, Tobias Forge no es el mejor cantante del mundo en directo, y aunque las melodías vocales que crea en sus composiciones son fabulosas, tremendamente pegadizas y totalmente coreables, es evidente que personalmente le falta potencia y aguante, él mismo ha confesado en varias entrevistas que el papel de cantante en la banda le llegó «de rebote» al no encontrar a nadie adecuado. Por tanto se podría decir que su actuación resultó bastante ajustada, viéndole sufrir en algunos momentos. No obstante sus limitaciones quedan subsanadas por un carisma inigualable, que no ha perdido en esta su más reciente encarnación, el Cardenal Copia (aunque cuesta muchísimo olvidar al añorado Emeritus III). Continuaron con Faith, quizás el tema más cañero de su nuevo disco, seguido del clásico Cirice y Miasma, tema instrumental en el que el Cardenal se retira a tomarse un respiro dejando el protagonismo a sus mercenarios infernales y al cameo del anciano Papa Nihil para su solo de saxo. Hubo algunas variaciones escénicas respecto a los vídeos que había visto de su reciente gira americana. Para empezar el Cardenal no se cambió de vestuario en todo el show, y también hicieron uso de bastante pirotecnia, algo que no esperaba y que puso la guinda a una puesta en escena hipnótica. El público estaba totalmente evangelizado y resultaba fabuloso ver a gente de diversas edades y gustos musicales dispares disfrutar de igual forma con esta lúcida propuesta que aúna seriedad y teatro, solemnidad y parodia, comercialidad y buen gusto. El set list resultaba infalible, con la intro de Year Zero recitada de una forma atronadora, seguido por el momento más íntimo de He Is o la vuelta a la oscuridad con Mummy Dust, tema en cuyo final lanzaron una enorme nube de confeti en la que había ocultos algunos billetes con la estampa del Papa Nihil para unos pocos elegidos. Dance Macabre y Square Hammer pusieron el punto y seguido para, esta vez sí, acabar con Monstrance Clock y despedirse ante una tremenda ovación. Ghost son una de las bandas de moda, y una de las esperanzas más firmes para el relevo generacional de las grandes formaciones. Este show demostró sin lugar a dudas el por qué. Con esta trayectoria ascendente y el impulso que están teniendo últimamente parece claro que nos esperan muchos años de temazos increíbles, vistoso espectáculo escénico y oscuras tramas religiosas. Uno de los momentos álgidos del festival sin duda alguna al que le faltó un poco más de duración y mejor sonido para ser perfecto.







Después de semejante recital y ya muy mermado de fuerzas me arrastré como pude al escenario Ritual para presenciar a otra leyenda. At The Gates se vieron afectados por el cansancio general en cuanto a la respuesta del público, pero lo solventaron con profesionalidad, un sonido sobresaliente y una descarga de death metal melódico abrasador. Tocaron temas de su disco más reciente, To Drink For The Night Itself, así como grandes clásicos como el obligado Slaghter of the Soul. El show fue mejorando al asentarse el público tras el tumulto formado al final de Ghost, y finalmente los pioneros del sonido Gothenburg acabaron dando una lección de brutalidad y maestría en su campo. Sin duda un gran cierre para las actuaciones principales.
Para los más enérgicos aún quedaba el tributo a System of a Down en la carpa y la fiesta posterior por los garitos de la localidad o la zona de acampada.
En resumen una primera jornada totalmente intachable. Con buen clima y ambiente, ningún tipo de percance organizativo y, lo más importante, unos conciertos de muy alto nivel. En la siguiente entrega del artículo terminaremos de repasar las bandas que actuaron en esta edición y daremos nuestras conclusiones finales. Estad atentos.


Texto escrito originalmente para la web musical Diablorock:

Fotografías de: Resurrection Fest y Killerman.

miércoles, 4 de julio de 2018

DIEZ GEMAS OCULTAS EN LA DISCOGRAFÍA DE MARILYN MANSON






A comienzos de la década de los 80 en la ciudad estadounidense de Canton, Ohio, un jovenzuelo escuálido y poco agraciado, con dientes de conejo y peinado a la taza, permanecía oculto y en silencio bajo una mesa de contrachapado, intentando no ser visto. Este chico, de 13 años de edad, se llamaba Brian Hugh Warner, y estaba ahí persiguiendo sus sueños.
Él y su primo Chad eran lo que se suele conocer como unos pardillos, y no solo por su aspecto poco agraciado. No eran destacados estudiantes ni deportistas, tampoco pertenecían a familias importantes, no eran populares en su escuela, y desde luego nunca habían estado ni remotamente cerca de una mujer. Pero como ya hemos dicho tenían un sueño y la firme intención de cumplirlo: querían ser detectives privados.
Una de las características que debía poseer todo buen detective privado era ser bueno en el terreno del espionaje. Así que Brian y Chad escogieron para iniciar su investigación a una de las figuras que tenían más cerca, el abuelo de Brian. Habían estado investigando al pobre anciano durante un tiempo y, entre sus patrones de conducta, habían advertido que le gustaba pasar mucho tiempo a solas en el sótano de la vieja casa. Por lo visto el tiempo que pasaba allí en soledad lo dedicaba a jugar con sus viejas maquetas de trenes. Ambos habían llegado a esa conclusión porque habían podido escuchar el ruido a través de un conducto de ventilación de la cocina. Pero como grandes detectives que aspiraban a ser no podían conformarse solo con esa prueba. Debían colarse allí abajo y comprobarlo con sus propios ojos. Trazaron un plan y, aprovechando un descuido de los abuelos, pudieron colarse en el sótano una tarde para proseguir con su investigación. Lo que encontraron ahí abajo los dejó de piedra.
Resulta que el viejo abuelo Warner era todo un depravado. Mirando por el sótano encontraron cantidades ingentes de pornografía. Brian y Chad ya habían visto alguna revista de Playboy con anterioridad, pero esto era ligeramente distinto. En las fotografías que guardaba el abuelo podían verse a sonrientes muchachas posando mientras lamían enormes penes de caballo. También montaban a los animales, pero invirtiendo los roles comúnmente establecidos para dicha asociación. Alucinados siguieron recabando pruebas por el sótano. En un cajón encontraron unos cuantos consoladores enormes envueltos en plástico, viejos condones roídos y tarros de vaselina seca. Mientras Brian y Chad inspeccionaban boquiabiertos todo esto pudieron escuchar unos pasos acercándose lentamente. ¡Era el abuelo que bajaba al sótano! Si los descubría estaban perdidos.
Brian y Chad miraron confusos a su alrededor, buscando en vano una salida, mientras los pasos se acercaban cada vez más. Chad finalmente reaccionó, agarró a Brian de la mano y ambos se ocultaron bajo una vieja mesa. Ahí agazapados observaron a través de una rendija cómo su abuelo entraba en el sótano, cerraba la puerta y accionaba los trenes de juguete. Seguidamente el anciano procedió a bajarse los pantalones hasta las rodillas y se sentó en una silla de madera. Posteriormente se bajó los calzoncillos, agarró su flácido y viejo pene y empezó a machacársela mientras miraba unas viejas fotografías. El viejo abuelo Warner tenía una traqueotomía en la garganta producto de una operación de pulmón, de tal forma que sus agónicos gemidos sonaban tortuosos y metálicos, de ahí que necesitase el ruido de los trenes de juguete para enmascararlos. Sin duda era un asombroso giro en el curso de la investigación. Pero Brian y Chad no podían pensar en ello ya que estaban petrificados por el miedo, sabiendo que cuando fuesen descubiertos el castigo sería algo más allá de lo imaginable.
Por una carambola del destino los dos chavales no fueron descubiertos aquella tarde. El abuelo tuvo que salir inesperadamente a hacer unos recados y pudieron escapar sin ser vistos. La investigación sobre el abuelo terminó ese día, pero el joven Warner no podía dejar de dar vueltas a lo que había descubierto y a sus implicaciones filosóficas. Todo el mundo tenía dos caras. Todo el mundo tenía una parte oscura y retorcida en su interior, una parte que permanecía oculta a la sociedad pero que estaba ahí y necesitaba ser alimentada.
Años más tarde Brian ya era un adolescente y seguía siendo un pardillo. Había cambiado su sueño de ser un gran detective por el de ser un gran escritor. Se pasaba las horas muertas escribiendo relatos y poemas de temática retorcida, y también estaba probando suerte en el mundo del periodismo, entrevistando a músicos locales y escribiendo reseñas de discos para intentar meter el pie dentro de alguna revista musical. A pesar de que disfrutaba con la música podía notar un gran vacío en la escena. Cuando entrevistaba a grupos y reseñaba discos tenía la impresión de que ninguno de ellos tenía una propuesta verdaderamente rompedora. Los músicos eran gruñones bobalicones, o personajes totalmente planos, interesados solo en las chicas y la cerveza. Eso se reflejaba también en las letras de sus canciones, totalmente infantiles y sin trasfondo. Pensaba que tampoco había que ser gran cosa para hacer lo que ellos hacían, y tenía la sospecha de que incluso él podría hacerlo mejor. Cogió su libreta y empezó a esbozar los rasgos de un personaje, una especie de estrella de rock definitiva y rompedora, un ser salido del infierno dispuesto a romper todos los tabúes y llevarse toda la fama y las mujeres.
Se basó inicialmente para ello en algunos de sus héroes, como David Bowie, Iggy Pop o Alice Cooper, pero retorciéndolos aún más, dándoles un cariz más oscuro y depravado. Dibujó una figura alta y desgarbada, de demente sonrisa, con el pelo largo y oscuro oculto parcialmente bajo un sombrero que simulaba al del sombrerero loco de la obra Alicia en el país de las maravillas, le añadió maquillaje y rasgos de cadáver. Pensó un nombre para su criatura, algo que reflejase a la vez lo más bello y lo más tortuoso, las dos caras que todos poseemos, la cara y la cruz del sueño americano que le vendían por cada esquina. Fue fácil al acordarse de dos de las figuras más representativas de la cultura pop, la bella actriz Marilyn Monroe, la chica perfecta, la vecina soñada. La supuesta novia ideal que escondía una vida tortuosa de drogas, ligues presidenciales y suicidio. Y Charles Manson, el manipulador y asesino, el predicador, el reverso tenebroso de la fantasía florar de los hippies. Mezcló ambos nombres y escribió el resultado sobre el dibujo. Puso la hoja frente a su cara y lo vio claro. Ese día se firmó la sentencia de muerte de Brian Hugh Warner.
Lo que viene después es el nacimiento de una de las personalidades más atractivas e influyentes dentro de la música y la cultura popular: Marilyn Manson. Un artista revolucionario y profundo, que escaló a la cima de su género y escandalizó a toda la sociedad. Que fue acusado de pervertir a una juventud que lo amaba de manera incondicional. Un torbellino que provocaba pasiones, odios, revueltas, manifestaciones y el completo caos a su paso. Un artista lleno luces y sombras, que se lo comió todo a finales de los 90, para posteriormente vomitarlo con el discurrir del nuevo siglo, pasando de ser la figura más imponente y peligrosa del momento a una parodia patizamba de sí mismo.
Marilyn Manson es una figura clave, capaz de lo mejor y lo peor, capaz de la genialidad y el patetismo. Una de las últimas grandes estrellas del rock, sin la cual este rollo sería sin duda muchísimo más aburrido, un personaje que cuando desaparezca estamos seguros será llorado hasta por sus más férreos detractores. Hoy nos proponemos revisar y celebrar su obra, pero esta vez no lo haremos a través de sus grandes éxitos como hacen todos los demás, sino a través de algunos de sus temas menos conocidos, rescatando de su abultada discografía joyas que quizás hayan pasado desapercibidas. A fin de cuentas es una excusa como cualquier otra para disfrutar o crucificar al Reverendo, elige lo que quieras, no creemos que a él le importe realmente demasiado por cuál de las dos posturas te inclines, ya lo dijo una vez: "Tu calidad como artista es medida de igual manera por la gente que te detesta y por la que te ama. Necesitas tener ambos o sino eres un mediocre."



  1. MURDERERS ARE GETTING PRETTIER EVERY DAY
    (Manson, Ramirez, Vrenna)
    Born Villain. 2012.

Habiendo encajado tres lanzamientos tremendamente exitosos y de una calidad incuestionable, como fueron Antichrist Superstar (1996), Mechanical Animals (1998) y Holy Wood (2000), Manson se había situado en el pináculo de su popularidad. Ahora solo le quedaba el duro camino cuesta abajo. Esto se produjo con el comienzo del nuevo milenio. Sus siguientes tres lanzamientos The Golden Age of Grotesque (2003), Eat Me, Drink Me (2007) y The High End of Low (2009) fueron recibidos de manera cada vez más tibia tanto por la crítica como por el público. A su vez las ventas de discos y entradas de los conciertos se iban desplomando, y con razón. Esos tres discos (que comentaremos más adelante) mostraban preocupantes altibajos en su calidad. Por su parte las presentaciones en directo habían pasado de ser peligrosas y enérgicas a patéticas y vergonzosas, con un Manson cada vez más deteriorado y pasota (muchos aún recordamos su bochornosa actuación en el festival Kobetasonic de 2009, con un Manson completamente ebrio siendo abucheado por la totalidad del público presente). Ya nadie daba un duro por Marilyn Manson ni confiaba en el resurgir de su carrera, estaba claro que asistíamos a los últimos momentos del artista.
Por todo lo expuesto su disco Born Villain (2012) no generó demasiada expectación, a pesar de las declaraciones de Manson, que prometía volver por sus caminos más agresivos y darnos un disco rabioso. Por supuesto estas promesas ya se habían dado con anterioridad y a estas alturas sonaban bastante falsas. No obstante cuando fue lanzado el disco se comprobó que esta vez, al menos, el reverendo lo estaba intentando.
Con un título que era toda una declaración de intenciones (Nacido Malvado), nos encontrábamos con un trabajo que seguía siendo algo irregular, pero que resultaba más redondo que sus anteriores lanzamientos, con temas más trabajados y memorables, centrándose en los terrenos que mejor se le daban e intentando recuperar parte de la garra perdida. En el tema que nos ocupa vemos a un Manson colérico como no veíamos desde el Antichrist, dando rienda suelta a su vena más punk, demostrando que el que tuvo retuvo y que no estaba dispuesto a desaparecer tan fácilmente.




    1. CRYPTORCHID
      (Manson, Gacy)
      Antichrist Superstar. 1996.


Si alguien preguntase cómo Marilyn Manson llegó a ser el artista más interesante y polémico de su tiempo, sin duda habría que ponerle el disco Antichrist Superstar (1996). Nos encontramos ante uno de esos extraños casos en los que se alinean todos los astros. Un periodo de tiempo idóneo, mediados de los 90, con un clima musical revuelto tras el paso de aquel tornado que fue el sonido Seattle, que daba sus últimos estertores como música dominante dando paso a una nueva revolución, el llamado nu metal. La industria y el público estaban buscando nuevas sonoridades y vías de expresión cuando apareció un artista en estado de gracia, pasado de vueltas, obsesionado con su concepto, reivindicando la figura de estrella de rock exagerada y decadente que tanto habían criticado los de Seattle y, lo más importante, capaz de dar a luz una obra conceptual totalmente furiosa, terrorífica y apocalíptica. Todo en la imaginería de este disco y la banda provocaba intranquilidad y alarma. El peligro y el escándalo volvían al mundo del rock por la puerta grande.
Es fácil entender la fascinación de los jóvenes de la época y el temor de sus padres ante una figura alta, pálida y desgarbada, que se auto mutilaba en los conciertos mientras gritaba con cara de psicópata contra la religión y los convencionalismos.
Marilyn Manson lo tenía todo para arrasar, una imagen chocante a la que encima acompañaba un disco a la altura. Mucho se ha hablado y escrito sobre este disco capital, sobre la importancia que tuvo en la gestación de su sonido el mago del metal industrial Trent Reznor, y sobre su caótica grabación, plagada de drogas y excesos. El resultado final fue un auténtico puñetazo en la cara del sueño americano, una obra agresiva como no se veía desde hacía mucho tiempo, envuelta con sonoridades del más duro punk y metal industrial. Una auténtica obra maestra que tiene de todo: temas de una dureza inusitada como Deformography o Antichrist Superstar, singles que se han convertido en himnos, como The Beautiful People o Tourniquet, temas retorcidos y desquiciados como Angel with the Scabbed Wings, y temas que llegan incluso a provocar miedo, como este Cryptorchid.





    1. THE SPEED OF PAIN
      (Manson, Ramirez, Gacy, Zum)
      Mechanical Animals. 1998.

Antichrist Superstar había colocado a Marilyn Manson en lo más alto. El disco se vendió como rosquillas y las entradas para los conciertos se agotaban allí por donde pasaban. Manson ocupaba las portadas de todo tipo de publicaciones gracias a sus agudas y polémicas declaraciones, creando pasiones y odios por igual. Su siguiente trabajo discográfico era uno de los más esperados, y todo el mundo se preguntaba si Manson podría continuar donde lo había dejado y ser aún más agresivo y oscuro. El listón estaba alto, muy alto, y Manson, que es una persona bastante inteligente, sabía de sobra que superar la rabia de Antichrist era una misión imposible. De esta forma optó por revolucionar su concepto y llevarlo a otro nivel.
Influido por su héroe Bowie dejó a un lado al Anticristo y dio a luz a un nuevo personaje, el andrógino Omega, en un disco que musicalmente se alejaba del punk y la vertiente más dura del metal industrial para bucear de lleno en el glam rock, enfocándose en su lado exagerado y decadente, con unos textos que abordaban el lado oscuro de la fama y el ego junto al amor por los excesos y las drogas. Manson suplió la ausencia de Trent Reznor aliándose esta vez con Billy Corgan, de The Smashing Pumpkins, que le ayudó a terminar de dar forma a su nuevo concepto sonoro.
El disco generó polémica, sobre todo entre los que esperaban una continuación de Antichrist, que por contra se encontraron con unas composiciones y un concepto mucho menos oscuro que los de su predecesor. No obstante el disco fue un gran éxito, y a día de hoy hay mucha gente que incluso lo pone por encima del Antichrist. Sin duda es complicado poner peros a una fabulosa colección de canciones totalmente inspiradas como Great Big White World, The Dope Show, I don't like the Drugs (But the Drugs Like Me) o Coma White, que se superponen unas a otras para dar lugar a un álbum sin apenas fisuras. The Speed of Pain no es uno de los temas más famosos de este disco, pero sin duda es uno de sus mejores momentos. Una canción totalmente redonda y evocadora, que crece en intensidad y explota como un delicioso orgasmo. Ademas, como curiosidad, diremos que Manson ha declarado en una reciente entrevista que es el tema del que se siente más orgulloso en toda su carrera musical.




    1. BREAKING THE SAME OLD GROUND.
      (Manson, Ramirez, Vrenna)
      Born Villain. 2012.


Como ya hemos comentado se puede considerar Born Villain como el primer paso en el resurgir discográfico de Manson. Para ello rescató los sonidos que le habían dado mejores resultados, como la dureza punk industrial del anteriormente citado Murderers are getting prettier every day o el también destacable Overneath the Path of Misery, pero también acudiendo a los medios tiempos inquietantes y melancólicos que ya estaban presentes en Mechanical Animals o Holy Wood. Entre estos podemos destacar Children of Cain o este Breaking the Same Old Ground, que se encarga de cerrar el disco. Un tema afligido, con una letra totalmente nihilista y melancólica, una maravilla que nos envuelve de manera magistral en la desesperación y desasosiego de la vida, que siempre ha sido uno de los pilares temáticos en la obra de Manson.




    1. WOW
      (Manson, Ramirez, Vrenna)
      The High End of Low. 2009.


Manson intentó buscar nuevos terrenos para su sonido con el disco Eat Me, Drink Me (2007), un trabajo que resultó bastante fallido. A raíz de las críticas cosechadas por ese trabajo intentó volver sobre sus pasos con su siguiente trabajo, The High End of Low (2009), para ello contó de nuevo con el apoyo de Twiggy Ramirez, su mano derecha durante el periodo de mayor éxito de la banda durante los 90 y del que llevaba separado casi una década, y también contrató a Chris Vrenna, músico y compositor conocido por su trabajo con Nine Inch Nails. La reunión de estos nombres bajo un mismo proyecto desató bastante expectación y todo hacía augurar un trabajo a la altura. Por desgracia no sucedió así. El resultado es tremendamente irregular y demasiado largo. Sin duda es uno de los trabajos menos logrados de Manson, no obstante cuenta con algún buen tema y también alguna curiosidad, como este WOW.
Estamos ante una composición extraña, que inmediatamente nos trae a la memoria la primera época de la banda, cuando aún se hacían llamar Marilyn Manson & The Spooky Kids, y los extraños y enfermizos cortes del EP Smells Like Children (1995). El tema se forma a partir de extraños sonidos de carácter electrónico, voces retorcidas y tratadas y samplers de Manson esnifando cocaína a modo de percusión, todo ello sobre una omnipresente línea de bajo de Twiggy, dando lugar tan peculiar mezcla a lo que parece ser la banda sonora de una extraña pesadilla.







  1. A PLACE IN THE DIRT
    (Manson, 5)
    Holy Wood (In The Shadow of the Valley of Death). 2000.


Holy Wood marcaba una vuelta a la oscuridad de Manson tras el paréntesis que supuso Mechanical Animals. Se presentaba como el sucesor espiritual de Antichrist y como cierre de una trilogía que engloba lo que sin duda es el punto álgido en la discografía del Reverendo. En este disco Manson expresaba toda su frustración a raíz de haberse convertido en la cabeza de turco tras la tragedia del tiroteo en la escuela de Columbine, de la que fue indirectamente acusado, por lo que se aprecia un gran resentimiento y rabia tanto en la música como en las letras, esto queda patente ya desde la portada, que muestra a un Manson crucificado y con la boca arrancada.
El álbum resulta bastante inspirado en su conjunto y reúne algunos de los temas más celebres de Manson como The Nobodies, Disposable Teens o The Fight Song junto a otros temas bastante notables como Valentine's Day o Coma Black. Es uno de los discos que cuenta con un mejor trabajo en las guitarras, con un sonido más patente y afilado de las mismas a cargo de John 5, quien tuvo bastante peso esta vez en el proceso compositivo del álbum. Supuso un éxito de crítica y público y también, por desgracia, marcó el punto de partida hacia un periodo menos inspirado de Manson, marcado por los continuos altibajos.





    1. RUNNING TO THE EDGE OF THE WORLD
      (Manson, Ramirez, Vrenna)
      The High End of Low. 2009.

Como ya comentamos The High End of Low supuso una pequeña decepción para sus seguidores, y se trata de uno de los trabajos más flojos e irregulares de Manson. No obstante, a la mitad del mismo, nos encontramos con esta auténtica maravilla. Una balada sentida e inspirada que puede considerarse como uno de los mejores temas escritos por Marilyn Manson en toda su carrera.
Con una instrumentación a base de delicadas guitarras acústicas y envolventes teclados, junto a los lamentos de Manson, que arremete esta vez contra los tortuosos vaivenes de las relaciones amorosas, se da forma a un tema de dinámicas sobresalientes, que va creciendo en intensidad cada vez más hasta apagarse definitivamente, como la llama de la pasión, en un limbo de absoluta melancolía.
Se publicó un vídeo para promocionar la canción. Un vídeo que resultó bastante polémico, no tanto por la extraña imagen de un Marilyn Manson con cejas, sino por su angustioso tramo final, en el que aparece una joven angustiada recibiendo una brutal paliza.
Estamos ante un auténtico temazo, y es una lástima que pasase desapercibido en mitad de un disco de tan poco calado.






    1. JUST A CAR CRASH AWAY
      (Manson, Skold)
      Eat Me, Drink Me. (2007)


Tras la tortuosa gira de apoyo para el disco The Golden Age of Grotesque (2003) Manson se vio atrapado en un periodo jodido. John 5 decidió dejar la formación, harto de sus roces con el Reverendo. También encadeno un par de dolorosas decepciones, la paralización de su proyecto cinematográfico Phantasmagoria, en el que había volcado muchos esfuerzos e ilusiones, y el doloroso punto final de su matrimonio con la modelo Dita Von Teese. Toda esta serie de infortunios le sumieron en una profunda depresión durante la cual incluso se planteó abandonar la música. Por suerte recapacitó y decidió seguir adelante. Para ello se apoyó en el guitarrista y bajista Tim Skold, y juntos decidieron dar otra vuelta de tuerca al sonido Manson. Esta vez tomaron la influencia de sonidos más accesibles y producciones más directas, apoyándose en el rock gótico de bandas como The Cure o Bauhaus, y mostrando unas composiciones más luminosas que llegaban incluso a coquetear por momentos con el pop.
El disco fue recibido de forma desigual, entre los que aplaudían este nuevo giro y los que por contra lo consideraban demasiado blando y edulcorado, una opinión que se veía reforzada por unos textos de Manson hacia su nuevo amor (Evan Rachel Wood) que en algunos momentos llegaban a resultar sonrojantes.
Se trata de un pequeño experimento de resultado irregular, que no obstante incluye algunas buenas canciones, como They said the Hell's not Hot, o el single Heart-Shaped Glasses, que nos mostraban una nueva faceta dentro del sonido de Manson. A parte de no renunciar completamente a algunos elementos distintivos como los medios tiempos melancólicos marca de la casa.





    1. THE GOLDEN AGE OF GROTESQUE
      (Manson, 5)
      The Golden Age of Grotesque. 2003.


Tras completar el tríptico formado por Antichrist, Mechanical y Holy Wood, Manson se encontraba bastante agotado. Su intención de cara al próximo trabajo era la de hacer un disco menos solemne, más desenfadado y «divertido», sin tantas críticas ni dobles lecturas. Para ello tomo como referencias el ambiente cabaretero y festivo del burlesque.
Para las tareas de composición del disco el Reverendo se apoyó totalmente en la figura de John 5, que firma la totalidad de los temas junto a Manson. El resultado por desgracia fue inferior al esperado, quedando bastante por detrás de sus lanzamientos previos. A pesar de que se incluyen algunos temas bastante celebrados y que siguen presentes actualmente en los set list de la banda, como por ejemplo mOBSCENE o This is the New Shit, el conjunto resultaba bastante irregular, la mayoría de temas no destacaban demasiado y resultaban fácilmente olvidables. No obstante el disco tiene algunos buenos momentos, como los temas ya mencionados o aquel que da título al disco, una composición que nos transporta totalmente a un ambiente de cabaret decadente y que se adapta como un guante a la personalidad de Manson.





    1. THREATS OF ROMANCE
      (Manson, Bates)
      Heaven Upside Down. 2017.


En el año 2015 Manson decidió unir fuerzas con el compositor de bandas sonoras Tyler Bates para dar una nueva vuelta de tuerca a su sonido. El resultado de dicha colaboración, titulado The Pale Emperor (2015) sorprendió a propios y extraños. Nos encontrábamos con un Manson más centrado y adulto, que se sentía a gusto en su papel de extraño predicador musical, y que llegaba arropado por unas composiciones serias y sobrias, con el inconfundible sabor Manson presente pero con un envoltorio más adulto y meditado. El disco resultó un sorprendente éxito, gracias a temas tremendamente elegantes como Third Day of a Seven Day Binge, The Devil Beneath My Feet o The Mefistopheles of Los Angeles. Supuso un soplo de aire fresco en la carrera de Manson y lo reconcilió nuevamente con la crítica especializada.
Vistos los buenos resultados, la asociación Manson/Tyles se puso manos a la obra para dar forma a su continuación, y cuando todos nos esperábamos una segunda parte de The Pale Emperor van y nos sorprenden con algo distinto pero a la vez familiar. Porque Heaven Upside Down, el último disco de Marilyn Manson hasta la fecha, no es más que una celebración y reivindicación de la carrera del artista. Un disco que podría pasar perfectamente por un grandes éxitos de Manson si no fuese por el hecho de que son todo composiciones nuevas. En este disco podemos asistir a todas las variantes y facetas del Reverendo, tenemos temas cañeros, rabiosos y combativos, tenemos medios tiempos extraños y baladas melancólicas, tenemos crítica social, tenemos romances tortuosos y ataques a la religión, tenemos todo lo que Manson ha sido, y lo tenemos en su justa medida, con un disco de duración optima y sin atisbo de relleno.
Sorprende y alegra que tras una carrera tan larga y complicada, que abarca la friolera de 10 álbumes a lo largo de casi un cuarto de siglo, el bueno y decadente Marilyn Manson siga en un lugar destacado de la industria y pueda facturar trabajos disfrutables, de probada solvencia y calidad. Esperamos poder gozar de este artista inigualable durante un buen puñado de años más, que pueda seguir dándonos alegrías y, por qué no, también algún que otro palo, porque como ya dijimos al principio de este artículo el mundo del rock sería un lugar mucho más aburrido sin él, qué duda cabe.





Este texto fue escrito para la web musical DiabloRock: