Llegaba por fin la cita marcada a
fuego en el calendario de muchos metaleros del país, el Resurrection
Fest de Viveiro, todo un clásico ya del panorama que este año
celebraba su decimotercera edición. Estamos ante un festival que no
ha hecho más que crecer y crecer, y que pareció alcanzar ya su cima
en sus dos pasadas ediciones, con cabezas de altísimo standing como
los legendarios Iron Maiden en 2016 o los espectaculares Rammstein en
2017. Precisamente hacía unos años que no me dejaba caer por este
festival, concretamente desde el 2015, y tenía muchísima curiosidad
por ver qué iba a encontrarme y comprobar si ese crecimiento, con
todo lo bueno y lo malo que implica, modificaría demasiado la
experiencia que recordaba en mi mente.
Efectivamente hay que reconocer
que en este tiempo la cosa ha ido creciendo, el recinto ha ganando
bastante en vistosidad y carácter, especialmente en el plano
decorativo y funcional. Hace unos días Iván Mendez, coordinador del
festival, declaraba en una entrevista que «intentamos que el recinto
del festival sea un verdadero parque temático del rock & roll»,
y sin duda lo están consiguiendo. Siempre habrá voces que añoren
aquel pequeño y familiar festival underground de punk y hardcore que
se celebraba en el campo de fútbol hace ya bastantes años, igual
que algunos añoramos la época previa a los móviles o a los he-man,
pero es de sabios y de ambiciosos querer crecer y el Resu, a día de
hoy, es sin duda uno de los mejores y más grandes festivales de
metal de la península, y quien no se alegre de tener algo así en
plena costa gallega debería hacérselo mirar.
Este año ha venido marcado
también por un cartel algo atípico y que se lo ha puesto en bandeja
a los haters. Se esperaban los dos cabezas más «circenses» de la
historia del festival (Kiss y Ghost), así como un buque insignia del
metal más clásico que casi nadie se habría imaginado en un Resu
(Scorpions). Mucho se ha opinado en las redes al respecto, pero la
realidad es la que es, y con la burbuja festivalera en pleno auge sin
duda podemos imaginarnos que el mercado tiene que ser feroz. Ante
este panorama el Resu ha intentado jugar sus cartas de la mejor
manera posible para poder ofrecer un cartel que sea grande,
mediático, variado y de calidad.
Ya desde primera hora del Jueves
se respiraba un ambiente de ilusión ante lo que se avecinaba, y
también de tranquilidad al comprobar que el clima, siempre
turbulento en la zona, parecía dispuesto a dar un respiro. Muchos ya
arrastraban sobre sus hombros una jornada de presentación, a la que
por desgracia no acudí, donde los veteranos Ministry
parecieron reinar, algo que no me sorprende en absoluto.
Los puntos de recogida de pulseras
y accesos al recinto estaban muy bien organizados, evidentemente en
algunas horas críticas se apreciaba algo más de movimiento y
espera, pero en general el trámite resultaba siempre rápido y
fluido. Lo mismo se puede decir de la densidad de gente una vez en el
interior, no había excesivos agobios ni siquiera durante las bandas
más grandes. El ambiente no resultaba opresivo en ningún momento,
ni para moverte entre actuaciones ni en las visitas a las barras o
los baños, todo ello debido a una estupenda disposición de todos
los elementos. No creo que nadie tuviese que sufrir largas esperas
para llevarse una buena birra fresca a los labios o para acercarse a
ver a alguna de sus bandas favoritas, y eso siempre es una delicia en
estos eventos donde es muy sencillo hacer las cosas mal. También
mencionar que los distintos empleados del recinto, tanto en barras
como en las diversas casetas, eran siempre amables y estaban
informados. Pequeños detalles que acaban resultando determinantes.
Para desconectar un poco entre
actuaciones se disponía de una nutrida sección de merchandising,
así como diversos puestos de restauración y ocio por los que
pasear, realizar compras y comer algo. Estas zonas se situaban junto
a los escenarios Chaos y Desert, en la parte derecha del recinto y
ligeramente alejadas del trajín de los dos escenarios principales,
lo que ayudaba a evitar agobios y aglomeraciones. Quizás por poner
alguna pega mencionar la falta de iluminación por las noches en
ciertas áreas, algo a tener en cuenta y que debería intentar
mejorarse (que la gente a altas horas de la noche suele ir ya algo
pedo hombre).
Por su parte el lado izquierdo del
recinto quedaba reservado para la enorme explanada que albergaba los
dos escenarios principales, rodeados por más barras y baños, así
como el stand de firmas y el área vip o Pandemonium. Respecto al
área vip mencionar que resultaba bastante acogedora, contaba con
sus propias barras de bebida, mesas, baños e incluso un tipo
preparando cócteles. También se situaba por allí el agradable
espacio para la prensa, que contaba con todo lo necesario para
facilitar el trabajo de los medios. Ascendiendo por una rampa
accedías a la famosa terraza vip, con sus tumbonas y demás y desde
donde la visibilidad hacia el escenario principal era simplemente
perfecta. Algunos asistentes se quejaron de que este espacio se quedó
un poco pequeño en los eventos más multitudinarios como Scorpions o
Kiss, por lo que no garantizaban una visión perfecta durante los
mismos. Pero bueno, eso también ocurría en la pista, es algo normal
ante bandas que arrastran a tantísima gente, así que menos quejas
ricachones.
Mencionado brevemente el recinto y
sus particularidades es el momento de empezar con los conciertos.
Obviamente no he podido cubrir la totalidad del festival, ya solo
mirar por encima las tablas horarias provocaba vértigo (nada menos
que 100 bandas en 3 días), por lo tanto y como es habitual pido
disculpas si no veis reflejada la opinión sobre alguna de vuestras
bandas favoritas. Por supuesto estáis invitados a discutir y ampliar
esta crónica a través de la sección de comentarios, así que no
seáis tímidos y expresad vuestra opinión. Vamos al lío.
JUEVES 12
Para
un servidor el festival dio el pistoletazo de salida con el combo
leonés Los Montañeros de Kentucky. A pesar de la temprana hora
tuvieron a su favor el realizar su descarga el primer día, ante un
público impaciente y enérgico que abarrotó la carpa consiguiendo
una entrada bastante notable. Sin duda la gente tenía hambre de caña
y se entregó desde el primer momento, saltando, gritando y
desfasando ante su propuesta de metal y hardcore directo, rápido,
sincero y sin florituras que puso aquello patas arriba. El sonido
acompañó totalmente, resultando potente a la vez que cristalino,
así como la entrega de una formación totalmente compacta y
engrasada donde destacaba la presencia y carisma de su frontman Ivo,
así como el buen hacer del batería Iván. Descargaron temas de su
disco debút Motosierra
Style, arrasaron con lo
que vieron y se fueron dejando un muy buen sabor de boca entre fieles
y curiosos, una banda sin duda a tener en cuenta dentro del panorama
metálico nacional.
Tras diversos
trámites logísticos pude acudir a la inauguración del escenario
principal por parte de la banda Dawn of the Maya. Los de Pamplona
realizaron una actuación agridulce, no por la entrega de sus
miembros que resultó intachable, sino por tratarse aparentemente del
punto final de la banda. Dieron un recital de metal furioso basado en
toda su discografía que emocionó a un público entregado a pesar
del calor. El sonido fue mejorable, algo que resultaría ser la
tónica en el escenario grande que, como suele ser habitual, fue el
que sufrió de más altibajos durante las tres jornadas. También
sufrieron algún pequeño percance técnico que solventaron con
profesionalidad. Siempre es una lástima que una banda luchadora
decida poner fin a su trayectoria, pero si realmente este ha sido el
último concierto de Dawn of the Maya al menos consiguieron
despedirse por todo lo alto, llegados a este punto solo nos queda
mostrar nuestro respeto y agradecimiento a la banda por su música
durante todos estos años.
Poco
antes de las seis de la tarde se subían al escenario Jinjer. A esa
hora ya se empezaba a notar una mayor afluencia de público,
consiguiendo reunir a un buen puñado de gente y multitud de fans en
las primeras filas. Al comienzo de su actuación el sonido fue algo
flojo en general, particularmente en el apartado vocal, por suerte
eso se fue solucionando con el caer de los primeros temas.
Reconociendo de antemano que su propuesta no es precisamente de mis
platos favoritos no puedo negar que con Tatiana Shmailyuk nos
encontramos, sin lugar a dudas, ante una de las mejores frontwoman de
la actualidad, no solo por su presencia y carisma, sino también por
su increíblemente variado registro y rango vocal, con una facilidad
increíble tanto para las melodías suaves y comerciales como para
los guturales más salvajes. Increíble lo de esta chica, y aunque
ella acaparaba casi todas las miradas sería injusto no reconocer la
profesionalidad y solvencia de toda la banda, demostrando sus
miembros una elevada pericia técnica, en especial el bajista Eugene,
consiguiendo que sus intrincados temas de metalcore con toques djent
sonasen perfectos y que el ritmo del concierto no decayese en ningún
momento. Los fans salieron de la actuación flotando en una nube, y
aquellos algo más escépticos como un servidor también quedaron
satisfechos y sin absolutamente nada que reprochar a la formación
ucraniana. Con actuaciones como esta no les va costar nada conseguir
un buen puñado de nuevos fans, estoy hasta por subirme al carro.
El relevo lo
recogían Nostromo en el escenario Ritual. Su música, mezcla de
hardcore y grind, me resultó algo genérica, pero sin duda iban
sobrados de actitud. El concierto fue de menos a más según iban
arrojando sus temas cortos y tremendamente rabiosos, consiguiendo que
al final el público reaccionara. El sonido fue sorprendentemente
bueno teniendo en cuenta la propuesta, pero por desgracia el volumen
estaba un poco bajo.
Con
la llegada de Overkill venía la primera ración de thrash metal de
la vieja escuela. Comenzaron con el sonido de las guitarras poco
presente en la mezcla pero se subsanó rápidamente, algo de
agradecer ya que la labor de Dave Linsk con la solista fue
absolutamente deliciosa. También estuvo a un gran nivel el bajista
D.D. Verni. En cambio Bobby Ellsworth me decepcionó ligeramente, a
pesar de su carismática pose chulesca resultó excesivamente
estático, y tampoco pasó de correcto en su labor con el micrófono.
El público también estuvo algo tibio al principio, pero fue poco a
poco emocionándose y para cuando cayó Electric
Rattlesnake aquello
ya era una fiesta de mosh y circle pits celebrando el thrash
ochentero. Tras puñetazos como In
Union we Stand
o Elimination la
gente ya se había sometido a la formación, desfasando de forma
impresionante durante los temas y coreando con fuerza el nombre de la
banda tras los mismos. La enérgica reacción sorprendió al propio
grupo, y pudimos ver al batería durante algunas pausas grabando el
panorama en el teléfono móvil para su archivo personal. Se
despidieron, como no podía ser de otra forma, con Fuck
You, y
por la ovación sin duda el público quedó totalmente satisfecho.
Acudí seguidamente a la carpa Chaos para presenciar la
actuación de Crystal Lake, y lo hacía como un mero espectador
curioso más ya que no conocía demasiado a la banda japonesa. Decir
que salí de allí totalmente sorprendido y entregado a la causa. Los
de Tokyo dieron un bolazo impresionante. Divertidos, caóticos e
increíblemente enérgicos fueron arrojando sus temas, mezcla de
metalcore, djent y progresivo, ante una carpa abarrotada que sin
dudas se quedó pequeña, algo a lo que ayudó el hecho de que no
sufrieran ningún solape. La gente se acabó volviendo casi igual de
loca en la pista como los músicos en el escenario y aquello fue todo
un espectáculo. Estoy convencido de que cualquiera que estuviese por
allí viéndolo, aunque fuese desde lejos comiéndose un bocata y sin
conocer al grupo, acabó enamorado de los japoneses. Sin duda ganaron
nuevos fans, y de una forma totalmente merecida. La gran sorpresa de
la primera jornada.
Tras
el descoloque de Crystal Lake tocaba Anti-Flag en el escenario
principal, y aquí sí sabía lo que podía esperar. La banda
americana acudía a saciar la sed de punk rock con su propuesta
desenfadada, de temas directos y estribillos coreables y cumplieron
de sobra con su público. Justin Sane resulta un frontman cercano y
con carisma, arengando constantemente al público, expresando sus
opiniones ideológicas y consiguiendo montar la fiesta que se exige a
este tipo de música. La banda sonó compacta y profesional, algo
lógico en una formación que cuenta ya con una decena de discos a
sus espaldas. Circle pits, crowdsurfing y pogos sin descanso se
formaban por todas partes mientras sonaban himnos como Turncoat,
1 Trillion Dollar$ o
This is The End
(For You My Friend).
Entre medias de tanto clásico también sacaron tiempo para presentar
algunas canciones de su nuevo álbum, American
Fall, como
American
Attraction o
The Criminals,
que no desentonaron en absoluto.
Como
decimos una auténtica fiesta, en la que incluso participaron los
ResuKids en su recta final. Una banda entregada a su público y un
público entregado a una banda, como debe ser, y es que Anti-Flag
nunca defraudan.
Y
vuelta nuevamente a la carpa para ver a Stick To Your Guns. Los
americanos congregaron a bastantes fans, a los que se veía con
muchas ganas de la banda y a la que arroparon desde el primer
momento. Personalmente su hardcore punk me resultó demasiado
inofensivo, con progresiones y estribillos básicos y coreables. Algo
que no parecía importar a sus seguidores, a los que se veía
disfrutar bastante. Aunque me resultaran planos e inofensivos está
claro que sus composiciones son increíblemente pegadizas, lo que
revirtió en un ambiente muy movido y desenfadado y, a pesar de que
tampoco tuvieron la mejor de las suertes con el tema del sonido
(especialmente en el apartado vocal), su base de fans, compuesta por
los asistentes más jóvenes del festival, salió encantada de allí.
Y
llegaba por fin uno de los platos fuertes de la jornada y de los
momentos más esperados entre la audiencia, la visita de Stone Sour
al Resurrection Fest. La cuestión es: ¿La gente estaba tan
entusiasmada por la banda, o solo por Corey? Ahora ahondaremos más
en ello. En cualquier caso, en torno a las 10 y media y tras la intro
de los Blues Brothers, saltaban Corey y sus secuaces al escenario
interpretando Whiplash
Pants, uno
de los mejores temas de su último disco Hydrograd,
que
venían presentando. Tras este tocaron Absolute
Zero, uno
de sus clásicos. La respuesta del público estaba siendo tibia, y
aunque la gente se fue animando poco a poco con el discurrir del
concierto no podemos decir que fuese espectacular en ningún momento,
incluso a pesar de la entrega de Corey Taylor, cuyo carisma,
profesionalidad y tablas están fuera de toda duda y que se dedicó a
animar constantemente al respetable, ya fuese bromeando, o lanzando
agua y confeti. Sin duda estamos ante uno de los frontmans con más
carisma y más queridos del metal, pero creo sinceramente que a Stone
Sour, como banda, el escenario les quedó un poco grande. Quitando a
su base de fans fieles a muchos el concierto nos resultó un poco
pesado. Tampoco creo que ayudase la elección del un set list que
considero pudo ser mejorable. No pretendo en absoluto faltar el
respeto a la banda ni a sus fans con lo que voy a decir ya que Stone
Sour son una banda de buenos músicos con algunos temas notables,
pero creo sinceramente que no tendrían, ni de lejos, un estatus tan
alto en el panorama musical si en sus filas no militase «el cantante
de Slipknot». Por cierto, Corey Taylor se dedicó a poner ojitos a
la organización luciendo camiseta del festival, ¿significará eso
que ya están tramando algo para futuras ediciones? Interesante...
Tras esta pequeña decepción me dirigí al Desert Stage para
presenciar a Wolves In The Throne Room, que jugando con el nombre del
escenario podría decir que representaban un pequeño oasis en mitad
de un cartel que este año ha flojeado mucho en el campo del Black
Metal. No tuvieron suerte los americanos, que salieron al escenario
en medio de problemas de sonido y dificultades técnicas en la
batería. Por culpa de ello el show tardó en asentarse, y justo
cuando la cosa empezó a despegar tocaba irse para poder coger sitio
en Ghost, una auténtica pena largarse justo cuando aquello empezaba
a sonar como una apisonadora.
El
escenario principal se llenaba para uno de los momentos más
esperados tanto por fans como por curiosos. Las luces se apagaban
ante un público muy impaciente y comenzaba a sonar la intro Ashes,
mientras
de
entre la niebla los Nameless Ghouls aparecían en el escenario en
medio de una gran ovación. Seguidamente, con los primeros compases
de Rats, hacía
su aparición el nuevo líder de la iglesia de Ghost, el Cardenal
Copia, y aquello ya desde el principio estaba revolucionado
totalmente. Absolution,
Ritual, From the Pinnacle to the Pit... Temazo
tras temazo, y es que resulta increíble la capacidad de esta banda
para las melodías y los temas que se te clavan en la mente como
maldiciones, la prueba es la enorme cantidad de gente que coreaba los
temas letra por letra de principio a fin. Por desgracia la calidad
del sonido no estaba siendo todo lo buena que debería, algo que se
fue subsanando poco a poco con el caer de los temas pero sin llegar a
ser totalmente satisfactoria en ningún momento. También, por otra
parte, Tobias Forge no es el mejor cantante del mundo en directo, y
aunque las melodías vocales que crea en sus composiciones son
fabulosas, tremendamente pegadizas y totalmente coreables, es
evidente que personalmente le falta potencia y aguante, él mismo ha
confesado en varias entrevistas que el papel de cantante en la banda
le llegó «de rebote» al no encontrar a nadie adecuado. Por tanto
se podría decir que su actuación resultó bastante ajustada,
viéndole sufrir en algunos momentos. No obstante sus limitaciones
quedan subsanadas por un carisma inigualable, que no ha perdido en
esta su más reciente encarnación, el Cardenal Copia (aunque cuesta
muchísimo olvidar al añorado Emeritus III). Continuaron con Faith,
quizás
el tema más cañero de su nuevo disco, seguido del clásico Cirice
y
Miasma, tema
instrumental en
el que el Cardenal se retira a tomarse un respiro dejando el
protagonismo a sus mercenarios infernales y al cameo del anciano Papa
Nihil para su solo de saxo. Hubo algunas variaciones escénicas
respecto a los vídeos que había visto de su reciente gira
americana. Para empezar el Cardenal no se cambió de vestuario en
todo el show, y también hicieron uso de bastante pirotecnia, algo
que no esperaba y que puso la guinda a una puesta en escena
hipnótica. El público estaba totalmente evangelizado y resultaba
fabuloso ver a gente de diversas edades y gustos musicales dispares
disfrutar de igual forma con esta lúcida propuesta que aúna
seriedad y teatro, solemnidad y parodia, comercialidad y buen gusto.
El set list resultaba infalible, con la intro de Year
Zero recitada
de una forma atronadora, seguido por el momento más íntimo de
He Is o
la vuelta a la oscuridad con
Mummy Dust, tema
en cuyo final lanzaron una enorme nube de confeti en la que había
ocultos algunos billetes con la estampa del Papa Nihil para unos
pocos elegidos.
Dance Macabre y Square Hammer pusieron
el punto y seguido para, esta vez sí, acabar con
Monstrance Clock y
despedirse ante una tremenda ovación.
Ghost son una de las bandas de moda, y una de las esperanzas más
firmes para el relevo generacional de las grandes formaciones. Este
show demostró sin lugar a dudas el por qué. Con esta trayectoria
ascendente y el impulso que están teniendo últimamente parece claro
que nos esperan muchos años de temazos increíbles, vistoso
espectáculo escénico y oscuras tramas religiosas. Uno de los
momentos álgidos del festival sin duda alguna al que le faltó un
poco más de duración y mejor sonido para ser perfecto.
Después
de semejante recital y ya muy mermado de fuerzas me arrastré como
pude al escenario Ritual para presenciar a otra leyenda. At The Gates
se vieron afectados por el cansancio general en cuanto a la respuesta
del público, pero lo solventaron con profesionalidad, un sonido
sobresaliente y una descarga de death metal melódico abrasador.
Tocaron temas de su disco más reciente, To
Drink For The Night Itself,
así como grandes clásicos como el obligado Slaghter
of the Soul. El
show fue mejorando al asentarse el público tras el tumulto formado
al final de Ghost,
y
finalmente los pioneros del sonido Gothenburg acabaron dando una
lección de brutalidad y maestría en su campo. Sin duda un gran
cierre para las actuaciones principales.
Para los más enérgicos aún quedaba el tributo a System of a
Down en la carpa y la fiesta posterior por los garitos de la
localidad o la zona de acampada.
En resumen una primera jornada totalmente intachable. Con buen
clima y ambiente, ningún tipo de percance organizativo y, lo más
importante, unos conciertos de muy alto nivel. En la siguiente
entrega del artículo terminaremos de repasar las bandas que actuaron
en esta edición y daremos nuestras conclusiones finales. Estad
atentos.
Texto escrito originalmente para la web musical Diablorock:
Fotografías de: Resurrection Fest y Killerman.
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