Estaba sentado al borde de la cama pensando en suicidarme. ¿Cual sería la mejor manera de hacerlo?
No había forma de conseguir un arma así que se descartaba volarse los sesos.
La tradicional soga estaba al alcance de cualquiera, lo malo era la angustia antes de morir, además estaba el asunto de la persona que encontrase el cadáver, si era un familiar o amigo le causaría un trauma de por vida y no quería causar excesivas molestias, bastante tenían los que se quedaban, abrir una puerta y encontrarse a un ser querido penduleando en el techo como un adorno navideño no es plato de buen gusto para nadie.
Una intoxicación a base de pastillas parecía la mejor opción, pero, ¿qué pastillas? Se supone que algún poderoso calmante, ¿cual sería el apropiado? ¿Dónde conseguirlo?.
Me encendí un cigarrillo, la manera de consumirse me recordaba a mi mismo, a mi alma, estaba jodido. Y eso que era dueño de mi tiempo. Vivía de la teta del gobierno, cobrando el paro, no quería ni imaginarme cómo me sentiría cuando tocase currar. Horas y horas de alguna actividad absurda como preparar hamburguesas, repartir propaganda o cargar palés llenos de latas de lentejas de un lado a otro.
Mientras meditaba en ello sonó el teléfono, era Belén.
Belén era una chica que conocía desde hacía un tiempo, nos unía nuestra pasión por el sexo. La conocí en un bar, ambos salíamos de una relación larga y tortuosa y estábamos quemados, pero manteníamos nuestros apetitos.
Se formó una relación especial, cero compromisos, cada uno tenía su vida y quedábamos de vez en cuando para tomar algo, y luego, por supuesto, follar. El problema era que se estaba enamorando. No era la primera vez que pasaba y yo, por más que pensaba en ello, no lograba entenderlo. Era un tipejo sin ninguna virtud y sin ningún futuro, como un escombro, como una pelotilla de la nariz, como un sobre usado, ¿cómo podía alguien enamorarse de mi? Pues pasaba. Mi teoría era que había una mezcla de factores, por un lado mi individualidad y por otro el masoquismo de las mujeres, siempre quieren lo que no pueden tener.
Hacía bastante que no nos veíamos porque yo me había cambiado de ciudad y ella me mandaba mensajes diciendo que me echaba de menos. Por mucho que vayas de duro siempre es agradable que te digan eso, ¿o no?
En fin, cogí el teléfono.
-Hola Alex. ¿Qué haces?
-Nada, pensando.
-¿Pensando en qué?
-Tonterías.
-Oye, tengo vacaciones y he pensado que podríamos hacer algo, no se, ir a algún sitio.
-¿A algún sitio?
-Si, pasar unos días juntos. Me has hablado de Salamanca varias veces, me gustaría conocerlo.
-Bonita ciudad, pero, no se, estoy en la ruina.
-No te preocupes, yo tengo dinero, te pago el hotel.
-No se, no se.
-Venga.
-Mmmm.....podría ser, ¿cuántos días?
-Cuatro o cinco.
-Puffff....
-¿Podrás aguantarme tanto?
-No lo tengo claro, quizás no.
-Venga, te trataré bien, te echo mucho de menos.
-Eso es halagador pero tengo cosas que hacer.
-Venga no jodas, pero si estás en el paro, no haces nada.
-Ya, pero......
-Te garantizo mogollón de sexo.
Empecé a empalmarme al pensarlo, sabía mi punto débil, la muy perra.
-Bueno, venga.
-¿En serio?
-Si, ¿por qué no?
-¡Genial! Podemos salir el miércoles y quedarnos hasta el domingo.
-¡Eso son cinco días!
-Venga, no te arrepentirás.
Al final accedí, aunque no estaba seguro, como ya he dicho soy muy independiente, necesito mi espacio vital, necesito ocultarme en las sombras como las cucarachas cada cierto tiempo, pensar en estar cinco días con alguien me daba cierta angustia, estaba convencido de que pasados tres días empezaría a estar inquieto y acabaríamos tirándonos los trastos a la cabeza. Por otra parte me lo pagaban todo y quizás vendría bien cambiar un poco de aires y hacer una buena cura de sexo.
Quedamos en reunirnos en Salamanca el miércoles, me acerqué a la estación de autobuses y compré el billete, ya no había vuelta atrás.
A medida que se acercaba la fecha empecé a estar inquieto y a perder las ganas, luego pensé en lo estupenda que era Belén en la cama.
Al final llegó el día y me monté en el autobús, estaba casi vacío, me agencié un par de asientos al fondo y me acurruqué leyendo un libro de Irvine Welsh.
La primera parte del trayecto fue bien junto a Irvine, luego me tocó hacer un trasbordo a otro autobús. Me comí una empanada de atún en la estación y monté en el otro autobús, este estaba a reventar, lleno de estudiantes. Avancé por el pasillo mirando a ambos lados, había unos cuantos asientos vacíos y elegí aquel en el que estaba la chica más guapa, me senté y continué con mi lectura realizando de vez en cuando miradas furtivas al escote que se abría a mi lado, un escote suave y prometedor, un escote de estudiante, diecisiete o dieciocho, en toda su turgencia, empezó a surgir el bulto en mi pantalón, no me amargué ya que sabía que en unas horas Belén aplacaría mis ardores, así que me relajé y disfruté de la lectura y las vistas, entonces todo empezó a ir mal.
Había un par de pardillos detrás mío, un chico y una chica, jóvenes, estudiantes, de matemáticas por lo visto. El tenía toda la pinta del típico pardillo, no parecía del todo real, parecía sacado de una tira cómica, o de una tele serie, con su corbatita, sus granos y sus 50 kilos de babeante consentido, me recordó a un caracol, ella parecía sacada de un catálogo de zara, aunque no poseía en absoluto las formas de una modelo.
Y empezaron con su monólogo:
-Qué mal rollo.
-Ya, y resulta que tengo que entregar el trabajo mañana, ahora me tocará pasar la noche en vela.
-Eso te pasa por haberte ido a la playa.
-Para un par de días que tengo, jo, tenía que ir, estaba ya agobiada con los trabajos, necesitaba relajarme, es que, te lo juro, si no veo el mar al menos cada dos meses me pongo mala.
-Yo por suerte lo llevo todo al día.
-Qué suerte tío, tu si que eres responsable, jejeje.
-Es que si no mis padres no me van a comprar el coche y estoy harto de ir siempre en moto, cuando llueve es un coñazo.
-Y el viernes es el cumpleaños de esta.
-Es verdad, va a estar genial.
-Ya le he dicho a mi madre que este mes me ingresen antes el dinero, quiero regalarle unos zapatos que vimos el otro día y cuestan una pasta.
-Yo no se qué le voy a regalar.
Y así todo el puto rato, venga rajar y rajar, hablaban para todo el puto autobús como queriendo hacernos partícipes de sus insulsas vidas. Según su absurdo razonamiento matemático estaban en un auditorio sediento de sus palabras, de sus pequeñas tragedias de niños bien, de sus ridículos pedos con tres copas de malibú.
Empecé a cabrearme de veras, me giré un par de veces poniendo mi cara más chunga pero no parecieron darse por aludidos, o quizás yo no fuese tan chungo, seguían y seguían: Que si el padre de uno se había comprado un cochazo, que si fiesta en el chalet de nosequien, que si hay que ir a la pelu, y seguían y seguían. Yo intentaba ignorarles enfrascado en mi lectura y el escote, pero era imposible, sus voces se elevaban, me rodeaban, girando frenéticamente en torno a mí, quitándome el aire, presionando. No era capaz de concentrarme, pasaba una página y me daba cuenta de que no me había enterado absolutamente de nada de lo leído, y ellos a lo suyo: Que si me gustaría hacer surf en verano, que si la ensalada César de tal sitio es la mejor, que si se acercan los exámenes. Me pregunto como se desenvolverían en alguna de las situaciones en las que me había visto yo, durmiendo en cuartuchos con las cucarachas subiendo por mi cara, despertándome atado en un hospital embadurnado en vómito tras un coma etílico, esquivando a heroinómanos en un poblado gitano buscando droga, celebrando la nochevieja yo solo en una fabrica vacía cuando curraba de vigilante, estrellando coches junto a un cocainómano..... Pensaba en que gente así, como ellos, eran los que dominaban el mundo, los que dirigían las empresas. Pensaba en que tarde o temprano tendría que acudir a ellos buscando trabajo, aparentando ser lo que no soy, mendigando, soportando sus juicios, "bien señor Villaexcusa, comprenderá que en esta corporación aspiramos a la excelencia y no podemos tolerar su actitud despreocupada y su aspecto desaseado".
¿Qué sabía esta gente sobre la vida? ¿Qué sabían sobre algo? Y se supone que eran estudiantes de matemáticas, la auto proclamada "ciencia absoluta", la base secreta de los procesos del mundo, de las proporciones de la belleza y el arte, el fundamento de la lógica y la razón......¡¡¡¡¡MIERDA AL CUADRADO!!!!!
Volví a girarme dispuesto a acabar con su sufrimiento y el mío (sobretodo el mío), quizás pudieran calcular la velocidad de mi puño o la parábola que describirían sus dientes al salir despedidos. Entonces, al ver sus ojos sin vida, como de muñecos, sentí lastima por el mundo y por mí (sobretodo por el mundo), apoyé la espalda contra mi asiento, cerré el libro, volví a mirar ese escote, aspiré y me aislé introduciendo unos cascos en mis oídos y escuchando Meshuggah a todo trapo, me sentí mejor, mucho mejor, luego caí en ello, Meshuggah, los pioneros del "math metal", metal matemático, ¿a ver si iba a ser verdad? ¡Tiene cojones! Todo se reducía a las matemáticas, eso explicaba mi fracaso, aposté por las letras.
Finalmente llegué a mi destino y me bajé del autobús cagando leches, buscando el bar más cercano, había uno en la estación.
Llamé a Belén para saber como iba, aún le quedaba un rato para llegar así que la esperé en el bar de la estación bebiendo cervezas y mirando a la gente que pasaba, eso es lo bueno de las estaciones, ves a la gente pasar e intentas imaginar sus historias.
Belén no tardó mucho en llegar, sonreímos al vernos, iba cargada con dos gigantescas bolsas de viaje en las que habrían entrado sin dificultad dos cadáveres, las soltó aliviada y me abrazó. Me alegré mucho de verla pero contuve mi emoción, tenía una reputación de tipo duro que mantener, se sentó a la mesa y se pidió una cerveza, tenía un pelo precioso, que me encantaba, largo, negro y liso.
-Vaya tía, ¿qué demonios llevas en esas bolsas? ¿Tienes pensado mudarte aquí?
-Es lo justo y necesario para cinco días.
-No puede ser.
-Y me he quedado corta.
-Joder.
-Vaya, me alegro de verte, la verdad es que te lo dije por decir, no pensé que vinieses, no pensé que aceptases a quedar conmigo y pasar unos días.
-A mi también me apetecía verte.
-Venga ya, a ti nunca te apetece ver a nadie.
-¿Por quién me has tomado?
-Por un amargado solitario.
-Pues ya ves, te echaba de menos.
-Jajaja, ¡qué mentiroso!
-Oye, no empieces a tocarme los cojones tan pronto que me largo por donde he venido.
-Era broma, joder, que desagradable eres.
-Ya ves, y aun así te morías de ganas de verme ¿verdad? - Sonreí.
-........Claro. - Sonrió.
-Bueno venga, vámonos de aquí.
Nos pusimos en pie, me ofrecí a ayudarla con su equipaje como un buen caballero, ella se resistió y yo insistí, al final accedió, pero cuando agarré ese asa me arrepentí de inmediato.
-Maldita sea, ¿qué coño llevas aquí dentro? ¿Has venido con más gente?
-Joder, ropa, un secador.... No se, lo típico.
-Mierda.
-Mira, déjalo, ya la llevo yo.
-No, tranquila, la llevaré yo como un buen caballero, ¿dónde está el hotel?
-¿Qué hotel?
-Qué hotel va a ser, el nuestro.
-No lo he mirado, ya encontraremos uno.
Salimos de la estación y empezamos a caminar por las calles, al poco rato yo ya estaba sudando como un cerdo a causa de la gigantesca maleta. Por más que mirábamos a nuestro alrededor parecía que todos los hoteles se habían escondido de nosotros, hice una pausa jadeando.
-Oye tía, estamos en el siglo XXI, la era de las comunicaciones, por qué en vez de vagar sin rumbo no nos metemos en un ciber y buscamos un hotel por Internet, al menos vagaremos hacia algún sitio.
-Si, tienes razón.
Encontramos un ciber y nos pusimos a buscar hotel, dimos con uno que tenía buena pinta y no era ni excesivamente caro ni excesivamente cutre, del gusto de Confucio, nos apuntamos la dirección. Así empezamos a vagar con rumbo, lamentablemente eso no aligeró la carga y el hotel resultó estar en la otra punta.
A medida que avanzaba por la ciudad me cabreaba más y más, el sudor me corría por la frente, se me metía en los ojos escociendo y cegándome, me pasaba la maleta de un brazo a otro inútilmente, empezaba a arrepentirme de estar ahí, estaba a gusto en casa, leyendo, bebiendo cerveza, tumbado como un lagarto con una mano permanentemente metida en el calzoncillo.
Cuando al fin llegamos no podía creerlo, realizamos los trámites de rigor y conseguimos la habitación. Al entrar arrojé la maleta lo más lejos que pude y me tumbé en la cama notando el palpitar de mis brazos doloridos, ella se tumbó a mi lado y empezó a acariciarme. Todo sufrimiento tenía tarde o temprano su recompensa. Lo hicimos. Fue largo y cálido, fue estupendo, el dolor se fue, el cabreo se fue, descansamos un poco y luego lo hicimos de nuevo, fue aún mejor. Mientras tanto la gente se moría a puñados en todas partes, por mil razones, y todos se preguntaban incrédulos ¿por qué? Los animales se extinguían, aunque estos supongo que lo aceptaban con naturalidad, sabían de que iba esto, lo sabían mejor que nosotros, los fuertes se aprovechaban de los débiles, los guapos se reían de los feos, no pensé mucho en ello cuando empezamos por tercera vez, lo pensé luego, y ahora.
Los siguientes días transcurrieron de manera agradable, y yo fui el primer sorprendido por ello, hubo mucho sexo como se me prometió, pero también otras cosas.
Compramos un plano y nos recorrimos la ciudad de arriba a abajo, viendo todo lo que había que ver, museos, edificios emblemáticos, etc, comíamos fuera, bebíamos vino, fuimos al cine, charlamos, reímos, todo estaba saliendo bien, me encontraba a gusto y pensaba que quizás me estaba volviendo un capullo, como tantos otros, pero no me importaba.
Pasaron los días y por extraño que parezca se me hizo corto.
El viaje llegaba a su fin, al día siguiente nos marcharíamos cada uno por un lado, cada uno a su ciudad y sus miserias cotidianas.
Fuimos a ver una interesante exposición fotográfica de Erwin Olaf que me gustó bastante, luego comimos pizza y fuimos a un bar, el sitio no era muy de mi rollo, era una cervecería de estudiantes, rollo irlandés, había muchos extranjeros, gente de erasmus, pijillos, pedí un par de cervezas alemanas bastante fuertes, la camarera no estaba mal.
-Bueno, mañana nos vamos, no ha sido para tanto, ¿verdad?
-No, la verdad es que lo he pasado bien, pensaba que no aguantaría.
-Si es que soy estupenda, ¿cuando te darás cuenta?
-Bueno, es porque ha sido algo puntual, si nos viésemos a diario acabaríamos hartos el uno del otro.
-No estoy segura.....
-Déjate de rollos, sabes que si.
-¿Sabes que me gustaría hacer hoy?
-Sorpréndeme.
-Agarrarme un buen pedo contigo.
-Venga ya.
-Te lo digo en serio, por ser el último día.
-Pero tu no bebes.
-Bueno, ¿y qué?
-No es una buena idea.
-Venga ya, tu siempre estás borracho, siempre me cuentas los pedos que te pillas, las cosas que te pasan, toda esa locura.
-Por eso se que no es una buena idea.
-Siempre me has gustado, lo sabes, solo quiero entenderte, saber por qué eres así.
-No tiene nada de misterioso, es autodestrucción.
-Pero estoy contigo, podemos pasarlo bien, desfasar un poco.
-Yo tengo mucho aguante.
-¿Por quién me tomas?, yo también me he emborrachado alguna vez.
Levantó su jarra y vació lo que quedaba de un trago, parecía decidida, yo hice lo propio, pedí otras dos y un par de chupitos de tequila José Cuervo, brindamos, la camarera no nos cobró los chupitos, es lo bueno que tienen, si vas a cervezas y chupitos te invitan a menudo y el pedo es mejor, tardé unos años en descubrirlo.
La gente a nuestro alrededor también se animaba, el mundo se animaba, corrían las cervezas.
Había un par de magos haciendo trucos de cartas por las mesas, la gente estaba encantada, se acercaron a mi pero les hice un gesto de que me dejaran en paz. Belén sacó una cámara y empezó a hacerme fotos, se reía, yo me levanté y me fui a mear. Cuando volví Belén me agarró del brazo y me dio un apasionado beso, me abrazó fuertemente, yo intenté zafarme y casi se cae de la silla.
-No quiero que esto acabe, jo, te voy a echar de menos.
-Mira tía, míralo de esta forma, mejor que me eches de menos a que te hartes de mi.
-No podría hartarme de ti.
-No es difícil, te lo aseguro.
-Puff...creo que esto empieza a subírseme a la cabeza.
-Venga ya, ¿dos cervezas?
-Oye, que yo no soy una alcohólica como tu.
-Dijiste que tenías mucho aguante.
-.....Y lo tengo.
-Anda, bébete eso y pido otras dos.
-No, espera, a mi me apetece beber caipiriña.
-No jodas, eso es una mierda.
-¡Quiero una caipiriña!
-Vale, vale, tranqui.
-Y no me pidas chupito.
-A sus ordenes majestad.
Le pedí su caipiriña, yo me pedí otra cerveza y un tequila, tampoco me cobró el chupito.
Observé a Belén, empezaba a ladearse, yo me preguntaba cómo era posible, la cerveza tenía mas grados que una normal pero no para tanto, yo estaba como si me hubiese tomado un zumo de pomelo, o un batido de chocolate, lo que hace la tolerancia.
Ella seguía haciéndome fotos, yo posaba, ella apuntaba y...¡zas!, luz cegadora, pero cuando cogía la cámara y miraba el resultado resulta que yo no aparecía allí, estaba haciendo las fotos al techo. Se lo dije y empezó a reírse y a tambalearse, luego me abrazaba y me besaba, empezaba a balbucear.
-Oye tía, acábate eso y vámonos de aquí, ya me agobia esta gente.
-Verrre.
-¿Qué?
-Vale.
Así lo hicimos.
Cuando se levantó del taburete casi se cae, la agarré y me la llevé fuera, estaba balbuceando y caminaba con dificultad, yo no podía creerlo, me empezó a entrar la envidia alcohólica.
-Venga tía, vamos a otro bar.
-Espera.
-¿Qué pasa?
-No estoy bien.
-Venga ya, solo han sido un par de cervezas y un cóctel de mierda, anda, vamos a otro bar.
-Espera.
Se arrugó y arrojó la cena en mitad de la calle, una masa rosácea, tenía mejor pinta cuando entró. Tosió y se convulsionó, yo la agarré del hombro.
-Venga, tranquila.
-Mierda.
-Tranquila tía, ya pasó.
-Déjame aquí.
-¿Qué dices?
-¡Vete!
-Joder tía, eres una cría, no sabes beber.
Eso le dolió. Le dolió mucho. Un tiro certero en mitad de su orgullo, en todo el centro, puntuación máxima. Me miró con los ojos llenos de furia y una fina babilla colgando de su boca.
-Capullo, no te rías de mi, ¡¡no te rías de mi!!
-Joooodeeer.......
-Te crees muy guay ¿verdad?
-Mira tía, tranquilízate.
-Te crees la hostia, ¿verdad? ¡¡Pues de mi no te ríes!!
-¿Qué mosca te ha picado?
-¡¡De mi no te ríes!!
-Vete a la mierda.
-Si, me largo.
-¿A donde?
-No se, por ahí, me largo.
-Pues adiós.
-¡¡Adiós!!
La vi alejarse haciendo eses. Me metí la mano en el bolsillo y me encendí un cigarro, "todo acaba jodiendose siempre, bien, a la mierda, que se largue, me piraré al hotel y pediré una puta botella, la vaciare en mi soledad". Vi como se alejaba, haciéndose más y más pequeña, casi se cae un par de veces, torció una esquina y desapareció. Di otra calada y esperé. "Joder, mierda, me cago en todo", tiré el cigarro y fui tras ella. Al torcer la esquina la vi tirada en el suelo, apoyada contra un portal, en la acera de enfrente había una enorme cola de gente para entrar en un garito pero nadie se movió para ayudarla, solo era una borracha más tirada en la calle, me acerqué y la rodeé con el brazo.
-Venga tía, levanta, te llevo al hotel.
-Déjame aquí.
-¿Cómo voy a dejarte aquí tirada?
-Joder, lo siento.
-No pasa nada, venga levanta.
-¿Sabes qué?
-Qué.
-Siempre he querido hacerlo en la calle.
-¿Ah si?
-Si, me da mucho morbo.
-Pues que bien.
-Fóllame, venga, aquí mismo.
-Oye tía, esto está lleno de gente, vamos al hotel.
-¡¡Vamos, fóllame ahora!!
Algunas personas de la cola empezaron a mirar en nuestra dirección y a cuchichear entre risitas, "mierda, necesito un trago, un porro, algo de paz". Pensé en dejarla allí, pero no podía, no tardarían en violarla. Si alguien tenía que violarla iba a ser yo, ni que decir tiene. La agarré y la levanté, no ponía mucho de su parte, por suerte el hotel no estaba excesivamente lejos. Puse rumbo hacia allí arrastrándola como pude.
Se cayó un par de veces y volvió a vomitar, yo no paraba de pensar "con dos cervezas, con dos cervezas....."
Al final llegamos al hotel, la puerta estaba cerrada y tuvimos que llamar al timbre, yo habría preferido entrar más sigilosamente, en fin, la seguridad supongo. La puerta se abrió y puse rumbo al ascensor con Belén desmayada sobre mi, al pasar por recepción pude ver los ojos inquisitoriales del empleado de turno asomando tras el mostrador, le miré.
-Buenaaas.
No me contestó, pero no dejó de mirarme, llamé el ascensor y me introduje dentro, ascendimos.
-Venga tía, ya casi estamos.
-Gggldglooo........
Las puertas se abrieron y nos arrastramos por el pasillo, nuestra habitación estaba al fondo, cuando llegamos introduje la tarjeta en la ranura, se encendió una luz roja y sonó un pitido, lo intenté otra vez con igual resultado.
-¡Mierda, putas moderneces!
A la tercera no fue la vencida, así que solté delicadamente a Belén y la apoyé contra una pared.
-Oye tía, la llave no va, voy abajo a recepción a ver qué coño pasa, no te muevas, ¿de acuerdo?
Ella asintió levemente con la cabeza y emitió un sonido indescifrable.
Retrocedí por el pasillo girándome de vez en cuando, ella no se movía, estaba ahí, tumbada en el suelo, si alguien salía de alguna habitación fliparía. Me metí en el ascensor y bajé, inspeccioné mi aspecto en el espejo, la puerta se abrió y fui a recepción.
-¿Qué desea?
-Si, errr..., verá, no va la tarjeta de la puerta.
-¿Me permite?
-Claro.
La cogió y la introdujo en una ranura, oí un pitido.
-Ya está.
-Gracias.
Volví al ascensor, volví a mirarme en el espejo, "por dios, que no la haya liado, que no la haya liado"
Salí al pasillo y la vi al fondo, exactamente igual a como la dejé, respiré aliviado.
Finalmente conseguí arrastrarla al interior de la habitación, la tumbé en la cama y empecé a desvestirla, ella emitía algún sonido de vez en cuando, la dejé en bragas y camiseta, arrojé la ropa sucia a un rincón y encendí la tele, rebusque en mis bolsillos y empecé a liarme un porro, al fin.
Al encenderlo me supo a gloria, me quité las botas y continué fumando lentamente, disfrutándolo, pasando de canal en canal mientras fumaba. Miré a mi izquierda, ahí estaba Belén, semidesnuda e inconsciente, di otra calada, empecé a empalmarme, me sentí un poco depravado, ¿debería hacerlo? Mi pene opinaba que si, el no entendía de moral. Di otra calada, empecé a toquetearme, ¿debo? ¿No debo? Entonces Belén empezó a convulsionarse, se echó ligeramente a un lado. "Mierda" pensé, me levante rápidamente, la cogí como pude e intenté arrastrarla al baño, era un peso muerto, no lo logré. El vómito se extendía por la moqueta y el baño, también por mi brazo, ella cayó al suelo sobre su obra de arte mientras yo buscaba algo con lo que limpiarlo, encontré papel higiénico, levanté la tapa del retrete y empecé la ardua tarea, ella gimió y volvió a la carga, le dio por echarlo en una papelera a pesar de que tenía el retrete al lado.
-Mierda tía, pon un poco de tu parte.
-.........Lo.........Siento........
Luego tiró la papelera y su contenido contra la pared del baño furiosamente, derramando todo el contenido, y empezó a llorar y a gritar.
-¡¡No.... No quiero, no!!
-¿Qué te pasa?
-¡¡Nunca, yo.... Nadie me ha visto así, yo, no....No!!
-Venga, tranquila, ya lo recojo, no es la primera vez que me pasa algo así.
-No, yo...... No, mierda, no quiero que me veas así.
Se arrastró hacia la ducha y abrió el grifo, se quedó ahí tumbada con el agua cayéndole encima, estaba convencido de que en cualquier momento sonaría el teléfono o llamarían a la puerta para pedir explicaciones por el escándalo, unas palabras retumbaban en mi cabeza, "corre Alejandro, escapa, escapa lejos"
Pero no lo hice, limpié medianamente todo con papel higiénico y la dejé ahí tirada con el agua cayéndole encima, volví a tumbarme en la cama, el porro se había apagado, lo encendí, fumé tranquilamente, buscando la paz interior, haciéndome preguntas, al rato empezó a salir una voz del baño.
-Alex... Alex....
-Estoy aquí.
-Por favor.... Por favor ven......
-Mierda.
Fui.
Allí seguía tumbada bajo el agua, se había quitado la camiseta y la había tirado contra un rincón, tenía buenas tetas.
-Entra.
-¿Qué dices?
-Venga, ven conmigo, lo siento.
A pesar de todo yo la tenía dura como el mármol, los tíos somos lo peor, y yo el peor.
-No, déjalo.
-Por favor, ven.
-.....Mierda.
Me desnudé y entré ahí, ella empezó a sobarme.
-Vaya, ¿qué tenemos aquí?, mira que grande está.
Empezó a chupármela, el agua corría por mi cabeza, era estupendo, no aguanté más, la levanté violentamente y la giré poniéndola de cara a la pared, intenté entrar, no era fácil, pero me abría paso.
-Aaahhhh....espera, espera, me duele.
Yo no contesté y seguí perforando.
-Para, por favor, me duele mucho.
Desistí.
Ella empezó a llorar de nuevo.
-Lo siento, lo siento mucho, todo, yo.....
-Bah, tranquila, anda sécate e intenta dormir un poco.
-Lo siento.
La ayudé a secarse y a ponerse algo, la ayudé a tumbarse, al poco se durmió, a mi me costó algo más, por suerte tenía porros.
A la mañana siguiente se despertó con una resaca brutal como era de esperar, no recordaba gran parte de la aventura, yo le conté algo, se disculpó, luego me folló varias veces, disculpas aceptadas.
La despedida fue amarga, no había estado mal, era una buena chica, mejor que yo.
Volví a casa, allí todo estaba igual, igual de mal.
Unos días mas tarde estaba pensando en la idea del suicidio y recibí un mensaje de Belén, me contaba que estaba muy rayada, que no podía soportar la situación, el que yo estuviera lejos, me pedía que no volviese a llamarla ni a escribirla, decía que no quería sufrir, lo que sentía era muy fuerte y no creía que fuera a corresponderla así que era mejor alejarse para no sufrir. Yo no quería que sufriese así que le hice caso sin protestar, tranquilamente, empecé por no contestar el mensaje. Todo se acaba, es ley de vida.
Unos días después recibí otro mensaje en el que se arrepentía del mensaje anterior y me pedía perdón.
Mujeres.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
-
*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario