Masaccio: Adán y Eva expulsados del Paraíso.

domingo, 25 de julio de 2010

VIAJE EN PAREJA

Estaba sentado al borde de la cama pensando en suicidarme. ¿Cual sería la mejor manera de hacerlo?
No había forma de conseguir un arma así que se descartaba volarse los sesos.
La tradicional soga estaba al alcance de cualquiera, lo malo era la angustia antes de morir, además estaba el asunto de la persona que encontrase el cadáver, si era un familiar o amigo le causaría un trauma de por vida y no quería causar excesivas molestias, bastante tenían los que se quedaban, abrir una puerta y encontrarse a un ser querido penduleando en el techo como un adorno navideño no es plato de buen gusto para nadie.
Una intoxicación a base de pastillas parecía la mejor opción, pero, ¿qué pastillas? Se supone que algún poderoso calmante, ¿cual sería el apropiado? ¿Dónde conseguirlo?.
Me encendí un cigarrillo, la manera de consumirse me recordaba a mi mismo, a mi alma, estaba jodido. Y eso que era dueño de mi tiempo. Vivía de la teta del gobierno, cobrando el paro, no quería ni imaginarme cómo me sentiría cuando tocase currar. Horas y horas de alguna actividad absurda como preparar hamburguesas, repartir propaganda o cargar palés llenos de latas de lentejas de un lado a otro.
Mientras meditaba en ello sonó el teléfono, era Belén.
Belén era una chica que conocía desde hacía un tiempo, nos unía nuestra pasión por el sexo. La conocí en un bar, ambos salíamos de una relación larga y tortuosa y estábamos quemados, pero manteníamos nuestros apetitos.
Se formó una relación especial, cero compromisos, cada uno tenía su vida y quedábamos de vez en cuando para tomar algo, y luego, por supuesto, follar. El problema era que se estaba enamorando. No era la primera vez que pasaba y yo, por más que pensaba en ello, no lograba entenderlo. Era un tipejo sin ninguna virtud y sin ningún futuro, como un escombro, como una pelotilla de la nariz, como un sobre usado, ¿cómo podía alguien enamorarse de mi? Pues pasaba. Mi teoría era que había una mezcla de factores, por un lado mi individualidad y por otro el masoquismo de las mujeres, siempre quieren lo que no pueden tener.
Hacía bastante que no nos veíamos porque yo me había cambiado de ciudad y ella me mandaba mensajes diciendo que me echaba de menos. Por mucho que vayas de duro siempre es agradable que te digan eso, ¿o no?
En fin, cogí el teléfono.
-Hola Alex. ¿Qué haces?
-Nada, pensando.
-¿Pensando en qué?
-Tonterías.
-Oye, tengo vacaciones y he pensado que podríamos hacer algo, no se, ir a algún sitio.
-¿A algún sitio?
-Si, pasar unos días juntos. Me has hablado de Salamanca varias veces, me gustaría conocerlo.
-Bonita ciudad, pero, no se, estoy en la ruina.
-No te preocupes, yo tengo dinero, te pago el hotel.
-No se, no se.
-Venga.
-Mmmm.....podría ser, ¿cuántos días?
-Cuatro o cinco.
-Puffff....
-¿Podrás aguantarme tanto?
-No lo tengo claro, quizás no.
-Venga, te trataré bien, te echo mucho de menos.
-Eso es halagador pero tengo cosas que hacer.
-Venga no jodas, pero si estás en el paro, no haces nada.
-Ya, pero......
-Te garantizo mogollón de sexo.
Empecé a empalmarme al pensarlo, sabía mi punto débil, la muy perra.
-Bueno, venga.
-¿En serio?
-Si, ¿por qué no?
-¡Genial! Podemos salir el miércoles y quedarnos hasta el domingo.
-¡Eso son cinco días!
-Venga, no te arrepentirás.
Al final accedí, aunque no estaba seguro, como ya he dicho soy muy independiente, necesito mi espacio vital, necesito ocultarme en las sombras como las cucarachas cada cierto tiempo, pensar en estar cinco días con alguien me daba cierta angustia, estaba convencido de que pasados tres días empezaría a estar inquieto y acabaríamos tirándonos los trastos a la cabeza. Por otra parte me lo pagaban todo y quizás vendría bien cambiar un poco de aires y hacer una buena cura de sexo.
Quedamos en reunirnos en Salamanca el miércoles, me acerqué a la estación de autobuses y compré el billete, ya no había vuelta atrás.
A medida que se acercaba la fecha empecé a estar inquieto y a perder las ganas, luego pensé en lo estupenda que era Belén en la cama.
Al final llegó el día y me monté en el autobús, estaba casi vacío, me agencié un par de asientos al fondo y me acurruqué leyendo un libro de Irvine Welsh.
La primera parte del trayecto fue bien junto a Irvine, luego me tocó hacer un trasbordo a otro autobús. Me comí una empanada de atún en la estación y monté en el otro autobús, este estaba a reventar, lleno de estudiantes. Avancé por el pasillo mirando a ambos lados, había unos cuantos asientos vacíos y elegí aquel en el que estaba la chica más guapa, me senté y continué con mi lectura realizando de vez en cuando miradas furtivas al escote que se abría a mi lado, un escote suave y prometedor, un escote de estudiante, diecisiete o dieciocho, en toda su turgencia, empezó a surgir el bulto en mi pantalón, no me amargué ya que sabía que en unas horas Belén aplacaría mis ardores, así que me relajé y disfruté de la lectura y las vistas, entonces todo empezó a ir mal.
Había un par de pardillos detrás mío, un chico y una chica, jóvenes, estudiantes, de matemáticas por lo visto. El tenía toda la pinta del típico pardillo, no parecía del todo real, parecía sacado de una tira cómica, o de una tele serie, con su corbatita, sus granos y sus 50 kilos de babeante consentido, me recordó a un caracol, ella parecía sacada de un catálogo de zara, aunque no poseía en absoluto las formas de una modelo.
Y empezaron con su monólogo:
-Qué mal rollo.
-Ya, y resulta que tengo que entregar el trabajo mañana, ahora me tocará pasar la noche en vela.
-Eso te pasa por haberte ido a la playa.
-Para un par de días que tengo, jo, tenía que ir, estaba ya agobiada con los trabajos, necesitaba relajarme, es que, te lo juro, si no veo el mar al menos cada dos meses me pongo mala.
-Yo por suerte lo llevo todo al día.
-Qué suerte tío, tu si que eres responsable, jejeje.
-Es que si no mis padres no me van a comprar el coche y estoy harto de ir siempre en moto, cuando llueve es un coñazo.
-Y el viernes es el cumpleaños de esta.
-Es verdad, va a estar genial.
-Ya le he dicho a mi madre que este mes me ingresen antes el dinero, quiero regalarle unos zapatos que vimos el otro día y cuestan una pasta.
-Yo no se qué le voy a regalar.
Y así todo el puto rato, venga rajar y rajar, hablaban para todo el puto autobús como queriendo hacernos partícipes de sus insulsas vidas. Según su absurdo razonamiento matemático estaban en un auditorio sediento de sus palabras, de sus pequeñas tragedias de niños bien, de sus ridículos pedos con tres copas de malibú.
Empecé a cabrearme de veras, me giré un par de veces poniendo mi cara más chunga pero no parecieron darse por aludidos, o quizás yo no fuese tan chungo, seguían y seguían: Que si el padre de uno se había comprado un cochazo, que si fiesta en el chalet de nosequien, que si hay que ir a la pelu, y seguían y seguían. Yo intentaba ignorarles enfrascado en mi lectura y el escote, pero era imposible, sus voces se elevaban, me rodeaban, girando frenéticamente en torno a mí, quitándome el aire, presionando. No era capaz de concentrarme, pasaba una página y me daba cuenta de que no me había enterado absolutamente de nada de lo leído, y ellos a lo suyo: Que si me gustaría hacer surf en verano, que si la ensalada César de tal sitio es la mejor, que si se acercan los exámenes. Me pregunto como se desenvolverían en alguna de las situaciones en las que me había visto yo, durmiendo en cuartuchos con las cucarachas subiendo por mi cara, despertándome atado en un hospital embadurnado en vómito tras un coma etílico, esquivando a heroinómanos en un poblado gitano buscando droga, celebrando la nochevieja yo solo en una fabrica vacía cuando curraba de vigilante, estrellando coches junto a un cocainómano..... Pensaba en que gente así, como ellos, eran los que dominaban el mundo, los que dirigían las empresas. Pensaba en que tarde o temprano tendría que acudir a ellos buscando trabajo, aparentando ser lo que no soy, mendigando, soportando sus juicios, "bien señor Villaexcusa, comprenderá que en esta corporación aspiramos a la excelencia y no podemos tolerar su actitud despreocupada y su aspecto desaseado".
¿Qué sabía esta gente sobre la vida? ¿Qué sabían sobre algo? Y se supone que eran estudiantes de matemáticas, la auto proclamada "ciencia absoluta", la base secreta de los procesos del mundo, de las proporciones de la belleza y el arte, el fundamento de la lógica y la razón......¡¡¡¡¡MIERDA AL CUADRADO!!!!!
Volví a girarme dispuesto a acabar con su sufrimiento y el mío (sobretodo el mío), quizás pudieran calcular la velocidad de mi puño o la parábola que describirían sus dientes al salir despedidos. Entonces, al ver sus ojos sin vida, como de muñecos, sentí lastima por el mundo y por mí (sobretodo por el mundo), apoyé la espalda contra mi asiento, cerré el libro, volví a mirar ese escote, aspiré y me aislé introduciendo unos cascos en mis oídos y escuchando Meshuggah a todo trapo, me sentí mejor, mucho mejor, luego caí en ello, Meshuggah, los pioneros del "math metal", metal matemático, ¿a ver si iba a ser verdad? ¡Tiene cojones! Todo se reducía a las matemáticas, eso explicaba mi fracaso, aposté por las letras.
Finalmente llegué a mi destino y me bajé del autobús cagando leches, buscando el bar más cercano, había uno en la estación.
Llamé a Belén para saber como iba, aún le quedaba un rato para llegar así que la esperé en el bar de la estación bebiendo cervezas y mirando a la gente que pasaba, eso es lo bueno de las estaciones, ves a la gente pasar e intentas imaginar sus historias.
Belén no tardó mucho en llegar, sonreímos al vernos, iba cargada con dos gigantescas bolsas de viaje en las que habrían entrado sin dificultad dos cadáveres, las soltó aliviada y me abrazó. Me alegré mucho de verla pero contuve mi emoción, tenía una reputación de tipo duro que mantener, se sentó a la mesa y se pidió una cerveza, tenía un pelo precioso, que me encantaba, largo, negro y liso.
-Vaya tía, ¿qué demonios llevas en esas bolsas? ¿Tienes pensado mudarte aquí?
-Es lo justo y necesario para cinco días.
-No puede ser.
-Y me he quedado corta.
-Joder.
-Vaya, me alegro de verte, la verdad es que te lo dije por decir, no pensé que vinieses, no pensé que aceptases a quedar conmigo y pasar unos días.
-A mi también me apetecía verte.
-Venga ya, a ti nunca te apetece ver a nadie.
-¿Por quién me has tomado?
-Por un amargado solitario.
-Pues ya ves, te echaba de menos.
-Jajaja, ¡qué mentiroso!
-Oye, no empieces a tocarme los cojones tan pronto que me largo por donde he venido.
-Era broma, joder, que desagradable eres.
-Ya ves, y aun así te morías de ganas de verme ¿verdad? - Sonreí.
-........Claro. - Sonrió.
-Bueno venga, vámonos de aquí.
Nos pusimos en pie, me ofrecí a ayudarla con su equipaje como un buen caballero, ella se resistió y yo insistí, al final accedió, pero cuando agarré ese asa me arrepentí de inmediato.
-Maldita sea, ¿qué coño llevas aquí dentro? ¿Has venido con más gente?
-Joder, ropa, un secador.... No se, lo típico.
-Mierda.
-Mira, déjalo, ya la llevo yo.
-No, tranquila, la llevaré yo como un buen caballero, ¿dónde está el hotel?
-¿Qué hotel?
-Qué hotel va a ser, el nuestro.
-No lo he mirado, ya encontraremos uno.
Salimos de la estación y empezamos a caminar por las calles, al poco rato yo ya estaba sudando como un cerdo a causa de la gigantesca maleta. Por más que mirábamos a nuestro alrededor parecía que todos los hoteles se habían escondido de nosotros, hice una pausa jadeando.
-Oye tía, estamos en el siglo XXI, la era de las comunicaciones, por qué en vez de vagar sin rumbo no nos metemos en un ciber y buscamos un hotel por Internet, al menos vagaremos hacia algún sitio.
-Si, tienes razón.
Encontramos un ciber y nos pusimos a buscar hotel, dimos con uno que tenía buena pinta y no era ni excesivamente caro ni excesivamente cutre, del gusto de Confucio, nos apuntamos la dirección. Así empezamos a vagar con rumbo, lamentablemente eso no aligeró la carga y el hotel resultó estar en la otra punta.
A medida que avanzaba por la ciudad me cabreaba más y más, el sudor me corría por la frente, se me metía en los ojos escociendo y cegándome, me pasaba la maleta de un brazo a otro inútilmente, empezaba a arrepentirme de estar ahí, estaba a gusto en casa, leyendo, bebiendo cerveza, tumbado como un lagarto con una mano permanentemente metida en el calzoncillo.
Cuando al fin llegamos no podía creerlo, realizamos los trámites de rigor y conseguimos la habitación. Al entrar arrojé la maleta lo más lejos que pude y me tumbé en la cama notando el palpitar de mis brazos doloridos, ella se tumbó a mi lado y empezó a acariciarme. Todo sufrimiento tenía tarde o temprano su recompensa. Lo hicimos. Fue largo y cálido, fue estupendo, el dolor se fue, el cabreo se fue, descansamos un poco y luego lo hicimos de nuevo, fue aún mejor. Mientras tanto la gente se moría a puñados en todas partes, por mil razones, y todos se preguntaban incrédulos ¿por qué? Los animales se extinguían, aunque estos supongo que lo aceptaban con naturalidad, sabían de que iba esto, lo sabían mejor que nosotros, los fuertes se aprovechaban de los débiles, los guapos se reían de los feos, no pensé mucho en ello cuando empezamos por tercera vez, lo pensé luego, y ahora.
Los siguientes días transcurrieron de manera agradable, y yo fui el primer sorprendido por ello, hubo mucho sexo como se me prometió, pero también otras cosas.
Compramos un plano y nos recorrimos la ciudad de arriba a abajo, viendo todo lo que había que ver, museos, edificios emblemáticos, etc, comíamos fuera, bebíamos vino, fuimos al cine, charlamos, reímos, todo estaba saliendo bien, me encontraba a gusto y pensaba que quizás me estaba volviendo un capullo, como tantos otros, pero no me importaba.
Pasaron los días y por extraño que parezca se me hizo corto.
El viaje llegaba a su fin, al día siguiente nos marcharíamos cada uno por un lado, cada uno a su ciudad y sus miserias cotidianas.
Fuimos a ver una interesante exposición fotográfica de Erwin Olaf que me gustó bastante, luego comimos pizza y fuimos a un bar, el sitio no era muy de mi rollo, era una cervecería de estudiantes, rollo irlandés, había muchos extranjeros, gente de erasmus, pijillos, pedí un par de cervezas alemanas bastante fuertes, la camarera no estaba mal.
-Bueno, mañana nos vamos, no ha sido para tanto, ¿verdad?
-No, la verdad es que lo he pasado bien, pensaba que no aguantaría.
-Si es que soy estupenda, ¿cuando te darás cuenta?
-Bueno, es porque ha sido algo puntual, si nos viésemos a diario acabaríamos hartos el uno del otro.
-No estoy segura.....
-Déjate de rollos, sabes que si.
-¿Sabes que me gustaría hacer hoy?
-Sorpréndeme.
-Agarrarme un buen pedo contigo.
-Venga ya.
-Te lo digo en serio, por ser el último día.
-Pero tu no bebes.
-Bueno, ¿y qué?
-No es una buena idea.
-Venga ya, tu siempre estás borracho, siempre me cuentas los pedos que te pillas, las cosas que te pasan, toda esa locura.
-Por eso se que no es una buena idea.
-Siempre me has gustado, lo sabes, solo quiero entenderte, saber por qué eres así.
-No tiene nada de misterioso, es autodestrucción.
-Pero estoy contigo, podemos pasarlo bien, desfasar un poco.
-Yo tengo mucho aguante.
-¿Por quién me tomas?, yo también me he emborrachado alguna vez.
Levantó su jarra y vació lo que quedaba de un trago, parecía decidida, yo hice lo propio, pedí otras dos y un par de chupitos de tequila José Cuervo, brindamos, la camarera no nos cobró los chupitos, es lo bueno que tienen, si vas a cervezas y chupitos te invitan a menudo y el pedo es mejor, tardé unos años en descubrirlo.
La gente a nuestro alrededor también se animaba, el mundo se animaba, corrían las cervezas.
Había un par de magos haciendo trucos de cartas por las mesas, la gente estaba encantada, se acercaron a mi pero les hice un gesto de que me dejaran en paz. Belén sacó una cámara y empezó a hacerme fotos, se reía, yo me levanté y me fui a mear. Cuando volví Belén me agarró del brazo y me dio un apasionado beso, me abrazó fuertemente, yo intenté zafarme y casi se cae de la silla.
-No quiero que esto acabe, jo, te voy a echar de menos.
-Mira tía, míralo de esta forma, mejor que me eches de menos a que te hartes de mi.
-No podría hartarme de ti.
-No es difícil, te lo aseguro.
-Puff...creo que esto empieza a subírseme a la cabeza.
-Venga ya, ¿dos cervezas?
-Oye, que yo no soy una alcohólica como tu.
-Dijiste que tenías mucho aguante.
-.....Y lo tengo.
-Anda, bébete eso y pido otras dos.
-No, espera, a mi me apetece beber caipiriña.
-No jodas, eso es una mierda.
-¡Quiero una caipiriña!
-Vale, vale, tranqui.
-Y no me pidas chupito.
-A sus ordenes majestad.
Le pedí su caipiriña, yo me pedí otra cerveza y un tequila, tampoco me cobró el chupito.
Observé a Belén, empezaba a ladearse, yo me preguntaba cómo era posible, la cerveza tenía mas grados que una normal pero no para tanto, yo estaba como si me hubiese tomado un zumo de pomelo, o un batido de chocolate, lo que hace la tolerancia.
Ella seguía haciéndome fotos, yo posaba, ella apuntaba y...¡zas!, luz cegadora, pero cuando cogía la cámara y miraba el resultado resulta que yo no aparecía allí, estaba haciendo las fotos al techo. Se lo dije y empezó a reírse y a tambalearse, luego me abrazaba y me besaba, empezaba a balbucear.
-Oye tía, acábate eso y vámonos de aquí, ya me agobia esta gente.
-Verrre.
-¿Qué?
-Vale.
Así lo hicimos.
Cuando se levantó del taburete casi se cae, la agarré y me la llevé fuera, estaba balbuceando y caminaba con dificultad, yo no podía creerlo, me empezó a entrar la envidia alcohólica.
-Venga tía, vamos a otro bar.
-Espera.
-¿Qué pasa?
-No estoy bien.
-Venga ya, solo han sido un par de cervezas y un cóctel de mierda, anda, vamos a otro bar.
-Espera.
Se arrugó y arrojó la cena en mitad de la calle, una masa rosácea, tenía mejor pinta cuando entró. Tosió y se convulsionó, yo la agarré del hombro.
-Venga, tranquila.
-Mierda.
-Tranquila tía, ya pasó.
-Déjame aquí.
-¿Qué dices?
-¡Vete!
-Joder tía, eres una cría, no sabes beber.
Eso le dolió. Le dolió mucho. Un tiro certero en mitad de su orgullo, en todo el centro, puntuación máxima. Me miró con los ojos llenos de furia y una fina babilla colgando de su boca.
-Capullo, no te rías de mi, ¡¡no te rías de mi!!
-Joooodeeer.......
-Te crees muy guay ¿verdad?
-Mira tía, tranquilízate.
-Te crees la hostia, ¿verdad? ¡¡Pues de mi no te ríes!!
-¿Qué mosca te ha picado?
-¡¡De mi no te ríes!!
-Vete a la mierda.
-Si, me largo.
-¿A donde?
-No se, por ahí, me largo.
-Pues adiós.
-¡¡Adiós!!
La vi alejarse haciendo eses. Me metí la mano en el bolsillo y me encendí un cigarro, "todo acaba jodiendose siempre, bien, a la mierda, que se largue, me piraré al hotel y pediré una puta botella, la vaciare en mi soledad". Vi como se alejaba, haciéndose más y más pequeña, casi se cae un par de veces, torció una esquina y desapareció. Di otra calada y esperé. "Joder, mierda, me cago en todo", tiré el cigarro y fui tras ella. Al torcer la esquina la vi tirada en el suelo, apoyada contra un portal, en la acera de enfrente había una enorme cola de gente para entrar en un garito pero nadie se movió para ayudarla, solo era una borracha más tirada en la calle, me acerqué y la rodeé con el brazo.
-Venga tía, levanta, te llevo al hotel.
-Déjame aquí.
-¿Cómo voy a dejarte aquí tirada?
-Joder, lo siento.
-No pasa nada, venga levanta.
-¿Sabes qué?
-Qué.
-Siempre he querido hacerlo en la calle.
-¿Ah si?
-Si, me da mucho morbo.
-Pues que bien.
-Fóllame, venga, aquí mismo.
-Oye tía, esto está lleno de gente, vamos al hotel.
-¡¡Vamos, fóllame ahora!!
Algunas personas de la cola empezaron a mirar en nuestra dirección y a cuchichear entre risitas, "mierda, necesito un trago, un porro, algo de paz". Pensé en dejarla allí, pero no podía, no tardarían en violarla. Si alguien tenía que violarla iba a ser yo, ni que decir tiene. La agarré y la levanté, no ponía mucho de su parte, por suerte el hotel no estaba excesivamente lejos. Puse rumbo hacia allí arrastrándola como pude.
Se cayó un par de veces y volvió a vomitar, yo no paraba de pensar "con dos cervezas, con dos cervezas....."
Al final llegamos al hotel, la puerta estaba cerrada y tuvimos que llamar al timbre, yo habría preferido entrar más sigilosamente, en fin, la seguridad supongo. La puerta se abrió y puse rumbo al ascensor con Belén desmayada sobre mi, al pasar por recepción pude ver los ojos inquisitoriales del empleado de turno asomando tras el mostrador, le miré.
-Buenaaas.
No me contestó, pero no dejó de mirarme, llamé el ascensor y me introduje dentro, ascendimos.
-Venga tía, ya casi estamos.
-Gggldglooo........
Las puertas se abrieron y nos arrastramos por el pasillo, nuestra habitación estaba al fondo, cuando llegamos introduje la tarjeta en la ranura, se encendió una luz roja y sonó un pitido, lo intenté otra vez con igual resultado.
-¡Mierda, putas moderneces!
A la tercera no fue la vencida, así que solté delicadamente a Belén y la apoyé contra una pared.
-Oye tía, la llave no va, voy abajo a recepción a ver qué coño pasa, no te muevas, ¿de acuerdo?
Ella asintió levemente con la cabeza y emitió un sonido indescifrable.
Retrocedí por el pasillo girándome de vez en cuando, ella no se movía, estaba ahí, tumbada en el suelo, si alguien salía de alguna habitación fliparía. Me metí en el ascensor y bajé, inspeccioné mi aspecto en el espejo, la puerta se abrió y fui a recepción.
-¿Qué desea?
-Si, errr..., verá, no va la tarjeta de la puerta.
-¿Me permite?
-Claro.
La cogió y la introdujo en una ranura, oí un pitido.
-Ya está.
-Gracias.
Volví al ascensor, volví a mirarme en el espejo, "por dios, que no la haya liado, que no la haya liado"
Salí al pasillo y la vi al fondo, exactamente igual a como la dejé, respiré aliviado.
Finalmente conseguí arrastrarla al interior de la habitación, la tumbé en la cama y empecé a desvestirla, ella emitía algún sonido de vez en cuando, la dejé en bragas y camiseta, arrojé la ropa sucia a un rincón y encendí la tele, rebusque en mis bolsillos y empecé a liarme un porro, al fin.
Al encenderlo me supo a gloria, me quité las botas y continué fumando lentamente, disfrutándolo, pasando de canal en canal mientras fumaba. Miré a mi izquierda, ahí estaba Belén, semidesnuda e inconsciente, di otra calada, empecé a empalmarme, me sentí un poco depravado, ¿debería hacerlo? Mi pene opinaba que si, el no entendía de moral. Di otra calada, empecé a toquetearme, ¿debo? ¿No debo? Entonces Belén empezó a convulsionarse, se echó ligeramente a un lado. "Mierda" pensé, me levante rápidamente, la cogí como pude e intenté arrastrarla al baño, era un peso muerto, no lo logré. El vómito se extendía por la moqueta y el baño, también por mi brazo, ella cayó al suelo sobre su obra de arte mientras yo buscaba algo con lo que limpiarlo, encontré papel higiénico, levanté la tapa del retrete y empecé la ardua tarea, ella gimió y volvió a la carga, le dio por echarlo en una papelera a pesar de que tenía el retrete al lado.
-Mierda tía, pon un poco de tu parte.
-.........Lo.........Siento........
Luego tiró la papelera y su contenido contra la pared del baño furiosamente, derramando todo el contenido, y empezó a llorar y a gritar.
-¡¡No.... No quiero, no!!
-¿Qué te pasa?
-¡¡Nunca, yo.... Nadie me ha visto así, yo, no....No!!
-Venga, tranquila, ya lo recojo, no es la primera vez que me pasa algo así.
-No, yo...... No, mierda, no quiero que me veas así.
Se arrastró hacia la ducha y abrió el grifo, se quedó ahí tumbada con el agua cayéndole encima, estaba convencido de que en cualquier momento sonaría el teléfono o llamarían a la puerta para pedir explicaciones por el escándalo, unas palabras retumbaban en mi cabeza, "corre Alejandro, escapa, escapa lejos"
Pero no lo hice, limpié medianamente todo con papel higiénico y la dejé ahí tirada con el agua cayéndole encima, volví a tumbarme en la cama, el porro se había apagado, lo encendí, fumé tranquilamente, buscando la paz interior, haciéndome preguntas, al rato empezó a salir una voz del baño.
-Alex... Alex....
-Estoy aquí.
-Por favor.... Por favor ven......
-Mierda.
Fui.
Allí seguía tumbada bajo el agua, se había quitado la camiseta y la había tirado contra un rincón, tenía buenas tetas.
-Entra.
-¿Qué dices?
-Venga, ven conmigo, lo siento.
A pesar de todo yo la tenía dura como el mármol, los tíos somos lo peor, y yo el peor.
-No, déjalo.
-Por favor, ven.
-.....Mierda.
Me desnudé y entré ahí, ella empezó a sobarme.
-Vaya, ¿qué tenemos aquí?, mira que grande está.
Empezó a chupármela, el agua corría por mi cabeza, era estupendo, no aguanté más, la levanté violentamente y la giré poniéndola de cara a la pared, intenté entrar, no era fácil, pero me abría paso.
-Aaahhhh....espera, espera, me duele.
Yo no contesté y seguí perforando.
-Para, por favor, me duele mucho.
Desistí.
Ella empezó a llorar de nuevo.
-Lo siento, lo siento mucho, todo, yo.....
-Bah, tranquila, anda sécate e intenta dormir un poco.
-Lo siento.
La ayudé a secarse y a ponerse algo, la ayudé a tumbarse, al poco se durmió, a mi me costó algo más, por suerte tenía porros.
A la mañana siguiente se despertó con una resaca brutal como era de esperar, no recordaba gran parte de la aventura, yo le conté algo, se disculpó, luego me folló varias veces, disculpas aceptadas.
La despedida fue amarga, no había estado mal, era una buena chica, mejor que yo.
Volví a casa, allí todo estaba igual, igual de mal.
Unos días mas tarde estaba pensando en la idea del suicidio y recibí un mensaje de Belén, me contaba que estaba muy rayada, que no podía soportar la situación, el que yo estuviera lejos, me pedía que no volviese a llamarla ni a escribirla, decía que no quería sufrir, lo que sentía era muy fuerte y no creía que fuera a corresponderla así que era mejor alejarse para no sufrir. Yo no quería que sufriese así que le hice caso sin protestar, tranquilamente, empecé por no contestar el mensaje. Todo se acaba, es ley de vida.
Unos días después recibí otro mensaje en el que se arrepentía del mensaje anterior y me pedía perdón.
Mujeres.

viernes, 23 de julio de 2010

GOTH TEEN






1.



Era el colofón perfecto para uno de los años más intensos de su vida.

Vanessa estaba sentada frente a su espejo. Era un espejo con historia. Anteriormente había sido de su abuela, ¿cuantas cosas habría visto ese espejo? ¿Cuantas confesiones habría oído? Ella misma había estado frente a el muchas veces, contándole sus secretos a la imagen reflejada. El espejo se había convertido con el paso de los años en un pequeño santuario, crecía como si fuera un ser vivo, alguna especie de planta. Alrededor de el Vanessa había ido colocando diversos recuerdos, fotos de sus amigos, familiares, mascotas, recortes de revistas, papeles con poemas o dedicatorias, muñequitos... En fin, todo un collage que servía de marco para su imagen en el centro. En ese espejo se resumía su vida. Al mirarse fijamente en él el pasado y el presente formaban una sólida unidad. Se giró a un lado, luego al otro, estudiándose. Finalmente se acercó y abrió todo lo que pudo el ojo derecho y con la mano derecha se extendió otra capa de kohl negro, seguidamente hizo lo mismo con el otro ojo. Volvió a mirarse.
Por fin había llegado el gran día, llevaba meses esperándolo, llevaba años esperándolo, pero por fin había llegado. Todo llega. Tarde o temprano todo llega. Extendió la mano y cogió un trozo de papel embutido entre dos fotos al lado derecho del espejo, el pasaporte al paraíso, ¿cómo un simple trozo de papel podía albergar tantas esperanzas, tantos sueños? Una vez más repasó lo que ponía en el, había memorizado cada una de sus letras, cada curva en la grafía del logo, cada matiz, cada centímetro del dibujo.

XIMERA. JUEVES 19 DE NOVIEMBRE. SALA LEVIATÁN. Apertura de puertas: 20:45. Artista invitado: 21:45. Ximera: 23:00. ENTRADA GENERAL.

Ya está, se acabó la espera. Llevaba meses mirando la entrada a diario, contando los días restantes. La cuenta finalmente había llegado a cero, ese día era hoy. Apoyó la entrada en la mesita frente a ella, delicadamente, como si fuese de cristal. Volvió a mirarse en el espejo, miro a un lado, luego al otro, "¡perfecto!", pensó. Seguidamente abrió uno de los cajones de la mesita, sacó un collar de perro con pinchos y se lo puso, era una perra. Cogió del mismo cajón unos largos guantes de rejilla y se los puso, se miró, era toda una perra. Sonrió maliciosamente, se veía preciosa y, a su manera, desde luego lo era. "Bueno, y ahora el toque final" se dijo mientras desenroscaba el tapón de su pintura de uñas Black Diamond, apoyó la mano en la mesita y comenzó a pintarse el índice de la mano izquierda con delicadeza. La mesita también estaba plagada de recortes y fotos uniendo esta con el espejo. Entonces reparo en su fotografía. Por un instante dejó de pintarse y clavó su mirada en la foto, no pudo evitar que le afectara, estaba reciente, sólo habían pasado dos meses desde que rompieron. Se acercó a la mesa para verla más de cerca. Era una foto pequeña, de un fotomatón, hecha al principio de su relación, cuando todo era perfecto, de hecho fue la primera foto que se hicieron juntos, y la única que ella conservaba de el.
Cuando pasó aquello y todo se fue a la mierda Vanessa, presa de la rabia, arrancó del espejo todas sus fotos y las quemó, pero esta quiso conservarla, estaba bien querer enterrar el pasado pero también debería haber algo que nos recordara que aquello sucedió, que no fue solo un mal sueño, tenía sentido que este fuese el único recuerdo de esa relación, la primera foto de ellos juntos, tan felices, tan ingenuos...
Alejandro.
Nunca pensó que un nombre tan común algún día le haría estremecerse tanto, que un nombre tan común soportara ahora una carga tan inmensa.
Alejandro. "¡Maldito sea ese nombre!"
Lo echaba de menos. Seguía echándole de menos cada día, aunque se hubiese portado como un hijo de puta. Quizás fuera un hijo de puta pero, le había enseñado tantas cosas, eso era innegable, sin su influencia seguramente ella sería una persona muy distinta.



2.



Vanessa comenzó a interesarse por la música a los trece años, siempre había sido una chica un poco rarita. Le gustaba estar sola. En el patio del colegio mientras el resto de chicas se reunían para jugar a la comba ella se recostaba contra una pared con su eterno cuaderno y se ponía a dibujar, dibujaba personajes de proporciones irreales, demasiado estilizados, en posturas imposibles, dibujaba calaveras aladas, mariposas de fuego y cosas igual de inverosímiles. Casi siempre estaba sola, sola con sus dibujos.
Un día en el patio un chico se le acercó, ella estaba con la cabeza hundida en su cuaderno, como siempre.
-Hola, ¿qué dibujas?
Cuando levantó la cabeza no pudo creérselo, tardó en reaccionar, era Carlos. Carlos también era algo rarito, tenía un año y medio más que ella y estaba un curso por delante, en el cole eso parecía bastante. A ella siempre le había llamado la atención, no era como los demás, no se pasaba el día chinchando a las chicas pegándoles chicles en el pelo o escupiéndolas, tampoco se le veía en el patio jugando al fútbol o al baloncesto, casi siempre estaba solo, en algún rincón mirando al infinito, y siempre tenía unos cascos en los oídos que le servían de barrera existencial contra el mundo exterior. En el patio ella muchas veces se había dedicado a espiarle, observando en silencio sus movimientos. Se sentaba en algún sitio y se comía su bollo tranquilamente, en silencio, solo. De repente se levantaba, sacaba su enorme walkman del bolsillo, lo abría, daba la vuelta a la cinta y volvía a sentarse, y así se quedaba hasta que sonaba el timbre para volver a clase. A ella ese comportamiento le parecía muy curioso, ¿qué estaría oyendo todo el rato en esos cascos? Se sentía atraída, sentía una gran curiosidad ya que intuía que eran personas parecidas a las que no parecía importarles lo más mínimo el mundo real, como dos pequeñas barcas zarandeándose en un mundo devastado por el diluvio. Alguna vez pensó en decirle algo pero ella era una chica tremendamente tímida y el estaba rodeado de un aura de impenetrabilidad absoluta. Carlos, por su parte, se encontraba en una situación similar, sentía curiosidad por esa extraña niña que se pasaba los recreos ensimismada en su cuaderno, ¿qué plasmaría en el, en ese cuaderno? ¿Acaso no escribía ya lo bastante en clase? Nadie salía al recreo con un cuaderno. Pensaba en ello día tras día y finalmente su curiosidad fue tal que decidió acercarse a investigar. Ella no lo vio llegar y el noto que la había asustado con su repentina presencia y su pregunta.
-¿Eh?
-Te he preguntado qué haces.
-¿Eh?.. Er... Nada... Cosas.
-Ya pero, ¿qué cosas?
-Tonterías.
-¿Puedo verlo?
-Bueno, pero no te va a gustar.
Vanessa dejó el cuaderno a Carlos y observó atentamente como este lo abría y pasaba su mirada por las páginas, escudriñaba cada leve cambio en su expresión. Estaba tremendamente asustada, nadie veía nunca sus dibujos y estaba convencida de que el pensaría que eran malos y que ella estaba loca.
-Jajaja, vaya, este es muy bueno.
-¿En serio?
-Sí... Y este.
-Gracias.
Carlos recorrió todas las hojas, a veces se detenía en alguna en particular y esbozaba una sonrisa. Vanessa se sentía cada vez más feliz, menos insegura de sí misma.
-Vaya, dibujas muy bien, ojalá supiera dibujar yo así.
-Muchas gracias, es sólo práctica, si quieres te enseño.
-Eso sería guay
-Jajajaja.
-Me gustan tus dibujos porque son muy tétricos, a mi también me gustan mucho los monstruos y todas las cosas deformes y raras.
-Sí, lo se, me he fijado en tu camiseta, mi madre nunca me dejaría llevar una camiseta así.
Carlos llevaba una camiseta de Metallica con uno de esos dibujos de calaveras tan característicos del estilo de Pushead.
-¿Te gustan Metallica?
-No lo se, nunca los he oído, no escucho música.
-Eso no puede ser, tienes que oírlos.
Carlos metió la mano en su cazadora y sacó el walkman, extrajo la cinta que había dentro y luego de otro bolsillo sacó una funda, metió la cinta dentro de la funda y se la ofreció a Vanessa.
-Toma, escúchalo, seguro que te gusta.
-Vaya, muchas gracias.
Vanessa miró la caja de la cinta y se sintió atraída de inmediato, en ella se veían un par de hileras de cruces, como en un cementerio y coronándolo todo el logo de letras afiladas de Metallica, en ese momento sonó el timbre que marcaba la vuelta a las clases.
-Jo, mierda, a clase... Bueno, ya me contaras si te gusta la cinta. Por cierto, me llamo Carlos.
-Yo Vanessa.
-Sí, ya lo se, hasta luego.
Cuando llegó a su casa Vanessa cogió la radio de la cocina y se la llevó a su cuarto, puso la cinta y apretó el play. Nunca en su vida olvidaría ese momento. Jamás había oído una música así. Era fuerte, muy fuerte, tanto que lo primero que hizo fue bajar el volumen aterrada. Se sentía como si estuviera haciendo algo malo, no quería que sus padres se enteraran de lo que estaba escuchando, se sentía asustada pero a la vez atraída por ese enjambre de sonidos estridentes escupidos a toda velocidad. No entendía las letras pero notaba la rabia en la forma de cantar, alguna vez, de repente, toda esa ira se calmaba, pero incluso los pasajes tranquilos eran de una belleza muy extraña e inquietante, perturbadora, y entonces, todo se aceleraba otra vez. Vanessa estaba completamente hipnotizada por aquello y antes de que se diera cuenta el viaje acabó, la cinta llegó a su fin. En ese momento se sintió confusa, como si acabase de despertar de un extraño sueño.
¿Qué había sido todo aquello?
Volvió a escuchar la cinta de nuevo, y luego otra vez. Con cada escucha se desvanecía el efecto sorpresa pero era sustituido por otra sensación, empezaba a saber las partes que vendrían luego y sentía la emoción de todo aquello, se sentía como si intentase domar a una bestia salvaje. Acudían imágenes a su cabeza que acompañaban los sonidos, eran imágenes lúgubres, como sus dibujos. Empezaba a conectar las cosas, empezaba a ver más allá, a sentir la conexión, la angustia, el grito desesperado de la agonía con un fin, todo encajaba dentro de una nueva estructura extraña, estaba descubriendo al mismo tiempo el marco, el contenido y las conexiones de un mundo completamente nuevo para ella.
Escuchó la cinta una y otra vez, hasta que de repente su madre entró en la habitación he hizo que ella también regresase a ese lugar común.
-Vane, ¿qué es eso que escuchas?
-Nada, una cinta, me la ha dejado un amigo del colegio.
-Uy, qué de ruido, es muy ruidoso ¿no crees? No me gusta que escuches esas cosas, ¿has hecho ya los deberes?
-Aún no mama.
-Pues hala, se acabó la música, ponte a estudiar.
Su madre se llevó la radio y ella notó un vacío enorme, el silencio la aplastaba, no podía dejar de pensar en lo que había experimentado, en cómo se había sentido. También pensaba en Carlos, ahora entendía el porqué estaba siempre con los cascos en los oídos, ¿quién querría escuchar la cacofonía del mundo corriente pudiendo escuchar aquello?
Al día siguiente en el recreo volvió a ver a Carlos he intentó, torpemente, explicar todo aquello que había sentido.
Después de ese día se hicieron grandes amigos, se pasaban los recreos juntos, alejados de todos los demás, hablando de música y dibujando, cada día esperaban con ansia el recreo y cada día parecía este durar menos.
Las clases acabaron y llegó el verano, para entonces Carlos y Vanessa eran inseparables, iban juntos a la piscina y pasaban juntos las tardes tumbados en la hierba comiendo gominolas. Carlos fue dejándole más música a Vanessa. El poseía un filón en la colección de discos de su hermano mayor pero había que cogerlos poco a poco y devolverlos impolutos para que el no se cabreara. De esta forma Vanessa fue conociendo más y más bandas y fue aficionándose a la música metal: Judas Priest, Iron Maiden, Megadeth, AC/DC... En fin, todo lo clásico. Empezaron a formarse un criterio y a discutir sobre los nuevos hallazgos, Vanessa se sentía atraída por los sonidos más extremos, Megadeth, Testament, Sepultura... Mientras que Carlos sólo soportaba esas bandas durante un rato y prefería cosas mas calmadas y melódicas como Iron Maiden, Helloween o Saxon, aún no tenían nombres para referirse a las diversas tendencias musicales, pero les sobraba entusiasmo y podían tirarse horas discutiendo sobre cuales eran mejores, ninguno daba su brazo a torcer.
Consiguieron unos pequeños altavoces para el walkman y solían irse a un enorme parque a las afueras a escuchar música hasta que tenían que volver a casa. Una de esas tardes y con el "Before the dawn" de Judas Priest de fondo se dieron su primer beso. Era la primera vez para ambos y a pesar de lo torpes y extraños que se sentían fue un momento bastante bonito que recordarían para siempre.
Fue bonito que dos niños así, estando perdidos en el amanecer de sus vidas, pudieran encontrarse y compartir algo sincero y puro durante un tiempo, descubrir cosas que les marcarían para el resto de sus vidas. Pero nada dura eternamente y un día Carlos apareció en su lugar de reunión como de costumbre, solo que esta vez venía sollozando, intentando retener las lágrimas ante Vanessa, intentando hacerse el valiente.
-¿Qué te pasa?
-Mis padres... Me han dicho... Que nos vamos.
-¿Que os vais? ¿A dónde?
-Nos mudamos. Al norte, lejos de aquí... ¡Yo no quiero irme!
En ese momento no pudo hacerse el valiente por más tiempo y estalló en lágrimas. Vanessa lo abrazó intentando consolarle, en lugar de eso ella también se puso a llorar.
Poco después llegó el temido día del adiós. Fue un momento bastante triste, plagado de lágrimas. Se intercambiaron recuerdos, Vanessa le dio su colgante de gato junto con algunos de sus dibujos favoritos, Carlos por su parte la dio su cinta de Metallica, aquella que empezó todo. Sólo hacía cinco meses que se conocían pero a esas edades cinco meses son como cinco años. Prometieron no olvidarse nunca, y lo cumplieron. También prometieron volver a verse algún día pero no se volvieron a ver nunca más.
Esta perdida supuso un shock para Vanessa y el resto del verano transcurrió gris para ella. Volvía a estar sola, encerrada en sí misma, en sus dibujos, pero, al menos Carlos le había descubierto un mundo nuevo, la música, algo más para acompañarla siempre allá donde fuese, y ella se fue aficionando cada vez más, metiéndose más en ese mundo que le alejaba del otro, el real, que cada vez le gustaba menos.
Al principio lo tuvo muy jodido para conseguir música nueva ya que se abastecían de la colección del hermano de Carlos, pero al menos consiguió un buen cargamento en la época que estuvo con el y escuchaba una y otra vez las cintas de sus grupos favoritos.
Cuando cumplió 15 años y siendo ya toda una iniciada le pidió a sus padres un bajo eléctrico como regalo de cumpleaños. Ya no quería ser más una simple oyente, si esa música la hacía sentir tanto con su escucha pasar al otro lado y convertirse en interprete debería ser algo supremo, una sensación inigualable que quería experimentar a toda costa. Estaba obsesionada con la figura de Jason Newsted, bajista por aquel entonces de Metallica, observaba las fotos en las revistas y se conmocionaba, especialmente con las fotos del directo, aquella expresión de éxtasis con los focos del escenario bañando su cuerpo... Quería ser el, quería estar allí, experimentar eso.
Tenía un objetivo, un objetivo que se tornaría obsesión.
Tras intentarlo de mil maneras distintas consiguió que sus padres accedieran y le compraran un modesto bajo de marca Fender. Para su sorpresa aquello resultó muchísimo más complicado de lo que se imaginaba y por más empeño que ponía no conseguía ni acercarse al sonido de sus ídolos, no obstante era tenaz y no tenía amigos así que a base de clases y practicar hasta el desfallecimiento poco a poco empezó a ver, y sobretodo a oír, avances en su técnica.
En tan solo un año avanzó lo que otros recorren en cuatro. Sacrificio, constancia, no había otro modo. A veces se sentía mal viendo como sus compañeras de clase hacían vida social y hablaban de chicos y de sitios en los que habían estado, pero cuando llegaba a casa, cogía su bajo y practicaba, siempre mirando su enorme póster de Jason, intentando comunicarse con el, entonces toda esa pena y aislamiento se desvanecía y las horas volaban sintiendo que se adentraba en algo más grande que ella misma.


A los 16 ya podía tocar bastantes de sus canciones preferidas y consideró que debía dar un paso más y formar una banda, desde ese momento fue su única obsesión, algo enfermizo, formar parte de una banda, formar parte de una banda de metal.
Buscó en los periódicos y preguntó a todo el mundo y finalmente encontró un sitio a su medida.
Se hacían llamar Insomnio y buscaban bajista. Concertaron una cita con Vanessa, ella era un año mas joven que ellos (a excepción de Javier, el batería, que le sacaba dos), no obstante cualquier duda se disipó cuando tocó con ellos sin dificultad una resultona versión del "seek and destroy". La aceptaron y ella por fin se sintió parte de algo, de algo grande que daba sentido a todo lo demás. Ansiaba cada día de ensayo.
Ensayaban en el garaje de la casa de Javier y como eran jóvenes sin dinero ensayaban todos los días, no solo porque no tuvieran otra cosa que hacer, sino, lo que es más importante, porque no querían hacer ninguna otra cosa.
Ahí fue donde conoció a Alejandro.
El era el guitarrista de la banda, le pareció atractivo nada más verle, aparte le admiraba. Alejandro tocaba bastante bien y parecía saberse todas las canciones de todos los grupos existentes, le aconsejaba sobre técnica, le enseñaba teoría y temas de grupos y, sobretodo, le descubrió nuevas bandas, bandas que la marcarían y expandirían su horizonte musical: Devin Townsend, Meshuggah, Fantomas, Bauhaus... Bandas más extrañas e inquietantes que el thrash y death que ella escuchaba por aquel entonces, pero, sobretodo, y eso era algo que ella le agradecería eternamente, le descubrió a Ximera.
La primera vez que los escucho sufrió una conmoción, era la música mas agónica y perturbadora que ella había oído jamás, creaban unas atmósferas tan asfixiantes que, como en el síndrome de Sthendal, tenías la impresión de que en cualquier momento te llegaría la muerte. Nunca se había enfrentado a algo así.
Estaba sola en casa durante esa primera escucha. Sus padres habían salido y ella aprovechó para fumarse un porro en la ventana y poner el cd, a mitad de la primera canción ya se había olvidado del porro, de la habitación y de sí misma. Cuando acabó el primer tema se sentía excitadísima, estuvo tentada a ponerlo otra vez pero prefirió ver qué le deparaba el segundo tema, y este resultó ser aún mejor. Escuchó todo el cd del tirón, sudando, confusa. Luego lo escuchó de nuevo. Se sintió otra vez como cuando años atrás escuchó por primera vez a Metallica. Estaba profundamente impresionada por esa música, todo lo demás pasó a un segundo plano. Mientras los temas caían como un bombardeo ella ojeaba el libreto del cd, el aspecto de los integrantes de Ximera era igual de perturbador que la música que creaban, respondían a los extraños nombres de Mol, Spax, Odklas, Krosh y Hécate. Su imagen estaba muy cuidada, con abundante maquillaje, lentillas de colores, ropa sadomasoquista, etc... Todo ello medido y pensado para proyectar una imagen efectista e impactante. Vanessa estaba cada vez más fascinada.
Al día siguiente quedó con Alejandro para fumarse unos porros en el parque, cuando el llegó no pudo ocultar su agradecimiento.
-Joder tío, ese cd que me has pasado, el de Ximera, es alucinante.
-Molan ¿verdad?
-Joder, es lo mejor que he oído nunca, me quedé toda la noche escuchándolo una y otra vez.
-Son los putos amos.
-Tienes que pasarme más.
-Solo tienen ese, bueno, hay por ahí una maqueta pero no la tengo.
-Es increíble, es justo lo que yo quiero hacer, han dado con la clave.
-Sí, deberíamos tirar por ahí, creo que afinan en si.
-Vamos a sacarnos algún tema... ¡Qué coño! Vamos a sacarnos todo el disco.
-Jajajaja, tardaríamos siglos.
-Dios, es que, en serio, estoy alucinada con ellos, me encantaría formar parte de esa banda, sería mi sueño.
-Vaya, gracias, te recuerdo que ya tenemos una banda, nos llamamos Inmortal.
-Tenemos que currárnoslo mazo, están a otro nivel, hay que superarles.
Siguieron hablando durante horas, se sucedían los porros, hablaban de sueños, de esperanzas, de alcanzar a sus ídolos renunciando a todo lo demás si hacía falta, ¿podría haber algo mejor que estar en una banda como Ximera? Recorriendo el mundo, haciendo lo que les diera la gana, componiendo una música inmortal, nada podía superar aquello. Planeaban cómo conseguirlo, primero tendrían que cambiar su afinación y no tirar tanto de clichés en sus composiciones, pero sobre todo, sacrificio, encerrarse a ensayar todo el día si hacía falta, comprometerse en cuerpo y alma, no había otra forma.
Últimamente no ensayaban demasiado, era época de exámenes pero, ¿a quien le importaban los exámenes? La prioridad debía ser la banda, Vanessa y Alejandro lo veían así, pero Javier y Jose eran de otro parecer, se preocupaban de su futuro de una manera más pragmática, el grupo era un hobby, el más importante, pero un hobby al fin y al cabo, hacía varios días que ellos no aparecían por los ensayos a causa de los exámenes. Siguieron fumando y hablando de todo ello, del compromiso para alcanzar un sueño, luego relajaron un poco el tono de su conversación y charlaron sobre las virtudes y defectos de Marilyn Manson. Estaban bastante fumados y sin saber muy bien como, de repente, estaban enrollándose. No era algo chocante, estaba claro que ambos llevaban mucho tiempo deseándolo y ocurrió con una naturalidad pasmosa, tampoco hablaron de ello ni le dieron muchas vueltas. Ahora se sentían más unidos frente al mundo y se convirtieron en el motor indiscutible de Inmortal. Componían sin parar, ensayaban sin parar y discutían sin parar con los otros dos por su aparente falta de compromiso. Pasaban todo su tiempo juntos, en casa de uno o del otro, o en la calle, metidos en antros heavys bebiendo cerveza, fumando porros y hablando de su música. Alejandro ya tenía 18 así que conseguía la bebida en las tiendas, por su parte Vanessa tenía 17 pero aparentaba más y nunca le pedían el carnet cuando intentaban entrar a algún nuevo garito.
Para Vanessa los primeros meses tras aquel beso fueron bastante intensos, fue época de descubrimientos, el alcohol, el sexo, y los primeros escarceos con drogas algo más duras, todo ello por mediación de Alejandro que servía como maestro de ceremonias en todas sus iniciaciones. La llevó a garitos, le presentó a gente y a sustancias diversas, ( por aquel entonces se sacaron la famosa foto en aquel fotomatón) todo ello regado con la música de Ximera, la banda sonora de su peculiar decadencia.
Fue un día grandioso cuando Ximera sacó su segundo disco, "Los gritos enoquianos". Para entonces Ximera se había convertido en un grupo tremendamente popular, sus continuos escándalos inundaban las páginas de las revistas del sector, tenían una imagen de tipos tremendamente extraños, pervertidos y locos. Los escándalos se sucedían, incidentes durante los conciertos, suicidios de fans, manifestaciones de agrupaciones religiosas y constantes discrepancias entre sus miembros. Todo esto provocó la salida de Odklas y Krosh de la banda, dos de sus pilares fundamentales. Este hecho fue una gran conmoción para los fans y para la banda, por un momento todo pendía de un hilo, pero fueron sustituidos y su segundo disco se esperaba con una impaciencia inusitada.

Vanessa y Alejandro estaban como locos, llevaban horas haciendo cola en la tienda de discos para hacerse con su copia, parecía que la suerte estaba a su favor ya que la salida del disco coincidió con la fecha del 18 cumpleaños de Vanessa, ella pensaba que era una señal, estaba totalmente convencida de ello. También coincidió que los padres de Alejandro se fueron a pasar el fin de semana al pueblo dejando el piso entero a su disposición, toda una suerte de extrañas coincidencias, y ellos pensaban aprovechar esa oportunidad para hacer una escucha del disco por todo lo alto. Pillaron porros, alcohol y una pizca de cristal, un menú de lo más apetecible, sin duda.
Las puertas de la tienda de discos se abrieron de par en par causando una revolución, la gente salía histérica con sus flamantes copias del disco, algunos se montaban en el coche y lo ponían a todo volumen, los temas parecían atronadores. Por fin llegó su turno. Compraron un cd para cada uno y salieron escopetados de ahí. Se dirigieron a toda prisa a casa de Alejandro, sus manos temblorosas recorrían cada página del libreto, estudiando cada foto, los nombres de cada tema, las letras.
Al llegar a casa de Alejandro fueron corriendo a la habitación e introdujeron el cd en el equipo sin siquiera quitarse los abrigos, si en ese momento se hubiese ido la luz sin duda les habría dado a ambos un ataque al corazón.
Las puertas del infierno volvieron a abrirse de par en par. Allí estaban de nuevo, en toda su grandeza, el nuevo trabajo de Ximera. La primera impresión era fabulosa, no podían hacer ningún comentario, estaban demasiado concentrados en la música, de vez en cuando alguno soltaba un "¡joder!" o un "¡madre mía!" y eso eran todos los comentarios que se atrevían a hacer por ahora. Al tercer tema Alejandro pensó que ya era hora de estrenar el cristal, se metieron un buen chute con sabor a medicina, luego se tumbaron en la cama.
-Es jodidamente fabuloso, este disco es increíble -Dijo Alejandro mientras Vanessa se liaba un porro.
El disco acabó, la droga subía, todo ello demasiado deprisa.
-No jodas, no puede haberse acabado ya, ponlo otra vez, ponlo otra vez. -Decía Vanessa con desesperación.
Pusieron otra vez el cd y le dieron otro tiento al cristal. Cada vez se sentían más alejados de la realidad, bien por una cosa o por la otra, estaban flipando, volados, los gritos de Mol inundaban la habitación, el bajo de Spax les taladraba el cerebro, el nuevo guitarra, Amón, no lo hacía nada mal, la batería de Hécate sonaba como los tambores del infierno y Gorgo, el otro nuevo, lo coronaba todo con sus extraños sonidos electrónicos, creaban un lienzo de la desesperación donde Alejandro y Vanessa se hundían cada vez mas, sintiendo cada acorde como latigazos en su alma, la droga le daba la puntilla a todo esto. Inevitablemente acabaron follando como locos al cabo de un rato.
También fue un gran día cuando se anunciaron las fechas de la gira. Tocarían en su ciudad dos días seguidos, el 19 y el 20 de Noviembre. Ximera habían aprendido muy bien la lección de gente como Kiss, Rammstein o Rob Zombie y sus directos se calificaban por la prensa como una experiencia única, un derroche de efectos de luz, pirotecnia y performance que convertía el show en algo aterrador, místico, grandilocuente y apocalíptico, fueron votados por toda la prensa como la gira del año. Ximera, pudiendo llenar estadios, habían preferido tocar en salas cubiertas y de menor aforo para construir un espectáculo integral, así la puesta en escena, los efectos y la decoración no se limitaban al escenario sino a todo el recinto.
Alejandro y Vanessa volvieron a hacer cola durante horas para asegurarse una entrada para el concierto y consiguieron su objetivo comprando tickets para los dos días. Aún faltaba mucho para el show, estábamos en Abril, pero ya tenían las entradas y nada impediría que fueran a verlos. No había día en que no comentaran entusiasmados el tiempo que quedaba, las drogas que llevarían y como se lo iban a pasar esa noche, fue entonces cuando ocurrió.
Aquel no fue un gran día. Vanessa nunca pensó que fuera posible algo así, su amor era eterno, o lo parecía, ahora no sabía si todo no había sido mas que una enorme mentira.
Corrió hasta llegar a su casa, estaba sin aliento y todo su cuerpo vibraba, no quería llorar pero tampoco podía evitarlo, la imagen venía una y otra vez a su mente para torturarla. Nunca imaginó que Alejandro pudiera traicionarla a ella de esa forma tan ruin, ¿por qué? ¿Qué había hecho mal? No lo entendía, por mas que lo pensaba no lograba entenderlo y esa maldita imagen se repetía una y otra vez en su cabeza, cada gesto. Estaba algo borracha y eso no hacía mas que empeorar la situación. Arrancó todas las fotos de Alejandro del espejo y las fue quemando poco a poco en la ventana mientras las lágrimas recorrían su cara. El nuevo disco de Ximera sonaba a un volumen prudencial. Esa noche no pudo dormir, no pudo tocar, no pudo evadirse, sólo le salían lágrimas.
Alejandro intento excusarse, lo achacó a las drogas, decía que no sabía lo que hacía. Pero sí que lo sabía, solo que en ese momento le dio igual, quizás por culpa de las drogas, quizás no, pero le dio igual todo.
Los siguientes meses no fueron fáciles para ella, Alejandro la llamaba y le mandaba mensajes pero ella decidió no contestar, había sido traicionada, se acabó. Lo malo es que al perder a Alejandro también perdió el grupo y de repente se veía sin las dos cosas que se habían convertido en los pilares de su vida. Cada vez que pensaba en ello alucinaba, no se puede estar seguro de nada, tienes sueños, esperanzas, cosas... Y de repente... ¡Zas! Estas sin nada. Esa es la realidad y no sabes cómo ha llegado hasta ahí.
El tiempo fue pasando, lenta y melancólicamente. Vanessa se volvió más rebelde, para preocupación de sus padres que ya no sabían que hacer con su niña. La veían llegar tarde a casa, borracha, se encerraba en su habitación, comía poco, cada vez más delgada, más pálida, con mala cara y soltando malas contestaciones a la menor oportunidad.
La situación en casa era cada vez más tensa, había gritos y discusiones cada dos por tres, portazos, lloros... Luego estaba lo que sus padres no veían. Vanessa bebía cada vez más, se liaba con cualquier chico que le invitara a un par de rayas de coca. Todo le daba igual, "¡no future! ¡Hasta que pete la patata!". Salía sin dinero y se camelaba a los chicos para que la invitaran a alcohol y drogas, todos se dejaban engañar, por supuesto, Vanessa no era tonta, hacía uso de su físico, les hacía albergar esperanzas de un polvo y todos, como perrillos salidos, obedecían cada una de sus ordenes con la esperanza de poder frotarse un poco contra ella, a veces se los follaba y a veces no, dependiendo de si le gustaban, por supuesto. No era ninguna hermanita de la caridad, ahora sería mala, cruel, interesada, dio su confianza a alguien y este le fallo, no volvería a cometer el mismo error.



3.



Llegó el gran día, el colofón perfecto para uno de los años mas intensos de su vida. Esa noche, en tan solo unas horas, tendría delante a sus ídolos. Ximera estaban en su ciudad. Mol, Spax, Hécate, Amón y Gorgo, ¡por fin! ELLOS. Dentro de poco los tendría delante, a escasos metros. Intentaba imaginarse donde estarían en ese momento, quizás en el hotel, o ya en el recinto, dando entrevistas.
Retiró la mirada de la pequeña fotografía y continuó pintándose las uñas, Alejandro también estaría por allí y esperaba no encontrárselo, rezaba por no encontrárselo. Miró el reloj. Había quedado con tres amigas para ir al concierto en el coche de una de ellas. Se miró por ultima vez en el espejo, estaba radiante, un autentico súcubo salido del infierno, un ángel negro de la desesperación. Abrió uno de los cajones de la mesita, miró bajo las bragas y cogió una pequeña bolsita de plástico. Examinó su contenido, estaba todo. Guardó la bolsita en su escote, guardo la valiosa entrada en el bolso y salió por la puerta. Sus padres estaban en el salón.
-Me largo.
-Mírate, pareces una puta. -Dijo indignado su padre.
-Cuídate hija. - Su madre fue algo más cariñosa, quizás su padre también lo hubiese sido si supiera que esa era la última vez que veía a su pequeña hija, quizás.
Al bajar, sus amigas ya estaban esperándola en el coche, salía humo por las ventanillas, Edurne, Laura y Sandra, todas con sus mejores galas, una buena reunión de perrillas del infierno. Vanessa montó en el coche, tenían puesto Combichrist a todo volumen.
-¡Quita esa mierda y pon Ximera joder! -Fue su saludo.
-¿Qué tal zorrita? -Le preguntó Sandra, la conductora.
-Joder, nerviosísima, ¿vosotras sois conscientes de lo que vamos a ver?
-Pufff... Calla, calla.
-Qué tal, ¿habéis conseguido las drogas?
-Claro tía, ¿por quien nos tomas? ¿Y tu parte?.
-Aquí, por supuesto. -Dijo zarandeando la bolsita que llevaba en su escote.
-Pues.....¡¡¡¡RUMBO AL INFIERNO!!! -Rugió Sandra.
-¡¡¡¡¡WOOOOOOO!!!!! -Contestaron sus cohortes.



4.



Spax acababa de terminar otra entrevista, odiaba las putas entrevistas. No tenía ni idea de lo que le habían preguntado ni, por supuesto, lo que había contestado. No le importaba nada, estaba en piloto automático. "Bueno, ya esta bien", pensó y se levantó de la silla, se fue a la otra habitación sin decir nada y cerró de un portazo. Su entrevistador puso cara de extrañeza. Troy, su manager, se disculpó y fue tras el. Llamó tímidamente a la puerta.
-Spax, Spax... -Nadie contestó. Decidió entrar.
-¿Qué coño haces Spax? Sal ahí, este tío es de la Metal hammer.
-Qué le follen, y a ti también. -Dijo mientras dibujaba una exageradísima raya de coca en la fina mesa de la suite.
-No me hagas esto, sólo has aguantado tres preguntas.
-Tres más de las necesarias, además, ya nadie lee las revistas.
-Lo dirás tu.
-¿No te he dicho ya que te follen? ¿Dónde coño está la absenta?
-Tranquilízate, tenemos un concierto.
-Tranquilízate tu, yo soy un profesional. -Dijo, antes de doblar el lomo y aspirar una gruesa linea blanca que serpenteaba sobre la mesa.



5.



Cuando llegaron al recinto las chicas estaban nerviosísimas y ya algo pedo. Cada una se había encargado de una droga y no se habían privado de nada. Tenían coca, speed y pastillas, aparte de los inevitables porros, tanto de hachís como de maría. También llevaban una botella de ron y otra de vodka, vamos, una buena fiesta que se suele decir, se supone que no todo era para hoy, había que guardar para mañana, se supone. Aparcaron el coche y dividieron las drogas, dándoles unos tientos a medida que las dividían. Decidieron por el bien común dejar una parte del cargamento en el coche y se aprovisionaron con otro tanto para cada una. Edurne, una de ellas, no cogió speed, odiaba esa mierda, para compensar cogió una pizca más de coca. Dentro del recinto no se podían meter botellas, así que decidieron empezar a bebérselas antes de entrar para entrar ya borrachas. Al acercarse comprobaron que las dos colas para entrar eran monumentales, algunas personas llevaban ahí desde la noche anterior, la gente se arremolinaba, se oía la mezcla de miles de voces al unísono, como un gran zumbido, algunos estaban bebiendo. La gente paseaba alrededor de las filas, disimulando, estudiando la situación.
-Mierda, mira cuanta peña, deberíamos haber venido antes joder -Gruñó Vanessa.
-Bah, no te preocupes, ya me he visto en esta otras veces, decidme, ¿a qué hora se habrían las puertas? -Dijo Sandra balanceando ya la mandíbula.
-A las 20:45, en teoría -Contestó Laura.
-Bien, vamos a sentarnos por ahí a beber, a las 20:40 nos ponemos delante del todo, en el lateral de alguna fila, cuando abran las puertas, al principio, esto será un caos absoluto, ya lo he visto antes, en ese momento, aprovechando el caos nos colamos por el lateral, algunos se quejarán o nos miraran mal, ¡qué les jodan! Yo no pienso ver el concierto desde atrás.
-Eres la mejor Sandra.
Se alejaron un poco y se tumbaron a beber en el césped, más gente hacía lo mismo, trazando sus oscuros planes, poniéndose pedo, todos impacientes, ilusionados.
Dieron buena cuenta de la bebida y esnifaron un poco. Conocieron a un par de tíos, eran de otra ciudad, su acento las hacía reír. Casi se les pasa la hora de apertura de puertas. Se colocaron estratégicamente según lo planeado. Sandra tenía razón, algunos las miraban mal conscientes de lo que tramaban, había más gente que tramaba lo mismo disimulando a su alrededor. La apertura se retraso 15 minutos pero, en efecto, cuando se produjo aquello se convirtió en el caos.
Todo el mundo empezó a gritar alocadamente, el aterrador grito de la masa, nuestras chicas intentaban meterse por un lateral a empujones, ya no las miraban, cada uno estaba concentrado en sí mismo y en avanzar hacia la puerta. Consiguieron colarse sin dificultad, se miraban unas a otras sonrientes ya que en un segundo se habían librado de una hora de cola.
Vanessa estaba embutida entre la gente, avanzando a pequeños pasos, rodeada de gritos, pendiente de no perder a sus amigas que estaban ligeramente por delante. Las vio entrar, luego llegó su turno. Uno de los seguratas rompió su entrada, la registró muy por encima y la dejó pasar sin problemas. Cruzó la puerta, sus amigas la esperaban, todas se abrazaron alocadas.
-¡¡Ya estamos dentro, ya estamos dentro!!
-¿Veis como no ha sido tan difícil?
-Eres la mejor Sandra.
-Bueno, a repostar al baño ¿no?.
Vanessa era un torrente de emociones drogadas. Se dirigieron todas juntas a los baños. A su alrededor la gente corría, se abrazaban, gritaban, el ambiente era inmejorable. Ya en el baño Laura se metió en un retrete con Edurne a pintar unas rayas. Vanessa y Sandra esperaron fuera su turno. Vanessa se echó mano al escote y sacó la bolsita, y de ella una pequeña pastilla de color marrón, la partió por la mitad y se tragó una de ellas, luego cogió la otra mitad y se la colocó en la lengua, Sandra la miraba a los ojos con una sonrisa diabólica, acercándose a ella. Vanessa la cogió del cuello y la acercó a sí, introdujo su lengua con la pastilla en la boca de Sandra, esta aceptó el regalo sin dejar de mirarla, tragó y luego agarro a Vanessa de su larga melena, empezaron a morrearse apasionadamente.
Se abrió la puerta del baño, Edurne salía frotándose la nariz, miró a sus amigas besándose y empezó a excitarse.
-Vaya vaya, ¿repartís amor?
-¡Baño libre - Dijo Laura saliendo de el mientras se tocaba su pelo rubio.
Sandra soltó a Vanessa y se metió al baño sin dejar de mirarla, entornó la puerta. Vanessa partió otra pastilla por la mitad y repitió la operación anterior, esta vez probando los labios húmedos de Edurne y Laura respectivamente, luego entró al baño, allí estaba Sandra trabajando sobre la taza.
-Esto casi está, hazte un turulo.
Vanessa obedeció enroscando un ticket de una tienda de ropa que encontró en su cartera, luego se lo colocó en la puta de la nariz y agachó el lomo, miró ambos tiros yaciendo sobre la taza, le gustó lo que vio, Sandra no había escatimado. Se decidió por el de la izquierda y aspiró profundamente. La droga subió por su nariz como el disparo de un rifle, le lloraron los ojos.
-Joder, puto Yusuf, ¿de dónde sacará esta coca? -Dijo mientras se frotaba los ojos.
-Joder, esto es la hostia -Replicó Sandra levantándose con los ojos centelleantes.
Vanessa miró a Sandra, era una de sus mejores amigas, la había ayudado mucho últimamente para superar lo de Alejandro, estaba loca, como una puta regadera, pero también era muy noble con sus amigos y siempre se podía contar con ella para lo verdaderamente importante. Sandra volvía locos a los chicos con su belleza y su descaro y al verla ahí, con su corto pelo rubio con mechas rosas y su maquillaje entendía perfectamente el porqué. Sandra cerró cuidadosamente su bolsa de drogas y la guardó, ella había elegido las bragas como lugar mas apropiado para ello. Vanessa miraba como Sandra las guardaba, la postura hacía parecer que se estuviese masturbando y empezó a excitarse muchísimo, la imagen, la situación, el estar en un minúsculo retrete viendo como la despampanante Sandra introducía su mano bajo aquellas braguitas rojas hacía que se le nublara la vista, sentía un enorme amor fraternal por aquella persona y, a la vez, el deseo de follársela como una salvaje, no sabía porque pasaba esto por su mente y tampoco intentaba explicárselo, solo podía mirar la mano de Sandra en su ropa interior, estaba hipnotizada. No pudo aguantar más y se abalanzó sobre ella, puso sus manos a ambos lados del rostro de Sandra e introdujo su lengua apretándose contra su cuerpo, podía sentir sus pechos contra los suyos y la mano de Sandra atrapada repentinamente en su ropa interior. Empezaron a besarse, jugueteando con sus lenguas, los piercing de sus bocas tintineaban alegremente. Vanessa empezó a bajar una mano lentamente por el borde del cuerpo de Sandra hasta llegar al pantalón, sacó la mano de Sandra de allí e introdujo la suya mientras seguía besándola, Sandra soltó un pequeño gemido. Vanessa pudo notar la bolsita de las drogas ahí apretada, la apartó un poco buscando la abertura de la entrepierna y empezó a introducir lentamente un dedo por ella, Sandra gemía y su respiración se aceleraba aún más. Vanessa se sentía poseída, presa de un deseo irresistible, notaba la excitación de Sandra, su aumento de temperatura, el aceleramiento de su pulso, estaba embriagada por su olor, por el sabor de su pintalabios, empezó a notar como Sandra se humedecía a medida que su dedo se adentraba aún mas en ella, sentía todo esto con una nitidez inusitada.
-Vaya... No sabía que te gustaban estas cosas... Espero que no sea por la droga -Dijo Sandra entre gemidos.
-Te deseo.
Entonces sonó un golpe en la puerta, era Edurne.
-Venga tías, ¿qué coño estáis haciendo? Hay que pillar sitio.
Vanessa retiró la mano de forma instintiva, estaba confusa, la voz de Edurne le había devuelto a la realidad, ¿qué había pasado? ¿Qué era todo aquello? Notaba un torrente de sensaciones confusas, las drogas le estaban pegando pero bien. Sandra se acercó a ella y le cogió la mano, aquella que hace un momento la masturbaba, la alzó y localizó el dedo en cuestión, concretamente el dedo medio, miró fijamente a Vanessa.
-Si de verdad te gusta esto yo estoy dispuesta a irme contigo luego -Dijo, y posteriormente se introdujo el dedo de Vanessa en la boca saboreando sus propios fluidos.
Vanessa notaba su lengua fría jugueteando y empezó a excitarse de nuevo, sonó otro golpe.
-¡Vamos tías joder! Os dejamos aquí.
-Venga, vamos con ellas, ya habrá tiempo -Dijo Sandra mientras abría la puerta y salía de allí, Vanessa tardó un poco mas en reaccionar.
Salieron del baño, Vanessa empezaba a encontrarse bastante pedo, los sonidos y las formas se desdibujaban, adquirían una textura nueva, era muy extraño pero no sentía temor, estaba encantada con la situación. La gente pasaba a su lado, miró la camiseta de un chico que venía hacia ella, en la camiseta estaban los integrantes de Ximera envueltos en fuego. El chico se acercaba y cuando estuvo a su altura vio como la fotografía de Spax parecía salir de la camiseta y mirarla fijamente, luego la sonrió, duró un segundo, el chico ya la había pasado y se alejaba, Vanessa no podía creer lo que había visto, agarró a Laura del hombro.
-Joder tía, ¿has visto eso?
-¿El qué?
-El chico... Eh, la camiseta, Spax... Puff, voy to pedo.
-Ya te veo ya, vaya carita tienes, relájate que te va a dar algo, jajaja.
Siguieron avanzando entre la gente, Vanessa abría y cerraba los ojos intentando enfocar sin éxito, todo parecía extraño a su alrededor, un par de veces creyó ver a Alejandro pero luego no conseguía saber si había sido real o no. Cada vez se hacía más duro avanzar, el espacio entre personas era menor, Sandra se detuvo.
-Bueno, yo creo que de momento nos quedamos aquí, voy a ir a por agua no os mováis.
Sandra se alejó y volvió al cabo de un rato con unas botellas de agua, Vanessa agarró una con desesperación, no tenía nada de saliva, creía ahogarse y eso le hacía sentirse mal, pero para su sorpresa solo pudo dar un pequeño sorbo a la botella. Se miró la mano, el color era extraño, los dedos se movían, eso también era extraño, se quedó un rato mirando fascinada como si fuera la mano de otro. De repente todo se volvió negro y la gente empezó a gritar, Vanessa levantó la cabeza asustada, notaba que la empujaban, no tenía saliva.
-¡¡¡Ya salen los teloneros tía!!!
Apareció el grupo invitado. Lo primero que Vanessa pudo ver fue al guitarrista, un tío con coleta que llevaba una especie de bozal. La gente empezó a saltar a su alrededor, la situación por un momento se tornó angustiosa, Vanessa pensó en ir hacia atrás, no se encontraba dueña de su pedo, se le estaba yendo de las manos, empezaba a angustiarse, pero de repente esa sensación se transformó en euforia y comenzó a saltar. Miraba a sus amigas y las quería, se abrazó a Laura, la más cercana, esta le abrazó a su vez y empezaron a saltar las dos juntas. En el escenario un tío alto daba gritos en un micrófono, inundándolo todo, gesticulaba como un loco, se arrodilló en el suelo mientras gritaba, luego se fue corriendo al otro lado y Vanessa vio al bajista, que estaba haciendo headbanging como un loco, no veía a los guitarras. Miró un momento detrás suya, no podía ver el final del recinto, un mar de cabezas estaba tras ella, se fijó en algunas, eran caras extrañas, desencajadas y desenfocadas, volvió a mirar adelante, ahora ante ella se erguía un tipo grande como una montaña con el pelo largo y una guitarra explorer, juraría que la estaba mirando, ella dio un grito y levantó un puño como respuesta, el guitarra le sacó la lengua y se fue hacia otro lado, vio a Sandra a la izquierda sonriéndola, toda la gente botaba a su alrededor, el ruido era brutal, Laura la agarró del hombro, se acercó a ella y le dio un beso, notó que con el beso iba incluida una pastilla, cogió el agua y se la tragó.
Los tres cuartos de hora de los teloneros pasaron volando, de repente las luces se encendieron y la música cesó, Vanessa no se enteró mucho de esa transición, la cabeza le daba vueltas, la gente se relajó y ellas se replegaron.
-Joder, han estado de puta madre -Dijo Edurne
-La hostia, estoy flipando -Dijo Laura
-Joder tías, vaya pedo llevo -Aportó Vanessa.
-Me han molado mazo ¿los habíais escuchado? -Preguntó Sandra.
-Yo sí, son la hostia, se llaman Fine, tengo que pasarte el disco -Se ofreció Laura.
-Hazlo tía. Y ahora Ximera joder, pufff, no puedo más, voy a meterme un tirazo.
-¿Aquí?
-No creo que nadie se indigne.
Sandra se echó mano al pantalón y sacó su bolsa. "Bah, paso de pintar" dijo introduciendo una tarjeta en la bolsa y sacando el borde con una buena montaña que pasó a formar parte de ella, luego ofreció, ninguna dijo que no. Tenían drogas de sobra así que empezaron a dar buena cuenta de ellas mientras esperaban el gran momento, Edurne fue a por más botellas de agua y tardó una eternidad en volver, las demás ya la daban por perdida, pero volvió, balbuceó que se había encontrado con un amigo.
Se palpaba la impaciencia en el recinto, a las 23:00 empezaron a oírse silbidos. Vanessa estaba a punto de estallar, por un momento le entró el pánico, se sentía agobiada, faltaba aire, su corazón corría a mil por hora, por un momento deseó no haberse metido tantas drogas, era consciente de no estarse enterando muy bien de la situación, pero se sentía tan extasiada que al momento le dio igual todo, la hora había llegado y si tenía que morir ahí sería una muerte inmejorable, intentaba controlar su respiración, equilibrar su cuerpo para no caerse. De repente las luces se apagaron, instintivamente gritó con todas sus fuerzas y todo el recinto gritó con ella, la hora había llegado.



6.



Empezó a sonar la intro del primer tema del nuevo disco de Ximera, aquello era la locura, la gente miraba el escenario y se tocaban las caras, el pelo, los brazos.
De repente Vanessa notó un inmenso calor a su espalda y un zumbido, giró la cabeza y vio dos enormes torres de fuego que se elevaban en los laterales a mitad del recinto. Una explosión en el escenario la hizo girarse otra vez, volvió a sentir miedo, aquello parecía una pesadilla, la intro seguía, una sucesión de ruidos extraños y gritos. Otras dos columnas de fuego surgieron del escenario, el calor la golpeó como una bofetada y la luz la cegó por un momento, abrió los ojos y entonces los vio.
Comenzó el tema y la gente se volvió completamente majara, no se distinguía la música con los gritos, la gente se empujaba sin piedad. Vanessa se concentró en mirar abajo y apartar a la gente para no caerse, estaba convencida de que si caía moriría pisoteada por la multitud, se sentía aterrorizada, volvió a pensar en salir hacia atrás pero tenía que aguantar costase lo que costase, ya no sabía donde estaban sus amigas, estaba concentrada en sobrevivir. No pudo mirar al escenario durante el primer tema, tenía que concentrarse para no caer, buscar la estabilidad bajo sus pies. Sonó el segundo tema, también del nuevo disco, uno de los más cañeros, la gente se sacudía presa de extrañas convulsiones. Vanessa seguía intentando sobrevivir, miraba de vez en cuando hacia el escenario y distinguía un poco a sus ídolos pero tenía que volver de nuevo la mirada al suelo y a la gente de su alrededor intentando crearse un espacio vital. Cuando terminó el tema pudo mirar hacia arriba y vio a Mol ante ella, era un tipo enorme y musculoso que impresionaba bastante, con el torso desnudo bañado en sangre, agarraba el micrófono y miraba al vacío con cara de psicópata, dio un grito gutural y sonaron dos explosiones que volvieron a cegarla, ahora no veía nada, la gente gritaba y todos comenzaron a saltar al unísono. Vanessa saltaba con ellos. Reconoció el tema "¿hacia dónde te diriges?", era uno de sus preferidos, la embargó una increíble emoción, de repente se sintió poderosa, no tenía miedo de caer y morir, comenzó a saltar y recitar el tema, sentía los empujones de la gente más grande pero no le afectaban , era de acero. Con su puño en alto pudo fijarse un poco en el escenario. Había dos jaulas a los lados con gente dentro que se retorcía y gritaba, en lo alto de una enorme plataforma estaba el grandísimo kit de batería de Hécate, se le podía ver aporreándolo todo. También en la plataforma estaba Gorgo, su atrezo era impresionante e intimidante, los artilugios a su alrededor simulaban un quirófano, estaba rodeado de teclados y aparatos extraños que emitían luces aun más extrañas, llevaba una bata blanca manchada de sangre, un gorro y una mascarilla de cirujano, de los teclados colgaban brazos cercenados, Amón, el guitarra, estaba en el otro extremo, no podía verlo bien, encima no paraba de moverse de un lado a otro, pero sin duda su corazón estuvo a punto de explotar del todo cuando pudo ver claramente frente a ella a Spax, el bajista, su preferido, estaba ahí, AHÍ, enfundado en cuero negro, con una especie de capa que flotaba tras el, llevaba la cara pintada de gris y un extraño parche, parecía un demonio, de repente se quedaba quieto, balanceaba la cabeza y ponía gestos de lo mas extraño.
Vanessa estaba en otro mundo, ensimismada viendo a Spax ahí delante, suplicaba porque el la mirase.
No oía bien la música debido a sus propios gritos y los de la multitud pero conocía el tema y lo cantaba con todas sus fuerzas sin apartar sus ojos de el.

"¿Hacia dónde te diriges?
Sabes que no hay salida
Es lo que querías
Ahora lo tienes
Muere dulcemente
Porque estamos hambrientos"

Cuando acabó el tema notó que estaba llorando, se sentía inmensamente feliz, venían imágenes a su cabeza, un torrente de imágenes, aleatorias, sin conexión aparente, gente, situaciones, sentía que ese momento era importante, que tendría que recordar esa sensación más allá de las drogas, intentar conservar esta sensación, había un más allá, no eran solo las drogas, había algo más ahí, esa sensación de plenitud, esa realización, toda la mierda diaria quedaba lejos ante un momento así.
La gente se tranquilizó un poco y aunque seguían apiñados había menos sensación de inestabilidad. Vanessa había recuperado las fuerzas, volvía a sentirse un poco dueña de sí y del pedo, la angustia disminuía, ahora todo era euforia.
Y la euforia la dominó durante el resto del show, un show bastante espectacular, Ximera tenían un montaje abrumador, los temas se sucedían plagados de efectos de luz y pirotécnicos, bailarinas semidesnudas durante uno de los temas, cabezas de bebes de plástico colgando del techo en otro, espuma, confeti, incluso una especie de robot que simulaba un androide femenino semidesnudo que al final del tema se arrancaba su propia cabeza, todo aderezado con la contagiante histeria de la multitud. Sin duda para ella uno de los momentos álgidos fue el solo de bajo de Spax. La iluminación pasaba de verde a rojo mientras Spax hacía alarde de su enorme abanico de técnicas, Vanessa estaba hipnotizada, intentando que no se le escapase ni una nota, durante el solo alguien le pasó una pastilla, ¿quién sería? ¿Alguna de sus amigas o alguien del público? ¿Qué cantidad le habían dado? ¿Una, quizás media? No le importaba, se la tragó sin vacilar mientras mantenía su vista fija en Spax.
Los temas fueron cayendo uno tras otro hasta llegar al final con el imprescindible "Ximera" provocando la histeria general, el público, ya terriblemente exhausto, dio todo lo que le quedaba en este último tema que finalizó con un derroche de explosiones pirotécnicas. Las luces se encendieron, la banda se despidió lanzando al público púas de guitarra y baquetas, luego desaparecieron.
Vanessa tardó un buen rato en reaccionar, en afrontar que ese era el final, que todo había acabado. Al principio nadie se movió y gritaron pidiendo más, desesperados, presas del pánico, sin querer creerse que toda esa espera haya desembocado en algo tan intenso pero a la vez tan breve, pero la banda no volvió a salir esa noche. Después de un buen rato los gritos fueron haciéndose más débiles y la gente empezó a salir de la sala. Vanessa miraba a su alrededor, toda la borrosa realidad vibraba y se desdibujaba como presa de un único latido, notaba un hormigueo por todo su cuerpo y una sensación de pesadez en su cabeza, no podía mantener los ojos completamente abiertos, intentaba sin éxito enfocar algo pero no podía hacerlo por mucho tiempo, fue consciente de la enorme carga sensorial que las drogas y el show le habían proporcionado y se agarró la cabeza intentado, sin éxito, controlarlo. Tenía que encontrar a sus amigas y salir de allí, hacía un buen rato que las había perdido de vista. Miró confusamente a su alrededor buscando un rostro familiar, vio una interminable sucesión de caras empapadas en sudor, vio miradas extraviadas, ojos asesinos, vio maquillajes corridos, agonía, pero no vio a ninguna de sus amigas. Buscó entre su ropa y localizó el teléfono móvil, intentó encenderlo, tardo un rato en despejar su mente lo suficiente para dicha tarea, estaba muy pedo, cuando consiguió reunir la suficiente cordura se dio cuenta de que estaba sin batería, ¿qué hacer ahora? Optó por retirarse hacia un lateral alejándose de la masa que enfilaba hacia la salida y mirar desde allí, si no tenía éxito saldría al exterior a probar suerte, seguramente todas estarían igual y acabarían encontrándose, eso pensó, así que se apoyó en una barra intentando cargar algo de cordura en su mente para la vuelta a la realidad.


7.



Brent también tenía un problemilla con las drogas, le gustaban demasiado, sobre todo últimamente se le estaba yendo de las manos el asunto de la coca, no obstante era imprescindible en su trabajo, necesitaba estar despierto y comunicativo, necesitaba estar constantemente alerta. Llevaba con los chicos desde que empezó todo, era colega de Spax desde la infancia, compartían el sueño de romper con todo y crear una banda de éxito y todo lo que ello conlleva, mujeres, drogas... Desparrame al fin y al cabo. Por desgracia el no tuvo tanta suerte. Formó varias bandas, Megalodon, Grandpa o Suspiria, pero todas acabaron yéndose por el retrete como tantas otras bandas en este preciso momento, mientras lees esto, siempre por lo mismo, falta de resultados, falta de tiempo, falta de dinero, egos desmesurados, la mierda de siempre.
El había estado ahí desde que se formó Ximera, siempre habían tenido algo los cabrones, sabían lo que querían y cómo lograrlo y todos estaban al mismo nivel de compromiso, Brent soñaba con que algo pasara y echaran a Hécate de la banda, como íntimo de Spax sabía que el sería el sustituto, por desgracia eso no pasó nunca.
Todo sucedió muy deprisa y el fue testigo de cómo su colega saboreaba las mieles del éxito. Se alegraba enormemente por el pero no podía dejar de tener un poso de amarga envidia. No obstante el también se benefició del éxito de Ximera, Spax consiguió meterle en nomina como "asistente personal", pagado por la compañía de discos y los promotores, era lo mas cerca que podría estar de su sueño y, desde luego, infinitamente mejor que trabajar en una fabrica de conservas de 7 a 3, se podría decir que su vida era bastante peculiar. Su misión era la de ejercer de hombre de confianza de la banda y suministrarles ciertos "elementos indispensables para el proceso creativo", es decir, buscar drogas, mujeres, organizar fiestas y escuchar locuras. En los seis años desde que la banda obtuvo popularidad internacional y las giras se hicieron más y más grandes había visto de todo, situaciones delirantes, gente extraña, visiones surrealistas y depravaciones varias que la inmensa mayoría de la gente no podría ni creer, tenía en mente recopilarlas todas en una novela cuando tuviese que buscar un tren de vida más pausado. Los años que pasó estudiando turismo no habían sido en vano como el pensaba cada vez que acudía a clase, gracias a ello ahora sabía ingles, francés, castellano y algo de alemán, lo justo para defenderse casi en cualquier parte. Básicamente su día a día consistía en llegar un día antes del show a la ciudad indicada y empezar a "establecer contactos", Ximera consumían una cantidad industrial de drogas allá donde iban y era mucho más fácil y seguro conseguirlas en los sitios en cuestión que llevarlas consigo, básicamente Brent se ponía en contacto con gente de la prensa especializada o fans y les prometía pases de backstage a cambio de información, era bueno tratando con la gente y tenía un sexto sentido para saber dónde se tramaban las cosas, el dinero nunca era problema, una banda de esas características pasaba ya a ser una empresa por sí misma, solo había que apuntar lo que hiciera falta en "gastos varios" y alguien lo pagaría. Una vez con las drogas en su poder aprovisionaba a los chicos y escuchaba sus locuras, a veces le mandaban algún recado que el realizaba de la mejor manera posible. Le gustaba considerarse una especie de escudero. El, por supuesto, sacaba tajada de unas formas y otras, adoraba su trabajo, vaya que si. Lo mejor venía tras los shows, Ximera eran unos depravados de cuidado, dales a unos inadaptados sociales dinero y fama y nunca sabrás lo lejos que podrán ir, y a ellos les gustaba ir bastante lejos, desde luego. Las fiestas tras los conciertos eran épicas y todas acababan en monumentales orgías donde se aseguraba el estar presente y recoger lo que a los chicos les sobraba, es increíble lo que ciertas fans estaban dispuestas a hacer, no se negaban a nada, Brent estaba convencido de que todo lo visto y experimentado en sus periplos de "asistente" le imposibilitarían de por vida para buscarse una novia normal. Muchas de las chicas que entraban y salían de las habitaciones de hotel tenían parejas, incluso esposos, vidas decentes, trabajos serios, pero cuando estaban con sus ídolos se dejaban hacer de todo, grabar, fotografiar, todo tipo de vejaciones y abusos soportados con sonrisas complacientes cegadas por la estela de la fama. Todo se movía por el vicio, la obtención de placer, eso hacía girar el mundo. En este caso el placer de estar con un ideal, con una "estrella del rock", ello transformaba a esas chicas capacitándolas para cosas que jamás harían con un mindundi normal como su novio. Por otra parte los chicos no se privaban de nada, estaban engullendo hasta el poso el "rockstar way of life", se sentían en la obligación moral de hacerlo, ¿por qué no?
Y ahí estaba el, el pequeño satélite que orbitaba en su onda. Era como esos pequeños peces que se arriman a los peces grandes, era un parásito sí, lo sabía y le daba igual porque se lo pasaba en grande.
Era su hora, el concierto terminaba y sabía lo que tenía que hacer, "pero antes, un tirito", pensó. Puso el dosificador bajo su aleta nasal y aspiró, "mucho mejor, ahora, al tajo", su mirada de experto depredador buscaba entre la multitud, sabía perfectamente los gustos de cada miembro de la banda en cuanto a vicios se refería, ahora se trataba de mujeres, de probar la carne del país, turismo gastronómico que se suele decir, divisó a dos pelirrojas que seguro serían del agrado de Amón, altas, delgadas, no excesivamente jóvenes (Amón era el único de la banda al que podía considerarse como de gustos no pedófilos). Se acerco a ellas, sabía cómo hacerlo, era su trabajo, lo más importante es que se viera bien la tarjeta de asistente con el logo del grupo, el resto lo harían ellas solas. Como no podía ser de otra forma cuando se les insinuó la posibilidad de conocer a la banda fueron presas de la histeria, suplicaron por llevar a sus amigas, Brent echó una mirada, las amigas estaban bastante bien, admitidas, pases de backstage entre lloros y agradecimientos y a seguir, cinco chicas en cinco minutos, así era el circo del rock. Brent prosiguió con su cacería y no le fue nada mal, reclutó a 15 chicas entre el público en unos minutos, todas jóvenes y apetecibles, las mandaba al matadero con sus pases especiales, y ellas encantadas. Entonces la vio. Era una chica que estaba sola en una de las barras, larga cabellera negra y escultural figura, no aparentaba mas de 17 o 18, era una presa fácil, miraba desorientada a su alrededor, Brent la abordó.
-Hola, ¿buscando a alguien?
-Eh... Hola, sí, a mis amigas, supongo que ya habrán salido.
-¿Te ha gustado el concierto?.
-Puffff, ha sido increíble, estoy impaciente por verlos de nuevo mañana.
-Sí, la verdad es que montan un gran show.
-Oye, ¿y ese pase? ¿Trabajas con el grupo?.
-Sí, soy parte del staff.
-Vaya, increíble, ¿qué haces, montar el escenario?.
-Jajajaja, no, soy el asistente personal del grupo.
-Me tomas el pelo.
-No, para nada, míralo tu misma -Brent le tendió el pase, Vanessa intentó descifrar como pudo las letras en movimiento.
-Dios, es increíble, ¿los conoces personalmente?
-Claro, soy su asistente, somos uña y carne.
-Joder, yo daría lo que fuera por conocerles.
-¿Lo que fuera? -Preguntó Brent picaronamente.
-Sin duda, lo que fuera, les adoro, son dioses.
Brent estuvo tentado de pedirle algún favor sexual a esa exuberante chiquilla pero no estaba muy por la labor, sencillamente no tenía ganas, estaba demasiado puesto y sabía que más tarde tendría a su disposición un buen puñado de chicas iguales que ella, hacía unos años habría matado por una oportunidad así, pero ahora podía permitirse el lujo de rechazarlas.
-Quizás hoy sea tu día de suerte.
-En serio, ¿por qué?
-Resulta que aquí tengo un pase de backstage que lleva tu nombre.
Al sacar el flamante pase de uno de sus bolsillos vio como la mirada de Vanessa se encendía presa del nerviosismo, se sentía poderoso, adoraba esa sensación.
-¿En serio? ¿Lo dices en serio? No puede ser verdad, ¡te quiero! ¡Te quiero!
-Sí, ya lo se, anda toma.
-Joder, no me lo creo, ¡voy a conocerlos!
-Seguro que a Spax le encantas, eres su tipo.
-Venga ya, no me vaciles, Spax es mi preferido, joder, joder, ¡¡muchas gracias!!
Vanessa no pudo evitar abalanzarse sobre Brent y darle un gran abrazo, no podía creérselo, sin duda esta noche estaba resultando mágica, sentía un amor inmenso hacia la creación, hacia Dios, había disfrutado del mejor concierto de su vida y ahora el destino le brindaba la posibilidad de acercarse a sus ídolos, de hablar con ellos y conseguir unos autógrafos, todo le pareció maravilloso, por fin la suerte la sonreía. No dejó de abrazar el rechoncho cuerpo de Brent, lo adoraba, gracias a el su sueño se cumplía, y además no le había pedido nada, ella habría hecho lo que fuera, incluso follárselo, pero le daba el pase sin pedir nada, era sin duda un ángel.
Cuando empezó a cubrirle de besos y con esos turgentes senos apretados contra el Brent empezó a notar una ligera erección, se apartó de esa chica antes de que perdiera el norte, todavía tenía cosas que hacer, debía reclutar a unas cuantas más antes de que salieran todas del recinto, ya habría tiempo de catar alguna.
-Venga chica, jajaja, tranquila. Mira, ¿ves aquel tipo a la derecha del escenario? Enséñale el pase y el te llevará a los camerinos, seguramente nos veamos luego por allí.
-Gracias, gracias, no se como agradecerte esto.
-Bah, no es nada, me encanta hacer feliz a las chicas guapas, luego nos vemos.
Vanessa vio alejarse a Brent entre la multitud y volvió a mirar asombrada su pase, seguía sin creérselo pero era verdad. Caminó hasta el lateral del escenario, había un gorila inmenso allí que la miraba con desconfianza, le tendió su flamante pase y el gorila esbozó una sonrisa.
-Todo recto y a la derecha.
Ahí estaba ella, en medio del meollo. Tras el escenario un enjambre de operarios revisaban cosas y se gritaban unos a otros, ella siguió avanzando por el pasillo, giró a la derecha y vio una puerta al fondo flaqueada por otros dos gorilas, se aproximó a ellos.
-Hola.
-Qué quieres.
-Sí... Eh, tengo un pase.
Uno de los gorilas lo cogió para revisarlo más de cerca, luego la cacheó, el tipo la metió mano pero a ella no le importaba, estaba presa de la emoción y no apartaba la vista de la puerta con el flamante logo del grupo.
-Está bien, pasa.
Las puertas se abrieron, vio un enorme salón plagado de mesas y sillones, en su interior había gran cantidad de gente, muchas chicas histéricas en grupos, tipos que hablaban unos con otros sujetando copas de diversos colores, fotógrafos y gente extraña aquí y allá, era justo como se había imaginado estas cosas, las mesas rebosaban de botellas y comida. Se acercó a una de ellas y se sirvió un vodka con zumo de piña, se lo ventiló de un trago, lo necesitaba, el exceso de drogas habían secado completamente su garganta, la copa le supo a gloria, pudo notar toda la travesía del liquido en su organismo y como le fortalecía, se sirvió otra. Miró a su alrededor y en una esquina vio a Mol, estaba ahí, estaba ahí joder, hablaba con un tipo que sostenía una grabadora, estaba flaqueado por dos gorilas y una multitud de curiosos, en su gran mayoría chicas que babeaban de incredulidad, en otro extremo divisó a Gorgo y a Amón que hablaban con la gente y firmaban autógrafos, Amón reía alegremente acompañado de dos chicas pelirrojas, las cogió de la cintura, dijo algo al oído de uno de los gorilas de su lado y desapareció con ellas por una puerta al fondo, no se veía a Spax ni a Hécate por ninguna parte, se dirigió hacia Gorgo y espero a que terminara de hablar con unos chicos, luego llegó su turno. Estaba nerviosísima, balbuceó algo al respecto de lo importante que era su música para ella y lo grande que le había parecido el concierto, Gorgo la miraba con aspecto serio, imponía bastante con las plataformas y el maquillaje pero resultó ser bastante agradable. Vanessa le tendió su entrada con mano temblorosa y el la firmó. En ese momento escuchó gritos al otro extremo de la sala y cuando se giró no pudo creer lo que veían sus ojos. Spax y Hécate bajaban tranquilamente por unas escaleras. La gente empezó a arremolinarse a su alrededor sacando fotos y tendiendo diversos objetos para que los firmasen, Vanessa estaba tan conmocionada que no se atrevió a acercarse, se bebió la copa y se sirvió otra mientras miraba la escena desde su posición. "Maldita sea, las chicas jamás van a creerme, ojala estuviesen aquí" pensaba mientras veía como Spax se fotografiaba con la gente. Siguió bebiendo su copa e intentando llevar las riendas de sus emociones, no quería cagarla, ahora no, era consciente de estar volada por causa de las drogas y no quería decir ninguna estupidez, no quería parecer una fan histérica más ante los ojos de Spax. Pensaba en qué decirle, en cómo decirlo, tenía que medirlo todo al milímetro, su mente corría a mil por hora. Spax firmaba autógrafos y se sacaba fotos cada vez más cerca de ella, su pulso se aceleraba cada vez más, empezó a sentirse un poco mareada, Spax estaba cada vez más cerca. Finalmente estuvo a su altura y Vanessa olvidó todo lo que había estado planeando, le cogió de un brazo y no dijo nada, Spax se giró para mirarla.
-Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? -Dijo sintiéndose atraído de inmediato.
-Ehhh...Yo...Yo...Te amo -Balbuceó Vanessa.
-Jajajaja, vaya, eso si que es un saludo, ¿cómo te llamas preciosa?
-...Va...Vanessa.
-Mmmm, Vanessa, ¿te encuentras bien?
-Estoy un poco nerviosa.
-Tranquila, no voy a hacerte daño.
-Eres increíble, me encanta tu música.
-Gracias, a mi me encantas tu.
Vanessa rió nerviosamente, no sabía qué hacer ni qué decir, tenía la garganta seca y cada vez que decía algo su propia voz le sonaba ridícula, Spax estaba ahí, delante de ella y era incapaz de decir nada, de hacerle entender lo importante que había sido en su vida, la de veces que su música le había acompañado en los momentos difíciles, quería darle las gracias por todo aquello, por estar con ella cuando todos los demás la abandonaban. Spax la miraba fijamente, llevaba unas lentillas negras que daban a sus ojos el aspecto de los de un tiburón.
-¿Seguro que estas bien Vanessa?
-Sí, es que no me creo que esto esté pasando.
-¿Quieres que te firme la entrada?
-Sí, por favor -Al decir esto volvió a quedarse bloqueada y tuvo que ser Spax el que cogiera la entrada de su mano, se sintió ridícula.
-¿Qué bebes Vanessa?
-¿Esto?... Eh...Vodka con zumo de piña.
-Me encanta el vodka.
-Sí, ya lo se, es tu bebida preferida.
-Jajajaja, veo que has hecho los deberes ¿eh?
-Jijijiji.
-¿Cuántos años tienes Vanessa?
-Dieciocho.
-Vaya, perfecto. Mira, aquí hay demasiada gente, quizás quieras tomarte otro vodka conmigo a solas.
-¿En serio? Claro, claro que quiero.
-Bien, espera un momento.
Vanessa no creía lo que estaba pasando, el mismísimo Spax la estaba seduciendo, el hombre de sus sueños le tiraba los tejos y ahora iría con el al paraíso, o al infierno, o a donde quisiera llevarla, lo seguiría hasta el final. Vio como Spax decía algo al oído de uno de los gorilas y regresaba a su lado.
-Sígueme Vanessa.
Fue tras el sin decir nada, notaba la mirada de envidia de las chicas que estaban por allí, se sentía la chica más afortunada del mundo. Spax la condujo a una sala y cerró las puertas, estaban completamente solos, en la sala había un par de sofás de cuero negro bastante grandes y una mesita de cristal, la luz era tenue.
-No me gustan las multitudes, si por mi fuera estaría siempre solo pero la fama es lo que tiene -Se lamentaba Spax mientras abría una botella de vodka.
Vanessa no sabía que decir, era surrealista, estaba sentada en un sofá hablando con su ídolo, estaban solos y ella que no era una ingenua sabía que tarde o temprano estarían follando como locos, estaba cada vez más excitada pero no conseguía soltarse, el aura de Spax aún le intimidaba demasiado, era incapaz de verlo como una persona normal.
-¿Tomas drogas Vanessa?
-Sí, a veces.
-Bien, voy a hacerme unas rayas, ¿te apetece?
-Claro, tengo yo algo por aquí. -Dijo acercándole su bolsita.
-Vaya con Vanessa, ¿no te privas de nada eh?
-Bueno, hoy era un día especial, aunque nunca imaginé que tanto.
Spax abrió la bolsita y sacó uno de los paquetitos, lo abrió, olió el contenido un par de veces y luego se untó un poco un dedo con la coca, después frotó el dedo en sus labios.
-Mmmm, no está mal, pero creo que la mía está menos cortada, te agradezco mucho la invitación pero guárdala para ti, yo tengo de sobra.
Devolvió la bolsa a su propietaria y sacó otra de su pantalón, esta de mucha más envergadura, la abrió y volcó despreocupadamente todo su contenido sobre la mesa, Vanessa alucinaba, frente a ella se levantaba un montículo de al menos siete gramos así a ojo.
-¡¡Joder!!
-Ya bueno, soy un perdido, lo se, sírvete.
Vanessa separó una buena porción y dibujó dos enormes rayas con su carnet de la biblioteca, luego se hizo un turulo con un recibo del banco y aspiró, no notó ningún tipo de picor y su primera reacción fue pensar que la coca era muy mala, pero acto seguido noto un enorme subidón en la cabeza, no era mala no, era muy buena.
-Joder, esto está de puta madre.
-Sí, mi fiel escudero no suele fallarme.
-Joder qué disparo, es justo lo que necesitaba, toma -Dijo acercándole el turulo a Spax.
-Gracias, tengo el mío.
Spax sacó un turulo de plata con un pequeño esqueleto en la punta y esnifó, Vanessa notaba cada vez más los efectos de la droga y empezó a soltarsele la lengua de forma incontrolada.
-Joder, no me creo esto, todo esto, estar aquí, contigo, metiéndonos, creo que en cualquier momento voy a despertar y todo habrá sido un sueño, bueno, no quiero parecer la típica, ya sabes, la típica fan histérica, pero, bueno, no se, es que es tan fuerte, tan inesperado, tenerte aquí, joder, estas aquí, conmigo, y, vaya, no se, es mágico, bueno, jajaja, también estoy bastante pedo, pero, es que es alucinante, no sabes lo que significa tu música para mi, lo que ha significado siempre, cómo me ha acompañado, cómo me ha hecho sentir, es mi vida, la música es mi vida, ¿sabes? Yo también toco, toco el bajo, como tu, tengo un grupo, bueno, ya no, lo tenía, pero se jodió, ¿sabes?
-¿En serio? -Dijo Spax que, seriamente y sin mirarla, dibujaba otras dos rayas.
-Sí, nos llamábamos Inmortal, hacíamos metal, un metal bastante pesado, con toques de groove, de thrash, intentando ser originales, sin rayarnos tampoco en exceso, buscando el riff, ya sabes, versioneábamos un par de temas vuestros, aunque no los tocábamos tan bien claro, pero lo intentábamos, entonces todo se fue a la mierda porque yo me lié con el guitarra y, bueno, ya sabes, supongo que pasábamos mucho tiempo juntos, o, no se, la verdad es que no se lo que pasó, pero, bueno, el caso es que se jodió, joder, está buena la zarpa, el caso es que...
-Toma anda -La interrumpió Spax acercándole otra enorme raya en una bandejita.
-¿Otra? Puff, no se, me ha subido mucho la anterior, está de puta madre, mira, no paro de rajar.
-¿Significa que no quieres?
-Bueno vale.
Vanessa aspiró, no pudo hacerlo de una sola vez pero acabó metiéndose todo, esta segunda le subió de una manera brutal, se sentía pletórica, llena de energía y con el chico de sus sueños, ¿podía la vida ser mejor?
-Joder, joder, madre mía, está de puta madre esto ¿eh? Puff, qué globo, esta coca, creo que es la mejor que he probado, me siento genial, puff, en fin, que lo que te decía ¿qué te decía? ¡Ah si! ¿El grupo no? Bueno, el caso es que me lié con el guitarra y todo se jodió, mi sueño es formar parte de un grupo como Ximera, ojalá fuese parte de Ximera, nada me gustaría mas que eso...
-Desnúdate.
-¿Qué?
-Desnúdate, quiero ver tu cuerpo.
Vanessa tardó un poco en reaccionar, Spax la miraba fijamente con aquellos ojos de tiburón, ella sintió un poco de miedo, pero sabía perfectamente a lo que venía y quería hacerlo. Empezó a desabrocharse el corsé, tras el calló el sujetador, miraba las reacciones de Spax que la miraba fijamente.
-Sí, así, muy bien pequeña.
Empezó a acariciarse los pechos, se sintió hermosa, estaba cada vez más excitada y quería excitar a Spax más de lo que el pudiese soñar, quería quedar en su recuerdo como la mejor, no una simple fan más, quería ser la mejor, que el la recordara siempre y la buscase, se sentía capaz de ello a medida que se acariciaba los pechos, lamiéndose los pezones, sabía que era una chica muy atractiva, superior a la media, y ahora con el subidón estaba convencida de ser la chica mas excitante de la tierra. Notó que Spax empezaba a tocarse tímidamente la entrepierna sin dejar de mirarla y eso la excitó aún mucho más, lo estaba consiguiendo, estaba excitándolo, se quitó la falda y se la tiró encima mirando su reacción. Se acercó a el y se le sentó encima frotándose contra el, notó el bulto en su pantalón, Spax permanecía impasible. Vanessa introdujo uno de sus dedos en la boca de Spax y notó que este lo chupaba como un niño pequeño, acto seguido se echó hacia atrás y empezó a masturbarse delante de el intentando exagerar sus gemidos. Spax no pudo aguantarlo por más tiempo y se abalanzó sobre ella como un animal sobre su presa y empezó a besarle el cuello furiosamente, el bulto de su pantalón era cada vez más grande, ambos se habían rendido por completo a la lujuria, aquello era un festival de manos y lenguas entrelazadas. Vanessa arrancó la camisa de Spax recorriendo cada centímetro de su torso con la lengua, bajó hasta el pantalón y notó aquella cosa a punto de reventar, desabrochó el pantalón para dejarla en libertad, ante ella se alzaba la enorme polla de su ídolo, empezó a chuparla, Spax la agarró del cuello para dictar el ritmo. Al cabo de un rato la apartó de el y arrancó sus pequeñas bragas, la giró y empezó a tomarla salvajemente por detrás, como a una perra. Vanessa gemía de placer, en ese momento vio abrirse la puerta, una enorme figura entró y se quedó observando el espectáculo, era Mol.
-Vaya, habéis empezado la fiesta sin mi ¿eh cabrones?
Mol observó la enorme montaña de coca en la mesita y la pequeña niñita gimiendo y no supo por cual empezar, se decidió por la mesa, sacó su turulo y esnifó directamente del montículo, echó la cabeza hacia atrás, se frotó la nariz y luego se bajó los pantalones, Spax seguía embistiendo repetidamente a su pequeña fan, Mol puso su polla frente a la cara de Vanessa.
-Prueba un poco de esto pequeña, te gustará.
Vanessa obedeció presa de la excitación y empezó a chupar el miembro de Mol, tras un rato en esta posición Spax se tumbó en el sofá, agarró a Vanessa de la cintura y la puso sobre el, empezó a metérsela por el culo lentamente, aquello estaba prieto, Vanessa soltó un grito de dolor pero no se quejó, antes de que se diera cuanta ya la tenía toda dentro, Spax sonrió a Mol.
-Venga tío, enséñale a esta niña lo que es el placer.
Mol se situó cuidadosamente sobre Vanessa y la penetró, ella nunca había sido penetrada por dos tíos a la vez, le costaba creer lo que estaba pasando, el dolor era muy intenso pero el placer lo era aún mas, ante ella podía ver la aterradora cara de Mol con los ojos desorbitados, se asustó y cerró los ojos mientras sentía esas dos enormes pollas taladrándola. Mol estiró su brazo derecho y sacó una navaja de su pantalón, sin mediar palabra cortó con ella a Vanessa, un largo pero poco profundo corte a lo largo del pecho, ella gritó, aquello empezó a no gustarle, su sangre manaba de la herida corriendo como un río sobre ella, Mol estaba cada vez más fuera de si, empezó a lamer la sangre.
-Oye... Me estáis haciendo daño, despacio... por... favor.
Mol empezó a rodear con su enorme mano el cuello de Vanessa y apretó, primero suavemente, luego más fuerte, Vanessa comenzó a sentir que le faltaba el aire, Mol apretó más fuerte, Vanessa abrió los ojos y empezó a mirarle con incredulidad, ya no le gustaba todo aquello, intentaba inútilmente apartar la mano de Mol de su cuello, el apretó con más fuerza, se miraron fijamente, los ojos de Vanessa parecían a punto de salirse de sus órbitas, empezó a golpear a mol y a hacer unos ruidos muy extraños, luego todo su cuerpo empezó a convulsionarse como si estuviera recibiendo una descarga eléctrica, como un pobre pececillo fuera del agua, Mol y Spax eyacularon salvajemente dentro de ella soltando unos poderosos gemidos, Vanessa no volvió a respirar nunca más.
Mol se incorporó, su aspecto ya intimidante de por si lo era ahora aún mas con la cara y la polla cubiertas de sangre.
-Dios, esto es la puta hostia.
-Mierda Mol, ¿te la has cargado?
-Supongo.
-No, joder, otra vez no, estás loco.
-A quién le importa, una zorrita menos.
Spax se inclinó sobre Vanessa intentando reanimarla.
-Déjalo tío, está más tiesa que mi abuela.
-Joder, ¡joder! ¡Puto zumbado! No podemos ir por ahí cargándonos a la gente.
-¿Por qué no?
-Mierda, estás loco.
-Venga, no es para tanto, seguro que antes de morirse esta perra disfrutó como nunca.
-Estás enfermo.
-Tu si que estás enfermo, antes no te importaba tanto, mírate, ahí lamentándote, coño, empiezas a recordarme al puto Odklas.
-Creo que ya no me gustan estas cosas.
-Pues te jodes, es nuestra misión, el caos, la muerte, estamos aquí para eso o es que ya lo has olvidado.
-Eran otros tiempos.
-Claro, antes no éramos nadie, ahora podemos, podemos hacerlo, estas zorras vienen a nosotros como las moscas a la mierda, una tras otra, cuando no eramos nadie ni nos miraban las muy putas, entonces soñábamos con prenderle fuego al mundo, con destruirlo todo, ¿acaso ahora con la puta fama y la pasta te estas volviendo conformista? ¿Acaso te has olvidado de por qué estamos aquí? Encerrado en tu puta mansión con piscina, esnifando en los grammys con estrellas del pop, me das lastima, si hemos llegado hasta aquí es porque la providencia así lo ha querido, se nos ha dado el poder para hacer lo que soñábamos, pero todo tiene un precio, es un camino del que no hay retorno posible, tenemos que llevarlo hasta el final, sean cuales sean las consecuencias, ¿o prefieres volver a currar en una gasolinera?
-Mierda, pagaremos por todo esto.
-Claro que pagaremos, acabaremos en la cárcel, o linchados, seguramente tarde o temprano nos tuesten en la silla eléctrica, y así es como debe ser, se cerrara el círculo, el odio se alimentará del odio, pero hasta que ese momento llegue tenemos la misión de extender la rabia tanto como podamos, tal y como le prometimos a El.
-Estamos condenados.
-Siempre lo estuvimos Spax, "do what thou wilt".
-No me salgas ahora con el capullo de Crowley anda.
-Seguro que es mejor para ella.
-Esta chica también tenía sus sueños, dijo que quería formar parte de un grupo como el nuestro.
-Vaya, qué tierno, me vas a hacer llorar. Pues cumplamos su última voluntad, será parte del grupo, parte del espectáculo.
-Mierda.
-No te dejes vencer por la debilidad Spax, somos ángeles exterminadores, hay misioneros en África ayudando a los pobres, nosotros estamos en el otro plato de la balanza, ha de haber un equilibrio, yo a veces también me rayo pero así es como debe ser, es para lo que se nos ha puesto aquí, para lo que se nos ha dado el poder.
-Mierda.
-No me dejes tu también tío, sabes que tengo razón y aunque te duela es lo justo, ¿qué pensabas? ¿Que todo serían risas y drogas? Esto es mucho más importante que nosotros mismos.
-Tienes razón Mol, siempre la has tenido.
-Así me gusta, entra en razón.
-Sí.
-Ahora date la vuelta, se lo que necesitas para sentirte mejor.
Mol miró con una sonrisa ensangrentada a su compañero, este se giró y se puso en posición.
-Así, muy bien -Dijo Mol mientras se metía más coca, ya directamente con la mano. Su polla volvía a estar dispuesta, agarró a Spax por la cintura y comenzó a follárselo, Spax gemía de placer, así debía ser, no había salida.



8.



Las luces se apagaron, la gente gritaba alzando sus manos, sudorosos, locos, drogados, dispuestos a disfrutar del segundo concierto de Ximera. Lleno absoluto. El show transcurría con normalidad, el grupo estaba pletórico, especialmente Mol y Spax que presos de una energía inagotable corrían arriba y abajo por el escenario llevando a su público al paroxismo total. Variaron ligeramente el setlist estrenando entre el delirio dos nuevos temas, dejaron para el final uno de sus himnos que Mol presentó ante la locura general.
-Este tema está dedicado a todos vosotros, los que habéis hecho posible que estemos aquí cumpliendo nuestros sueños, a los caídos y los que caerán, ¿hacia dónde te diriges?
Miles de cuerpos sudorosos entonaron la letra.

"¿Hacia dónde te diriges?
Sabes que no hay salida
Es lo que querías
Ahora lo tienes
Muere dulcemente
Porque estamos hambrientos"

Mol miró a Spax, ambos sonrieron. Mol se dirigió al publico, llevaba una gran bolsa de basura en la mano.
-¿Estáis hambrientos?
La gente gritó.
-¿¡ESTAIS HAMBRIENTOS?!
Entonces abrió la bolsa y de ella extrajo pedazos de carne que comenzó a arrojar a la audiencia, la gente se empujaba intentando cogerlos, Mol continuó lanzando más pedazos, lanzó una mano, un tipo la cogió y empezó a morderla como un loco, todos chillaban, continuó lanzando mas pedazos.
-¿¡ESTAIS HAMBRIENTOS?!
Spax miraba satisfecho a la gente mientras Mol arrojaba la carne, dos columnas de fuego se elevaron tras el, de unos aspersores del techo comenzó a caer una lluvia de sangre sobre el público congregado abajo, la gente bailaba, abrían sus bocas hacia el techo, perdían la razón, sus rostros se desencajaban, Mol miró el espectáculo y esbozó una enfermiza sonrisa "para esto estamos aquí, y no estamos solos".



9.



Alejandro salió del recinto y miró a su alrededor, se preguntaba si Vanessa estaría por ahí, no era capaz de olvidarla, la había echado mucho de menos durante los conciertos, por momentos la había sentido muy cerca, a su lado, recordaba toda su historia de amor con ella, lo importante que este grupo era para ambos y lo mucho que deseaban este concierto, ahora, por estúpido la había perdido, y nunca se lo perdonaría. Buscó a Ernesto, su compañero, lo encontró apoyado contra una pared, se abrazaron al verse.
-Joder tío ha sido la hostia el concierto ¿eh?
-La puta hostia, Alex, la puta hostia, mucho mejor que el de ayer.
-Sí, y el efecto nuevo de la lluvia de sangre ha sido increíble.
-Ya te digo, yo estaba completamente volado.
-Cogí un trozo, una mano, estaba que te cagas hecha, la mordí, daba miedo tronco, parecía real.
-Ya te digo, qué craks.
-Joder, espero que esta puta sangre falsa salga bien, esta es mi camiseta preferida.
Se alejaron calle abajo, coreando los temas de sus ídolos.