Estaba apoyado en la barra del bar, borracho como una cuba. Había por allí una chica preciosa, morena con el pelo liso. Sonreía y de vez en cuando me miraba. Y yo la miraba a ella. La miraba moverse y reír. Estaba ahí, divirtiéndose con unas amigas. Hablaba con ellas y todas reían. No parecían estar muy borrachas y aun así reían cada dos por tres, eso siempre llamaba mi atención, soy un amargado y me resulta curioso lo extraño, lo que no entiendo. Cada poco me miraba furtivamente, como en secreto, quizá sentía también curiosidad por lo extraño. Yo le aguantaba la mirada y seguía a lo mío, emborrachándome en silencio.
Yo no reía.
Al final se fue para siempre.
Yo me quedé ahí.
Había un tipo a mi lado con un pedo considerable, exagerado. Balbuceaba y zarandeaba su copa vertiendo el contenido a su alrededor. Me recordaba a mí en mis mejores momentos. Yo miraba en silencio la tele del bar. En la pantalla desfilaban uno tras otro diversos grupos de rock y heavy. Algunos buenos, otros malos y la mayoría muy malos.
Sin que me diera cuenta el tipo de al lado empezó a balbucear en mi dirección.
- ¿Vaya mierda eh? - Dijo.
- ¿El qué?
- La vida.
- Supongo.
- Si, vaya mierda.
- Podría ser peor - Sentencié mirando al frente y dando un trago.
El tipo se quedó dándole vueltas, mirando su copa hipnotizado. Al rato reaccionó y volvió a hacerme participe de sus pensamientos sin que se lo pidiera.
- Yo antes tenía una vida ¿sabes?
- Bueno, yo juraría que la sigues teniendo.
- Me refiero a una vida de verdad - Dijo acercándose un poco más a mí y fijando su mirada entrecerrada de borracho.
- Si tu lo dices - Dije alejándome un poco.
- Tu no lo entiendes - Gruñó moviendo la mano y derramando otro poco de su copa sobre él, luego volvió a entrar en trance.
En la tele un grupo con vocalista femenina tocaban una predecible canción meneando sus melenas.
El tipo volvió junto a nosotros.
- Si, yo tenía una vida - Y volvió al trance.
Decidí hacer algo por él.
- Hey Marcos ponme dos chupitos de vodka.
El camarero se acercó y me puso los chupitos. Acerqué uno al balbuceador.
- Toma tío, por tu anterior vida.
- ¿Qué es?
- Vodka.
Lo levantó y brindamos. Su cara se transformo en una mueca de horror. Estaba convencido de que iba a echarla sobre la barra. Me alejé un poco, prudentemente, a la espera de lo peor. De repente sufrió una convulsión, abrió los ojos, me miró y esbozó una gran sonrisa.
- Qué rico, gracias tío.
- De nada hombre.
- ¿Quieres un traguito? - Dijo acercándome torpemente su copa.
- No, gracias, voy a birras.
Volvió a acercarse peligrosamente a mí, se dejó caer en un taburete, dio un trago a su copa y me habló.
- ¿No te gustaría volver?
- ¿Volver?
- Si, volver.
- ¿Volver a dónde?
- Hacia atrás.
- ¿Te refieres a viajar en el tiempo?
- Si.
- No sé, no creo.
- Ir hacia atrás, a tiempos mejores, tomar otras decisiones, no cometer ciertos errores.
- Supongo que todos hemos fantaseado con eso alguna vez.
- ¿Molaría verdad?
- Bah, no lo creo.
- ¿Qué pasa, tu vida ha sido perfecta?
- Sí, claro, por eso estoy aquí emborrachándome.
- ¿Entonces?
- Yo solo espero a que todo esto acabe. He cometido miles de errores, como todo el mundo, pero era lo que había, y bastante me ha costado llegar hasta aquí. Volviendo atrás podría solucionar ciertas cosas, es cierto. Volviendo atrás sabiendo lo que ahora se no solo podría no cometer ciertos errores sino que supongo que incluso podría triunfar de un modo u otro, ya sabes, sabría de antemano lo que iba a pasar, me adelantaría a las modas y las demandas de la gente, sabría lo que va a pegar en todos los ámbitos y podría apropiarme de ello, pero, ¿para qué? Tendría que vivir otra tira de años junto a la gente. Creo que no compensa. Cada día que pasa me acerco más a la nada liberadora, no volvería atrás ni por todo el oro del mundo.
Agarré mi jarra de cerveza y bebí satisfecho, el tipo me miraba incrédulo.
- Mierda, estás como una puta regadera. Marcos, cóbrame.
Pagó y se fue.
Yo continué bebiendo y mirando la tele, viendo desfilar a todos esos grupos en la tele, tragándome sus videoclips.
Por suerte ningún otro borracho volvió a hablarme.
Acabó amaneciendo y Marcos me echó de allí. Me tambaleé ebrio por las calles hasta llegar a casa y me tumbé en la cama. Todo daba vueltas en una espiral enloquecida. Me asaltaban las imágenes que había visto en la tele del bar, grupos de hard rock, de metal, de heavy, de thrash, góticos, black, death, folk, doom, grind, punk, hardcore, prog, speed, djent......melenas, pinchos, collares, cuero, calaveras, cadenas, tintes, sangre, tatoos, faldas, gorras...... Todo giraba en mi beodo cerebro junto con las palabras del borracho y su mirada perdida "¿No te gustaría volver atrás? ¿No te gustaría volver atrás? ¿No te gustaría volver atrás? ¿No te gustaría volver atrás? Atrás. Atrás. Atrás. Atrás....Volver...Atrás..."
Me incorporé de un salto y corrí al baño justo a tiempo para echarlo todo dentro, luego gemí abrazado al retrete y eché otro poco mientras las lágrimas del esfuerzo corrían por mi mejilla. Cuando estuve seguro de haberme vaciado me encendí un cigarro y me quedé sentado en el suelo pensando.
Pensaba que si volviese atrás podría apropiarme de los grandes temas del rock antes de que los compusieran sus verdaderos autores, plagiarlos y hacerlos míos, pero, ¿me garantizaría ello el vivir como una jodida estrella del rock? No lo creo. Hay un poder regulador de todo esto que va más allá del talento, y no lo digo por mí. He conocido a grupos con muchísimo más talento que la mayoría de los que salen en las revistas, y son gente que jamás llegara a nada y sus obras se perderán en el olvido, y no solo en música, en cualquier arte ¿de qué depende? ¿Cual es el factor x? ¿Es solo la suerte?
Bebí un poco de agua del bidé y me encendí otro cigarro mientras mis tripas me lo recriminaban.
Durante años mi sueño (cuando tenía sueños y esperanzas, es decir, cuando era ingenuo) era ser una jodida estrella del rock.
Todo empezó, como la mayoría de las acciones, por el deseo de follar.
Se llamaba Marta y me volvía loco.
Yo era un tipejo delgado y granujiento que se tiraba el día dibujando comics, aislado, sin hablar con nadie.
Ella era la chica más guapa de clase, pero no era una pijilla repelente y creída, tenía un puntillo rebelde. Vestía con pintillas de rockera, insultaba a los profesores, fumaba en los recreos, estaba un paso por delante de toda la chusma que abarrotaba ese colegio de monjas.
Yo, como niñato solitario y virgen que era, la tenía en un pedestal, incluso se podría decir que estaba enamorado. Como ya he dicho antes en esa época era un ingenuo, de pequeño siempre eres un ingenuo y crees en mogollón de chorradas, la más grande de ellas el amor.
Ni que decir tiene que consideraba a Marta completamente alejada de mis posibilidades, ella andaba por ahí con gente más mayor y molona, con chicos fornidos y malotes, yo no tenía mucha confianza en mí mismo y me limitaba a suspirar en la oscuridad.
Corría el año 92 o 93, en esa época los Guns n´ Roses estaban en la cresta de la ola, acababan de sacar los "use your illusion" y estaban haciendo la que sería su gira más exitosa y la última con la mítica formación clásica (que no original ya que por aquel entonces ya habían dado la patada a Steve Adler y a Izzy). Ponías la tele y siempre estaban allí, los vídeos de temas como "you could be mine" o "november rain" sonaban sin parar por todas partes, veías por la calle a todo el mundo con camisetas de ellos, con bandanas en el pelo imitando a Axl, pantalones ajustados, collares y pulseras etc...
Yo también sucumbí al hechizo. Un colega mayor me había pasado una copia del "appetite for destruction" y lo escuchaba sin parar en mi enorme walkman, también tenía algún disco de Iron Maiden y yo mismo me había comprado un recopilatorio de Judas Priest, fue la primera cinta original que tuve, y aún la conservo. En fin, que estaba encaminado hacia el metal, para bien o para mal.
Un día sucedió.
Estaba como siempre solo en el recreo, sentado en una esquina dibujando y escuchando el walkman y noté una figura al lado mío, cuando levanté la vista allí estaba Marta, no la había visto acercarse, me pilló completamente desprevenido, movía los labios, me decía algo pero yo no la escuchaba con la música, me quité los cascos.
- ¿Qué?
- Hola.
- Hola.
- ¿Qué haces ahí solo?
- Nada, dibujando.
- ¿Me dejas verlo?
- Claro.
Se sentó a mi lado, terriblemente cerca. Yo notaba mi corazón a mil por hora, a punto de salir corriendo a través del pecho a esconderse en un lugar seguro. Le acerqué el cuaderno con mano temblorosa. Por aquel entonces yo ya estaba bastante perturbado y mis dibujos se basaban en su mayor parte en calaveras, cabezas cortadas, seres deformes y ese tipo de cosas.
- Vaya, están muy bien, dibujas que te cagas.
- Gracias.
- Este es genial.
- Puedes quedártelo.
- ¿En serio?
- Claro.
- Vaya, muchas gracias.
- De nada.
- ¿Quieres un cigarro?
- No, no fumo.
- ¿Qué llevas en el walkman?
- Los Guns.
- Me encantan.
- A mi también.
- Sobretodo Slash, adoro a ese hombre.
- A las chicas les suele gustar Axl.
- A mi no, Slash, Slash es el mejor, pufff, como me pone ese hombre, y toca la guitarra que te cagas, daría lo que fuera por conocerle.
- Vaya.
- Bueno, gracias por el dibujo, te veo en clase.
- Si.
- Adiós.
- Adiós.
Todo había pasado demasiado deprisa, demasiado repentinamente, no había tenido tiempo de planearlo ni de asumirlo, estaba convencido de haber quedado como un panoli, estuve varios días lamentándome por ello, debería haber dicho algo más, mostrarme más ocurrente, haber aceptado el cigarro, debería....En fin, al menos le di mi dibujo.
Continué suspirando por ella en la oscuridad, quizás aun más obsesionado después de que me dirigiese la palabra. Un día a la salida de clase la vi besándose con un chico mayor. Se besaron un buen rato. Luego él le dio una palmada en el culo, ella sonrió con complicidad, se montaron en su moto y se largaron echándome el humo del tubo de escape en la cara, yo me fui a casa cabizbajo y con un nudo en la garganta. Nuestra hermosa historia de amor acabó ahí.
Continué refugiándome en la música y el dibujo, alejado de la gente.
Un día vi a Slash en la tele, le habían dado un premio y salió a recogerlo completamente borracho, tambaleándose, con una botella de Jack Daniels en la mano y el pitillo colgando en la boca. Aquello fue un shock en mi infantil e impresionable mente. A ver, un tío que parece un enorme monstruo peludo, completamente borracho, con la botella en la mano y a saber que otras drogas corriendo alocadamente por su interior, un tío que hace lo que le da la gana, que podría follarse a mil chicas como Marta con un chasquido de dedos y que encima sale por la tele, un tío que es rico y famoso y recibe el aplauso del mundo entero..... La cosa estaba clara... ¡Necesitaba una guitarra ya mismo!
Tras muchas suplicas conseguí que mi madre me regalara una por mi cumpleaños. Era la más barata de la tienda, de una marca que no he vuelto a ver ni oír nombrar nunca más desde entonces. Era negra con el mástil claro y me parecía la cosa más hermosa del mundo. En ese momento la cagué del todo, emprendí un camino sin retorno.
Fueron pasando los días y los meses, cayendo como hojas en otoño, como suicidas desde los tejados, con sus pequeñas tragedias y sus aun más pequeñas alegrías.
Tuve que cambiarme varias veces de ciudad y de colegio, perdiendo por el camino a mis escasas amistades, y si ya de por si era un chico solitario acabe convertido en un verdadero autista. Me refugié en la guitarra, ella estaba siempre ahí, me acompañaba a cada nueva ciudad, me ofrecía un asidero en el abismo, algo conocido y permanente en un mundo que se destruía a diario, algo en lo que poder confiar. No paraba de tocar día y noche. Nunca tuve profesor, pero me compraba revistas, era la era pre-internet y compraba partituras fotocopiadas a la gente. Los Guns dieron paso a Metallica, a Megadeth, a Yngwie, a Vai, a Korn... Grupos y más grupos, notas y más notas.
Llegué a ser bastante competente, pero no había estado en ningún grupo. Hay gente que se aprende dos acordes y va corriendo a formar una banda, no es mala idea, aprendes mucho tocando en un grupo, sobretodo tocando con un batera, pero yo era de otra opinión, quizás por mi falta de confianza en mí mismo me propuse no entrar en una banda hasta que supiera tocar bastante bien. Quizás fue un error porque luego me vi en tierra de nadie, demasiado exigente e incapaz de encontrar a gente con mi nivel de compromiso. No obstante toqué en algunos grupos.
Ah, los grupos. Un jodido microcosmos que merecería todo un ensayo aparte. Unos cuantos colgados se juntan, repletos de ilusión, pero, a veces la ilusión no basta. Es muy chungo dar con la fórmula. Es difícil que todo el mundo esté al mismo nivel, y no hablo de la técnica, eso es importante pero no lo es todo. Lo importante es la visión, el compromiso, andar hacia una misma dirección. Mucha gente se mete en un grupo para decirse a sí mismo y a los demás "mira, estoy en un grupo de rock, soy guay" pero no están dispuestos a sacrificarse, a lanzarse verdaderamente a ello, a un camino gris y espinoso lleno de desdichas. Es una carrera de fondo en la que lo único que tienes son unos temas que has de defender ante el más absoluto de los vacíos. Gastando dinero y tiempo en algo en lo que solo crees tú. Observando con resignación y rabia cómo en los medios oficiales se ensalzan grupos de mierda, vacíos y predecibles, y viendo cómo la masa se deja arrastrar por esa ola de mediocridad. Muchas veces la gente se impacienta o se aburre y entonces llegan los problemas, las discusiones, todo se fragmenta y se va a la mierda. Hace falta entereza y fe para ver algo al final, ante el desinterés general. Hace falta volver a ser ingenuo y eso es difícil con todo en contra. Cuando asalta la duda es el principio del fin, y siempre le asalta a alguien, y entonces los ensayos se van transformando en un suplicio absurdo lleno de quejas extrañas. El cantante empieza a llevarse mal con el bajista, o el batería se queja de tus riffs, el ambiente se vuelve tenso, la diversión se diluye y la paranoia crece alimentada con alcohol y drogas, porque sabido es que el 99% de los músicos son drogadictos o alcohólicos o ambas cosas. Se crean cismas, se confabula en las sombras.
Finalmente algún miembro se marcha y hay que buscar sustituto. Encontrar un guitarra es sencillo, das una patada a una piedra y salen cien, pero encontrar un batera es jodidísimo. Quizás tengas suerte y puedas seguir. La mayoría de las veces no hay suerte, hay que pagar el local entre menos personas, la tensión aumenta y el grupo se va a la mierda y sales derrotado otra vez y es duro, muy duro.
Luego te recompones y lo vuelves a intentar.
Una vez estaba amargado, cansado de ir a pruebas y encontrar grupos sin futuro, entonces leí un anuncio prometedor, contacté con el tío y charlamos, conectamos enseguida, mismos gustos musicales, misma ambición, no quería hacerlo, quería ser prudente, pero no pude evitarlo y empecé a entusiasmarme, "esta vez sí", pensaba, al final concertamos una cita.
Tuve que ir a su local que estaba a tomar por culo arrastrando la funda de la guitarra y el ampli que metí en un carrito. Sudaba como un puto cerdo mientras sorteaba aceras y subía cuestas con todo ese peso inhumano. Hacía un calor insoportable, y el peso, el sudor, la distancia, era un auténtico vía crucis, pero la ilusión estaba ahí, era lo que me alimentaba y me daba fuerzas, el poder cumplir mi sueño de una puta vez, estar en una banda en la que me sintiese a gusto. Paraba cada poco y desentumecía mis manos doloridas, luego respiraba profundamente y me ponía de nuevo en marcha. Finalmente llegué al local. Me recibieron con entusiasmo.
- ¿Qué tal tío?
- Jodido, me ha matado venir aquí arrastrando toda esta mierda.
- Jajaja, joder siento no haber podido ir a buscarte.
- No te preocupes.
- Toma un poco de birra.
- Si, es justo lo que necesito, joder, esto está a tomar por culo.
- Jajajaja.
- Voy a liarme uno.
- Vale, mira, este es Raúl, el batera, y ese Mario el bajista.
- Encantado. Tocaros algo mientras me enchufo.
- Vale tío.
A los pocos segundos ya lo supe, me bastó un redoble, un par de acordes y lo vi claro....CAGADA.
Eran unos paquetes, sobretodo el batera, y la batería es la jodida columna vertebral de una banda, es lo único que no se puede tapar, si falla el batería falla todo, no hay nada que hacer, ya puedes tener la técnica de Yngwie y el cuerpo de Scarlett Johansson, si falla el batería nunca saldrás del fango, sobretodo en el metal, por eso están tan solicitados.
No mostré mi descontento. Fingí como una perra. Toqué unos cuantos riffs, improvisamos, tuve que tocar el "for whom the bell tolls" por millonésima vez, me bebí toda su cerveza y me largué de allí, ellos estaban entusiasmados conmigo.
- Bueno, ¿cuando quedamos otra vez?
- Ya os llamaré - Mentí.
Cogí mis trastos y emprendí el penoso camino de vuelta. Ahora, nuevamente con la ilusión por el suelo, los trastos pesaban mucho más. El ampli se desequilibraba cada poco sobre las ridículas ruedecillas del carrito, el sol golpeaba en mi frente, y la estación del metro estaba leeeeeejos. Conseguí llegar, aunque estaba al borde de la locura, y antes de meterme en la estación del metro me paré a fumar un cigarro tranquilamente para relajarme, tomar aire y hacer balance.
Tres chicos vinieron hacia mí.
- Hey tío, ¿tienes un cigarro?
- No - Dije soltando el humo.
- ¿Y ese?
- Es el último.
- ¿Qué llevas ahí?
- Una guitarra.
- Déjame verla.
- ¿Para qué?
- Me gustan las guitarras.
- Me alegro, pero mejor que no.
- He dicho que me dejes verla.
- Y yo te he dicho que no.
- Dame la funda.
- Estás de coña.
- ¿Prefieres que te la quitemos por la fuerza?
- Podéis intentarlo.
Se lo pensaron un momento. Luego el más decidido se acercó e intentó agarrarla por la fuerza, forcejeamos y le di un empujón, se incorporó furioso y vino hacia mí con los puños en alto, solté la funda que chocó contra el suelo a tiempo para esquivar un puño que venía directo a mi jeta, le solté un directo que le acertó en la cara, cayó hacia atrás, los otros dos vinieron corriendo hacia mí, uno me lanzó una patada que esquivé, pero no pude esquivar del todo el puñetazo del otro que me dio en la oreja, me revolví y le solté un gancho en la boca del estómago que le hizo caer como una flor marchita. Sabía que apuntarse a clases de boxeo había sido una gran idea. Había dos en el suelo, quedaba uno, ahora la cosa estaba igualada, el tipo se lo pensó y decidió no venir a por mí. Ayudó a levantarse a sus colegas, el líder sangraba por la boca, me miró con un odio que pude sentir en cada fibra de mi cuerpo.
- Hijo de puta, te matare, lo juro, me he quedado con tu cara, espera si tienes huevos a que llame a mi gente.
- Aquí te espero idiota.
Se alejaron tambaleándose.
Evidentemente no me quedé a esperar. Bajé corriendo al metro arrastrando mi carrito y la funda y me metí en el vagón. Me pitaba el oído, me dolía la mano, el corazón a mil y todo el cuerpo temblando. Me encendí un cigarro en el vagón, la gente me miró mal, pero me la sudaba todo. Fue uno de los momentos más bajos, pensaba que con todo el tiempo que había dedicado a la puta guitarra podía haberme sacado la carrera de cirujano plástico, ahora estaría arreglando narices, agrandando tetas y ganando una pasta.
El tipo no me mató, tampoco volví por allí.
Así es el maravilloso mundo de la música.
Pero, si pudiese volver atrás, ¿sabes qué? Volvería a hacerlo, ya que hay días en que te sale algún riff cojonudo, o te aprendes una canción de alguien a quien admiras, o sientes esa conexión con el instrumento, el saber que estás expresándote, que eso que sale del ampli eres tú en toda su cacofónica locura, y esos momentos, aunque escasos, lo valen todo.
Hay gente que nunca necesita expresarse, les basta la tele, el ordenador, una pareja, una mascota y un curro. No soy quién para decir si hacen bien o mal. Pero sé que para mi ese tipo de existencia no funciona.
Respecto a los grupos...yo ya estoy quemado, chamuscado, se me ha pasado el arroz, la música vuelve a ser una actividad solitaria, hay otras, como escribir. Lo que hago lo hago por y para mí, lo necesito, no porque sea bueno, no siempre lo es, cada día estoy más loco, pero lo necesito y, al menos, lo hago de forma sincera, como debe ser. Escribir es sencillo, a veces sufres, pero las letras son fáciles, no hay que buscar un consenso como en un grupo de música, es algo totalmente personal, la cagas tu solo, sin ayuda de nadie. Los textos también son más fáciles de arrojar al mundo, aunque ya nadie lee, y menos algo como esto, tu y un par de colgados más y, ¡hey! Tenéis mi bendición. Amén.
Si alguien me pidiese un consejo diría que un gran mal es la impaciencia, el querer triunfar. Es algo normal, has luchado y sufrido por algo y quieres que se te reconozca. Componer y tocar un gran tema provoca una satisfacción interior inenarrable que debería bastar por sí misma. Pero muchas veces no basta con eso, sale la parte ambiciosa de ti y quieres que te lo reconozcan, que te aplaudan, que te paguen, que te la chupen. Sabes que algunos lo han logrado, los músicos que admiras o admirabas, y quieres que la barita mágica también se pose sobre tu cabeza. Ingenuidad. Como dije al principio no basta con el talento. Triunfar es algo caótico o sigue un plan demasiado elevado como para entenderlo, ocurre en música, en cine, en literatura, incluso en la vida diaria. Brad Pitt repartía propaganda disfrazado de pollo, Kirk Hammett curraba en el burguer king, Bukowski fue un vagabundo durante décadas....ellos te dirán que solo hay que tener fe en uno mismo y perseverar. No creas en sus patrañas, lo dicen desde allí, echan la vista atrás y como les funcionó creen que es la norma, pero es la excepción, por cada Brad, por cada Hammett y por cada Hank hay millones que acaban suicidándose en el olvido, borrachos y locos tirados en la cuneta, casados y con hijos, deslomándose en una fábrica de salchichas por los siglos de los siglos, nombres olvidados descompuestos por el viento, arrastrados por un oleaje furioso y cruel.
No amigo, seguramente nunca lo consigas, tampoco importa, lo importante es coger aire y gritar, que te escuchen o no es accesorio, un accidente, lo importante es gritar, y hacerlo con todas tus fuerzas. Y esbozar una sonrisa en el momento de la muerte sabiendo que no te dominó la desesperanza, que fuiste consecuente y fiel contigo mismo, contra viento y marea. Y cuando te de el ataque al corazón y estés en el suelo de la cocina, solo, meándote y cagándote encima sabrás que no volverás a meter lentejas en una lata para que una corporación cotice al alza en bolsa, ¿no es maravilloso? Peerte por última vez y largarte con la música a otra parte. Por fin se acabó y lo intenté.
Fade out.
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