Caminando hacia la pensión en la que vivo.
Un pie detrás de otro
y detrás
otro.
Y la soledad
es la única mujer
que me espera
al llegar.
Allí estarán:
El tío de la habitación 4:
No le hablan sus hijos,
ni su mujer.
De su habitación
sale una peste atroz
a beoda jubilación.
Ya está
todo recorrido.
Ya está
todo el pescado
vendido.
El tío de la habitación 3:
Te pide un euro
pal café,
su ojo izquierdo
hace tiempo que no ve,
secuelas del accidente
en la mina.
Se mete Prozac, olanzapina y ziprasidona,
el desayuno de los campeones,
antes de regalar su pensión
a las tragaperras.
El tío de la habitación 6:
Tiene síndrome
de Diógenes.
Sólo viene a dormir.
Su habitación parece
un bazar chino,
y ahí se mete
cuando llega apestando a vino.
Uno más
entre sus trastos.
Me meto en mi habitación,
la número 2.
Hace frío
porque el precio del gasoil
está por las nubes.
Y aquí estamos:
los perdedores
los malditos
los marcados
los vencidos.
Dicen que todo es posible.
Díselo al niño sin piernas
que quería ser Ronaldo,
al chaval sirio escondido
entre cadáveres,
o a mi pequeña gatita
tuerta y sidosa.
El destino nos marca
como a reses,
un dedo desde lo alto
nos señala.
"Ya está
todo el pescado
vendido,
y estos son
los elegidos"
Y aquí estamos:
los perdedores
los malditos
los marcados
los vencidos.
Dicen que todo es posible.
Díselo al niño sin piernas
que quería ser Ronaldo,
al chaval sirio escondido
entre cadáveres,
o a mi pequeña gatita
tuerta y sidosa.
El destino nos marca
como a reses,
un dedo desde lo alto
nos señala.
"Ya está
todo el pescado
vendido,
y estos son
los elegidos"
muy oscuro el poema, soledad y habitaciones, cada uno tenemos una. Pero con el tema de habitaciones y tal no he podido dejar de acordarme de una peli "four rooms" ;) ¡Un saludo!
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