Es
completamente surrealista que a día de hoy, cuando han pasado ya 48
años de su fallecimiento, se siga editando material inédito de
aquel chico zurdo que revolucionó el mundo de la guitarra a mediados
de la década de los sesenta. Pero así es, y aquí estamos, en pleno
2018 reseñando un nuevo álbum de Jimi Hendrix.
El músico de
Seattle fue un autor tremendamente prolífico y un enamorado del
estudio de grabación, y a su muerte dejó centenares de cintas con
ideas, jams con amigos, versiones de autores que admiraba y
revisiones de sus propios temas originales. De ese material se ha
estado nutriendo la industria para sacarse de la manga cada cierto
tiempo un nuevo disco con el sello Hendrix bien visible en la
portada. Y por supuesto con cada nuevo lanzamiento póstumo hay
muchas preguntas que responder: ¿de dónde sale este material? ¿se
trata verdaderamente de algo nuevo, atractivo y publicable? ¿O es
solo otro sacacuartos con rarezas de ínfima calidad? Como ya
imaginarás hay un poco de todo.
Para empezar,
aunque este Both Sides Of The
Sky se
anuncia a bombo y platillo como compuesto casi en su totalidad por
material inédito, dicho material no dejan de ser tomas y versiones
alternativas de temas que ya habían salido a la luz de una forma u
otra. El ejemplo más claro lo tenemos en el tema Sweet
Angel, que
es una primera demo instrumental de la que luego sería su balada
Angel, editada
en el
disco póstumo The
Cry Of Love (1971),
y posteriormente, de nuevo, en First
Rays of the New Rising Sun (1997).
El tema publicado como adelanto de este disco, una versión de Muddy
Waters titulada Mannish
Boy, ya
se podía escuchar en el disco póstumo Blues
(1994),
aunque no esta toma en concreto. Pasa lo mismo con Hear
My Train a Comin', viejo
conocido en la discografía de Jimi, que aquí se presenta en su
enésima versión. Y así podríamos seguir tema por tema para darnos
cuenta de que la mayor parte del material no es tan «nuevo e
inédito».
Ahora bien, si no eres un enfermo de Jimi Hendrix que se conoce
al dedillo los entresijos de su material y simplemente eres el
aficionado medio, que ha escuchado sus tres discos oficiales de
estudio y poco más, no es sorprendente que te encuentres con una
colección de temas que no habías escuchado antes. Y desde ese punto
de vista del mero disfrute estamos sin duda ante un muy buen disco.
A los mandos está el legendario productor Eddie Kramer, y el
lanzamiento tiene la aprobación de la familia y la fundación para
el legado de Hendrix. Con esas credenciales podemos estar tranquilos
respecto a su calidad, que sorprende para bien. Todos los temas
suenan de maravilla, algo sorprendente teniendo en cuenta el tiempo
que llevaban olvidadas estas cintas. Las grabaciones son claras y
conservan toda su fuerza y mojo, la selección y el orden también
son los adecuados, todo ello hace que la escucha no resulte brusca en
ningún momento. Los temas se suceden con un ritmo y una calidad que
no decae y atrapa.
Respecto al carácter de los
temas pocas sorpresas, porque a estas alturas prácticamente
cualquier aficionado a la música sabe lo que puede encontrar en un
disco de Hendrix, y es lo que aquí encontrará: blues de alto
octanaje cargado de mojo, como en el mencionado tema Mannish
Boy o
en Georgia
Blues.
Blues desnudo de bar humeante en Things
I Used to Do. Temas
desenfadados y marchosos como Stepping
Stone, donde
Jimi aúna el rock y el funk como solo él sabía hacer. Baladas y
medios tiempos con preciosos acordes marca de la casa como en Jungle.
Y
por supuesto la psicodélia para tus viajes astrales con temas como
Cherokee Mist,
que
se encarga de cerrar el disco. También cuenta con unas
colaboraciones de lujo como Stephen Stills o Johnny Winter, que se
pasean por un par de temas.
Este disco viene a cerrar una
trilogía que se inició con Valleys
of Neptune (2010),
y siguió con People,
Hell and Angels (2013).
Esta trilogía pretende ser al colofón final respecto al material
póstumo de Hendrix en estudio disponible. Sí señores, tras esto ya
no habría más donde rascar, al menos en lo referente al estudio.
Pero siempre puede aparecer alguna grabación perdida en un cajón,
¿verdad?
Aunque nos encontramos claramente ante una obra menor, que no
llega a la calidad estratosférica de los tres discos en estudio
publicados en vida de Jimi, y aunque tampoco es el mejor de sus
álbumes póstumos, una cosa está clara: estamos ante algo más de
una hora de música de alta calidad. Porque no es ningún secreto que
Jimi Hendrix era un genio, y este álbum solo es una muestra más de
ello, y por tanto es perfectamente disfrutable en cualquier momento y
ocasión, como solo la buena música puede serlo.
http://diablorock.com/2018/03/13/critica-jimi-hendrix-both-sides-of-the-sky/
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