"Gracias por su visita Sr.Villaexcusa"
Miré esas familiares letras en la pantalla y me guardé la tarjeta y el dinero en la cartera. No comprendía cómo después de tanto tiempo el cajero aún no me llamaba de tú, que aparato más formal.
Enfilé calle abajo hasta el garito y entré. Cuando me apoyé en la barra el camarero me miró desde la otra punta, sin decirme nada se acercó y me trajo un vaso de chupito y un tercio, rellenó el vaso con absenta.
Me caía muy bien ese tío, me encanta que recuerden lo que bebo.
El local era un sitio tirando a grande, un garito heavy, de las paredes colgaban posters de Iron Maiden, Metallica, Sociedad Alcohólica, Megadeth etc. Los genios del metal me miraban silenciosos, juzgándome. "Es lo que hay Dave, ya sabes".
Había unos tipos tocando en el escenario, metaleros de pro, con la pose de tipos duros, piernas separadas, guitarras bajas, muñequeras de pinchos... El batería tenía pinta de estar bastante pedo, estaban destrozando el "raining blood" de Slayer. El público no era muy numeroso, unas treinta personas, pero se hacían notar, saltaban, gritaban, participando de todo aquello, todos eran muy jóvenes, de echo casi todo el mundo en el garito era muy joven, desde luego más que yo, se agolpaban en las primeras filas gritando y saltando, "ah, entusiasmo de juventud, ¿me has dejado por ellos eh perro?", me incliné hacia el camarero.
- ¿Quienes son estos mendas?.
- Cercenado, son de Asturias.
- ¿Son un poco malos no?
- Pché.
Le dí un tiento a la birra y les miré, luego miré al público, todos sudaban, verdaderamente estaban metidos en ELLO.
Pensé que yo podría hacerlo bastante mejor, la verdad es que siempre lo pensaba cuando veía a algún grupo tocar, pero allí estaba yo, sentado en la barra con mi chupito de 85 grados, y allí estaban ellos, pasándoselo en grande.
El batera la cagaba bastante, una parte en concreto fue bastante penosa, el camarero y yo nos miramos incrédulos. El camarero también tocaba la batería, en un grupo de ska, no lo hacía mal aunque no es mi rollo.
El batera del escenario continuaba cagándola, se que no es fácil imitar a Lombardo pero aquello.....
Por otra parte los chavales de las primeras filas se lo pasaban como enanos. Yo a su edad también me lo pasaba como un enano. No tenían aspecto de ir muy pedo, ¿de donde sacarían pues su entusiasmo? Bueno, yo a su edad también me entusiasmaba con un calimocho. "Jodido tiempo, pasas dejándome cada vez más jodido", en fin, delirios varios.
El chupito de absenta y yo nos miramos fijamente, retándonos, me gustaba dejarlo ahí un rato y observarlo, hacerme a la idea, me intimidaba, el muy cabrón era más fuerte que yo, no obstante era yo el que acabaría con el de un momento a otro.
Continuó mirándome.
Lo agarré a traición cuando menos se lo esperaba y me lo bebí. El hijoputa descendió por mi garganta destrozando todo a su paso. Era vengativo, como el dios del antiguo testamento. Puse una mueca de asco y golpeé la barra con mi puño. La garganta me ardía, cogí el tercio con mano temblorosa y di un enorme trago para aliviar la quemazón.
"Si, yo podría hacerlo mejor........si tuviera un grupo".
Me acabé el tercio he hice un gesto al camarero sin decirle nada, me miró con seriedad y se acercó con otro tercio y un vaso de chupito, me caía muy bien este tío. Agarró la botella de absenta y me abasteció.
- Joder, eres el único que bebe esta mierda.
- ¿El único?
- Bueno, algún chavalillo sin pasta para emborracharse rápidamente.
- Llegará lejos.
- Yo la probé una vez, es demasiado fuerte, y se te va la olla.
- Bueno, solía beber copas pero llegué a un punto que tenía que beber mil para emborracharme, esto es mas rápido, barato y no me lleno de refrescos.
- Visto así.
- El truco es no pasarte, mi número es cuatro, es la clave, con cuatro el pedo está bien, con más ya me arriesgo a la inconsciencia.
- Casi siempre que vienes te tomas mas de cuatro.
- Por eso lo sé. El cabrón del alcohol es un perro traicionero, como tarda en hacer efecto te crees que ya está bien cuando en realidad te has pasado hace rato.
- Si, es la droga más peligrosa.
- Bueno, a ti te da de comer.
- Cierto.
Se alejó a servir a otro y yo me quedé ahí mirando nuevamente el vaso y escuchando aquello, ahora les había dado por el "for whom the bell tolls", ¿se puede ser más típico?
Entonces entró Mario en el bar, Mario era un colega, un tipo algo extraño, como yo, vivía del cuento, aún mas que yo, saltando de carrera en carrera sin acabar ninguna mientras sus viejos le daban pasta, yo me metía con el por ello aunque supongo que en el fondo era envidia. Mario escribía poesía, no estaba mal, quizás excesivamente grandilocuente pero así le gustaba a el, ¿quién soy yo para decir nada?
- ¿Ya estás bebiendo esa mierda?
- ¿Qué otra cosa puedo hacer?
- Luego se te irá la olla.
- De eso se trata, ¡por ti!
Levanté el vaso y arrojé el contenido en mi interior, mis gestos de repugnancia le resultaron muy graciosos a Mario.
- Jajajaja, que, ¿está rico?
Realicé un gesto de aprobación, aún no podía hablar, bebí cerveza.
- Vámonos de este puto antro.
- Es pronto, a mi me gusta.
- Es una mierda.
- Está bien, y tienen absenta. - Dije haciendo un gesto al camarero.
- Bueno, este grupo la verdad es que si, pero tarde o temprano se darán por vencidos, supongo.
Mario emitió un bufido y se encendió un cigarrillo, eso era todo lo que hacía, fumar y estar ahí, no hablaba mucho, cuando yo estaba pedo y me metía con el me explicaba cosas del tipo "no tengo nada que decir, mi vida es interior, espiritual, aquí dentro se libra una batalla, tu no lo entiendes", quizás no, quizás no lo entendía.
Por fin el grupo pareció acabar, decían que ese era uno de los mejores públicos que habían tenido, quizás fuese cierto, quizás lo dijesen siempre, el caso es que los de abajo se lo creyeron y les ovacionaron, el batera salió tambaleándose de detrás de su kit y agarró el micrófono, estaba claramente borracho.
- ¿Querrreis oír un chistee?
- (Público) Siiiiii
- Maria traeme una manzana. ¿Te la pelo? Vale, y luego tráeme una manzana.
El tipo era un poeta también, y un sabio, seguramente era el mas cuerdo de la sala, tropezó y cayó sobre uno de los amplificadores perdiéndose de mi vista para siempre.
Me pedí mi quinta absenta.
Entró una chiquilla absolutamente preciosa, pequeña y delgada, con el pelo negro y una pequeña camiseta que dejaba ver sus hombros de porcelana, iba agarrada de la mano de un pardillo con gafas y coleta, ambos con sus pintillas heavys, camiseta de grupo, pulseras de pinchos, cadenas, en fin, toda la parafernalia. Jodida parejilla. Los miré durante un buen rato, tenía ganas de soltarle un puñetazo en la cara al pardillo, agarrar a su chica del brazo y huir con ella lejos de allí, de todo esto, a descubrir el mundo, a oler las flores, a ver el amanecer, a jugar con un gato, a comer algodón de azúcar, a bañarnos en el mar, a pasear en barca, a comprar champú, a dar de comer a los patos, a ver cuadros........empezaron a enrollarse ignorando mi presencia. Seguro que el tipo era un encanto, atento y comprensivo, seguro que tenía su móvil siempre encendido, y seguro que no bebía absenta.
Me bebí mi absenta.
- Vámonos de este antro. - Dije a Mario cuando recuperé la voz.
- ¡Joder, por fin! - Es lo primero que dijo en mucho rato.
Al aproximarme a la salida me percaté de que mi sentido del equilibrio distaba bastante del que era cuando entré, aunque aún no era para alarmarse.
Nos desplazamos por las tristes calles rumbo a otro bar mas del gusto de Mario. El sitio en cuestión era un local más elegante del que veníamos, más pijo, de música y ambiente tipo indie, o quien sabe, si algo había que reconocerle al sitio era que el ambiente femenino estaba bastante mejor que el de mi entrañable antro heavy, y la palma se la llevaba la camarera, una autentica belleza de melena castaña, cuerpo perfecto y sonrisa perturbadora, a mi me recordaba a Letitia Casta así que os podéis hacer una idea de lo enfermizo del asunto. Me acerqué a ella y le pedí un vodka con piña mientras me perdía en esos ojos turquesa violando así otra regla de oro del bebedor de absenta, no mezclarla con otras bebidas alcohólicas excepto la cerveza. Me quedé allí embobado con mi copa, suspirando por la camarera como todos los demás. Cuando ella percibía mi mirada de psicópata posándose sobre su cuerpo mancillándolo y me miraba yo intentaba apartar la vista velozmente, pero mis reflejos no eran precisamente veloces y ella me pillaba siempre.
Aparecieron mas colegas, Rober y Luis, uno heavy y el otro pijo, formábamos una cuadrilla peculiar, no pegábamos ni con cola, como si fuésemos algún tipo de experimento sociológico, o los supervivientes de un naufragio, la verdad es que teníamos bastante de esto último, eramos náufragos, seres que la sociedad había dejado a la deriva, en algún momento nos arrojamos al vacío por el ímpetu antisocial de la juventud, y si alguna vez pensamos volver a subir al barco sin duda era ya demasiado tarde, y el tiempo pasaba aumentando nuestra derrota existencial, nuestro vacío social, nuestra nulidad ante los estandartes de la sociedad moderna, todos con ingresos ridículos provenientes de familiares o subsidios de desempleo o de trapicheos varios, todos sin pareja, por supuesto.
¡A la deriva pues! Con un vasto y oscuro océano delante donde no se divisaba tierra en absoluto, ahogando nuestra angustia en un mar etílico, sin otra esperanza, vencidos pero orgullosos y, milagrosa e inexplicablemente, aún ligeramente esperanzados.
Rober expresó su incomodidad por el garito mientras yo bebía y miraba furtivamente a la esperanza disfrazada de mujer. Siguieron comentarios, risas y copas, la bruma era cada vez mas espesa, decidimos cambiar de sitio, casi me caigo al salir de allí. Luis me rodeó con el brazo.
- Oye tío, no deberías beber más que luego te pones tonto.
- ¿Que me pongo tonto?
- Si, ya sabes, se te va la olla, te pones violento.
- Venga ya, pero si soy mas pacífico que Gandhi.
- Si bueno, pero se te va la olla, especialmente con la absenta.
- Joder, te he pedido mil veces perdón por el puñetazo del finde pasado, se me escapó.
- Si, pero se te escapó hacia mi cara cabronazo.
- Ya, pero sabes que te quiero, ¿verdad?
- Me conformo con que no la líes.
- Ña.
Empezaba a ser consciente de mi inconsciencia, balbuceaba un poco, trastabillaba y me daba por abrazar a la gente. En uno de los garitos se me aproximó una chica, era una punky morena con un septum en la nariz, se balanceaba beoda, me sonaba de algo aunque no sabía bien de qué, me agarró del cuello y me gritó al oído.
- ¿Eres Alex no?
- Si, ¿nos conocemos?
Siempre me pasaba lo mismo, me saludaba mogollón de gente a la que no conocía, por lo visto hacía muchos amigos estando borracho de los que luego no me acordaba, esta gente a veces me contaba historias fascinantes sobre mi que no recordaba en absoluto. La punky me miraba sonriente intentando no caerse, ella también estaba jodida, con su lucha particular, de repente alargó una mano y me sujetó con fuerza la polla, aquello me pilló desprevenido, di un pequeño saltito.
- Ven conmigo anda.
Yo obedecí como un cachorrillo. Ella caminaba delante balanceando su enorme culo, no estaba mal, o eso creía en mi estado, el cual tiende a engañarte con estas cosas. Me metió en el baño y cerró el pestillo, luego empezó a besarme como si estuviera poseída, de una forma muy agresiva, me mordió con fuerza el labio, yo la aparté de un empujón.
-Ya se, eres la camarera del Katmandú ¿no?
- Cállate y fóllame.
- ¿Que?
- Fóllame ahora, aquí, corre.
Se dio la vuelta y se bajó los pantalones ofreciéndose como una perra en celo, alguien golpeó la puerta del baño, yo intentaba asimilar la situación luchando contra el pedo.
- ¡¡Vamos fóllame!!
Me bajé los pantalones y los calzoncillos. Mi pene no estaba en su máximo esplendor pero podía dar la talla, tanteé la entrada y embestí, ella gimió, empecé a darla, golpeaban la puerta con mas violencia.
- !!Ocupado joder¡¡
Seguí empujando, todo me daba vueltas, concentración Alejandro, concentración. Mi polla se salió de su improvisada funda, la agarré para devolverla a su lugar, cuando miré hacia abajo para localizar la entrada vi que tenía el nabo cubierto de sangre.
- ¡¡¿Joder pero que coño es esto?!! - Chillé asustado.
- Estoy con la regla, espero que no te importe.
- ¡¡¿Que?!!
- Venga, métemela.
Empecé a sentirme mal.
- Salgamos de aquí - Dije entre nauseas.
Me agaché para subirme los pantalones pero perdí el equilibrio, mi culo desnudo dio contra el frío suelo, estaba todo mojado, yo rezaba porque fuese agua, al levantarme me golpeé la cabeza contra el pomo de la puerta, a la punky empezaron a darle arcadas, seguía en la misma posición, "tengo que escapar de aquí" pensé asustado. Conseguí incorporarme y subirme los pantalones, ni que decir tiene que mi tímida erección había desaparecido por completo, la punky seguía allí sin moverse, con las bragas bajadas y una mancha de sangre en la nalga derecha, pensé si se habría muerto. Abrí la puerta como pude y escapé, dejándola así. Me sentía muy jodido, necesitaba aire limpio y fresco o moriría, me abrí paso a empujones hacia la salida, fue duro pero lo logré. Una vez en el exterior me apoyé contra una pared jadeando, giré la cabeza y vi mi mano llena de sangre menstrual, empezaron a darme arcadas, arrojé la cena contra la acera entre violentos espasmos, luego caí contra la pared y me quedé allí hecho un ovillo. Todo giraba sobre si mismo, opté por cerrar los ojos para minimizar los estímulos sensoriales pero todo seguía girando en mi interior, ¿así que de eso se trataba? Ese era mi objetivo al salir de casa, acabar tirado en alguna acera, curioso, no hay duda, ¿valía la pena? ¿Llevaba a alguna parte? ¿Sería mejor lo contrario? ¿Estaba en el camino correcto? ¿Sacaría algo de todo esto? ¿Cómo saberlo? ¿Cómo saber algo? ¿Cómo estar seguro de algo siendo la realidad misma algo tan frágil?
No se cuanto tiempo llevaba allí tirado pensando en ello cuando escuche la voz de Rober.
- Tío, ¿estás bien?
- Mmm....regular.
- Levántate anda.
- Joder, creo que estoy un poco borracho.
- No me digas.
Me incorporé con su ayuda, algo tiraba de mi hacia el suelo, algún tipo de fuerza sobrenatural, respire hondo intentando torpemente volver a agarrar el timón.
- ¿Te encuentras mejor?
- Si, vamos a tomarnos una birra.
- Vale, pero mejor vamos a otro lado, no te aconsejo volver a entrar ahí.
- ¿Por?
- Te marchaste sin pagar, la camarera estaba furiosa, dice que ya se lo has hecho varias veces, por cierto, me debes cuatro pavos.
- Joder, no me he dado cuenta, ¿y Mario y Luis?
- Se fueron hace un rato.
Me arrastré de nuevo por las calles esta vez en compañía de Rober, el heavy, parecía estar caminando sobre una balsa de madera en medio del océano, inestabilidad total. Ya había renunciado a todo, no tenía ya esperanzas de mantener una conversación cuerda, ni de conocer a nadie, estaba a la deriva, naufragando, y la niebla era cada vez mas espesa, sin faro en el horizonte, sin puerto al que llegar.
"Hui-neng vio un día a dos monjes que contemplaban la bandera de una pagoda flotando al viento. Uno de los dos afirmaba:
- Es el viento el que la mueve.
El otro sostenía:
- Es la bandera la que se agita por sí misma.
Pero Hui-neng les explicó que el movimiento real no era originado ni por la bandera ni por el viento, sino por alguna otra cosa que estaba en el interior de ellos mismos."
Lentamente comenzaron a surgir los colores, luego las formas. Pude observar formarse dos extraños objetos alargados, parecían lejanos, la imagen se fue solidificando, resultaron ser mis piernas. Me quedé un rato mirándolas, mis zapatos estaban llenos de mierda, cuando creí haber acumulado suficientes fuerzas levanté la cabeza para inspeccionar lo que me rodeaba, podría haber sido cualquier cosa. Resultó ser un tranquilo parque, yo estaba sentado en un banco, los pájaros cantaban, cantaban hacia mi y sobre mi. Aún era de noche pero se intuía un amanecer no muy lejano, podía olerse más que verse. Respiré hondo intentando fortalecerme con ello y continué inspeccionando a medida que se me aclaraba la vista. No había ni un alma, quizás fuese el ultimo hombre vivo en la tierra, nada me aseguraba lo contrario.
De repente un pensamiento urgente invadió mi mente, un pensamiento terrible, me metí inmediatamente las manos en los bolsillos con pocas esperanzas, gracias a dios pude palpar la cartera y el móvil, seguían allí. Me quedé ahí sentado, escuchando los pájaros, me invadía una increíble sensación de paz ligeramente enturbiada por un pequeño malestar, pero dicho malestar solo afectaba al cuerpo, no al alma.
Pude escuchar de repente un grito muy extraño, no sabría si de animal o humano, era demasiado extraño para ambos, fue un grito terrible, como de muerte, de sufrimiento, se escuchó muy lejos, de un punto sin especificar en el horizonte, me lo tomé como algún tipo de señal y me incorporé. No resultó fácil al principio pero fui cogiéndole el tranquillo a eso de poner un pie y luego el otro. No volví a escuchar el grito. Ya en pie y con el amanecer asomándose tímidamente volví a mirar a mi alrededor, no tenía la mas remota idea de cómo había llegado hasta allí pero, al menos creía saber mas o menos el punto de la ciudad en que me hallaba, así que caminé en la dirección en que creía estaba mi habitación.
Vi pasar un par de coches y creí ver a una persona a lo lejos, lo que daba al traste con la posibilidad de ser el único hombre vivo en la tierra, lástima. Mientras caminaba con la vista puesta en el suelo pude notar cómo un coche reducía su velocidad y se colocaba a mi altura, no me giré para inspeccionarlo mejor pero notaba su presencia, el coche habló.
- ¡Eh, eh chico!
Me hice el sordo, no quería ningún trato con mis semejantes, probablemente fuese alguien que quería un cigarro o indicaciones sobre una calle, no estaba seguro de poder hablar ya que no lo había hecho desde mi "resurrección", continué caminando.
- ¡Eh chico, chico, un momento, por favor!
No parecía que se fuese a dar por vencido, en fin, me giré. Pude ver en la ventanilla de un lujoso coche gris metalizado a un tipo con gafas, era mayor que yo y estaba bien vestido, trajeado, el pelo engominado y echado hacia atrás, parecía el típico hombre rumbo a algún despacho.
- ¡Eh chico, acércate!
Me aproximé un poco al coche y pude hablar sin dificultad para mi sorpresa.
- ¿Si?
- Hola ¿qué tal?
- ¿Qué quiere?
- Nada, tranquilo, ¿dónde vas, a tu casa?
- Supongo.
- ¿Cómo te llamas?
- Alejandro.
- Encantado Alejandro, yo me llamo Javier y esta es mi mujer, se llama Elvira.
Al decir esto se echó hacia atrás en su asiento y pude ver a su lado a una mujer de larga melena rubia, llevaba unas gafas de sol y se las quitó para mirarme mientras me dedicaba una amplia sonrisa, blanca como el marfil, ella también iba muy bien vestida, llevaba un traje de noche rojo y estaba bastante maquillada, no estaba nada nada mal, destilaba elegancia y de su escote surgían un par de agradables promesas, me los imaginé como una pareja de triunfadores que vendrían de alguna fiesta de las grandes esferas, esas a las que nadie me invitaba.
- Bueno Alejandro, ¿te vas ya a casa?
- No lo se, ¿en que puedo ayudarle?
- Jajaja, bueno, tranquilo, solo quería pedirte una cosa.
- ¿El qué?
- ¿Te parece atractiva mi mujer?
- ¿Qué?
- Mi mujer, Elvira, es una mujer bastante atractiva ¿no crees?
No contesté, intentaba descifrar la situación. Elvira me sonreía desde su asiento, era bastante atractiva sin duda, con esa melena como el sol y esos soles bajo ella, era atractiva si, pero no sabía si debía decirlo.
- No le entiendo.
- Jajaja, bueno, mi mujer es muy atractiva sin duda, mírala.
- Ya veo.
- Tranquilo, no tienes que temer nada, solo quiero pedirte un favor.
- ¿Un favor?
- Si, bueno, quizás te suene extraño, pero, veras, me gustaría que te follaras a mi mujer.
- ¿Como?
- Si, se que suena raro, pero, escuchame, no es nada malo, me gustaría que te follaras a mi mujer, a ella también la gustaría, ¿verdad cariño?
Elvira me miraba fijamente, toda sonrisas.
- Esto es extraño.
- Si, jajaja, lo se, lo se, pero, veras, nos gusta eso, vayamos a un hotel, pagamos nosotros por supuesto y allí te follas a mi mujer, ¿que te parece? Puedes hacerle lo que quieras, es muy buena en la cama, jajaja, de verdad, una máquina, no te decepcionará, te lo aseguro, ¿verdad cariño? Yo solo quiero mirar como lo hacéis, solo mirar, te lo juro, no te tocaré, solo quiero mirar como te la follas, me gusta verla follar con otros hombres, ¿que me dices Alejandro, te apuntas?
Lo pensé durante un instante.
- ¡Que te jodan!
Di media vuelta y comencé a andar, el tipo seguía hablando.
- ¡Eh, eh, Alejandro, espera, espera!
Muchas noches me quejaba de no ligar, pero lo de hoy......no sabía qué era peor, la verdad.
Estaba casi seguro de la dirección a seguir para llegar a mi habitación pero antes haría una pausa en alguna cafetería, ¿cerveza? ¿Café? Aún no lo había decidido, quizás acabe encontrando la costa por fin, quizás acabe llegando a puerto, y puede que alguien me espere allí, alguien que se alegre de verme y me reciba con una sonrisa, una sonrisa sincera.
NOVELA: Javier Mateo Hidalgo.
-
Para Javier Mateo, amigo
LA luz de la verdad,
lo sanador, la vida
que se ofrece desde el origen
de esta mirada limpia dánd...
Hace 9 horas
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